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Realizada, en solitario, durante la mañana del 12 de octubre
de 2013. Fresco a primera hora y calor según avanzaba la mañana.
Aparco sin ninguna dificultad en la Plaza de los Mártires, a
la entrada misma de Montáchez.
Mi desconocimiento de la localidad me hace dar una
pequeñísima vuelta para iniciar el recorrido, de lo que no me arrepiento pues
ello me permitió comprobar que Montánchez tiene el honor de reconocer a los
hijos del pueblo.
Lo que me hizo recordar cierto pueblecito costero de
Tenerife en el que TODAS sus calles y plazas están dedicadas, exclusivamente, a
gente del pueblo. Cuando vi aquello sentí, primero emoción y luego envidia de
que en mi pueblo seamos incapaces de hacer algo parecido.
Un pequeño parque, a la salida del pueblo, nos sitúa en el
camino que vamos a seguir, con un primer tramo asfaltado.
Enseguida, a nuestra izquierda, la primea fuente de las
varias que vamos a ver en esta ruta. Esta oculta tras una pequeña balconada,
pero no tiene pérdida. Se baja una pequeña cuesta y ahí está.
Algo que me ha llamado mucho la atención en esta ruta es la
gran cantidad de puertas de paso a fincas, adinteladas, existentes en la zona.
No todas con igual estado de conservación. De algunas de ellas han desaparecido
las piedras que conformaban su tejado.
La primera la vemos enseguida.
Un poco más adelante, una generosa explanada a mi derecha,
en la que se ha habilitado un merendero, me permite ver una fuente con pilones
y, sobre ellos, dos placas en piedra blanca. Cuando me acerco a verlas, me
llevo la sorpresa de que, según una de las placas, esta fuente es el nacimiento
del Río Salor. He podido comprobar que el Instituto Geográfico y Catastral de
España así lo reconoce.
Unos cuantos metros más allá, una calleja sale a la
izquierda, lo que nos hace abandonar la carretera asfaltada. En realidad vamos
a describir un arco que nos permitirá visitar un pozo y otra puerta, pues setecientos
metros más adelante volveremos a encontrarnos, para cruzarla, la misma
carretera
El callejón que recorro ahora es pedregoso y está poco
transitado. Mucha vegetación, ahora seca, indica la poca gente que lo recorre.
A través del mismo nos adentramos en el robledal.
Con tristeza veo tapiadas alguna puerta de paso (sin techo).
Más adelante veré tapiadas bastantes más, algunas de forma burda, con bloques
de hormigón, lo que me parece una afrenta a las personas que, en su día,
construyeron con esmero esto que a mi se me antojan magníficas muestras del
buen saber hacer de nuestros antepasados.
El pozo al que antes me refería queda a nuestra izquierda.
Está a ras de suelo y una pequeña abertura permite ver su interior.
A partir de aquí las puertas de paso adinteladas van a salir
a nuestro paso de modo continuo. Cada una con sus características propias.
En cuanto entramos en la zona denominada “Canaleja de la
Torre” el camino comienza un suave
descenso, por lo que la vista al horizonte desde el camino queda expedita. Ello
nos permite contemplar Torre de Santa María allí abajo. Y si la vegetación de
la izquierda no nos lo impidiera, veríamos también, muy cerca, Valdefuentes.
Un poco más adelante, cuando ya estamos a mitad de la
bajada, la tercera de las fuentes de esta ruta (sin contar el pozo).
A partir de aquí, un buen trozo del camino, hasta que nos
desviemos a nuestra derecha, estuvo
(hace mucho tiempo) empedrado con esmero. Aún hoy se conserva en un estado
razonable.
Prácticamente al llegar al punto donde hemos de girar a la
derecha, otra puerta de paso, cubierta de hierbajos.
Después de haber girado a la derecha, atención porque yo me
despisté y seguí el curso natural del camino, más ancho, girando a mi izquierda
cuando, en realidad debería haber seguido de frente. Ello me hizo tener que
retroceder unos cincuenta metros, en cuanto mi gps me avisó de mi error.
En esta zona pude hacer algunas de las fotos (para mi gusto
personal) más gratificantes.
El lugar es absolutamente solitario, sucediéndose vistas
preciosas y un sinnúmero de puertas de paso.
Un poco más adelante otra fuente en una pequeña cuesta abajo,
de cuyo caño no cae ni gota. El pilón que recibe sus aguas, cuando las hay,
mantiene un punto de humedad, creciendo en su interior algunas hierbas.
Y tras un recodo, una chumbera que ofrece al caminante unos
atractivos higos de un llamativo color rojo.
Los siguientes dos kilómetros son de una cierta monotonía.
Camino de espaldas al llano en que se asienta Torre de Santa María y la mirada,
al caminar, tiene el corto horizonte que permite la sierra. A mi derecha, en lo
alto, las antenas que se ubican en Roble Gordo.
En lo más profundo de este pequeño valle, el Regato del
Molino, que a pesar de la escasez de lluvia de los últimos meses aún lleva un
hilo de agua. Atención los senderistas en época de lluvia, pues debe ir
bastante más crecido.
Tras el regato, comienzo el ascenso hacia la carretera que
lleva a Torre de Santa María. Antes de llegar a ella, dos caminos salen por la
izquierda con la misma dirección. Hay que seguir de frente.
Justo al llegar a la carretera, al otro lado de la misma, la
Fuente de los Caños, con agua abundante.
Al lado un parque con un pozo.
A escasos 100 metros subiendo la carretera, la primera serie
de molinos, espléndidos. Se han restaurado las antiguas fábricas, pero se
mantienen intactos los canales y caídas de agua.
Y un poquito más arriba otro molino
Y luego otro
Nada más pasar el tercer molino, fácilmente identificable
por su sumidero redondo a tres o cuatro metros de altura, recomiendo pegarse a
la pared del olivar que hay a nuestra derecha y continuar pegado a ella unos 50
metros, girando enseguida a la derecha. Dejarse guiar por el olivar, porque el
camino, ciertamente, no se ve con facilidad. Lo digo porque, de seguir mi
track, de frente según el sentido de la marcha que traída, te metes en una zona
donde el camino ha quedado completamente perdido. Un poco más arriba hace el
Regato del Arrolino y una vegetación espesa y abundantísimas zarzas me
complicaron la marcha de manera importante en este punto. Pude salir saltando
la pared de un olivar y, atravesándolo, volver a saltar otra pared para salir
al camino.
El olivar a que me refiero más arriba, cuya pared digo que
hay que seguir, está antes del tronco y la casa en ruinas que identifico con
estas fotos.
Pasado este punto volvemos a un camino en el que nos reencontramos
con las puertas de paso, algunas de las cuales han perdido sus dinteles, así
como con un camino ascendente bien empedrado.
En las fincas aledañas al camino, caballos, alguno de
preciosa estampa.
Y enseguida llegamos a la carretera EX-381 que lleva a
Montánchez y que hemos de seguir durante unos trescientos metros, para bajar
luego a otro camino que discurre paralelo a la carretera.
En este tramo nos encontraremos con la última de las
fuentes.
También podemos continuar hasta el cambio de rasante
existente donde la carretera describe una curva a la izquierda y tomar justo en
ese punto el camino que nos bajará hasta Montánchez.
Antes de rematar la ruta, más puentes adinteladas.
Y rematamos la ruta en la Plaza de los Mártires, con el
bonito crucero existente en la misma, aunque los contenedores de basura allí
ubicados afean el lugar.
Increíbles parajes!! y estupendo post!! Nos alegra ver cosas como esta!
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