jueves, 27 de febrero de 2020

Las Apreturas del Almonte (Cabañas del Castillo)


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Organizada por la sección de senderismo de la empresa Hutchinson (Catelsa-Cáceres) y realizada el 1 de febrero de 2020.
Día nublado, lluvioso a primera hora y con bastante niebla durante las primeras tres horas y pico de ruta, lo que nos fastidió el disfrutar de las preciosas vistas que se tienen en el discurrir por la Garganta de Santa Lucía y en especial en la primera parte del recorrido por los aledaños de la Sierra del Alcornocal.

Se trata de una recorrido de poco más de 18 kilómetros, sin desniveles relevantes más que en la parte final de la ruta. La bajada hasta el Almonte, que no comporta mayor esfuerzo y la posterior subida hasta Cabañas del Castillo y, si se desea, al Castillo de Cabañas propiamente dicho. Es una subida de 350 metros en dos kilómetros y medio de recorrido.


Como he indicado la mañana comenzó muy lluviosa. Cuando llegamos a Cabañas, el autobús nos dejó en la carretera CC-22.3, aproximadamente a 1 kilómetro del pueblo, toda vez que en el pueblo no puede girar por falta de espacio y ha de subir en marcha atrás, lo que hace sin que vaya nadie en el autobús.

 
Comenzamos la ruta en el arranque de la calle Peña Buitrera, donde termina la carretera de subida al pueblo. Allí hay una pequeña explanada que nos sirvió como referencia para comenzar a caminar. También terminaríamos aquí la ruta.


 
Salimos por la calle Peña Buitrera, la que sale a la derecha en dirección ascendente. A 100 metros encontramos una casa de dos plantas de frente, de piedra y tomamos por su lado izquierdo, con o que salimos ya a campo abierto. Hay una indicación para ir al Castillo, pero nosotros simplemente seguiremos por el lado izquierdo de la casa adelante.

Pasamos junto al cementerio de la localidad, que dejamos a nuestra izquierda y continuamos. Como el día está lluvioso y, lo que es peor, con bastante niebla, no nos es posible divisar la Peña Buitrera, que queda justo a nuestra izquierda.
Llegamos enseguida a un buen ejemplar de encina que se ha derrumbado sobre el camino. Una de sus ramas se apoya en el suelo, con lo que el tronco queda lo suficientemente separado del suelo como para que podamos pasar por debajo del mismo.

Cuando llegamos al Collado de los Zahurdones el sendero se convierte en una amplia pista de tierra rojiza. En este punto atravesamos la Sierra del Alcornocal, pasando de un lateral del mismo al otro. El Collado se sitúa entre la Peña Bruitrera (detrás de nosotros en este punto) y la Peña María (que nos queda justo delante).
Con este paso de un lado a otro dejamos también la vertiente que da al Río Berzocana para pasar a la Garganta de Santa Lucía, en cuyo fondo discurre el río del mismo nombre.

 
Enseguida atravesamos al otro lado del cauce, lo que hacemos utilizando el Puente de la Pasada, puente con un solo ojo por el que discurren las rápidas aguas.

 
Un poco más adelante el camino hace un giro cerrado a la izquierda. Nos encontramos justo en el punto opuesto a las Apreturas del Almonte, hacia donde ahora nos dirigiremos.
A los pocos metros el camino se bifurca. El que va por la izquierda tiene un letrero donde dice “Prohibido el paso. Finca particular”. Nos habían indicado que podíamos pasar. Se trata de un recorrido de 900 metros que, de no tomarlo, nos veríamos obligados a hacer un amplio rodeo de entre 3 y 4 kilómetros.

Optamos por pasar, rápidos y tratando de no ser molestos. A mitad del trayecto hay unas casas que, por su aspecto, parecen estar abandonadas y en incipiente estado de ruina.


Y por fin, abandonamos ese camino particular y volvemos a salir a la pista de tierra, empapada por el agua de la lluvia que cae intermitentemente pero que, cuando lo hace, lo hace con fuerza.

 
A poco más de un kilómetro desde que nos volvimos a incorporar a la pista de tierra vemos a nuestra izquierda una superficie circular con un solado de piedras bien construido. Aunque no sé exactamente qué puede ser, deduzco que pudiera tratarse de un lugar destinado a era para la trilla de las mieses. Pero es solo una suposición.

Ya en la falda de la Sierra de la Ortijuela avanzamos por el camino del mismo nombre. Es una lástima que la niebla alta no nos permita contemplar los altos muros de esta Sierra, que eran uno de los principales atractivos de esta ruta. Una verdadera mala suerte.


Unos metros más adelante una casita de una sola planta queda a nuestra derecha. Todo apunta a que está habitada, pero no vemos ni personas, ni coches, ni ningún signo de presencia humana al momento de pasar nosotros.

Nos toca ahora subir una prolongada cuesta, aunque carente de un desnivel que suponga mucho esfuerzo.
A nuestra derecha tenemos unas paredes graníticas espectaculares. Creo que al conjunto lo llaman La Bandera. La acción del tiempo y de los agentes climatológicos han provocado que del mismo se hayan ido desprendiendo trozos de roca que forman, a la derecha del camino, una gran pedrera que no tenemos que pisar.

Cuando ya casi rematamos la cuesta vemos a nuestra izquierda una casa de una sola planta, con prolongación. Todo el conjunto de poca altura. Aquí si hay signos de vida: un coche en el camino, un pequeño tractor con remolque…


Cuando llegamos a lo más alto de la cuesta el camino hace un giro de 90 grados a la derecha. Estamos a mitad del recorrido, por lo que decidimos hacer una corta parada y tomar algo de fruta. Cae una fina llovizna que no molesta en exceso.


Al poco rato de parar empieza a llover con más fuerza otra vez, por lo que decidimos continuar camino.
A partir de aquí todo es bajada y en algún momento hay que ir con cuidado porque al estar el terreno mojado puede presentarse muy resbaladizo.
El camino hace un fuerte giro a la izquierda, punto en el que nos queda a la vista Rotura de Cabañas, al otro lado del río Almonte


El camino aparece ahora hormigonado y en fuerte pendiente cuesta abajo. Este camino-carretera hace una curva muy cerrada a la derecha quedando Rotura a la vista en dicha curva. Bien, NO HEMOS DE SEGUIR esa carretera, sino que en la misma curva hemos de salir por la izquierda, metiéndonos en un sendero que parte desde ese punto.


El sendero es precioso. Todo está cuajado de encinas de escasa altura. El suelo tiene muchísima piedra. Vemos una charca que dejamos a nuestra derecha para continuar, siempre descendiendo.



El bosquecillo de encinas que atravesamos nos llama la atención a todos por su extrema belleza. Hay encinas con una gruesa capa de musgo verde.
También pasamos junto a una formación rocosa que presenta, en su parte inferior, un buen abrigo para la lluvia u otras inclemencias del tiempo.




Seguimos caminando y en una curva del camino el compañero que nos va guiando nos hace salirnos del mismo a la izquierda, a una zona despejada de árboles y que presenta una superficie cubierta de hierba. En el lugar hay una cabaña de piedra.
Lo que el compañero ha querido mostrarnos desde aquí en el Castillo de Cabañas, que tenemos enfrente. Nos indica que nos fijemos que el castillo en realidad tiene DOS torres, y no solo una como se aprecia desde Cabañas. El pueblo está justo al otro lado de la montaña.
La verdad es que el promontorio en que se yergue el Castillo está cubierto de nubes. Aguantamos unos minutos por ver si se mueven y que podamos apreciar bien el detalle, pero no hay manera. Solo cuando la nube clarea algo hago una foto para constatar la veracidad de lo que nos indica el compañero.


Volvemos al sendero y hacemos ahora el tramo con mayor desnivel de bajada de toda la ruta, por lo que conviene andar con cuidado para evitar resbalones. Máxime si el día está lluvioso como hoy y las piedras muy mojadas.
Al terminar la bajada nos encontramos el puente sobre el río Garganta de Santa Lucía. Estamos justo en sus últimos metros de vida ya que un poco más allá vierte sus aguas en el río Almonte como veremos.
Es un precioso puente de dos ojos desiguales, popular, hecho con pizarras que es la piedra que abunda en el lugar. De los ojos no se puede decir que sean dos arcos perfectos. Dos arcos sí que son, pero su forma delata que su arquitecto tenía más voluntad (y buen hacer, porque ha pervivido al paso de los años) que técnica.
El acceso a ambos lados del puente es sencillo, por lo que varios de nosotros nos lanzamos a fotografiarlo por ambas partes.




Las últimas lluvias han contribuido a incrementar el caudal del río, que presenta un buen aspecto.

Una vez al otro lado del río giramos a la derecha y pasamos junto a un pequeño y bonito olivar. Se ve que los olivos han estado cuidados con esmero.

En el mismo lugar, pero a la derecha del camino, podemos ver algo que no es muy frecuente: la unión del dos ríos. En esta ocasión lo que tenemos delante es cómo desemboca el Garganta de Santa Lucía en el río Almonte, sumando sus aguas a las de éste.


Continuamos adelante bastante cerca de la orilla, lo que nos permitió ver sus rápidas aguas y disfrutar de momentos divertidos que proporcionan la proximidad a la orilla.



El sendero nos conducirá hasta un viejo molino, actualmente abandonado, que se encuentra en una pequeña explanada junto al río. Primero veremos lo que debió ser la casa del molinero o un almacén. Es la construcción más grande, de color blanco.
Pasando por su derecha encontraremos un hornos de cocer pan y el edificio de la molienda. Conserva el hueco de acceso por el que entraba el agua y los mecanismos que hacían que, por la acción del agua, girase la piedra de moler. Realmente bonito.







Cuando continuamos pasamos por el único punto que nos dio algún problema. Se trata de un punto que está muy poco más allá del molino. Tiene unos dos o tres metros de cuesta arriba sobre piso de tierra y si la misma está mojada se vuelve muy resbaladiza. De hecho, un componente del grupo, después de que hubiéramos pasado 20 o 30 y el suelo estuviera muy pisado, tuvo un resbalón que lo hizo caer casi hasta el agua.
Si quien siga mi track hace la ruta con el suelo muy mojado, recomiendo que vuelva a donde está la casa del molinero (la de color blanco) y haga los siguientes 100 metros por la parte de arriba. No hay sendero definido, pero no cabe posibilidad alguna de pérdida.
Adjunto una foto del lugar exacto donde el suelo presenta peligro de resbalar.

Ya podemos ver “Las Apreturas del Almonte”, también denominada “Portilla del Almonte”. En realidad es un desfiladero, una fractura en el anticlinal Almonte-Navezuelas, compuesto por cuarcitas armoricanas, de extremada dureza, por donde el río Almonte discurre para ir a verter sus aguas en el Tajo.
El lado izquierdo de la formación rocosa (vista desde donde hemos llegado nosotros), es la Peña del Rayo (689 mts), mientras que la de la derecha (602 mts) carece de nombre, al menos que yo sepa.
La vista es impresionante y aquí el anticlinal se nos presenta prácticamente vertical.




Cuando decidimos regresar lo hicimos un poco más alejados de la orilla del río para evitar volver a pasar por la zona tan resbaladiza y ahorrarnos algún susto. Para ello subimos unos cinco o diez metros más a la derecha de por donde vinimos, pasando por la parte de atrás del molino y fuimos a parar al pequeño olivar que había en el punto donde se unían el Garganta de Santa Lucía y el Almonte y, por tanto, junto al puente que había un poco antes.
En ese punto giramos a la derecha, frente a la terminación del puente, y subimos por un sendero haciendo “zetas” para salvar el fuerte desnivel.
Cuando ya estamos casi arriba el sendero discurre por un precioso callejón entre paredes de piedra totalmente cubiertas de musgo.

Ya en las inmediaciones de Cabañas del Castillo pasamos junto a dos fuentes que no he logrado saber si tienen nombre.


Cuando entramos en el pueblo, solo unos pocos nos animamos a seguir subiendo para ir al Castillo. Pasamos junto a la iglesia de la Virgen de la Peña, que veremos con más detenimiento al bajar.
La subida al Castillo no tiene mayor problema, si bien es cierto que la mayoría no suben porque han quedado un poco hartos después del subidón desde el río hasta el pueblo.
La subida merece la pena, pues las vistas son espectaculares.
Parece ser que la primera fortificación que hubo aquí fue árabe, construyéndose más tarde el castillo por los cristianos, habiendo estado encargada su defensa primero a los Caballeros de Trujillo y, más tarde, a la Orden de Calatrava. Quedan del mismo las dos torres, completamente vacías en su interior y nada más.
Se ha instalado una plataforma a modo de observatorio que permite contemplar todo el entorno con facilidad.




Desde esta altura tenemos la oportunidad de ver, ya sin nubes, la Peña María, el punto más alto (932 mts) de la Sierra del Alcornocal que, por la perspectiva, da la sensación de ser totalmente cónica. Y a la izquierda la formaciones rocosas de la Sierra de la Ortijuela.
Mirando al norte, más allá de Cabañas, distinguimos el cortijo y la Ermita de San Gregorio y un poco más allá el río Berzocana que va a verter sus aguas al Almonte. Y más lejos aún, Retamosa.



Al bajar rodeo la iglesia de la Virgen de la Peña, una pequeña construcción de mampostería que data de entre los siglos XV y XVI. Su elemento más significativo es la portada, obra mudéjar de influencia guadalupana. Realizada con ladrillo de perfil curvo se configura con un arco aplanado o “carnapel”, decorado con molduras semicilíndricas que, a su vez, se corona con otro arco cornopial caracterizado por la prolongación apuntada hacia arriba en su zona central.





Y con esto damos por terminada la ruta.