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Realizada el 9 de diciembre de 2013 aprovechando el ser este
lunes festivo por traslado de la festividad del día anterior.
Mañana fría, pero despejada. Vicente y yo decidimos madrugar
(relativamente) para poder patear sin prisas esos caminos que nos esperaban.
Días atrás Vicente me había hablado de que, hace varios años, había hecho por
los alrededores de Brozas la “Ruta de la Ribera”. Recordaba
detalles aislados de la misma pero no tenía una idea clara de por donde
discurría. Por ello me trazó sobre un mapa el esbozo de lo que,
aproximadamente, podría ser el recorrido y, con ese esbozo, yo había en mi
perfil de Wikiloc el track que íbamos a seguir esta mañana.
Casi desde el principio Vicente tuvo la sensación de que no
estábamos haciendo la ruta que él recordaba pero a mitad de la misma estuvo
totalmente convencido de ello.
La confirmación de las sospechas de Vicente las tuvimos al
final de la ruta, pero ambos concluimos que nuestro error había sido, más bien,
un gran acierto, ya que habíamos establecido una nueva ruta no recogida por
nadie (que nosotros sepamos) y que podemos calificar de, sencillamente,
maravillosa. Lo que vimos y respiramos, lo que escuchamos y sentimos por estos
lugares, realmente mereció la pena.
Eran prácticamente las ocho de la mañana cuando dejamos el
coche cómodamente aparcado en las instalaciones del hotel La Laguna, a la entrada de Brozas. El amanecer, espectacular,
ya nos causaba estupendas vibraciones.
Al salir del aparcamiento giramos a la izquierda para,
cruzando la EX-207, que viene de Cáceres, adentrarnos en el paraje del Pozo
de los Membrillares. Enseguida otro giro a la izquierda nos va a
llevar, paralelos a la carretera, en dirección a Cáceres.
Comentamos lo que ha merecido la pena madrugar, pues el
espectáculo que nos ofrecen tanto el cielo como las primeras luces sobre el
pueblo compensan haber dejado la cama.
Los primeros rayos de sol nos permiten observar lo que va a
ser la gran sorpresa para nosotros en esta jornada: grullas, grullas y más
grullas que nos van a acompañar, con su vuelo y su canto, a lo largo de casi
toda la ruta.
Al llegar al paraje de La Rapaza encontramos a nuestra
izquierda una instalación de placas solares, con más de una treintena de ellas.
Es el punto en el que, siguiendo el camino, debemos girar a la izquierda para
ir de nuevo a la carretera.
Con cuidado cruzamos de nuevo la carretera. En este punto
tenemos a tiro de piedra, a nuestra derecha, el depósito elevado de agua en
forma de torre.
A partir de este punto entramos en una dehesa preciosa. Es
cierto que la hora a la que nosotros pasamos y una lejana neblina contribuían
este día a darle un encanto especial, pero no puedo dejar de decir que el
entorno merece la pena ser visitado.
A la izquierda del camino, aunque ocultas a nuestros ojos,
adivinamos una enorme bandada de grullas. Su canto llega hasta nosotros con
enorme fuerza. Nos acercamos a una alambrada para tratar de captarlas con
nuestros objetivos, pero solo logramos atisbar la presencia de algunas de
ellas.
Al movernos cerca de la alambrada, apartados del camino,
pisamos alguna rama caída en el suelo que hace que una buena bandada echa a
volar,
El camino hace un amplio giro a la derecha para dirigirse al
Embalse de Brozas II o “Charca
de Patos”.
Nuevamente vemos, esta vez a nuestra derecha, una buena
bandada de grullas a las que procuramos no espantar.
Evidentemente, nuestro intento de no hacer ruido tiene poco
éxito porque, al poco tiempo, la bandada remonta el vuelo.
Un pastor con su rebaño nos sale al encuentro. El hombre,
muy amable, nos pregunta sobre nuestro propósito, admirándose un poco de que
vengamos, por puro placer, a caminar por estos parajes tan temprano y con el
frío que hace.
Tras indicarnos que podremos acceder al Embalse sin ningún
problema, nos despedimos de él.
La referencia al frío que nos hace el pastor se evidencia en
la gran helada que hay sobre el terreno.
A nuestra izquierda queda lo que se llama “El
Cercado del Niño”, en medio del cual hay lo que en sus tiempos debió
ser una buena explotación ganadera. Tiene dos construcciones, de planta
circular que debieron ser viviendas, granero o lugar para guardar los aperos, y
otra en forma de U que debieron ser establos.
El estado de abandono actual es bastante evidente.
Como dije antes, el camino hace un giro a la derecha y
desciende un poco. Abajo encontramos el acceso al Embalse de Brozas II, también denominado “Charca de Patos”, al que
nos acercamos, llevándonos la grata sorpresa de que vamos a poder recorrerlo a
lo largo de toda la pared de la presa (con más de 500 metros de longitud), pues
cuenta con un pasaje al efecto.
La presa es de las que llaman “de gravedad”, tiene una
capacidad de 0,86 Hm3 y, desde sus cimientos, tiene una altura de 12,5 metros.
La longitud de la presa, en coronación es, como he apuntado antes, de casi 540
metros.
Una vez que la hemos cruzado, podemos volver a salir por el
otro lado al camino por el que veníamos a través de una cancela.
Llegados a este punto nuestra intención era haber cruzado el
camino para ir a buscar otro que nos debería llevar a la Charca de Greña, junto al lado contrario de la Charca
de los Patos. Pero no solo no logramos localizar el camino, sino que
alambradas allí ubicadas nos impiden pasar.
Decidimos regresar hacia la parte alta de la cuesta por la
que bajamos antes, pegándonos bien al lado derecho para ver si al otro lado del
muro se ve el camino. En mi gps veo el camino con claridad, justo al otro lado,
pero ni mis ojos ni los de Vicente logran localizarlo.
Pasamos sobre el Arroyo de las Levaduras, que es por
el que discurren las aguas que vierte (ahora solo un hilillo) la Charca
de los Patos y seguimos sin ver el camino al otro lado. Es como si
hubieran arado donde estaba y luego hubieran explanado. No hay ni rastro.
Decidimos, pues, volver al cruce existente en la parte de
arriba de la cuesta y tomar un camino que sale desde allí a la derecha,
bordeando el Cercado del Niño al que antes me refería. Para ello hemos de
pasar una cancela que da acceso a una preciosa calleja.
La calleja está muy bien construida y se conserva con el
firme en perfectas condiciones y limpia de ramajes y otras elementos.
A nuestra izquierda las construcciones abandonadas de una
explotación agrícola a la que antes hice alusión, con una buena charca delante.
Antes de abandonar la calleja por la que pasamos, el Arroyo
de las Levaduras vuelve a salir a nuestro encuentro, aunque aquí lleva
un poco más de caudal que frente a la Presa.
A partir de este punto, las tierras ubicadas a nuestra
derecha son lo que se denomina “La Greña”. En ellas se encuentra la
Charca del mismo nombre (Greña), que hubiéramos querido visitar como dije
antes. Pero también se ubica allí un edificio singular: la Casa-Palacio de la Greña,
una de las construcciones más singulares de Brozas.
Esta Casa-Palacio, de tipo modernista y, según dice, con
clara influencia de Gaudí, fue construido a principios del siglo XX por Santiago
Burgos de Orellana, intelectual e ideólogo del que he podido encontrar
escasas referencias. Parece que vivió en Argentina bastantes años. Sí me consta
que en el III Congreso de Estudios
Extremeños (celebrado en Plasencia del 27 de abril al 1 de mayo de 1970), y
dentro del apartado “Ponencias Varias”, presentó una bajo el título “La Revista ‘Patria Chica’”.
Por los datos que he recogido, parece que un hijo de este
señor, Fernando Burgos, hizo en esta finca un ensayo de agricultura de
regadío, cultivándose a mediados del siglo XX y durante años, algodón, tabaco y
pimiento, entre otras cosas, lo que propició un mejor nivel de vida a los
obreros de la zona, porque el cultivo exigía mucha mano de obra de hombres y
mujeres (Brozas y Navas). En la finca hay tres charcas seguidas en el espacio,
para administrar mejor el agua necesaria para regar los cultivos citados y los
propios de las huertas, y frutales. Además de ser explotadas para la cría
de la tenca.
Abandonamos el magnífico y amplio callejón por el que han
discurrido nuestros pasos a través de una cancela de libre paso.
Un camino bien trazado y limpio nos lleva a través de una
explotación ganadera. Algunas vacas campan por sus respetos cerca del camino
dirigiéndonos miradas desconfiadas.
A la izquierda una antigua vivienda o alojamiento temporal
para el personal que cuidase la finca. Se compone de dos edificaciones,
pequeñas, adosadas y claramente diferenciadas una de otra pues mientras la que
está más próxima al camino, que parece más antigua y es, desde luego, de porte
más elegante, es de planta circular con tejado de dos vertientes, la otra es un
edificio simple, de planta rectangular y tejado con una sola vertiente.
A partir de este lugar entramos en la finca Las
Marquesas y nos vamos a llevar una de las mayores sorpresas de esta
ruta.
Ya de lejos observamos una torre que nos llama la atención.
Desde la distancia parece como si fuera una chimenea, ya en desuso.
Según nos vamos acercando nos damos cuenta de que forma
parte de una construcción que nos llama la atención por la elegancia de su
trazado. Vemos un arco de piedra y ladrillo, de trazado más gótico que de medio
punto, resto de lo que fue todo un conjunto de ellos. Dudamos en un primer
momento si pudiera tratarse de los restos de alguna antigua construcción
religiosa. Pero al acercarnos más, nos damos cuenta que, en realidad, se trata
de un acueducto y que lo que antes nos pareció una chimenea, en realidad se
trata de una de las dos torres que servía como vasos comunicantes para al paso
del agua.
El acueducto salva la depresión que forma el arroyo Rivera
de la Mata, que pasa junto al único arco que queda en pie.
Se conservan en pie las dos torres así como las bases de los
seis o siete arcos que debieron existir en su momento. Todo lo que era el
granito que conformaba los arcos ha desaparecido y quedan esparcidos por el
suelo los restos del ladrillo utilizado en la obra, así como de la tubería, de
unos 40 centímetros de grosos, por la que discurría el agua.
Subimos una pequeña cuesta, en dirección a una nave
ganadera, para continuar nuestro camino, observando múltiples indicios de lo
que parece ser una antigua instalación para el regadío, pues abundan los puntos
con instalación para tomas de agua. Al llegar a otra cancela nos encontramos
con un señor que nos dice ser quien tiene la finca, arrendada, en explotación.
Al preguntarle sobre lo que hemos observado, nos explica que esta finca fue,
hace muchos años, de regadío y que todo lo que observamos de puntos de riego,
así como el acueducto que hemos visto antes, constituían la infraestructura
para el riego.
El ganadero también se ha referido a la abundancia de
grullas en la zona, lamentándose de la gran cantidad de bellota que comen, en
detrimento de su ganado.
Lo cierto es que llevábamos algo más de media hora sin
verlas pero ahora, cuando vamos a salir de esta finca, vuelven a hacer acto de
presencia con su vuelo elegante.
A través de un paso con cancela, que encontramos abierta,
salimos de la finca. Justo al otro lado de la pared, unos antiguos abrevaderos
de cemento, ahora en desuso, nos alude a otros tiempos que pudieron ser mejores
para la economía de estas tierras.
Pocos metros más allá, en medio de un pequeño repecho, otra
cancela nos saca de la Finca Las Marquesas para darnos paso
a otra denominada El Orillal.
Por si a alguien le interesa diré que nada más pasar esa
cancela, se puede tomar el camino a la derecha para, enseguida, desviarse por el
primero que se encuentre a la izquierda para, en poco tiempo, llegar al Balneario
de San Gregorio, donde se ubica la Ermita del mismo santo.
No siendo esa nuestra intención, tomamos el camino por
nuestra izquierda.
Pocos metros más adelante llama nuestra atención una antigua
construcción, también de planta circular, que vemos a la derecha del camino.
Nos desviamos ligeramente para verla más de cerca. Una antigua cancela, que
ahora no cumple función ninguna, pues falta un buen trozo de la pared sobre la
que anclaba uno de sus extremos, nos permite acceder a la construcción, que
fotografiamos.
Por alguna inscripción en la pared, nos parece que pudiera
datar de 1847.
Junto a la construcción, pero al lado de acá del muro, unas
antiguas zahúrdas. Es una construcción bien elaborada, hecha de piedras y con
el tejado aterrado, con el fin de proteger mejor su interior.
Desde este lugar y hasta casi llegar a Brozas de nuevo, por
toda la zona de nuestra izquierda vamos a ver, y sobre todo a escuchar, muchísimas
grullas. Su presencia es constante, tanto en el campo como volando sobre
nosotros.
Enseguida llegamos a la carretera que lleva de Brozas al Balneario
de San Gregorio. Su nombre más antiguo es “Camino de Coria”,
accediendo al mismo a través de un paso canadiense.
A estas alturas de la mañana tanto Vicente como yo somos
plenamente consciente que hemos errado en nuestra intención original, que era
hacer la “Ruta de la Ribera”, si bien no lamentamos, sino todo lo
contrario, todo lo que hemos visto.
En un momento dado observamos, a nuestra espaldas, la
presencia de una pequeña bandada de buitres y cuando los estamos fotografiando
nos percatamos de que, un poco más allá, la bandada e muchísimo más grande,
calculando que puede haber un centenar de ejemplares.
Cuando llevamos algo más de un kilómetro de marcha por el
asfalto de este “Camino de Coria”, decidimos hacer una incursión por un camino
que sale a nuestra derecha con la intención de toparnos, si hubiera suerte, con
algún indicio que nos diga por dónde discurre la Ruta de la Ribera.
Aparte de una elegante encina, no encontramos nada hasta que
nos topamos con las Casas de Fuente Madero y el bohío allí existente. El lugar nos
encanta y la Casa se presta a alguna fotografía más que sugerente.
Nada más dejar el enclave anterior encontramos la primera
referencia a la Ruta de la Ribera: está en la dirección por la que vamos.
Muy poco más adelante encontraremos un par de postes con
flechas amarillas señalando la dirección correcta de la Ruta. Vicente y yo comentamos
al respecto: dada la hora es imposible plantearnos comenzarla a partir de aquí,
pero nos comprometemos a volver a venir en las próximas fechas para hacerla
completa… y ya averiguaremos dónde comienza.
En este pequeño trayecto, la imagen de una alambra rota y
recompuesta me trae a la cabeza la situación en que se encuentra España en
estos momentos. La rotura de la alambrada está arreglada con diferentes
materiales y, cuando se ha utilizado el mismo, se trata de material en estado
muy diferente. Todos ellos, unidos, contribuyen a que la alambrada vuelva a
cumplir, perfectamente su función. ¡¡Envidia de alambrada!!
El camino que traemos desemboca en otro, de más ancho
trazado y asfaltado, que se llama “Camino del Tajo por la Charca del Tajo”.
Lo tomamos, en dirección izquierda, para dirigirnos ya hacia Brozas.
Durante este trayecto volvemos a encontrar, a izquierda y
derecha, abundantes grullas que no podemos evitar fotografiar de nuevo.
A unos ochocientos metros tomamos una desviación hacia la
izquierda y, a pocos metros, otro poste indicador que nos deja bien claro que
es por aquí por donde comienza la Ruta de la Ribera. En esta ocasión
el poste dirige al caminante, por un sendero secundario, a las Casas
de Fuente Madero, de donde venimos por otro lado.
Con paso decidido cubrimos los últimos metros de camino de
tierra que nos quedan por andar, pues este sendero nos lleva a la carretera a
la que antes me referí que se llama “Camino de Coria”.
Justo al llegar a la misma, tenemos la alegría de
encontrarnos un panel informativo sobre todo el trazado de la Ruta
de la Ribera, por lo que procedo a fotografiarlo para, una vez en casa,
elaborar un track para el gps para cuando vengamos, dentro de pocos días, a
hacerla.
En el mismo lugar, pero en la carretera, un cartel nos
indica que, por ella, hay cuatro kilómetros hasta llegar al Balneario
de San Gregorio.
Los ochocientos metros que nos separan de los aparcamientos
del hotel donde dejamos el coche los recorremos con gusto pensando en las
cervezas que nos vamos a tomar; Vicente sin alcohol, que ha traído el coche.
A punto de llegar, a nuestra derecha, junto al Embalse
de Brozas (I), las ruinas de una antigua construcción que asemejan lo
que pudiera haber sido una ermita. Vicente me comenta que por otra construcción
más prosaica que tiene al lado, seguramente pueden ser los restos de una
subestación eléctrica.
Lo dejamos en la duda para otra ocasión, dando por terminada
la ruta.
muy bonito, y las fotografias preciosas. Como encontrar aqui algun pueblo en el que se pueda vivir tranquilo, mirando las grullas y la
ResponderEliminarlaguna, seria como un sueno. gracias de todas maneras por el relato.
Ana Maria Jimenez. si quereis darme alguna indicacion os envio mi
correo todoesposible888@gmail.com Gracias Abrazos.