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Wikiloc: pulsar aquí
Realizada el 27 de marzo de 2014 como
parte de mi entrenamiento para la participación en las LXVII Millas Romanas de Mérida.
Nos habíamos planteado inicialmente
llegar hasta Cañaveral, en función de cómo se presentara el día. A la vista
de la progresiva acumulación de nubes, a 5 kilómetros de Cañaveral,
aproximadamente, decidimos regresar.
Nos fuimos desde Cáceres al Casar en coche, aparcando
junto a la Ermita de Santiago de donde partimos a las 7 en punto de la
mañana.
Echamos a andar con ganas. Comienza a clarear y hace
fresco. A nuestra izquierda, una instalación de paneles solares, con buen
número de ellos, llama mi atención. No existían cuando pateaba este camino con
más asiduidad.
El Pozo Canario, a nuestra derecha,
aburrido y somnoliento, emite un bostezo con su enorme boca oscura, llena de
aguas verdes que ya nadie le pide prestadas.
Y al finalizar la pequeña cuesta, el Chozo donde se ubica el Centro
de Interpretación de Vías Pecuarias y el panel informativo. Es en este
punto donde, para mí, siempre ha comenzado esta ruta, al haber dejado atrás lo
urbano.
Más adelante, a nuestra izquierda, el Arroyo Junquera alimenta
la charca del mismo nombre, que ayuda a sacar adelante la explotación agrícola
en que se asienta.
Decidimos “meter ritmo” a la marcha, por lo que aceleramos
el paso. Gonzalo, que me acompaña, es consciente de que el objetivo de
la jornada es fortalecer mi condición de cara a los 100 kilómetros seguidos que
tengo que caminar dentro de una semana.
Como hacer fotos y marcar waypoints ralentizan mi marcha, me
propongo reducir dichas actividades a lo mínimo.
Cuando estamos a 8 kilómetros del Casar veo hincado, a la
derecha del camino, lo que queda de un miliario romano. Todavía se adivina
la inscripción, en números romanos, aunque no logro identificarla.
Pocos metros más adelante, una cancela impide que el ganado
de la finca se escape. Como tengo la cámara a mano, aprovecho para dejar
constancia de la misma.
Y un poco más adelante, justo a la altura del Arroyo
de la Higuera, otra nueva cancela cumpliendo su función.
Apenas hemos caminado 500 metros cuando nos quedamos
asombrados: a nuestra izquierda, detrás de una alambrada, una decena de
miliarios romanos nos contemplan. Algunos están partidos pero otros están
completos; unos de pie, aunque inclinados, y otros tumbados en el suelo. A
varios puede vérseles la zona del pie más ancha, la que debería quedar
enterrada en el suelo. Son hermosísimos y da la sensación de que no estén allí
“tirados”, sino de que han sido colocados tan y como están, pues el conjunto
tiene una estética indudable.
Ya en este paraje hemos empezado a observar trazas de la
antigua calzada romana. Piedras en el suelo, que formaban parte de la calzada
pero, sobre todo, grandes piedras, perfectamente alineadas, que marcaban los
límites por donde discurría la misma.
En pocos metros más de donde están los miliarios, llegamos a
una cancela de madera que da entrada a una finca denominada “Berrueto”,
según se hace constar en la misma valla. El paraje, sin embargo, se denomina “Cumbre
Oscura” o, según otros mapas de que dispongo, “Majada Oscura”.
He de indicar que, justo en este punto se encuentra el
acceso a una gran extensión de lo que, en mi opinión (y conste que no soy
experto) pudo ser un campamento romano. De hecho, en la foto aérea que puede
contemplarse con Wikiloc o Google Earth
se percibe un rectángulo perfecto, casi idéntico al que se aprecia, con los
mismos instrumentos, cuando se observa el campamento romano de Cáceres
el Viejo.
En la siguiente foto señalo, con flechas amarillas, las
cuatro esquinas de lo que, a mi totalmente profano entender, podría ser las de
otro campamento similar. La calzada romana, perfectamente delimitada, pasa por
este sitio, conservándose las piedras que marcaban los límites de la misma.
A mitad del pretendido “campamento” y en el margen de la
calzada, una charca.
Impactados por la visión de los vestigios de la calzada,
continuamos a buen paso. Nos hemos propuesto mantener un ritmo igual o superior
a 5,5 kms. hora y, por ahora, lo conseguimos. Queremos que, cuando lleguemos
esta tarde de regreso al Casar, hayamos podido mantenerlo.
Vuelvo a guardar la cámara, que se mantiene en su sitio
durante 2,5 kilómetros hasta que, en el paraje de Los Baldíos, pasamos ante un
caserón en cuya fachada lucen dos calaveras creo que de vacas, lo que me
provoca a sacar una foto.
Muy poco más adelante nos encontramos con las obras del AVE
Madrid-Lisboa, que afecta a todo el recorrido original de la Vía de la
Plata. Nosotros, de momento, atravesamos un paso canadiense, ya justo delante
del lugar de las obras, y un letrero nos obliga a hacer una Z que supone un
recorrido extra de un kilómetro, ya que hemos de bajar caminando paralelo a lo
que será el trazado de la vía, pasar debajo de un puente y luego volver a subir
para retomar el camino que traíamos.
Nada más coronar una pequeña subida después de pasar por
debajo del puente antes indicado tenemos una doble opción: o continuar por
sendero o bajar a la carretera y seguir por ahí.
Como el camino vamos a hacerlo dos veces, de ida y vuelta,
optamos por subir ahora por la carretera y bajar luego por el sendero, con lo
que tendremos la experiencia de ambas opciones.
Prácticamente es aquí donde queda ante nuestros ojos un
merendero que está en el sendero que traeremos al venir.
Seguir la carretera para mi no representa ninguna
dificultad. Es más, me encanta caminar por ella. Gonzalo dice que prefiere
los caminos, pues se dañan menos las rodillas. Es cierto, pero yo me acostumbré
a mucha carretera cuando me preparé para el Camino de Santiago y
ahora es “como de la familia”.
Vamos a caminar por el asfalto durante casi seis kilómetros.
Cuando llevamos recorridos algo más de dos, una pintada en
uno de los “quitamiedos” de la carretera indica que estamos a cinco kilómetros
del albergue
turístico del embalse de Alcántara.
Continuamos a buen paso y hacemos los más de cinco kilómetros
en poco menos de una hora.
El embalse de Alcántara está a rebosar.
Tratamos de identificar la Torre de los Floripes, pero sin
demasiado éxito. Gonzalo está seguro que es un pequeño islote que se aprecia sin
dificultad pero yo opino que se ve demasiada “tierra” y tendría que verse la
parte superior de la torre. No me lo parece pero, sin embargo, he de admitir
que ese es el sitio donde debería estar.
Por dos veces cruzamos sendos puentes. El primero sobre la
desembocadura del Río Almonte en el Embalse y el segundo sobre el Río
Tajo. A la derecha de los puentes que cruzamos vemos, en los dos
sitios, los grandes puentes que se están construyendo para que el AVE salve el
obstáculo fluvial y decido fotografiarlos a la vuelta.
Pasadas las instalaciones del Club Náutico Tajomar
alcanzamos el desvío a la izquierda por el que se va al Cerro de la Horca y, a
sus pies, al Albergue Embalse de Alcántara. En la explanada que da acceso lo
anterior, así como a un restaurante existente allí mismo y que está cerrado
ahora, un monolito rectangular de granito, de unos dos metros de alto por uno
de ancho ofrece información sobre la Vía de la Plata y también respecto a
Garrovillas
de Alconétar.
Justo enfrente está el camino por el que hemos de seguir,
abandonando ya la carretera. Es un camino ligeramente ascendente que, en poco
tiempo, nos sitúa a suficiente altura como para gozar de una preciosa vista de
las aguas del Pantano y de las instalaciones del Club Tajomar.
Estamos recorriendo un terreno muy llano sin otra vegetación
que algunas jaras y retamas. Se hace muy evidente la proximidad de las obras
del AVE
Madrid-Lisboa que discurren paralelas al Camino de la Plata y que
vamos a cruzar en unos momentos.
En poco tiempo llegamos a un puente elevado por debajo del
que cruza el camino.
Pasar bajo el puente de la línea del AVE significa que
estamos llegando al límite de los 25 kilómetros de marcha en esta dirección y
nos planteamos si continuamos o regresamos. Valoramos, de un lado, que cada vez
hay más nubes y, de otro, que si bien es cierto que estamos a tiro de piedra de
Cañaveral,
a buen ritmo tardaríamos unas dos horas y media en llegar y regresar hasta el
punto en el que estamos. Como nos parece que sería demasiado y nos haría llegar
a Cáceres
muy tarde, optamos por deteneros a descansar en la Charca de la Arenosa
(nuestro destino previsto inicialmente)
Tras descansar un momento, iniciamos el regreso. Cuando
llegamos al lugar desde donde se ve la extensión de las aguas del Pantano, nos
detenemos brevemente en el refugio “La Cima del Tajo”, mirador y
merendero estratégicamente situado y que como en tantos otros sitios,
desgraciadamente, las instalaciones no son tratadas de modo adecuado por
algunos de los que pasan por aquí.
Como al venir decidimos recorrer aquéllos cinco o seis
kilómetros por carretera, optamos ahora por conocer la alternativa de la vereda
que discurre por lo alto de los cerrillos que hay junto al camino.
La vereda está bien cuidada y solo coincide con la carretera
en las dos ocasiones en que, necesariamente, hay que salvar las aguas del Tajo
a través de los puentes.
La bajada al primero de los puentes está bien preparada,
pues han realizado escalones mantenidos con pasos de madera. El discurrir del
paso peatonal por el propio puente también está exento de peligro, pues hay un
acerado separado de la carretera propiamente dicha.
Allí , mismo podemos ver la vía del tren, que discurre por
debajo del puente y que justo en este punto se aparta para entrar en un túnel.
Desde el puente podemos ver la construcción del otro puente
que, unos 500 metros más arriba, se está construyendo para el paso del AVE.
El camino serpentea por el entorno del llamado Ejido
del Castillo. Es un continuo sube-y-baja
que, junto con las vistas que tenemos a la derecha de las aguas del pantano, lo
hacen atractivo.
En uno de los puntos tenemos que descender para salvar el
curso del Arroyo de Cagancha. Tanto la bajada hasta al cauce, como la
subida al otro lado, como el mismo paso del Arroyo están muy bien preparados.
El paso del arroyo, con unas buenas piedras pasaderas.
Cuando llegamos al otro puente podemos ver también el que
está en construcción para el AVE en este punto. Nos parece más adelantado por
lo avanzado del arco central que cruza sobre el agua. Comentamos la obra de
ingeniería que supone la construcción de estos puentes.
Tenemos que atravesar ahora el cerro denominado Cumbre
de la Plata pero el trazado original del Camino de la Plata ha
sido variado debido a la realización de las obras del AVE, por lo que vamos por
el nuevo trazado hasta alcanzar otro merendero y mirador donde nos detenemos
unos momentos para tomar algo.
A partir de este punto vamos a recorrer el mismo camino por
el que vinimos desde el Casar esta mañana. No repito la
descripción, por tratarse de los mismos hitos.
Llegando ya al Casar, tras pasar el Pozo Canario, al que hice
mención al principio, otro pozo, a la izquierda del camino y alejado del mismo
unos 100 metros, también merece destacarse. Se trata del Pozo del Mochuelo, junto
al que hay una batería de 22 antiguos abrevaderos de piedra, quince colocados
en perpendicular al camino y los otros 7 rodeando el pozo por el lado de allá
visto desde el camino.
Concluimos la ruta en el mismo lugar en que la empezamos,
junto a la Ermita de Santiago.
Con fecha 10 de noviembre de 2014 he recibido un correo que me indica lo siguiente:
ResponderEliminarEstimado Teofilo:
He leído, tus comentarios sobre la etapa del camino de la Plata entre el Casar de Caceres y Cañaveral y en particular en los referente al comentario que haces sobre un posible campamento romano, cerca de la cumbre oscura.
De antemano, decirte , que soy el propietario de la finca Berrueto y tengo cierto conocimiento sobre el trazado de la vía de la plata por la finca, así como de otros vestigios romanos en la finca.
Con respecto, a lo del campamento romano, siento comunicarte, que las cuatro esquinas que señalas en tu blog, coinciden con las cuatro esquinas de la cerca donde se engloba el cobertizo de las ovejas y por tanto siento decirte que lo del campamento romano, si lo hubo, no creo que fuese aqui. Te hago este comentario, como aclaración de lo que creo que es en realidad, las cuatro esquinas que se ven en google mapas y que a ti, te ha podido confundir.
Sin otro particular y quedando a tu disposición, te saluda, José Luis Duran Caceres, enamorado de Caceres y peregrino del camino francés de Santiago.
Al comentario que señalo en la entrada anterior, he respondido del siguiente modo:
ResponderEliminarEstimado José Luis:
Muchísimas gracias por tu correo y aclaraciones que, desde luego, doy por buenas como infinitamente mejor conocedor que yo de esos lugares.
Te diré que, movido por la intriga, volví otra vez a ese punto al realizar una de las "Ruta de la Lana", en concreto la que llaman "Vía de la Plata" que, desde el Casar, va bordeando todo el pantano hasta la Perala y desde allí, hasta la finca Berrueto, de tu propiedad. Una vez allí, me moví a lo largo de lo que en la foto de Google parece una línea y fui a una de las esquinas.
Como tú bien dices, no aprecié absolutamente nada más que el propio trazado de la linde, la alambrada que tenéis puesta, sin que pudiera apreciar otra cosa. ¡¡Ya me hubiera gustado!!.
Te reitero otra vez mi agradecimiento por tu amable correo y aprovecho para felicitarte por esa finca con toda la maravilla de historia romana que contiene. Imagino que tú, como propietario, lo tendrás muy asumido y, quizá "muy visto", pero para mi cada vez que he pasado por ahí me ha emocionado ver las piedras que hace ya muchos, muchos siglos, colocaron otras personas para marcar un camino.
Espero que tengamos la oportunidad un día de conocernos personalmente. Mientras tanto, recibe mi más cordial saludo:
Teófilo Amores Mendoza