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Organizada por el Ayuntamiento de Malpartida de Cáceres y
realizada durante la mañana del 30 de diciembre de 2013. Mañana agradable,
soleada y no excesivamente fría.
Participaron alrededor de 80 senderistas.
En esta edición la organización forzó un tanto la longitud
de la ruta, “estirándola” durante varios kilómetros (kms, 5,6 a 10,2), pues
llevó a los participantes durante ese trayecto por un recorrido alejado de los
Barruecos y carente de todo interés.
Se echó de menos también la presencia de personal que
explicara in situ la obra de Vostell
y los distintos elementos graníticos presentes en los Barruecos.
Casi al final de la ruta sí pudimos contar con las
estupendas explicaciones de un arqueólogo que hizo nuestras delicias
hablándonos sobre el asentamiento romano próximo a la Peña de la Seta.
Iniciamos la jornada con un café con migas -muy ricas- en el
bar Los Girasoles (a las migas invitaba la organización, los café los pagaba
cada uno).
Tras unas indicaciones por parte de los animadores
socioculturales del Ayuntamiento, iniciamos la marcha hacia los Barruecos que,
con buen criterio, nos llevaron por un trazado parcialmente distinto al que
haríamos en el regreso. Ello nos permitió pasar frente a la Ermita
de la Soledad.
El primitivo edificio de esta Ermita debió construirse hacia
el siglo XVII, quedando destruido durante la Guerra de la Independencia
(1808-1812). Solo el afán de Diego Plano, que reunió los fondos
para volver a levantarla a base de pedir limosnas, devolvió a Malpartida una de
las advocaciones con más arraigo pulular.
Hoy en día, herederos de su benefactor siguen al frente de
la mayordomía, que en los últimos años han creado la Hermandad Virgen de la
Soledad, responsables de la salida en las procesiones de Semana Santa, de la
que una de sus imágenes es protagonista.
El edificio utiliza las técnicas de la arquitectura
tradicional de la zona, con anchos muros de mampostería encalados y una
magnífica bóveda de ladrillo de medio cañón en el interior, cuyos empujes
necesitan de los contrafuertes que caracterizan el exterior de la Ermita.
En 2012 se instaló en sus cercanías la Cruz del Bicentenario
de la refundación de la Ermita. Construida artesanalmente en hierro forjado
alude a la simbología de la Virgen de la Soledad, representando el corazón con
los siete dolores.
(Los cuatro párrafos anteriores están
tomados del panel informativo ubicado a las puertas de la Ermita)
A unos 700 metros de la salida, pasada la “Vereda de Aldea del Cano”, nos
desviamos por un camino que sale a la derecha, lo que nos permitió pasar junto
al hermoso Pozo del Corchao y a la depuradora de aguas de la localidad.
El brocal del pozo está construido con piezas de ladrillo y
mampostería, a diferencia del resto de los pozos de Malpartida, que utilizan
losas de granito.
Sus aguas son denominadas "aguas canas", por su
aspecto lechoso, debido a la disolución de sales. Son aguas muy apreciadas para
poner en remojo las legumbres. Este pozo era muy visitado en otros tiempos para
sacar agua para la elaboración del "cocido".
Tiene una profundidad de 4,5 metros y un diámetro de 1,95.
(Los tres párrafos anteriores, tomados
de un panel informativo ubicado junto al pozo).
Justo al otro lado del camino de donde se ubica el pozo está
la Necrópolis de “El Corchao”, pero
la organización no había previsto que nos detuviésemos en la misma, por lo que
pasamos junto a ella como una exhalación. Por lo que leí en el panel
informativo de la Necrópolis, merece la pena regresar para pasearse por allí y
fotografías a gusto. Estos cinco párrafos transcriben lo que dice dicho panel:
El conjunto de tumbas de “El
Corchao” presenta un total de 30 sepulturas excavadas en a roca que
sirvieron como depósito funerario, constituyendo a la vez ataúd y fosa.
Podemos distinguir varias tipologías en razón a su forma:
ovoides, rectangulares o antropomorfas entre otras. Generalmente se hallaban
cubiertas por una gran losa o bien por una acumulación de tierra y piedras
irregulares.
En los diferentes estudios que se han abordado de este tipo
de tumbas antropomorfas, a nivel regional o nacional, los arqueólogos no se
ponen de acuerdo en su datación, pues casi todas han llegado a nuestros días
expoliadas o han sido estudiadas de forma parcial.
Esta necrópolis de “El
Corchao” se asocia a otro tipo de restos: una posible presa, una pileta,
una roca con 28 cazoletas, piedras con formas peculiares, como si hubieran sido
talladas o alineamientos de piedras que podrían constituir estructuras
arquitectónicas.
En los alrededores también se encuentran otras necrópolis de
características similares.
Antes de entrar en el conjunto del Monumento Natural de los
Barruecos, pasamos por un puente sobre el que los fuertes vientos de estos días
había tirado un árbol vecino. Y luego, superando un paso canadiense, entramos
en el Monumento citado.
Pocos metros más allá, a la altura de un puentecillo de
madera, a nuestra derecha queda el “Humedal
de la Cigüeña”, para cuya descripción también tomo prestados algunos párrafos
del panel informativo próximo al mismo.
Se trata de un complejo lagunar formado por dos charcas que
se presenta como un área ideal de cría y alimentación de numerosas especies,
debido a dos características esenciales: su escasa profundidad y la presencia
de “islas” formadas por afloramientos rocosos. Destaca la colonia artificial de
cigüeña blanca formando un “boque de nidos” que aprovecha la abundancia de
comida y la seguridad del emplazamiento para establecerse.
La construcción de charcas en los alrededores de Malpartida
de Cáceres tiene una larga tradición que aprovecha la propiedad de los suelos
graníticos de evitar la filtración del agua a capas profundas. De esta forma se
mantiene el nivel lo suficiente como para garantizar el abastecimiento durante
los periodos cíclicos de sequía característicos de nuestro clima. El mismo
origen tiene la profusión de pozos dentro del término municipal, tanto públicos
(en los alrededores y en el entramado urbano) como privados (en las huertas y
en cada uno de los patios de las viviendas).
Además, este complejo lagunar cumple otra función: la de
servir como decantación a las aguas residuales que provienen de la Estación
Depuradora de Malpartida de Cáceres. Aunque el nivel de depuración es más que
aceptable, esta nueva oportunidad de deposición de lodos garantiza un flujo
limpio de agua hacia el río Salor.
Una cancela nos da acceso al lugar donde se ubica el Museo
Vostell, la cafetería y un amplio jardín donde se ubica una “escultura” tiene
el escueto y nada rimbombante título de “¿Porqué
el proceso entre Pilatos y Jesús duró solo dos minutos?”. La escultura es
un avión con la punta del morro en tierra y la cola apuntando al cielo, a la
que se le han añadido diversos artilugios: un coche y algunas cosas más. Yo,
que me confieso nada experto en cuestiones de arte, debo confesar que entre
estas obras de Vostell y cualquier obra de Dalí, por ejemplo, me quedo con las
de éste último.
No pude sacar la foto completa de la escultura, por lo que
pongo la que hice de un trozo de la parte superior y añado una foto con vista
completa, que tomo de Panoramio, lamentando no poder citar el nombre del autor
o autora, porque no lo veo por ningún sitio.
Allí mismo se encuentra una de las muchas fuentes que
tendremos la oportunidad de ver durante nuestro paseo, la Fuente del Lavadero,
al pie de un gran roca que presenta un enorme hendidura.
Al dirigirnos al Centro de Interpretación queda a nuestra
derecha la Charca el Molinillo, que prestaba servicio al molino harinero,
reconstruido a finales del siglo XVIII ubicado en el margen de la charca
Allí mismo se encuentra el Centro de Interpretación, que es
una oficina informativa sobre el complejo de los Barruecos. Bien dotado de
paneles y expositores que muestran el origen del Monumento Natural de los
Barruecos y con personal amable atendiendo al público. Aunque tuvimos la suerte
de que a nosotros nos dieran algunas explicaciones sobre la formación de los
Barruecos, el Centro está dotado de audiovisuales que permiten instruirse sobre
diversos extremos de interés.
Fue al salir del Centro de Interpretación cuando, en mi
opinión, la organización erró en esta edición al continuar la ruta por una zona
muy alejada de los Barruecos y, lo que es peor, carente de cualquier interés ya
que, tras volver sobre nuestros pasos para salir del complejo a través de la
cancela que habíamos atravesado antes y pasar de nuevo junto a la escultura de
“Jesús y Pilatos”, se continuó el camino en línea recta durante casi dos
kilómetros para, en una canadiense, girar a la derecha y recorrer otros dos
kilómetros más, volver a girar a la derecha y recorrer todavía otro kilómetro y
medio. Y todo ello por un páramo sin ningún atractivo.
Tras todo ese recorrido llegamos al mismo sitio al que
podríamos haber llegado si, tras pasar por la cancela y tras un kilómetro de
recorrido, hubiéramos girado a la derecha para, tras otro kilómetro, haber
llegado al mismo sitio.
Tanto el recorrido que hicimos como al que aquí me refiero
(y que es el que se hizo en la edición de diciembre de 2012) llevan al
puentecillo sobre el Arroyo del Tocón, que es el que alimenta la charca del
Barrueco de Arriba.
En pocos metros estamos a orillas de la Charca, que
encuentro bastante más baja de agua que el año pasado pero no por ello menos
hermosa.
Y, en seguida, la Fuente del Moro o del Nogalito
El sendero nos lleva a recorrer toda la orilla de la Charca
del Barrueco de Arriba hasta llegar al molino del siglo XVI, a la derecha del
camino, y la Fuente de los Burgaños, en el mismo lugar, pero a la izquierda.
El molino original era del s. XVI y fue reconstruido en el
XVIII y, de nuevo, más recientemente. Merece la pena detenerse un tanto en este
lugar y subir a la corredera que pasa por lo alto y detrás del molino, pues las
vistas desde este lugar merecen la pena.
A escasos metros del molino, un puente nos invita a cruzarlo
en dirección izquierda para adentrarnos en una zona con más vegetación.
A través de este puentecillo se abandona el camino de
circunvalación a la Charca de Arriba para acceder a la de Abajo y al conjunto
de rocas de diversas formas que hay en aquel entorno y de la que solo adjunto
estas dos muestras.
Una nueva fuente, la de la Serrana, sale a nuestro
encuentro.
Y en apenas 200 metros más nos encontraremos en uno de los
lugares más emblemáticos de los Barruecos, ya que en el mismo lugar se
encuentran las Peñas del Tesoro, el VOAEX y el conjunto escultórico “El hombre
que tiene sed”, estas dos últimas, obras de Wolf Vostell.
Las Peñas del Tesoro son dos grandes moles de granito, de
buena altura, en cuya parte superior existen nidos de cigüeñas. Deben su nombre
a que entre ellas se encontraron unas pequeños exvotos en forma de cabra,
relacionados con el culto a la antigua Diosa Ataecina, deidad del renacer, la
fertilidad, la naturaleza, la luna, la curación y el mundo subterráneo. Al
parecer una de ella se conserva, aunque no sé concretar en qué lugar y, si no
recuerdo mal, me dijeron que la segunda, a juego con la primera, había
desaparecido(¿?)
Quizá la obra más conocida y llamativa de Vostell, de las
que están insertas entre las grandes piedras de los Barruecos, sea un coche
empotrado en un bloque de hormigón, la llamada VOAEX (Viaje de (h)
Ormigón por la Alta Extremadura), que representa una metáfora contra la
presencia de vehículos en espacios naturales.
Y justo enfrente del coche empotrado, y sobre una gran roca,
otra obra de Vostell, consistente en un cilindro de hormigón con platos en uno
de sus lados, situado sobre una gran peña y que tiene por nombre “El
muerto que tiene sed”.
Al respecto, he encontrado esta descripción: “En 1978, dentro de las actividades de la
primera SACOM (Semana de Arte Contemporáneo), durante el cuarto día, se lleva a
cabo la instalación de la escultura-ambiente de este ciclo “El muerto que tiene
sed”. Se trata de una obra que conecta directamente con los malpartideños, a
quienes Vostell animó a depositar su pensamientos dentro de la caja de plomo
que guarda la instalación pero, además, está basada en la confianza que Vostell
deposita en el progreso humano. a todos los niveles, al esperar que el hombre
futuro sea capaz de descifrar los pensamientos de sus antecesores. Una caja de
plomo cargada de energía y voluntades, que se encierra dentro de un contenedor
cuya tapa está sellada con el rastro de energías alimenticias que, en la
actualidad. sigue manteniendo vivo al hombre”
(Josefa Cortés Morillo: “Wolf Vostell,
Juan José Narbón y Extremadura”, en Norba-Arte, ISSN 0213-2214, VOL. XXV (2005)
/ 269-285)
A quien lea esto y piense hacer la ruta, le recomiendo que
desde este punto se desplace, por la derecha y detrás de las Peñas del Tesoro,
hacia el siguiente punto, en vez de hacerlo a través del camino como marca el
track que adjunto. El recorrido no reviste peligro alguno (aparte resbalones o
tropiezos) y es muchísimo más bello.
Se trata de llegar a la Peña de la Seta y a otra que está
junto a ella (desconozco su nombre) que tiene un pasadizo en su interior, donde
se encuentran algunos grabados rupestres.
Nos dirigimos al aparcamiento existente en esta zona. Para
llegar al mismo hemos de pasar por la zona donde quedan restos del asentamiento
romano que, al parecer, existió aquí. Pueden observarse en el suelo piedras de
granito talladas, rectangulares, colocadas de forma equidistante que, según nos
indicaron, formaban los sillares de las esquinas de las casas. Basta fijarse un
poquito para comprobar que son muy abundantes.
Al parecer se están llevando a cabo trabajos para evaluar la
importancia del asentamiento aunque hasta el momento, según me pareció
entender, no se ha realizado ningún tipo de excavación.
Un poco más allá, delante de una gran mole granítica y
excavada en la parte superior de una roca de forma ovalada y de 1,70 mts. de
alto, aproximadamente, encontramos lo que es un ejemplo impresionante de tumba
antropomorfa. Una vez puesto el cadáver
dentro, la tumba solía taparse con otra gran lancha de piedra.
Detrás de la tumba pueden observarse en dos grandes piedras,
una sobre otra y a ras de suelo, “cazoletas” que, según nos indican, fueron
hechas por los primitivos habitantes de esta zona. Se trata de unos hoyos, no
demasiado profundos, horadados en la piedra que me recuerdan los “gua” que hacíamos
de pequeños para jugar a las canicas, o “bolindres” como decíamos nosotros.
Desde aquí vamos al aparcamiento que está al lado para
continuar, bordeando la charca del Barrueco de Abajo, hacia la cabecera de la
misma, el Lavadero y el Museo, al que no entramos en esta ocasión. Pasamos
frente a todo ello para, atravesando por tercera vez las cancelas de acceso a
esta zona, salir al camino que, esta vez, seguiremos de frente en dirección a
Malpartida.
Enseguida veremos, a nuestra izquierda, la última de las
muchas fuentes que hemos podido contemplar hoy: La Fuente de las Lavanderas,
notablemente restaurada.
Continuamos, dejando a nuestra izquierda el pequeño collado
en que se asienta la Necrópolis de “El Corchao”, a la que antes me referí, y
pasamos junto a la plaza de toros, abierta.
Al llegar a la carretera continuamos por la misma, lo que
nos hará llegar a la piscina municipal. Me llamó la atención las esculturas
ubicadas en su interior y que se ven desde la carretera. Parece que aluden a
los hombres que, hace miles de años, pudieron vivir por las zonas donde hemos
estado esta mañana.
Y, justo al lado de la piscina, un estupendo pozo redondo,
de piedra y con una buena reja que lo cubre.
En pocos metros más llegamos de nuevo a la Plaza de la Nora,
dando por concluida la última ruta del año 2013.
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