domingo, 15 de septiembre de 2019

Víctor García Hernández

Víctor García Hernández, ceclavinero, es un ejemplo típico de lo que puede hacer un hombre que ama su trabajo fieramente y se entrega a él con absoluta dedicación. En mi opinión es, junto con Julián Iglesias Iglesias, el mejor y más avispado comerciante que ha tenido Cáceres.
Víctor García Hernández
Nació en Ceclavín el 6 de marzo de 1859, hijo de Eugenio García Amores y de Teodora Hernández Pérez. Falleció cuando estaba a punto de cumplir 77 años, el 31 de enero de 1936.

Hermano de Felisa, (casada con Pedro Oliva), Celestina (casada con Vicente Sánchez Mirón), Catalina (casada con Vicente Mendoza Granados Y BISABUELA MÍA), Domingo y Lorenzo (que permanecieron solteros), Lorenza (casada con Federico Galán Pérez) y María García Hernández (esposa de Tomás Pérez Hernández). Tuvo tres hermanas más (Victoriana, Magdalena y Venancia) que murieron muy pequeñas. A su vez, todos ellos eran primos de Tomás Pérez Hernández.

Habiéndose quedado huérfano de padre, se vino a Cáceres en 1873 con su madre y sus siete hermanos tratando de buscar un horizonte que en Ceclavín no se presentaba venturoso, estableciendo su domicilio en el número 3 de la calle Paneras, como figura en los censos de población de la época.

Con sus 14 años, empezó trabajando, como era la costumbre de entonces, como aprendiz en el comercio de tejidos de Rosendo Díez y Cía, que estaba en el número 21 del Portal Llano (actual nro. 31) y que gozaba, por tanto, de una magnífica ubicación en el Cáceres de la época.

Avispado y muy inteligente, no tardó destacar entre sus compañeros, aprendiendo los secretos del oficio. Baste decir que con tan solo 20 años (siendo, pues, menor de edad todavía), ya contaba con poderes de la empresa para poder actuar en su nombre y se desplazaba hasta Barcelona para realizar compras de suministros para su principal.

Tanto espabiló que muy poco después, en torno a 1886, con tan solo 26 años, decidió dar el salto e instalarse como comerciante por su propia cuenta. Aprovechó para ello que Rosendo Díez (riojano de Villoslada de Cameros) cesaba en su actividad para comprarle el establecimiento. Y también, como era frecuente entonces, el comerciante para el que había trabajado le ayudó a independizarse, facilitándole el traspaso del negocio, la adquisición de la mercancía y el arranque de su propia actividad.

Víctor García tuvo la visión de cambiar la forma de “hacer comercio” que hasta entonces se estilaba y, así, orientó su negocio de modo que, a la vez que continuó funcionando como venta al por menor, también lo hizo como almacén de tejidos, siendo el primero que hubo en Cáceres. Tan bien lo supo hacer que, en poco tiempo, tuvo como clientes a gran cantidad de comercios de toda la provincia e incluso, muchos de la provincia de Badajoz.
Víctor García Hernández
No conforme con lo anterior, también fue el primero que se animó a tener sucursales en otras localidades, abriéndolas en Trujillo, Navalmoral de la Mata y Hervás. (Estando Getulio Hernández “El Requeté” como encargado de su tienda en Navalmoral, a su vez se independizó como había hecho Víctor y con la ayuda y apoyo de éste).

Muchos comerciantes cacereños se formaron con él. El primero, su propio cuñado Tomás Pérez Hernández, diez años menor que él y que se casó con su hermana pequeña, María. Pero muchos más: Getulio (el de “El Requeté”) y su hermano Pedro Hernández o Teófilo Mendoza, los tres sobrinos suyos; Miguel Serrano, que llegaría a ser Tesorero de la Cámara de Comercio, Miguel Domínguez y tantos otros que más tarde abrirían comercios de prestigio en nuestra ciudad.
Empleados que luego se montarían por su cuenta. 12 de enero de 1908. De izquierda a derecha: Miguel Serrano, Pedro Hernández, Teófilo Mendoza García (mi abuelo) y Eugenio Domínguez.
Tras fallecer su madre y ver casadas a sus hermanas (incluso María, la más pequeña, que lo hizo con Tomás Pérez Hernández), Víctor consideró que había cumplido con su obligación de cuidar de su familia y decidió contraer matrimonio, lo que hizo —cuando estaba a punto de cumplir los 39 años— con Dolores Calbelo Chaviano (hija de Ramón Calbelo y nieta de Juan Celestino Calbelo, chocolateros), famoso apellido de la pequeña historia cacereña por pertenecer a una acreditadísima familia de origen gallego (procedían de Santiago de Compostela) instalada en Cáceres desde la primera mitad del siglo XVIII que fabricó gran parte del chocolate que tomaban nuestros abuelos.
Dolores Calbelo Chaviano
Víctor García se preocupó también de sus dos hermanos varones, Domingo y Lorenzo, ambos solteros, llevándoselos a su casa y dándoles participación en el negocio. Domingo también tuvo negocios como contratista de obras públicas e hizo alguna incursión en la política, al salir elegido concejal en 1911; participó activamente para conseguir que el Regimiento de Segovia llegara a Cáceres en 1919 y tuvo también un papel activo en las actividades de la Cámara de Comercio, de la que fue representante en la Feria de Muestras de Barcelona de 1920.
Víctor García con su hijo Ángel
Tras su matrimonio y considerando que todas sus cosas estaban en orden, quiso participar más activamente en las actividades de la Cámara de Comercio, que él había contribuido activamente a fundar junto a Joaquín Castel y otros el mismo año de su matrimonio (de hecho, la Cámara se constituyó oficialmente 15 días exactos después de la fecha de su boda), participando en la sesión constitutiva, siendo nombrado Vocal Primero de la Sección de Comercio. En 1901 fue elegido Presidente de la Cámara y en 1914 fue elegido nuevamente para el mismo cargo para un periodo de cuatro años (hasta 1918). También fue consejero de la Caja de Ahorros y diputado provincial.


Del matrimonio de Víctor y Dolores nacieron ocho hijos: Teodora, que permaneció soltera; Ramona, casada con Arturo Aranguren Mifsut joven abogado que fue alcalde de Cáceres con tan solo 29 años; Víctor (que llegó a ser Presidente de la Diputación Provincial), casado con María Teresa Villalón; Pilar, casada con Andrés Sánchez Torres; Encarna, casada con Alejandro Sánchez Morales y Ángel, ingeniero agrónomo que se fue a vivir a Sevilla. Tuvieron, además, otras dos hijas que fallecieron a temprana edad.
Los hijos. De izquierda a derecha: Teodora, Ángel, Encarna, Ramona, Pilar y Víctor
Los almacenes principales de Víctor García estaban en los números 38-40 de la calle Parras, que se extendían por detrás hasta llegar a la calle Alfonso IX, por donde entraban los carros con mercancías y desde allí, hasta la esquina de la calle Casas de Cotallo (Híper Tambo).

También tenía amplios almacenes y tienda en el número 1 de la calle San Antón, en el Convento de San Pedro.
Sentados: Dolores Calbelo y Víctor García.
De pie, de izquierda a derecha: sus hijos Teodora, Víctor, Pilar, Ángel (el chófer) y y hija Encarna.
En enero de 1922 decidió cesar en todas sus actividades empresariales, dejándolo todo en mano de sus hermanos e hijos, que empezaron entonces a girar comercialmente como “Sucesores de Víctor García”.

Cuando cesó Víctor García, se constituyó la sociedad “Sucesores de Víctor García”. Varios años más tarde de esta nueva sociedad se desgajaron varios empleados que crearon “Comercial Cacereña”, sociedad que muchos de nosotros hemos conocido. Después de ello la casa matriz volvió a cambiar su denominación a “Hijos de Víctor García SL”, teniendo uno de sus principales establecimientos frente al Gran Teatro, en el nro. 1 de la calle San Antón, haciendo esquina con la calle Clavellinas.
Lorenzo, hermano de Víctor, con un sobrino.
Víctor García se consideró siempre ceclavinero y conservó en lo más hondo de su corazón gran cariño y devoción por la Virgen del Encinar, patrona de Ceclavín. Fue un hombre de extremada rectitud, querido y respetado por sus convecinos, generoso a la hora de prestar ayuda a los demás y de colaborar al triunfo ajeno.
Víctor, en el centro y María, la hermana pequeña, a la derecha del todo. Con la numerosa familia y algún sirviente.
El 17 de abril de 1930 fue designado concejal, incorporándose al ayuntamiento en tal condición, pero no gustándole lo que vio, renunció antes de que pasaran dos meses.

Atendido por el doctor Leocadio Durán y a consecuencia de un ataque al corazón, falleció en Cáceres, la tierra que le había adoptado y a la que tanto contribuyera él a hacer, el 31 de enero de 1936. La noticia de su muerte la recogió la prensa local con estas palabras: “Don Víctor García ha muerto. La noticia lacónica y triste, al divulgarse por nuestra ciudad, causó penosísima impresión.
El industrial fallecido había ligado su nombre benemérito al de Cáceres, al que dio rango e importancia comercial, haciéndole salir de sus estrechos cauces para prestigiarlo en las grandes zonas fabriles de Barcelona y otros centros industriosos de aquella región y del resto de España.
No seríamos justos en esta hora póstuma si no aludiéramos a la importante labor social desarrollada en Cáceres y su provincia por el finado. Raras veces el capital, producto en este caso de una laboriosidad y competencia extraordinarias, cumple la función social que le está encomendada como la cumplió en manos del industrial fallecido”.

 (Excepto las fotos 1 y 3, todas las demás me han sido cedidas por Antonio García Villalón. ¡Muchas gracias, Antonio!)

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