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Realizada en la tarde del 3 de enero de 2013. Día frío y
soleado.
Al salir nos dirigimos hacia el Olivar Chico de los Frailes
pasando por la Fuente del Hinche, de la que sigue sorprendiéndome el estado de abandono
en que se encuentra, muy especialmente los lavaderos en los que tantas mujeres
se deslomaron lavando las ropas. Creo que se merecen que las cuadrillas
municipales les dediquen algún día de su trabajo, al menos para liberarlos de
las zarzas que los cubren y que, prácticamente, no permiten que queden a la
vista.
Pasando por el camino que discurre por debajo del puente por
el que atraviesa la Ronda Norte siguiéndolo hasta llegar al Olivar Chico de los
Frailes.
Sin entrar en Olivar en ningún momento, ascender a la
Sierrilla. El camino que baja de la misma, paralelo al Olivar, va perdiendo el
firme asfaltado que tuvo un día. Las torrenteras de agua se han comido todos
los bordes que, en algún punto, tienen más de 60 cms. de profundidad. Cualquier
día un ciclista se lleva un disgusto.
Al llegar arriba, no puedo dejar de contemplar los Llanos de
Cáceres, absolutamente preciosos. La vista alcanza hasta Cañaveral, que recojo
en alguna de las fotos que acompañan.
Sin abandonar la urbanización, asciendo hasta lo más alto de
la misma por la calle principal y, siguiendo el camino que discurre a la
derecha de la carretera, comienzo el descenso bordeando los chalets que por
allí abundan; el camino nos llevará hasta la entrada del Club de Tenis, que
dejamos a nuestra derecha.
Bajando en dirección a la gran rotonda existente en la
salida de la N-630. Conviene pasar al lado izquierdo de la calzada para cruzar
la confluencia de autovías por los dos puentes elevados. Primero el que cruza
la Ronda Norte y, después, el de la N-630, que nos lleva casi a la urbanización
Los Castellanos.
Ojo, porque al hacer yo la ruta no pasé por los puentes,
sino que bajé hasta la rotonda y crucé la doble calzada, con sumo cuidado, sí,
pero de modo indebido.
La zona siguiente (Macondo), es apacible y poco frecuentada.
El camino es perfectamente transitable aunque, habiendo mediado lluvia, estará
lleno de charcos.
Al final del camino andado encontraremos tres o cuatro
árboles. El día que yo estuve conté con la suerte de que el sol estaba bastante
bajo y pude hacer algunas fotos bonitas.
Por detrás de los árboles pasa la vía férrea, que queda a
nuestros pies.
En este punto es en el que iniciamos el regreso e iremos
encontrando, a nuestra izquierda, algunas masas de granito de formas
caprichosas y muy hermosas. A mí, al menos, me lo parecieron.
Al llegar al km. 6,2 de la ruta aconsejo girar a la
izquierda para, a través de las rotondas, volver al punto de origen. La ruta
que yo hice me obligó a subir hasta las vías del tren para, atravesándolas, ir
a conocer la bonita urbanización de El Junquillo, donde dos grandes edificios
llevan años sin ser habitados por falta de licencia municipal.
Pasada esa urbanización, si se prefiere seguir el mismo
camino que yo hice, aconsejo continuar lo más próximo posible a la vía del tren
y, pasadas un par de naves, tomar el primer camino que sale a la derecha y, a
continuación, el primero a la izquierda. Eso nos lleva a un puente que pasa
bajo las vías. Es una zona despoblada. Cuando yo hice esta ruta, al llegar a
este punto se había hecho completamente de noche, lo que provocó que me
despistara, tardando unos momentos en encontrar el paso para cruzar las vías.
Una vez cruzadas las vías, se puede caminar por el
carril-bici para, pasando por las traseras del Centro Comercial Ruta de la
Plata, iniciar el regreso al centro de la ciudad.
Interesante itinerario para hacerlo estos días de Navidad. Gracias.
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