martes, 21 de abril de 2015

Sierra de la Lombriz


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Organizada por la Sección de Senderismo de la empresa Catelsa-Cáceres y realizada el sábado 18 de abril. Día soleado pero en el que nos sorprendió la baja temperatura de primera hora de la mañana, aunque luego templó.
La Sierra de San Pedro, en sentido amplio, se extiende desde Aliseda hasta Alcuéscar. Ya casi en su final pueden independizarse dos pequeñas sierras: primero la de la Lombriz, que en un 90% de su extensión está dentro de la provincia de Cáceres y, en el extremo, la pequeña Sierra del Centinela, también en esta provincia y en el término municipal de Alcuéscar.
La ruta se desarrolla, pues, en más del 60% de su recorrido por tierras de la provincia de Cáceres, aunque Iniciamos y concluimos el recorrido en Carmonita (provincia de Badajoz) solo por la comodidad de acceso.
El desnivel de la ruta es de unos 300 metros, de los que 200 se hacen muy cómodamente y los 100 restantes es una subida, también muy cómoda, que se inician cuando se llevan unos 13 kilómetros de ruta y se extienden durante 1,5 kilómetros de recorrido, lo que arroja un escaso 7,5% de desnivel.


Salimos de Cáceres sobre las 8 de la mañana y en un cómodo y rápido viaje por la E-803, o Autovía de la Plata, vamos hasta el “Cruce de las Herrerías”, donde abandonamos la autovía para tomar primero la antigua N-630 en dirección a Sevilla para, enseguida, desviarnos a la derecha por la CCV-78 que nos llevará a Carmonita en un santiamén. Esta última carretera cambia su denominación al cruzar el límite de provincia, pasando a denominarse BA-099.
Aprovecho para señalar que en este punto (donde se deja la N-630 para entrar en la CCV-78), al regreso nos incorporamos directamente desde ésta última a la Autovía. Es curioso, pero aquí la Autovía NO tiene salida para ir a Carmonita, pero SÍ tiene entrada cuándo se viene para acá. Seguramente, cuando construyeron este tramo, solo contaban con presupuesto para hacer la entrada y salida en una sola dirección.
Pudimos aparcar, sin problema, en la misma entrada del pueblo, en la calle Luis Chamizo, justo en el sitio donde ésta se divide en dos. Desde ahí bajamos, por la calle de la izquierda, hasta la Plaza de España, donde está el edificio del Ayuntamiento y la Iglesia parroquial de Santa María Magdalena.



Pasando por delante del Ayuntamiento, cruzamos toda la Plaza de España y seguimos la calle Constitución hasta el final, donde giramos a la derecha para salir del pueblo.



Ya en la misma salida encontramos el aviso de la existencia del Dolmen de Carmonita, que vamos a poder visitar en pocos minutos.


Y ahí mismo, a la izquierda del camino, una casa-nave, para cuya decoración exterior han utilizado un buen número de antiguos bebederos de piedra.


En pocos minutos llegamos al dolmen, situado a la derecha del camino, al que se puede acceder por unas verjas que, por lo que parece, se encuentran siempre abiertas.



Personalmente me resulta un poco descorazonador ver que el entorno del dolmen se ha convertido en merendero, con asientos, mesas, etc… No quiero ni imaginarme la utilización que los habituales del merendero harán de los ortostatos que conforman la formación megalítica. Ello por no hablar del estado de conservación del mismo, de las excavaciones realizadas en el lugar y del expolio a que ha sido sometido el monumento, saqueo lamentable como tantos otros realizados en nuestra región.
El dolmen, como es normal en todo este tipo de monumentos, tiene orientado su corredor al este de modo que la persona allí enterrada pudiera recibir la luz solar al levantarse el astro rey a primera hora de la mañana.
Como prefiero no explayarme en comentarios propios, transcribo lo que los investigadores Juan Javier Enríquez Navascués, José Jiménez Álvarez y Antonio Haya Ignacio describen en su artículo “El dolmen de Carmonita” publicado en el número 11-12 de “Norba. Revista de Historia” correspondiente a los años 1991-1992 (página 11).
“Su estado de conservación es sólo mediano, pues el arrasamiento producido por las faenas agrícolas en su alrededor y la excavación incontrolada sufrida por la "operación rescate" han provocado que ciertos elementos estructurales se encuentren casi perdidos, mientras otros sólo es posible analizarlos de forma parcial. Por el interior de la cámara toda la estructura fue rebajada a nivel de cimentación y un ortostato fue extraído, aunque aún puede apreciarse su impronta. Otro se encuentra ligeramente vencido, otro más claramente movido y es posible que alguno más esté ligeramente desplazado de su lugar original. Por el exterior, el túmulo ha sido rebajado casi por completo, lo que ha hecho que de una manera dispersa se encuentren, bien visibles, bloques medianos de piedra granítica y multitud de lajas de pizarra por todo el entorno. Por consiguiente, como en tantos otros dólmenes extremeños, en este de Carmonita tampoco es ya posible efectuar un análisis preciso de estructura y ajuar, sino sólo documentar lo que queda en pie de la construcción y una evaluación de la muestra del ajuar recuperado. Los objetos del ajuar aquí incluidos fueron obtenidos por dos de nosotros cribando unos montones de tierra que estaban situados fuera de la cámara, pero sabemos que existen otras piezas en manos de paniculares, algunas de ellas depositadas en la Colección de Prehistoria que tiene en Ayuntamiento emeritense expuestas en sus dependencias del llamado "Costurero".”
También del trabajo indicado obtengo los detalles que doy a continuación, sin entrecomillado.
Se trata de un dolmen con cámara de 3,10 por 2,80 mts. (cámara ovalada, pues), compuesta por 10 ortostatos inclinados al interior, apoyados entre sí, que tienen una altura máxima de 2,20 mts. y un espesor medio de 40 cms.
El corredor es de los denominados “largos”, pues tiene algo más de 4,90 metros de longitud por 70 cms. de anchura y unos 50 de altura. Su lado norte (derecha según se mira a la cámara) está compuesto por cuatro grandes piedras de estructura más o menos rectangular mientras que el lado sur (izquierda) lo componen tres bloques.
No existe en el lugar traza alguna de las losas que debieron servirle de cubierta, si bien he de indicar que cuando estábamos terminando la ruta, y ya casi a la entrada del pueblo (lo volveré a señalar en su momento), antes de cruzar el puentecillo que salva el Regato del Trampal, vimos tapando el brocal de un pozo, y justo al lado derecho del inicio del puente, dos grandes losas que tienen toda la pinta de haber sido trasladadas desde aquí. Inserto aquí mismo las fotos del dolmen y, a continuación, la de las losas.
El túmulo es fácilmente observable.
Los profesores antes indicados excavaron el lugar y pudieron obtener 156 restos de cerámica (alguna de ella decorada), y hasta 58 de otros objetos como puntas de flechas, cuchillos de sílex fragmentados, etc… También un hacha de esquisto y 16 fragmentos de pizarra con motivos grabados.







Salimos del área de recreo donde está el dolmen para continuar el camino, dejando a nuestra derecha el Cerro de Quebrantahuesos para llegar en seguida a la altura del Cortijo de la Huerta del Rosal, que vemos también en lo alto y a la derecha



Durante un buen trecho nos encontramos agua en el camino. Por zonas el camino se embarra, teniendo que tener cuidado para evitar resbalones. En otras el agua embalsada es bastante, pero siempre encontramos piedras, generalmente al lado izquierdo, que nos ayudan a vadear. Es normal, ya que estamos caminando sobre el cauce del Arroyo de la Huerta del Rosal que, a trozos, comparte ubicación con el camino.


Las fincas que hay a derecha e izquierda se encuentra bien cuidadas y limpias, con abundantes alcornoques a los que se ha extraído el corcho hace, al menos, uno o dos años.


Por un paso soterrado cruzamos al otro lado de la infraestructura del AVE, paralizada en su ejecución desde hace tiempo.


La ruta que estamos haciendo tiene, a grandes rasgos, la forma de un triángulo. El punto en el que nos encontramos, a 5,5 kms. del punto de inicio, está ya casi en uno de los vértices del triángulo, que nos vamos a encontrar enseguida. Y es que estamos en Puerto Viejo. Como decía al principio, a partir de este punto vamos a recorrer la parte final de la Sierra de San Pedro, a partir de este punto denominada “Sierra de la Lombriz”. El punto en que nos encontramos es el Puerto Viejo, por el que se accede al otro lado de la Sierra sin tener que subir a lo alto de la misma.
A nuestra derecha el Cerro del Puerto Viejo (557 metros) y a nuestra izquierda el Cerro de la Mezquita (531 metros). Entre ambos cerros, el acceso de uno a otro lado: Puerto Viejo.
Justo por debajo de nosotros, por debajo del Cerro de Puerto Viejo, discurre el túnel para el paso del AVE al que ADIF, la empresa constructora, le puso el nombre del cerro bajo el que pasa: Túnel de Puerto Viejo. Se trata de un túnel tipo monotubo de doble vía, con una sección libre de 105 metros cuadrados. La excavación del mismo comenzó en enero de 2010 y los trabajos duraron casi un año ya que la perforación completa se terminó en diciembre. Su longitud total es de 1.000 metros, de los que 700 son de túnel en mina y los otros 300 están constituidos por falsos túneles. Este túnel fue sido diseñado para el tráfico mixto de trenes de mercancías y pasajeros, con velocidades superiores a 300 Km/h.
Las labores de excavación del túnel se realizaron mediante el denominado Nuevo Método Austriaco, que consiste en la realización de la excavación en tres fases: en la primera (denominada de avance), se excava y se sostiene la zona superior de la sección, con una altura de gálibo de 6,1 metros. En la segunda (denominada de destroza) se excava y se sostiene la zona inferior de la sección, con una altura de 4,5 metros. Por último, se excava y se hormigona la contrabóveda del túnel. Una vez concluido el sostenimiento y el cierre de la sección completa, se realizan las labores de impermeabilización y revestimiento del mismo.
Como decía anteriormente, hemos llegado al primero de los vértices del triángulo que es la ruta. Llevamos recorridos 6,8 kilómetros y nos encontramos en este punto con una verja cerrada con candado. Ante el obstáculo, unos optan por pasar por debajo de la verja, pues hay hueco que lo posibilita, mientras que otros optan por el salto.





Nuestra sorpresa llega cuando, pocos metros más allá, volvemos a encontrarnos otra verja que corta el paso. Pero en esta ocasión observamos que, por su lado derecho, la tela metálica está cortada y apartada a un lado, con lo que puede pasarse ahora sin ningún tipo de problema ni salto.



Ahora caminamos entre abundantes jaras (todas ellas florecidas) y en claro ascenso y describiendo, una curva para rodear la loma del Cerro de Puerto Viejo. Esto nos permite contemplar, desde lo alto, el trazado de la línea del AVE que bien podría confundirse con una carretera pues tal es lo que parece al no existir ni una traviesa ni una vía que sugiera lo que en realidad es. El túnel al que me refería más atrás comienza justo debajo de nosotros.



Por encima de nosotros y a nuestra izquierda, las dos grandes antenas que coronan el cerro. Pasamos junto al camino que sube hasta ellas (la distancia no llega a 100 metros), pero desistimos de acercarnos pues ello no aporta nada a la ruta.



A poco más de 500 metros de donde arranca el camino que sube a las antenas hay varias colmenas de abejas puestas por apicultores. Están en el mismo camino, un poco a la derecha, en un claro, por que se ven perfectamente antes de llegar a ellas. Conviene pegarse bien a la izquierda y pasar rápido sin meter mucho ruido. Mejor dejarlas en paz que hagan su trabajo. Alguna crónica he leído por ahí de algún senderista que tuvo que pegarse una buena carrera para evitar ser picado.
Poco más allá, entre las jaras, encontramos a dos habitantes de la zona. Uno de ellos está dando buena cuenta del otro: se lo ha puesto de bocadillo.


Nosotros sufrimos un pequeño despiste y, en un punto determinado en que el camino se bifurcaba, tomamos por el de la izquierda, en ligero ascenso, cuando en realidad deberíamos haber seguido por el de la derecha. A los efectos oportunos, dejo el correspondiente waypoint y esta foto en la que Roberto indica el camino correcto, mientras Diego, detrás, patentiza con su gesto el despiste sufrido. y ¡¡OJO!!, porque la flecha pintada en una piedra que está en el suelo es la que nos condujo a error. El camino correcto es POR LA DERECHA según nuestro sentido de la marcha.


Todo el camino llanea ahora entre algunos eucaliptus y multitud de jaras que se extienden por centenares de metros alrededor de nosotros. Comentamos que casi parece nevado por la abundancia de flor blanca. Y el olor… fantástico.



A nuestra derecha los embalses de Horno Tejero y el Embalse del Boquerón (en la foto a la derecha e izquierda, respectivamente) y detrás y entre ambos, Cordobilla de Lácara.


Este tramo de la ruta, que vendría a ser la hipotenusa del triángulo que dibuja el recorrido, se asemeja a los dientes de una sierra, lo que me llamó la atención la primera vez que vi el track. Tanto “sube-y-baja” se debe al recorrido por las faldas de los pequeños cerros que componen la Sierra de la Lombriz, ya que el recorrido no es por la cuerda de la misma, sino por sus laterales, de modo que se van rodeando unos y otros, dibujando así el curioso zigzagueo.
Tras una de estas vueltas llegamos a un punto en que, a nuestra izquierda, hay una cancela y un paso canadiense. Es el Puerto de San Blas y aunque queda ligeramente fuera del recorrido merece la pena pasar la canadiense para contemplar las fenomenales vistas que, desde el Puerto, hay al otro lado de la Sierra, hacia la provincia de Cáceres.


A mero título de curiosidad diré que exactamente en este punto confluyen los territorios de cinco términos municipales.
Delante de nosotros, a lo lejos, distinguimos Casas de Don Antonio y Aldea del Cano, con el Embalse de la Zafra a la derecha. También queda, casi debajo de nosotros, el Cortijo de Paredes de Palomares, en la Dehesa del mismo nombre y, detrás, la charca que alimenta el Arroyo de San Blas.




Cuando retomamos el camino vuelve a quedar ante nuestra vista el lado contrario, la provincia de Badajoz  nos percatamos, por primera vez, de las instalaciones del Balneario de Fuentes del Trampal (por el que pasaremos poco más tarde) que gracias al teleobjetivo que llevo puedo acercar bastante, así como Carmonita y Cordobilla de Lácara detrás del Embalse del Boquerón.




Ahora estamos rodeando el Pico Lombriz (698 metros), la altura más elevada de toda esta formación geológica, que remata el Cerro del Canchal. Es aquí donde hay que superar el mayor desnivel de toda la ruta (100 metros, a recorrer en 1,5 kms., lo que no representa esfuerzo alguno) y que nos permitirá llegar al que es, probablemente, el mirador más espectacular de toda la ruta (está 100 metros más alto que el anterior mirador, el del Puerto de San Blas), con vistas sobre la provincia de Cáceres: Montánchez y la Charca del Cura (que pertenece a Alcuéscar pero, que por efecto óptico, vemos delante de Montáchez).



Vemos también, más a la derecha, Alcuéscar, con la Charca de la Albuera delante y, a su derecha, el Calvario, el cerro donde se ubica la Ermita de la Virgen de Fátima, que también llegamos a distinguir.


Volvemos a divisar Casas de Don Antonio, con su destacada torre de la iglesia del pueblo por encima del resto de los tejados.


Muy lejos a nuestra izquierda (demasiado para poder obtener una foto de mediana calidad), Sierra de Fuentes, al pie del final de la Sierra de la Mosca, con su antena redonda y blanca en lo alto, junto al Risco.



Satisfechos con las vistas contempladas y comentando que la ruta es realmente preciosa, continuamos el camino. Nos queda rodear los tres últimos cerrillos de la Sierra de la Lombriz para llegar al segundo vértice del triángulo que es la ruta de hoy. Dicho vértice coincide con el Puerto de Carmonita, lugar por el que ha pasado una máquina excavadora abriendo un cortafuego y arrasando el camino por el que hemos de pasar. La tierra acumulada nos obliga a saltar el túmulo y un eucaliptus que la excavadora ha tirado al suelo. Y justo en el mismo lugar, una alambrada, vencida por la tierra y ubicada en el mismo talud, pudiera provocar algún tropezón.



Mucho ojo, porque en este punto hay que girar a la derecha. Es muy fácil confundirse porque, con giro a la derecha hay dos caminos que van a ir paralelos durante más de un kilómetro. Uno comienza ANTES de saltar el eucaliptus, la acumulación de tierras y la alambrada. El otro lo hace DESPUÉS de saltar lo anterior. El correcto es el segundo. Es decir, hay que saltar y, enseguida, girar a la derecha y continuar, en una ligera pendiente en descenso, paralelos a la alambrada y al otro camino.


Caminamos ya derechos en dirección a Carmonita e iremos dejando, a nuestra izquierda y durante un buen trecho, el Regato el Trampal de Carmonita, cuyas aguas invadirán el camino más adelante.
A nuestra izquierda encontraremos restos de dos construcciones que hace ya muchos años que debieron ser abandonadas por sus dueños, separadas unos doscientos metros una de otra.



Como ya he indicado antes, el Regato del Trampal de Carmonita impone su ley y discurre por lo que hoy es camino y que, probablemente, un día debió ser su cauce natural, lo que nos obliga a ir sorteando el obstáculo sin mayores dificultades.



Entre las jaras aparece a nuestra vista, ya cercano, el Balneario. Según nos acercamos me doy cuenta que las instalaciones, al menos exteriormente, son bastante mejores de lo que a primera vista me habían parecido. A la vista tenemos un amplio aparcamiento cubierto y una zona ajardinada por la que parece que se accede a las instalaciones. En el exterior otro aparcamiento. Un cartel informa que las obras de ampliación (de algo más de 1,327.000 euros) fueron doblemente subvencionadas por un importe total de algo más de 345.000 euros. Un 26%, que no está mal.







A partir del Balneario caminamos durante casi un kilómetro por el camino que ahora está preparado con losetas que hace comodísimo y agradable el caminar.
A mitad de este recorrido vemos, a nuestra derecha, los restos de un antiguo molino, apreciándose muy bien la conducción de agua y el depósito al final del canal desde el que el agua debía caer para mover los engranajes.



Y ya al final de este camino tan cómodo, donde comienza otra vez la tierra, veo también a la derecha otro molino de similar factura al anterior. Aunque no puedo apreciarlo bien (habría que verlo por dentro), me da la impresión que la casa donde se ubicaban las instalaciones de lo que fue el molino se conservan aún.



Hay que andar atentos, porque unos 500 metros después del segundo molino hay que tomar un camino que sale por la derecha en un ángulo de 90º. Nos puede servir de orientación una gran cancela de color verde que hay en el lugar y una graciosa chimenea con “sombrero” de aluminio justo enfrente.



Cuando estamos a punto de entrar en el pueblo, un pequeño puente nos ayuda a cruzar sobre el Regato del Trampal. Ante de pasarlo, a la derecha del puentecillo, podemos ver un pozo cuyo brocal está tapado con lo que me parece que podrían ser algunas de las losas que constituían la cubierta del Dolmen de Carmonita que vimos al principio. No soy arqueólogo ni experto en la materia, pero por las losas que he visto en otros dólmenes, juraría que proceden de allí.




Desde el puentecillo anterior no hay más que seguir de frente para, en apenas 200 metros, llegar de nuevo a la Plaza de España, donde se ubica el Ayuntamiento.
No nos fijamos al inicio de la ruta pero sí ahora, cuando acabamos. Nos llama la atención, y así lo comentamos, que es el único Ayuntamiento que conocemos que tiene, justo delante de la puerta y a poco más de metro y medio de distancia, un bar que cuenta con una amplia caseta de obra, una ampliación de aluminio y cristal y otra segunda ampliación, que tapa toda la fachada del Ayuntamiento, de lona. Lo último quizá sea provisional pero la caseta de obra y aluminio desde luego no parecen serlo. E instaladas en la Plaza Mayor (“de España”) del pueblo.
Sea como fuera, el sitio nos vino muy bien para descansar las piernas y refrescarnos “por dentro”.




Y junto al Ayuntamiento, como ya indiqué al principio, la Iglesia parroquial de Santa María Magdalena.


Y damos por concluida una ruta que nos ha gustado sobremanera: un recorrido sencillo, sin desniveles que puedan cansar a nadie y con unas vistas espectaculares desde la Sierra de la Lombriz, tanto hacia una provincia como hacia otra.

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