sábado, 30 de noviembre de 2019

Hernán Pérez: Embalse de la Cañamera y dólmenes El Matón y Pradocastaño


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Realizada el sábado 23 de noviembre de 2019. Día nublado y algo frío.
Organizada por la Mancomunidad y dirigida por Vicente Pozas, caminamos un total de 9 senderistas.

Una ruta prácticamente llana, con poco más de 80 metros de desnivel. No representa ningún esfuerzo, ni por lo mencionado ni por la distancia ya que apenas llega a los 11 kilómetros y que se hacen muy amenos en todo su recorrido.

Nos habíamos citado en la Plaza de España de Hernán Pérez, al lado de la iglesia de Santa María Magdalena.




Salimos de la Plaza por el lado contrario a la iglesia, por calle Brocense para continuar luego por Gabriel y Galán. Algunas de las casas son francamente bonitas.


Y llegamos a Arroyo del Pueblo, que cruzamos sobre un pequeño puente, para salir a la carretera.

Continuamos luego todo de frente hasta llegar a las naves de la Cooperativa San Sebastián, momento en que dejaremos el camino encementado por el que veníamos para seguir de frente por uno ya de tierra durante algo más de kilómetro y medio.


Atravesamos el lugar conocido como Navancha. El campo ha empezado a perder el color pardo que ha tenido hasta hace pocos días, pero a pesar de las últimas lluvias aún no se ha vestido del verde brillante que hace que todo luzca mejor.




Hemos de estar atentos pues, como he dicho antes, pasados 1,6 kilómetros del cruce de la Cooperativa hemos de dejar el camino que traemos para salir de él por la izquierda.
Unos doscientos metros después atravesamos el cauce (seco) del Arroyo del Pueblo y en una pequeña subida (la cota más alta de toda la ruta) dejaremos a nuestra izquierda una pequeña explotación con una casa de campo y ya tendremos a nuestra derecha, por toda la línea del horizonte, la Sierra del Moro que cuando pasamos nosotros está recibiendo, en su parte más alta, los primeros rayos del sol.

Por nuestra izquierda todo el llano donde se ubica Hernán Pérez y con la elevación de Sierra Martín en que se asienta Santibáñez el Alto.


A partir de aquí comenzamos a ver, en abundancia, setas de diversas clases y colores. Algunos de los senderistas que nos acompañan dicen conocerlas identificando unas como comestibles y otras venenosas. Yo, ignorante total en la materia, me conforme con fotografiarlas y dejarlas donde están.




Tras un kilómetro de suave bajada nos encontraremos con un camino que se nos cruza. En ese punto hemos de girar a la derecha, por el camino indicado.


Es una cuesta abajo que cruza el inicio del Valle de Juanico y que habremos de seguir durante unos 200 metros para girar, en ángulo de 90º, a la izquierda, adentrándonos en una zona más boscosa que la que hemos venido recorriendo y que nos volverá a llevar a la parte central del Valle de Juanico, más abierta que la anterior.



El camino va describiendo una amplia curva y está ahora desprovisto de árboles por nuestra derecha, donde podemos contemplar el Valle, mientras que por la izquierda hay un talud con pinos. Detrás de ellos está el embalse que veremos a continuación.


Hay que estar atentos, pues del camino sale una intersección a la derecha, en pequeña elevación, que es el que tenemos que coger.

Tras subir un pequeño repecho llegaremos enseguida al Embalse de La Cañamera, también llamado de La Lanchera, de no demasiada extensión pero en precioso enclave.
En este lugar el viento arreciaba y hubo que abrigarse a la vez que parábamos en unas mesas allí ubicadas para tomar un poco de fruta.



Nos marchamos de allí por el lado izquierdo del gran paredón que ayuda a contener las aguas del embalse. Nuestro siguiente objetivo es la visita al dolmen de El Matón.
El camino nos lleva a una carretera que ya cruzamos antes, al pasar junto a las naves de la Cooperativa San Sebastián. Al llegar a ella hemos de girar a la derecha y seguir caminando por la misma durante 500 metros.


Cruzamos el Arroyo de las Herrerías, muy escaso de caudal dada la escasez de lluvias y poco más adelante, al llegar a una zona más arbolada, una señal nos indicará dónde debemos desviarnos a la izquierda para ir a ver el dolmen de El Matón.


 Cuando llegamos al dolmen vemos que no es de grandes dimensiones. Según el panel informativo que encontramos allí, los restos parecen ser del Bronce 1, con corredor  cámara ovalada con nicho frontal, protegida y recubierta con un túmulo de piedras y tierra.
El corredor es de un solo tramo y las paredes, construidas en lajas de pizarra, son de 2,75 m. de largo por 1,20 de ancho y sólo 0,80 de altura en la parte que unía el corredor a la sepultura. La cámara funeraria, de forma ligeramente ovalada.



Allí mismo, nuestros acompañantes, no s informan que recientemente se encontró otro dolmen en las inmediaciones, con enterramientos por sus alrededores. Como se encuentra a poca distancia nos animamos a visitarlo también. Para visitarlo hemos de volver hasta la carretera, cruzarla y continuar entre los árboles desviándonos siempre hacia la izquierda.

A 200 metros de la carretera, una vez que hemos salido de entre los árboles, veremos casi debajo de un gran árbol, la reconstrucción de lo que se encontró en este lugar. Según nos informan ha sido la Universidad de Salamanca la que ha llevado a cabo las excavaciones, llevándose a la misma todos los vestigios encontrados de modo que lo que vemos aquí son reproducciones de los originales.





Los cuadrados de pizarra donde se encontraron huesos se llaman “cistas”, que son enterramiento que consiste en cuatro losas laterales y una quinta que hace de cubierta. Este tipo de enterramiento fue lo común durante el periodo del Bronce Final. En el Neolítico, el Bronce Antiguo y Medio lo habitual fue el enterramiento mediante inhumación.
En el yacimiento hay tres vasijas, alguna de ellas conteniendo huesos, mas dos cistas, una de ellas con huesos (reproducción). Junto a una de ellas, una estela labrada con lo que parece una figura antropomorfa que pudiera representar al sol o a alguien con corona. En la parte izquierda e inferior se ve lo que podría ser un brazo y una mano.

Un poco más allá de los enterramientos se encuentra el gran dolmen de Pradocastaño datado en los años 3000-2500 a.C. Se trata de un dolmen de corredor largo, tipo almendrado, rodeado por una coraza o túmulo de piedras, con ortostatos de pizarra y granito. Se conserva la mayoría de su estructura y varios de los ortostatos que lo componían están desplazados de su lugar. El dolmen ocuparía la parte central de un túmulo de los de tipo “tholos” o de falsa cúpula. Parte de las piedras que componían la cubierta de túmulo están diseminadas por los alrededores.
Los ortostatos que conforman la estructura del túmulo están compuestos de granito y pizarra.

Tomada de un panel existente junto a los enterramientos
El dolmen está compuesto de dos partes claramente diferenciadas; el corredor y la cámara y durante la excavación se han encontrado útiles como puntas de sílex y lascas de diversos materiales. Además se encontraron también restos de tejas romanas (“tégulas”) lo que hace pensar que pudo ser reutilizado en época tardorromana o altomedieval.
La abundante aparición de este tipo de este tipo de restos en este lugar y los alrededores indica que en estos parajes debió existir una sociedad que podría datarse entre el final del Neolítico hasta la Edad del Bronce.

Vista aérea. Tomada de un panel existente junto al dólmen


Comentando lo que hemos visto tomamos el camino de regreso, volviendo a la carretera y girando a la izquierda para volver ya a Hernán Pérez. En nuestro camino encontraremos dos caminos a nuestra izquierda que habremos de desestimar: el primero es por el que un rato antes hemos llegado a la carretera. El siguiente tampoco es el adecuado, pues volvería a llevarnos al Valle de Juanico. Es el tercero, un camino de tierra que sale en diagonal por nuestra izquierda el adecuado. Nos evitará pisar carretera aunque, finalmente, nos devolverá a ella ya cerca del pueblo.

Tras kilómetro y medio de recorrido volvemos a salir a la carretera y podemos contemplar, a lo lejos, Villanueva de la Sierra al pie de la Sierra de Dios Padre y muy cerca, a un kilómetro, Hernán Pérez.


Recorridos 400 metros por la carretera giramos a la izquierda para dirigirnos ya directamente al pueblo.

Cuando llegamos a la carretera que atraviesa el pueblo, apenas 50 metros a nuestra derecha está el restaurante Cuatro Vientos, donde damos fin a la ruta.



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