Víctor García Hernández, ceclavinero, es un
ejemplo típico de lo que puede hacer un hombre que ama su trabajo fieramente y
se entrega a él con absoluta dedicación. En mi opinión es, junto con Julián
Iglesias Iglesias, el mejor y más avispado comerciante que ha tenido Cáceres.
Víctor García Hernández |
Nació en Ceclavín el 6 de marzo de 1859, hijo
de Eugenio García Amores y de Teodora Hernández Pérez. Falleció cuando estaba a
punto de cumplir 77 años, el 31 de enero de 1936.
Hermano de Felisa, (casada con Pedro Oliva),
Celestina (casada con Vicente Sánchez Mirón), Catalina (casada con Vicente
Mendoza Granados Y BISABUELA MÍA), Domingo y Lorenzo (que permanecieron
solteros), Lorenza (casada con Federico Galán Pérez) y María García Hernández
(esposa de Tomás Pérez Hernández). Tuvo tres hermanas más (Victoriana, Magdalena
y Venancia) que murieron muy pequeñas. A su vez, todos ellos eran primos de
Tomás Pérez Hernández.
Habiéndose quedado huérfano de padre, se vino
a Cáceres en 1873 con su madre y sus siete hermanos tratando de buscar un
horizonte que en Ceclavín no se presentaba venturoso, estableciendo su
domicilio en el número 3 de la calle Paneras, como figura en los censos de
población de la época.
Con sus 14 años, empezó trabajando, como era
la costumbre de entonces, como aprendiz en el comercio de tejidos de Rosendo
Díez y Cía, que estaba en el número 21 del Portal Llano (actual nro. 31) y que
gozaba, por tanto, de una magnífica ubicación en el Cáceres de la época.
Avispado y muy inteligente, no tardó destacar
entre sus compañeros, aprendiendo los secretos del oficio. Baste decir que con
tan solo 20 años (siendo, pues, menor de edad todavía), ya contaba con poderes
de la empresa para poder actuar en su nombre y se desplazaba hasta Barcelona
para realizar compras de suministros para su principal.
Tanto espabiló que muy poco después, en torno
a 1886, con tan solo 26 años, decidió dar el salto e instalarse como
comerciante por su propia cuenta. Aprovechó para ello que Rosendo Díez (riojano
de Villoslada de Cameros) cesaba en su actividad para comprarle el
establecimiento. Y también, como era frecuente entonces, el comerciante para el
que había trabajado le ayudó a independizarse, facilitándole el traspaso del
negocio, la adquisición de la mercancía y el arranque de su propia actividad.
Víctor García tuvo la visión de cambiar la
forma de “hacer comercio” que hasta entonces se estilaba y, así, orientó su
negocio de modo que, a la vez que continuó funcionando como venta al por menor,
también lo hizo como almacén de tejidos, siendo el primero que hubo en Cáceres.
Tan bien lo supo hacer que, en poco tiempo, tuvo como clientes a gran cantidad
de comercios de toda la provincia e incluso, muchos de la provincia de Badajoz.
Víctor García Hernández |
No conforme con lo anterior, también fue el
primero que se animó a tener sucursales en otras localidades, abriéndolas en
Trujillo, Navalmoral de la Mata y Hervás. (Estando Getulio Hernández “El
Requeté” como encargado de su tienda en Navalmoral, a su vez se independizó
como había hecho Víctor y con la ayuda y apoyo de éste).
Muchos comerciantes cacereños se formaron con
él. El primero, su propio cuñado Tomás Pérez Hernández, diez años menor que él
y que se casó con su hermana pequeña, María. Pero muchos más: Getulio (el de
“El Requeté”) y su hermano Pedro Hernández o Teófilo Mendoza, los tres sobrinos
suyos; Miguel Serrano, que llegaría a ser Tesorero de la Cámara de Comercio, Miguel
Domínguez y tantos otros que más tarde abrirían comercios de prestigio en
nuestra ciudad.
Empleados que luego se
montarían por su cuenta. 12 de enero de 1908. De izquierda a derecha: Miguel
Serrano, Pedro Hernández, Teófilo Mendoza García (mi abuelo) y Eugenio
Domínguez.
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Tras fallecer su madre y ver casadas a sus
hermanas (incluso María, la más pequeña, que lo hizo con Tomás Pérez Hernández),
Víctor consideró que había cumplido con su obligación de cuidar de su familia y
decidió contraer matrimonio, lo que hizo —cuando estaba a punto de cumplir los
39 años— con Dolores Calbelo Chaviano (hija de Ramón Calbelo y nieta de Juan
Celestino Calbelo, chocolateros), famoso apellido de la pequeña historia
cacereña por pertenecer a una acreditadísima familia de origen gallego
(procedían de Santiago de Compostela) instalada en Cáceres desde la primera
mitad del siglo XVIII que fabricó gran parte del chocolate que tomaban nuestros
abuelos.
Dolores Calbelo Chaviano |
Víctor García se preocupó también de sus dos
hermanos varones, Domingo y Lorenzo, ambos solteros, llevándoselos a su casa y
dándoles participación en el negocio. Domingo también tuvo negocios como
contratista de obras públicas e hizo alguna incursión en la política, al salir
elegido concejal en 1911; participó activamente para conseguir que el
Regimiento de Segovia llegara a Cáceres en 1919 y tuvo también un papel activo
en las actividades de la Cámara de Comercio, de la que fue representante en la
Feria de Muestras de Barcelona de 1920.
Víctor García con su hijo Ángel |
Tras su matrimonio y considerando que todas
sus cosas estaban en orden, quiso participar más activamente en las actividades
de la Cámara de Comercio, que él había contribuido activamente a fundar junto a
Joaquín Castel y otros el mismo año de su matrimonio (de hecho, la Cámara se
constituyó oficialmente 15 días exactos después de la fecha de su boda),
participando en la sesión constitutiva, siendo nombrado Vocal Primero de la
Sección de Comercio. En 1901 fue elegido Presidente de la Cámara y en 1914 fue
elegido nuevamente para el mismo cargo para un periodo de cuatro años (hasta
1918). También fue consejero de la Caja de Ahorros y diputado provincial.
Del matrimonio de Víctor y Dolores nacieron
ocho hijos: Teodora, que permaneció soltera; Ramona, casada con Arturo Aranguren
Mifsut joven abogado que fue alcalde de Cáceres con tan solo 29 años; Víctor
(que llegó a ser Presidente de la Diputación Provincial), casado con María
Teresa Villalón; Pilar, casada con Andrés Sánchez Torres; Encarna, casada con
Alejandro Sánchez Morales y Ángel, ingeniero agrónomo que se fue a vivir a
Sevilla. Tuvieron, además, otras dos hijas que fallecieron a temprana edad.
Los hijos. De izquierda a derecha:
Teodora, Ángel, Encarna, Ramona, Pilar y Víctor
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Los almacenes principales de Víctor García
estaban en los números 38-40 de la calle Parras, que se extendían por detrás
hasta llegar a la calle Alfonso IX, por donde entraban los carros con
mercancías y desde allí, hasta la esquina de la calle Casas de Cotallo (Híper
Tambo).
También tenía amplios almacenes y tienda en
el número 1 de la calle San Antón, en el Convento
de San Pedro.
Sentados: Dolores Calbelo y
Víctor García.
De pie, de izquierda a
derecha: sus hijos Teodora, Víctor, Pilar, Ángel (el chófer) y y hija Encarna.
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En enero de 1922 decidió cesar en todas sus
actividades empresariales, dejándolo todo en mano de sus hermanos e hijos, que
empezaron entonces a girar comercialmente como “Sucesores de Víctor García”.
Cuando cesó Víctor García, se constituyó la
sociedad “Sucesores de Víctor García”.
Varios años más tarde de esta nueva sociedad se desgajaron varios empleados que
crearon “Comercial Cacereña”,
sociedad que muchos de nosotros hemos conocido. Después de ello la casa matriz
volvió a cambiar su denominación a “Hijos
de Víctor García SL”, teniendo uno de sus principales establecimientos
frente al Gran Teatro, en el nro. 1 de la calle San Antón, haciendo esquina con
la calle Clavellinas.
Lorenzo, hermano de Víctor, con un sobrino. |
Víctor García se consideró siempre
ceclavinero y conservó en lo más hondo de su corazón gran cariño y devoción por
la Virgen del Encinar, patrona de Ceclavín. Fue un hombre de extremada
rectitud, querido y respetado por sus convecinos, generoso a la hora de prestar
ayuda a los demás y de colaborar al triunfo ajeno.
Víctor, en el centro y María, la hermana pequeña, a la derecha del todo. Con la numerosa familia y algún sirviente. |
El 17 de abril de 1930 fue designado
concejal, incorporándose al ayuntamiento en tal condición, pero no gustándole
lo que vio, renunció antes de que pasaran dos meses.
Atendido por el doctor Leocadio Durán y a
consecuencia de un ataque al corazón, falleció en Cáceres, la tierra que le
había adoptado y a la que tanto contribuyera él a hacer, el 31 de enero de 1936.
La noticia de su muerte la recogió la prensa local con estas palabras: “Don Víctor García ha muerto. La noticia
lacónica y triste, al divulgarse por nuestra ciudad, causó penosísima
impresión.
El industrial
fallecido había ligado su nombre benemérito al de Cáceres, al que dio rango e
importancia comercial, haciéndole salir de sus estrechos cauces para
prestigiarlo en las grandes zonas fabriles de Barcelona y otros centros
industriosos de aquella región y del resto de España.
No seríamos justos
en esta hora póstuma si no aludiéramos a la importante labor social
desarrollada en Cáceres y su provincia por el finado. Raras veces el capital,
producto en este caso de una laboriosidad y competencia extraordinarias, cumple
la función social que le está encomendada como la cumplió en manos del
industrial fallecido”.
(Excepto las fotos 1 y 3, todas las demás me han sido cedidas por Antonio García Villalón. ¡Muchas gracias, Antonio!)
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