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Realizada a mediodía del 13 de junio de
2015, día soleado y con estupenda temperatura.
Montaña Bermeja se encuentra situada al oeste de la
Isla, a mitad de camino entre Las Salinas de Janubio y El
Golfo.
Es un recorrido muy corto, de dos
kilómetros justos y con poco más de 100 metros de desnivel, los que suponen la
subida a lo alto de Montaña Bermeja.
En la parte posterior de Montaña
Bermeja se encuentra una zona libre de lavas donde están situadas la Caldera
de las Chozas y la Montaña de la Vieja Gabriela. Todo
ello es zona militar utilizada para prácticas de tiro. El paso a dicha zona.
desgraciadamente, está prohibido y aunque la tentación de acercarse a ambas
formaciones es fuerte, considero poco recomendable hacerlo ya que pueden haber
en el terreno explosivos que no hayan detonado, con el consiguiente peligro.
El recorrido lo iniciamos en el
aparcamiento que hay junto a la carretera desde el que se puede acceder (antes
o después de subir a Montaña Bermeja) a la Playa
de Montaña Bermeja y visitar Los Charcos de Montaña Bermeja,
ambos al otro lado de la carretera.
El agua de Los Charcos no es potable
y está prohibido bañarse allí. Merece la pena, sin embargo, acercarse a verlo
por la belleza del sitio y el color verdoso de sus aguas.
La playa es una maravilla para la
práctica del surf, si bien hay que tener cuidado cuando el viento sopla con
fuerza, pues en la parte norte (a la derecha de la playa mirando al mar) hay
rocas con vértices cortantes.
En todo caso, la visita es obligada.
Vuelto al aparcamiento comienzo la
aproximación a Montaña Bermeja. Un senderillo de rofe grueso sale por el lado
derecho (mirando al mar) del parking. Está marcado con claridad y discurre
pegado al mar de lavas que vamos circundando.
A nuestra derecha podemos ver la pared
de lava tal y como se fue quedando una vez solidificada.
Cuando llegamos junto a la base de Montaña
Bermeja vemos a nuestra izquierda y al pie mismo de la montaña un
embalsamiento de agua cuyo nivel varía en función de la lluvia que pueda haber
caído. No es agua de filtración del mar y el terreno en el que está debe ser
bastante impermeable, porque no se filtra con facilidad.
El lado de Montaña Bermeja que da al
sitio donde me encuentro es casi vertical y los más de 110 metros de desnivel
caen en picado. La superficie es tierra volcánica con un altísimo contenido en
hierro que le da un variado color que pasa del naranja al rojo y de este al
morado. Es una preciosidad.
Al pie mismo de la pared hay una cueva
donde veo a dos o tres turistas asomándose. Desconocía de su existencia y me
pica la curiosidad y decido intentar bajar a verla al regreso.
Continúo, pues, por el estrecho sendero
de rofe negro, que tiene una pequeña subida. Debe tener 30 o 35 cms. de ancho
nada más, pero es suficiente tanto como para distinguirlo como para caminar por
el mismo.
Al final de la cuestecilla me llevé la
desagradable sorpresa del cartel que informa que está prohibido continuar más
allá por ser un campo de tiro de una zona militar. No sabía nada de ello y
cuando fui tenía intenciones de haberme acercado a la Caldera de las Chozas, un
volcán de muy escasa altura (101 metros) y cuyo cráter es prácticamente un
círculo trazado con un compás.
El cartel prohibiendo el paso fue, en
sí mismo, razón suficiente para no seguir adelante.
La zona que hay más allá del cartel,
hasta la Caldera de las Chozas y la Montaña de la Vieja Gabriela, es
como una isla rodeada de las lavas que corrieron por aquí a principios del XVIII.
Por lo que fuera, las lavas se detuvieron desde ambos accidentes hasta la Montaña
del Golfo, formando un pasillo de tierra rojiza, sin un ápice de lava.
La vista aérea sorprende.
Todo el lateral de la Montaña
que da al mar como el situado junto al sendero está erosionado por el viento y
la lluvia, que han provocado formaciones preciosas.
No hay sendero marcado en el terreno
para subir a la cima por lo que pasado unos pocos metros el cartel de “prohibido
el paso” ataqué la subida por donde me pareció que era más factible. El
terreno es bastante resbaladizo por lo que conviene ir con calma evitando
resbalones.
En caso de caída (durante la subida) no
hay más problemas que los raspones que se podrían producir en manos y piernas,
pero no hay desniveles de mayor peligro.
El esfuerzo de la subida merece la
pena. Lo primero que se nos ofrece es la vista hacia el este, pudiendo ver las
ya citadas Caldera de las Chozas, Montaña de la Vieja Gabriela y
vecinas.
La cima está bastante cuarteada por el
viento y el agua y es de un evidente color rojizo que provoca el nombre de esta
montaña.
Mirando hacia el sur vemos sin ninguna
dificultad las Salinas de Janubio, así como el lugar donde quedaron paradas
las lavas de las erupciones del XVIII.
Hacia el oeste tenemos el mar y el
borde de Montaña Bermeja. La verdad es que no me atrevo a acercarme al
mismo borde ya que es muy escarpado y el terreno resbaladizo. Llego hasta donde
me parece prudente y creo que un mayor riesgo no me aportaría mejores vistas.
Bajo la montaña con la intención de ir
a ver la cueva que apunté al principio. Cuando estoy en el sendero, más o menos
a la altura de la cueva, busco por dónde pudiera estar la bajada que han
utilizado las otras personas. Me cuesta bastante encontrarla, pues casi no se
distingue el resto del terreno. En el track de la ruta he puesto el lugar
exacto en que se encuentra el arranque de bajada.
Cuando ya he bajado, todavía hay unos
turistas en la cueva, con las que me cruzo cuando me dirijo hacia allí de modo
que cuando llego, estoy solo ante la boca.
Cuando me asomo a la cueva la pura
verdad es que no veo absolutamente nada. El sol está a este lado de la montaña
y pega de frente a la boca de la cueva, con lo que el propio reflejo impide ver
en el interior. No llevo linterna y voy solo, con lo que no me arriesgo a
entrar solo. Trato de hacer alguna foto disparando el flash, pero el resultado
es más bien malo.
Me conformo con dejar aquí constancia
de la existencia de la cavidad por si algún amigo senderista se animase a
entrar en ella.
Vuelto al parking, doy por terminada la
ruta.
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