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Realizada el sábado
30 de marzo de 2019 con el grupo de senderismo de la empresa Catelsa
(Hutchinson) de Cáceres. 23 senderistas. Día prácticamente
despejado y con temperatura fresca a primera hora que fue subiendo durante el
transcurso de la jornada.
27,9 kilómetros prácticamente
llanos. En los 4 primeros kilómetros hay un casi inapreciable desnivel de 177
metros y todo el resto de la ruta es de un descenso también casi inapreciable.
Salimos de Cáceres
en autobús a las 7 de la mañana, de modo que a las 7,30 ya estábamos en Cañaveral,
en su arteria principal, la Avda. del Dr. Boticario, delante del
Hostal
Málaga que tomamos como punto de partida caminando durante un corto
trecho en dirección a Cáceres para abandonar enseguida la
carretera por la izquierda.
A un kilómetro exacto del punto de
partida tomamos un camino a la izquierda que nos permite alejarnos de la
carretera, aunque ello suponga abandonar durante poco más de un kilómetro la
original Vía de la Plata.
Caminamos por el llamado “Camino
del Convento” durante algo más de un kilómetro para desviarnos a la
derecha y adentrarnos en un pinar.
A la altura del Arroyo de Roma, que va a
desembocar en el Embalse de Cañaveral,
estamos otra vez cerca de la carretera. Giramos a la izquierda para
tomar un camino en ascenso que nos hará pasar junto a una charca en el lado
izquierdo del camino. Ahí es donde nace el Arroyo de Roma, de no muy largo
recorrido.
Doscientos metros más allá estaremos en
el punto más alto de todo el recorrido: La Loma de la Casa del Guarda, una
intersección en la que debemos girar a la derecha para continuar caminando
entre pinares que nos van a llevar al conocido Puerto de los Castaños.
Pasamos por delante del hotel y, sin
cruzar la carretera, atravesamos una cancela.
Vamos a seguir durante varios
kilómetros el trazado de la Vía de la Plata caminando en medio
de una preciosa dehesa que a estas hora de la mañana ofrece un precioso
aspecto.
Una nueva cancela nos dará paso al
cauce seco del Arroyo de la Madre del Agua y enseguida encontraremos, por
nuestra derecha, una desviación del camino que puede llevar en un kilómetro a Grimaldo,
donde puede encontrarse albergue para peregrinos.
Nosotros vamos a continuar de frente
por el antiguo trazado de la Vía de la Plata. Tras 800 metros de una ligera
subida llegaremos a la Carretera de Holguera a la que se
accede y sobrepasa a través de sendas cancelas.
Nada más cruzar la carretera vemos a
nuestra izquierda una charca en la Dehesa de Monrobel. Llama poderosamente mi
atención una pequeña construcción que está a su lado y que, desde el sendero,
no se aprecia qué puede ser.
Posteriormente, a través de Google
Earth he podido comprobar que se trata de una fuente que alimenta varios
abrevaderos para ganado.
Cruzamos otra cancela y pasamos al otro
lado de un camino que lleva al Cerro del Chozón, donde hay una
explotación no se si agrícola o de carácter industrial. Se aprecian desde el
camino grandes depósitos conectados entre sí por diversos tubos.
Cuando pasamos al lado de la charca
de Prado Pajares caminamos junto a una alambrada con indicaciones en la
misma: flechas amarillas que indican el camino a seguir (por otra parte
evidente), indicaciones de prohibido cazar, etc…
El sendero es estrecho y recorre una
zona absolutamente llana, muy cómoda de hacer. Siguiendo la vereda encontramos
una nueva cancela.
A estas alturas llevamos andando algo
más de cuatro horas. Cuando son las 11,40 nos planteamos la posibilidad de
hacer un alto para tomar algo de fruta, lo que hacemos a unos dos kilómetros de
la última cancela, cuando el camino inicia un suave descenso. Estamos junto al
cauce del Arroyo de la Alberquilla, que ahora está seco por completo.
Reanudamos la marcha pasando una nueva
cancela que nos da paso a un largo recorrido en suavísimo descenso: van a ser 6
kilómetros con un descenso total de 170 metros.
En el trayecto encontraremos
alcornoques y mucha retama, jara y monte bajo que matan la monotonía del
paisaje. ¡Lástima que no sea una tierra más fértil o que, al menos, no
contuviera mayor número de árboles!
Al cabo de cinco kilómetros divisamos a
lo lejos las aguas del Embalse de Arroyo Boquerón, una
presa pequeña que suministra a Riolobos.
Otra cancela más nos hace salir a un
camino a pocos metros del que discurre uno de los cauces seco y muy evidente
del Arroyo
del Boquerón del Rivero. Los sedimentos blanquecinos señalan por donde
pasó el agua. Otro brazo del mismo arroyo, unos metros más allá, sí lleva agua.
Prácticamente allí mismo encontramos
una columna de granito con información sobre Riolobos. Desgraciadamente,
los salvajes de siempre la han maltratado a base de pintarrajearla, mostrando
su absoluta falta de respeto a lo que es propiedad de todos.
También información detallada sobre el Camping
Las Catalinas, en Riolobos, a escasos dos kilómetros.
Nosotros tenemos que subir por una
pequeña ladera que nos dará acceso a la carretera CC-29.3, por cuyo margen
derecho (y por fuera de los raíles protectores) habremos de caminar durante 800
metros hasta llegar al punto en que hemos de cruzar, con sumo cuidado, al otro
lado para seguir camino.
Estamos a 5,5 kilómetros de Galisteo.
En cuanto empezamos a andar, a escasos 500 metros de la carretera, podemos
contemplar, a lo lejos, el pueblo, que nos saluda con sus altas torres y, si
tenemos buena vista, podremos distinguir sus murallas.
Pasamos junto a una explotación
ganadera con una buena charca que, teóricamente, tendría que estar alimentada
por el arroyo de la Fuente del Sapo, pero éste solo tiene cauce, careciendo por
completo de caudal debido a la escasez de lluvia.
Un kilómetro más adelante llegaremos a
una importante obra de infraestructura para el regadío de esta zona: el Canal
Principal de la Margen Izquierda del Río Alagón, tal es su
denominación. Y, a pesar de la importancia del Canal, el mismo discurre sin una
sola de agua.
En un paredón, encontramos nueva
información turística sobre posible alojamiento en Galisteo. Un poco más
allá otra infraestructura para los cultivos: un acueducto, que volveremos a ver
más adelante otra vez.
Dos kilómetros más adelante cruzamos el
Arroyo
de las Monjas, que éste sí lleva agua. Lo hacemos sobre un sencillo
puente. Allí mismo un poste indicador nos señala que estamos a 72 kilómetros de
Cáceres.
Kilómetro y medio más adelante ya queda
Galisteo,
con todo su esplendor, ante nuestra vista. Y mientras unos aceleran, pensando
en quitarse las botas y poder calzarse las zapatillas mientras se deleitan con
una cerveza o un refresco, otros optan por detenerse para celebrar la llegada
con una foto de grupo.
A la entrada del pueblo encontramos el bar
Los Emigrantes, donde nos sellan las credenciales y podemos sentarnos,
tranquilamente, a celebrar la etapa que terminamos.
Tras ello, visitamos el pueblo,
interesantísimo en sus monumentos y muy especialmente en su muralla.
El autobús nos recogió en Galisteo
y con él volvimos a Cáceres.
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