lunes, 28 de octubre de 2019

Ruta de las Alquerías (Las Hurdes) - Aldehuela a Pinofranqueado


En Wikiloc:    pulsar aquí

Ruta muy fácil de hacer para cualquiera dado el escaso desnivel (apenas 300 metros y casi todo de bajada). Solo la distancia podría suponer algún impedimento para alguien con escasa preparación.

Realizada el sábado 26 de octubre de 2019 con el grupo de senderismo La Vereína. Unos 55 senderistas. Día despejado y con temperatura agradable durante toda la jornada. Algo de calor durante la última hora y media de marcha.

Nos desplazamos en autobús hasta Pinofranqueado, donde desayunamos en el mismo lugar donde terminaríamos la ruta a primera hora de la tarde, en el restaurante el Puente. Trato muy agradable y profesional.



Continuamos hasta llegar a Aldehuela donde el autobús pudo acceder a una pequeña explanada de la que hubo de salir marcha atrás.

Punto de partida, con una fuente de agua potable en la que poder rellenar botellas para el que lo hubiera dejado para el último momento.



Salimos de la plazoleta justo por dirección opuesta a por donde ha entrado el autobús. Callejeamos por esta pequeña alquería con construcciones típicas de la zona aunque, a decir verdad, cada vez van quedando menos, imponiéndose las nuevas construcciones o las remodelaciones de las antiguas viviendas hechas ya con materiales modernos.



Poco después de salir, un pequeño puente nos ayuda a cruzar sobre el Río de la Aldehuela, con muy escaso caudal, probablemente por la escasez de lluvia que tenemos durante los últimos meses y años.





Y pocos metros más allá, tras un pequeño repecho vemos una construcción coronada por una espadaña y una cruz percatándonos enseguida de que se trata del cementerio de la localidad.

El paisaje es francamente hermoso, con un verde llamativo al que, sin duda, han contribuido las lluvias de los últimos días que habrán quitado el polvo a los pinos. Diversas alturas nos rodean: a nuestra izquierda el Teso de la Guijada de casi 1.100 metros de altitud y por la derecha La Pelayo. Enfrente La Genera, de 1.000 metros.

Volviendo la vista atrás, ya a algo de distancia, vemos Aldehuela, con las pocas casas que componen esta alquería.


Caminamos entre pinares, con el suelo lleno de las agujas caídas de los pinos, húmedas por el rocío dela madrugada. Y cuando salimos del pinar queda frente a nosotros el alto de La Cotorra, de 1.300 metros.


Enseguida el sendero desciende hacia un puente que nos ayudará a pasar el Río de la Aldehuela, también con muy escaso caudal.



Otra corta subida entre pinares nos va a acercar hasta Erías, la siguiente alquería en nuestro camino.


Al llegar a Erías lo primero que encontramos es una curiosa construcción que enseguida vemos que es un depósito de agua. Callejuelas estrechas y una fuente de factura idéntica a otra que vimos en Aldehuela. Seguramente obra del mismo artista.




Al salir de Erías estuvimos a punto de perdernos pues seguíamos un track con un trazo equivocado. El track que acompaña a esta descripción es correcto. Solo hay que tener presente que al llegar a la carretera debemos girar a la izquierda y seguir la misma durante unos cien metros para salir luego por la derecha de la misma. La ruta está marcada sobre un pedestal de cemento que contiene un contador de la luz


Otro puente de madera ayuda a pasar el cauce de un arroyo, ahora completamente seco.


A partir de este momento se nos va a hacer presente el río Esperabán que nos acompañará desde aquí y durante todo el recorrido hasta llegar a Pinofranqueado, nuestro destino. De momento nos saldrá por la izquierda y encontramos un pequeño, viejo y aparentemente débil puente que no tenemos que cruzar.



La verdad es que esta ruta, además de llamarse “de las Alquerías” podría llevar también el nombre “de los puentes”, porque a lo largo de la misma nos encontramos toda una sucesión de ellos a muy corta distancia. Salvan, generalmente, arroyuelos con poca o ninguna agua cuando pasamos nosotros pero que, seguramente, prestarán un gran servicio en época de lluvias más abundantes.


Un poco más adelante nos encontramos con un letrero indicador sobre la existencia de petroglifos (grabados rupestres). Comento con los que van cerca de mi que espero que estén bien señalizados, para que no pasemos del lugar sin darnos cuenta.


El sendero discurre ahora por unas callejas limitadas por paredes de piedras. Comentamos la antigüedad de las mismas y el inmenso trabajo que debió suponer levantarlas. Encontramos unos estupendos ejemplares de castaños a la vera del sendero. Llaman la atención por su tamaño.



El recorrido es precioso, con pequeñas subidas que ayudan a darnos una mejor vista del río Esperabán que, desde que lo encontramos, discurre siempre por nuestra izquierda.


En un alto, entre pequeño meandro que hace el Esperabán y el Arroyo de la Zambrana, al que llaman el “Tesito de los Cuchillos” o, en denominación más popular “Las Pisás de los Moros”, encontramos un pequeño cercado de piedras donde se encuentra la roca (rocas) en las que están los petroglifos, vigilado desde lejos por La Bolla Grande. Debe respetarse el lugar pues hemos de procurar que se conserve como está para generaciones futuras.


Los petroglifos principales se ven con facilidad: tres “gladium” o espadas romanas junto al acceso; dos estrellas, una más grande y otra más pequeña, y media espada un poco más allá, a la izquierda del conjunto y dos “podomorfos” (marcas con forma de pie) que se encuentran casi al fondo del conjunto.





Según un cartel explicativo que se encuentra en el lugar y del que ahora hablaré, junto a la punta de la espada que está más próxima a la entrada al recinto hay una inscripción romana que dice: “(A)RMAMIIACAVII” (Arma mea cabe) lo que, según el mismo cartel, podría traducirse por: “guárdate de mis armas”, “teme a mis armas” o “protege mis armas”. Yo tengo que decir que apenas si logré distinguir con un mínimo de claridad la inscripción. Es cierto que se aprecian unas incisiones, pero sin que mi vista alcanzara a identificar letras.

El cartel explicativo al que me he venido refiriendo se encuentra bastante deteriorado a causa de las inclemencias del tiempo. Aún se lee con facilidad el texto, pero la lámina que contiene los dibujos y el texto se ha ido cuarteando y las grietas dificultan la lectura.

El propio cartel muestra, en el lado izquierdo, la distribución de los petroglifos sobre la piedra y por lo que refleja hay bastantes más podomorfos que los dos que se ven con suma facilidad. También alguna otra espada.

El texto que contiene el cartel es el siguiente:

“Tesito de los Cuchillos
El Castillo (Pinofranqueado)
Leyendas: El lugar es conocido también como "Las Pisás de los Moros". Como ocurre con otras rocas grabadas de la comarca de Las Hurdes, la tradición habla de que los legendarios "moros" dejaron sus pies grabados en esta roca.
Localización: La roca con grabados se sitúa a mitad de camino entre los términos de El Castillo y Las Erías, sobre la margen derecha del río Esperabán, y junto a su confluencia con el arroyo de la Zambrana. Está orientada al Noreste.
Técnicas: Grabados incisos, tanto profundos como superficiales, y algunos piqueteados, todo ello realizado con instrumentos metálicos. Además, aparecen también algunos repiqueteados que se han repasado por abrasión.
Temas: Los temas existentes en la roca son muy variados: podomorfos, asteriscos de líneas radiadas, una hoz y armas (puñales y espadas). Junto a una de las espadas aparece una inscripción latina con el texto: (A)RMAMIIACAVII, que puede traducirse de diversas maneras: "guárdate de mis armas", "teme a mis armas" o "protege mis armas".
Cronología: Dada la inscripción latina y que las espadas representadas son de tipología romana (se trata de gladius de legionario), podemos datar el conjunto, sin muchas dudas, en época romana (sin descartar que algunos motivos pudieran ser de la Edad del Hierro).

Tengo que confesar que solo por haber tenido la oportunidad de visitar este lugar, la ruta ya ha merecido la pena sobradamente.

Estamos a tiro de piedra de la Portilla de la Cruz, el punto donde se une un sendero que sube serpenteando, paralelo al Arroyo de la Zambrana, con el cortafuegos que va por la cresta de todos estos montes. Precisamente, para salvar el cauce del Arroyo de la Zambrana nos encontramos enseguida un largo puente de madera que ahora solo cruza por encima por un arroyo de piedras, porque actualmente solo corre algo de agua por uno de los extremos de lo que es el ancho cauce.



Sabemos que estamos muy cerca de Castillo, la siguiente alquería, porque vemos cómo, paralelo al río y por el margen por el que vamos nosotros, se ha construido un canal que debe llevar el agua para aprovechamiento de sus habitantes.

Efectivamente, un kilómetro más adelante del puente nos encontramos con otro depósito de agua similar al que vimos anteriormente, lo que nos anuncia que estamos a las puertas de Castillo. Decidimos hacer un alto para reagruparnos y cruzar el pueblo juntos. Unos perros muy dóciles se nos acercan y se dejan acariciar.




A poco de entrar en Castillo pasamos delante de lo que debe ser su iglesia. Se trata de una casa de una planta cuya fachada se ha recubierto con un ladrillo de pizarra, de los que se usan para embellecer fachadas. Cuenta con una pequeña espadaña con una campaña que puede tocarse desde la parte exterior de la puerta.

Un poco más allá, nos llama la atención un ensanchamiento de la calle que debe utilizarse para que los coches puedan dar la vuelta. Lo llaman “El volvedero”. Preguntamos más adelante a un castillejo (habitante de Castillo) y nos indicó que, efectivamente, era el sitio para dar la vuelta con los coches y que por eso se prohibía aparcar ahí.


Justo antes de salir del pueblo nos llama la atención lo que parecen unos adornos navideños. Son semejantes  a las luces que se cuelgan en las calles en las ciudades más grandes, pero aquí están hechos de ganchillo. Francamente simpáticos.



A pocos metros del pueblo hay que cruzar el Arroyo de Guijarro Blanco, que desemboca enseguida en el río Esperabán. Esta vez no hay puente que ayuda a salvarlo, pero si unas estupendas piedras pasaderas que a más de uno estuvieron a punto de hacerles darse un remojón.



Ahora vamos a tener a nuestra derecha la falda del Romaleja (1215 mts). Toda ella es un pinar que se extenderá durante los próximos 700 metros de recorrido. En un momento dado cruzaremos el Regato de la Huesa por encima de un pequeño puente hecho de tierra y piedras.

Recomiendo estar atentos a los tocones de pinos cortados que hay a la derecha del sendero porque en tres de ellos podremos apreciar unas estupendas tallas realizadas por algún artista local. El primero es una bellota de la que no pude sacar fotografía. Las otras dos son una flor y la cabeza de un águila. Francamente buenos.



Un puente más que salva el Esperabán va a quedar a nuestra izquierda. Es una plancha de cemento. Hemos de seguir de frente. Y un poco más allá, encontraremos otro de factura similar, pequeño, que nos ayuda a cruzas al Regato de El Emboal que baja del pico Remojal para desaguar en el Esperabán.


Continuamos dejando el Esperabán a nuestra izquierda. Vamos a ver al otro lado del río, y muy próximo a la carretera, el restaurante La Parada donde se puede comer muy bien y por un precio más que asequible. Además, en verano se puede disfrutar de un baño en una piscina natural que han construido. Totalmente recomendable.

El Esperabán, y el sendero con él, va a describir un giro de 90 grados para dirigirse hacia Pinofranqueado. Justo en el lugar donde se produce el giro podemos ver a nuestra izquierda (o detrás, si miramos un poco más tarde) y en lo alto del Lomo del Horcajo una caseta de vigilancia de los guardas forestales.


A partir de este punto el camino irá en suave ascenso. El esfuerzo es prácticamente nulo pues en un recorrido de tres kilómetros es salvarán 70 metros de desnivel. Este es el mayor esfuerzo que nos va a demandar esta ruta.

Vamos a encontrar varios sitios donde habrán colmenas de abejas. La producción apícola de Las Hurdes es importante. Cuando se pase por sus proximidades conviene no hacer tonterías. Lo normal es que no entrañen peligro alguno, pero no está de más recordar a quien venga con nosotros que debemos dejar a las abejas hacer su trabajo y nosotros dedicarnos a caminar. Las primeras, a unos 400 metros del lugar donde está la brusca curva.



Justo en el punto más alto pensábamos habernos parado a comer, pero allí mismo, a la izquierda del alto, hay bastantes colmenas, por lo que decidimos seguir por el camino y buscar un sitio más alejado.

Unos 300 metros más adelante decidimos parar para comer. Unos lo hicimos sentados e el propio camino, a la sombra de los pinos. Otros prefirieron salirse fuera a lugar con sombra más esperas. En todo caso fue una parada reparadora para atacar los seis kilómetros que nos quedaban aún por delante.



Repuestas las fuerzas continuamos camino. A nuestra derecha vemos la alquería de Robledo, al otro lado del río.

Pasamos a continuación junto a unas antenas. Aquí quiero advertir de que justo en ese punto se puede continuar de frente, evitando con ello hacer una curva que hace el camino.

Los bocadillos han animado a los que van en cabeza, que aprietan el paso ganando velocidad media sobre la que tuvimos a primera hora de la mañana.

Desde la distancia alcanzamos a ver las casas de otra alquería: La Muela, que volveremos a ver luego de cerca.

Pasamos el Regato de Laybáñez para entrar en una zona de pino muy frondoso, con lo que la sombra se hace muy espesa. Es el lugar que se llama El Infiernillo.


Vamos a cruzar el río Esperabán por última vez para dejarlo, definitivamente, a nuestra derecha. Lo hacemos en un lugar donde hay una piscina natural y, pocos metros más allá, un puente que nos facilita el cruce.



Y allí mismo, al otro lado del río, el Molino de La Muela, que tantos servicios prestó en el pasado.


Pocos metros más allá el Esperabán hace un fuerte giro a la derecha tras el cual empezaremos a atisbar la presencia de Pinofranqueado.

Ojo porque después de esa curva y cuando llegamos a las primeras casas nos equivocamos y subimos por una cuesta arriba, toda encementada. Hay que seguir de frente, sin subir esa cuesta.

Al llegar al pueblo decidimos dejar la carretera y bajar por una calle paralela a la misma. Ya advierto que da lo mismo, pues se llega al punto final de la ruta por ambos sitios. Nosotros, simplemente, preferimos apartarnos de los coches, lo que nos hizo entrar por la Plaza donde se encuentran la iglesia y el Ayuntamiento.


Nuestro destino final era, otra vez junto al río, el Hotel El Puente, donde habíamos desayunado por la mañana y nos esperaba el autobús para regresar a Cáceres. Eso sin, no sin antes premiarnos con un par de cervezas que nos compensaron del calor de la última hora y media de camino.




No hay comentarios:

Publicar un comentario