lunes, 11 de mayo de 2015

Valle del Ambroz: de La Garganta a Segura de Toro


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Organizada por el Club Senderista La Vereína y realizada el sábado 9 de noviembre de 2013. Un recorrido de poco más de 23 kilómetro con un perfil descendente en todo su recorrido, con la excepción de la pequeña y poco relevante subida al atravesar el Castañar del Duque, poco antes de llegar a Gargantilla


Bordeando La Garganta nos dirigimos directamente a buscar la CC-V-16 que, al poco de alcanzarla, abandonamos por la derecha para subir por un empinado pedregal hasta el Pozo de las Nieves o Pozo del Corral de los Lobos. Es un repechón fuerte e intenso y, en ocasiones, resbaladizo, pero corto. De hecho es el único esfuerzo relevante de la jornada (aparte de la distancia).




Al llegar a la carretera hay que girar a la izquierda, bajando por la misma durante seiscientos o setecientos metros hasta que, justo antes de una curva veremos un camino ascendente que sale por la izquierda y que tras recorrerlo cien metros nos situará en el Cordel del Berrocal.
Quien quiera puede dar un vistazo a las fenomenales vistas que hay hacia La Garganta y, si el día está despejado, podremos ver a lo lejos la Sierra y el Pico de la Peña de Francia y, debajo, Valdelageve a la derecha y Lagunilla a la izquierda. ambas en la provincia de Salamanca.



El tramo del Cordel que vamos a pisar es ancho y pedregoso. Caminaremos por el mismo durante unos quinientos metros en cuesta abajo. Al terminar dicha cuesta (suave) veremos un prado llano, giraremos a la izquierda otra vez, de modo que dejemos el pequeño Cerro de las Chispas a nuestra derecha. En este punto podremos ver, enfrente, detrás y a la derecha del Cerro mencionado, el Picuruju, que queda fuera de nuestro camino.


También desde este punto podremos ver a nuestra izquierda, fuera de nuestro camino y bastante más alejado, el Cancho de la Muela.


En nuestro camino quedará, a nuestra izquierda, la Ermita de San Gregorio. Está en plena bajada. Cuando pasamos nosotros cometí el error de no sacar una foto de la misma de la que únicamente capté el tejado que aparece en esta foto detrás de Julia y Maki.


Allí mismo, pocos metros más abajo, solitario en medio de una praderita, un árbol seco y con su pelo erizado extiende uno de sus brazos pidiendo lluvia.


El fuerte y pronunciado descenso nos lleva a cruzar la carretera que va de La Garganta a Hervás. Pasada ésta veremos a nuestra derecha una fuente con un buen pilón rectangular.



El sendero discurre en un continuado descenso en medio de castaños durante dos kilómetros y medio, hasta llegar al Río del Valle. Generalmente sombreado y pudiéndose percibir, por el abundante musgo que tienen muchas de las piedras del suelo, que el sol llega con dificultad al camino. En otoño, desde luego, es una preciosidad.
A veces podemos distinguir, allá abajo y lejos aun, Hervás esperando nuestra llegada.




Cuando llegamos abajo topamos con el Río del Valle que no trae demasiado caudal. Un antiguo puentecillo de piedra, sin barandilla, nos ayuda a cruzarlo. El sitio donde se ubica es precioso




Después del cruzar el puente iremos entrando progresivamente en el Bosque-Galería, uno de los lugares más bonitos de los alrededores de Hervás, donde abundan los alisos, avellanos, fresnos y sauces. De hecho, hay una ruta especifica que, en una parte amplia de su trazado, recorre este parte de nuestra marcha.





Cuando aún estamos dentro del bosque, nos encontramos con el rio Balozano que circunvala Hervás por el lado contrario a donde lo hace el Ambroz. Es un río sin pretensiones, con un caudal prudente. También hemos de atravesarlo utilizando un sencillo puente con barandillas de madera.




Según nos vamos acercando a Hervás la zona boscosa va tornándose menos tupida sin que ello vaya, en absoluto, en menoscabo del entorno que conserva —sobre todo en esta época del año— una belleza extraordinaria.


Un puente construido en su momento para que la línea férrea pasara por encima nos anuncia que estamos ya muy próximos a Hervás.


Antes de llegar a Hervás todavía tenemos que pasar por debajo de dos obras debidas a la mano del hombre. La primera un puente de hormigón sobre cuya parte superior discurre una carretera. El paso está bastante cubierto de maleza, sin que ello sea un obstáculo para poder caminar con comodidad. La segunda es otro paso subterráneo, con apariencia de túnel, sobre cuya parte superior también pasó en su día el ferrocarril.



Entramos en Hervás por la calle de Abajo, cruzando el puente sobre el río Ambroz. Subimos hasta la Plaza y, sin detenernos en ella más que para la típica foto, cruzamos la localidad hasta llegar al parque, donde hemos quedado para parar un rato y tomar algo antes de continuar.


Mientras estamos en el Parque no dejo de echarle el ojo al Pinajarro, que me mira, retador, desde allí arriba. “¡Ven si te atreves!” parece decirme. Yo lo miro y lo miro y mascullo entre dientes: “Tú espera y verás”. Y maquino para mi que tengo que ir espabilando para subirlo, porque los años se me echan encima y las cosas, cuanto antes, mejor.


Tras entretenernos más de lo deseado en el Parque, decidimos continuar la marcha. Estamos justo a mitad de camino.
Dejando la avenida del parque a nuestra derecha (es la carretera de Aldeanueva), salimos por la Avda. Francisco Sanz López. Vamos en dirección al lugar por el que discurría la vía del tren, alcanzándolo en el punto en el que tenemos que pasar debajo de otro puente que salvaba las vías.



Pasamos junto al tendido de las vías del tren que un día transportaba personas y riqueza. Hoy es un mero recuerdo, abandonado, que no sirve más que para tomar una foto con perspectiva. ¡Lástima!


A pesar de que a ninguno nos gusta ni un pelo no tenemos más remedio que pisar asfalto. Solo van a ser seiscientos o setecientos metros. Es la carretera que va de Hervás a Gargantilla. Para este trozo no tenemos camino alternativo.
A poco de comenzar a andar por ella vemos la Fuente de San Andrés a nuestra izquierda.


Pasada una curva de casi 90 grados que hace la carretera, sale por nuestra izquierda un camino de tierra en ligero ascenso. Es el que tenemos que tomar y por él nos vamos.


A partir del momento  en que nos salimos de la carretera el sendero se adentra en un fantástico bosque en el que predominan los castaños. Tuvimos la suerte de recorrerlo en su mejor época, otoño, con lo que lo encontramos todavía en su esplendor, pues la hoja no había comenzado a caer y, sin embargo, sí había comenzado a adquirir un tono amarillento. De haber pasado tres semanas más tardes creo que el espectáculo hubiera sido todavía mayor pues hubiera predominado el color rojizo típico de estos bosque en otoño.



Por el sitio de Los Janchales, antes de llegar al Castañar del Duque, nos encontramos un arroyuelo que baja por una pequeña garganta y un puente de madera que ayuda a salvarlo.


Y un poco más adelante llegamos a la Garganta de Andrés o del Romanillo, ya metidos de lleno en el Castañar del Duque.
En el lugar se ha preparado una pequeña explanada, con un merendero. Hay, incluso, un panel con un mapa esquemático informativo de una amplia zona que abarca desde La Garganta y Baños de Montemayor hasta Segura de Toro. Siempre es de agradecer este tipo de paneles, que no siempre son respetados por los habituales vándalos.
Por el lado izquierdo del puente y a un nivel más bajo, otro puentecillo bastante más rústico, hecho solo de troncos de madera, adorna el lugar que está cuidadísimo. Da gusto pasar por aquí.





El castañar que atravesamos probablemente sea el trayecto más bonito e íntimo de toda la ruta. Desde que nos adentramos en él, a poco de salir de Hervás, hasta que lo dejemos a las puertas de Gargantilla, tiene una longitud superior a los cuatro kilómetros. Y cada metro del mismo es para disfrutarlo con intensidad.



Cuando salimos del bosque de castaños, allá por el sitio de Los Concejiles, vemos allá lejos, a nuestra derecha y detrás de nosotros, el Embalse de Baños. Por delante, al otro lado de la carretera, Aldeanueva del Camino. Y justo delante de nosotros, casi oculto por el desnivel del camino, Gargantilla.




A la entrada de Gargantilla una fuente, de hechura moderna con aplacados de piedra, invita a llenar los bidones de agua. El recorrido, rápido, que hacemos por sus calles, por deja un estupendo sabor de boca por lo que vemos de arquitectura tradicional.




Ya saliendo de Gargantilla cruzamos el Garganta de la Buitrera por un  reciente puente hecho con bloques de hormigón y pienso que ya me hubiera gustado ver alguna foto del puente que debió haber en este mismo lugar antes de que se construyese este.



Nos separan solo cinco kilómetros de Segura de Toro y estamos deseando llegar. Nos detuvimos demasiado tiempo en Hervás (una hora bien larga) pues, so pretexto del bocadillo bastantes de los integrantes del grupo entraron en bares y no encontraban forma de salir. El terreno por el que caminamos ahora carece del embrujo del castañar por el que habíamos venido desde Hervás. Y todo eso nos empuja a acelerar el paso para llegar a Segura de Toro.
Atravesamos una dehesa en la que, ya a tres kilómetros del destino, vemos una fuente con un triple abrevadero para el ganado.



Rodeamos el cerro del Picute disfrutando ya de una vista preciosa de Segura de Toro y pasamos por una zona con una agradable arboleda que nos conduce hasta un puente que salva el río Garganta Grande.




Ya accediendo a Segura de Toro vemos, por el lado izquierdo de la carretera, dos fuentes seguidas, separadas por pocos metros. La primera a la sombra de los árboles, con un cartel encima que indica que no se puede beber de su agua. Cuenta con dos caños cuya agua cae en sendos pilones rectangulares, independientes, de piedra. Encima del chorro de la izquierda una inscripción que hace referencia al año 1955.


La segunda fuente, un poco más arriba, cuenta con un solo caño y un pilón, así como con una bancada también de piedra en la que sentarse a descansar. Por encima del caño permanece el vestigio de lo que un día debió ser, quizá, un escudo esculpido que hoy solo se puede adivinar.



La avenida por la que subimos, o carretera, es un paseo dedicado al que fuera mi buen amigo e Ingeniero de Caminos de la Diputación Provincial de Cáceres Luis Canalejo Mateo. Luis, nacido en Galicia, pasó en Cáceres la mayor parte de su vida, donde fue una persona activa en la vida social de la ciudad. Fue senador por UCD, con una constante preocupación por los temas de abastecimiento de aguas, mayordomo de la Cofradía de la Virgen de la Montaña (de buena estatura, se le puede ver en muchas de las fotos que, con motivo de la bajada de la Virgen, andan publicadas por ahí). También participó en la fundación del Club de Tenis Cabezarrubia y de la Asociación Musical Cacereña. Cuando se jubiló decidió dedicar parte de su vida y todos sus conocimientos como misionero laico en Perú en favor de los más desfavorecidos de dicho país. Falleció el 10 de enero de 2008 a los 77 años.
Me dio pena ver el estado en que se encuentran los azulejos conmemorativos de la dedicatoria del paseo a su persona. Vaya esta foto como recuerdo a su persona.


Entrando ya en el pueblo, más azulejos nos indican que estamos en Segura de Toro y nos sugieren algunos de los atractivos a visitar, como también lo hace algún indicador de una ruta local sobre lagares celtas.



Como es lógico, antes de dar por terminada la ruta tomando las obligatorias cañas, fuimos a la Plaza del Ayuntamiento para ver la réplica del Toro Vettón del siglo VI a.C. (el original está en el Museo Provincial), la fachada de la iglesia y del Ayuntamiento y los restos de la antigua muralla, respecto a la que me ha sido imposible encontrar documentación alguna.





Habíamos tenido una jornada espectacular. Y el sol quiso despedirse de nosotros dándonos también un espectáculo que disfrutamos a placer.





2 comentarios:

  1. Siento corregirle, pero el Toro o Verraco que preside la plaza de Segura de Toro es el original hallado en el municipio. Actualmente se han traído las réplicas de otro verraco más pequeño y un guerrero celta que sí están los originales en el museo de las veletas de cáceres, estos dos tuvieron que donarse a dicho museo y por ello se han pedido unas réplicas para exponerlas en la plaza. Pero el Toro es el original y por cierto uno de los más grandes que se conserva en la Península Ibérica. Espero haberle aclarado.

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  2. Gracias, Verónica, por su comentario, que enriquece el post. Su inclusión aclara el tema.

    Un cordial saludo.

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