martes, 5 de noviembre de 2019

Ruta de las Juderías (Cabezuela del Valle a Gargantilla)

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Realizada el sábado 13 de abril de 2019 con unas 50 personas del grupo de senderismo La Vereína. Día soleado y con temperatura agradable durante toda la jornada. Unos 1.000 metros de desnivel de subida continua en 10 kilómetros. Aunque no es un desnivel excesivo, al no haber tregua en la subida se hacen cansados. A ello hay que sumarle que no se empezó a caminar hasta las 10,30 horas, por lo que el calor agobió desde el principio.

En la bajada el desnivel total es de 780 metros a lo largo de los 7 kilómetros que no se hacen difíciles excepto en el tramo que indicaré.

Fuimos en autobús desde Cáceres e iniciamos la ruta pasado Cabezuela, al otro lado del río Jerte.


Cruzamos la carretera e inmediatamente comenzó la subida, con un primer repecho importante que nos hizo entrar en calor. Cuando llegamos a la altura de las Casas de San Salvador, a poco más de 1,5 kms. del inicio, ya se aprecia lo que hemos subido.


A los 4 kilómetros de recorrido y 320 metros de ascensión el grupo se ha estirado demasiado, por lo que decidimos hacer un breve alto para reagruparnos. Nos queda el esfuerzo más importante.



Reiniciado el camino, a pocos metros encontramos la Fuente de las Majadillas, donde dos agricultores están llenando sus depósitos de agua.


Topamos con el arroyo, salvado por un puente, que baja por la Garganta de Andrés y que desemboca, un poco más debajo de donde estamos, en la Garganta de la Luz.


El entorno que recorremos es francamente bonito. Los árboles aún están desprovistos de hojas lo que, sin duda, le resta belleza al paisaje.

El Arroyo de la Garganta de la Luz, aunque no lleva demasiado caudal sí nos ofrece algunas estampas preciosas, como unas pequeñas cascadas que se general a su salto por las rocas.


Un poco más adelante teneos que cruzar el arroyo. Como el caudal no es excesivo podemos hacerlo sin problema utilizando las piedras que afloran sobre el agua.


A partir de aquí tenemos, probablemente, el esfuerzo más importante de la jornada. La pendiente se agudiza y hay que subir haciendo un continuo zig-zag para salvar el desnivel. El cansancio aflora y algunos se van quedando un poco atrás.

Cuando superamos este tramo las vistas son espectaculares y decidimos hacer un alto para descansar, reagruparnos y tomar algunas fotos.


Hemos venido subiendo por una vereda claramente marcada, pero vereda. Ahora nos vamos a encontrar con un camino que, casi enseguida, ha sido encementado.

A nuestra izquierda, la Casa del Espino a la que le faltan las paredes y la techumbre, cuyos rectos vemos caídos en el suelo.



Algunos de los compañeros que ya han hecho esta ruta anteriormente nos indican que en breve tenemos que poder ver el refugio. Por ahora, por más que miramos, aún no queda a la vista.

Seguimos ascendiendo, aunque el desnivel se ha hecho ahora un poco más llevadero y el caminar más fácil. Hay menos arbolado.

El camino, en su ascenso, hace un amplio rodeo para evitar la parte más alta de la Garganta de la Luz que lleva directa a nuestro refugio pero que, de algún modo resulta difícilmente practicable. Y, por fin, vemos asomar la parte superior del refugio por encima del Puerto de Honduras.


Animados ya por la proximidad, aprestamos el paso. Vemos a nuestra derecha el vestigio de otra fuente aunque, en esta ocasión, sin que parezca que tenga agua.


Tras un pequeño esfuerzo más llegamos, por fin, al Puerto de Honduras y a su refugio, a cuyas puertas hemos de quedarnos, sentados al sol, recuperándonos del esfuerzo realizado. Son casi las 2 de la tarde y buen momento para comer.


Justo enfrente del refugio, y a medio camino a Canchal Aguililla está el Monumento a los Montañeros, con su famosa campana que es tradición tocar por quien haya subido hasta allí. Evidentemente no pude faltar a la tradición por lo que, una vez repuestas las fuerzas, cargué la mochila y me acerqué al monumento. Un pequeño esfuerzo supletorio que, realmente, mereció la pena. Y, como está mandado, toqué la campana y no una, sino varias veces.



Las vistas desde este punto son espectaculares. Por detrás toda la Garganta de Honduras, que tendremos que bajar, con Gargantilla al fondo y, detrás, Aldeanueva del Camino y a la izquierda Abadía.


Deleitados con el panorama iniciamos la bajada. Para ello los que estaban en el refugio tuvieron que venir al inicio de la subida al Monumento a los Montañeros porque es desde aquí, donde está el poste indicador de madera, desde donde hay que iniciar la bajada por una vereda estrecha, pero clara.





La vereda es, casi desde su inicio, muy pedregosa, por lo que conviene ir especialmente atento al sitio donde ponemos los pies. Los resbalones o los tropezones pueden darnos un disgusto. Toda esta zona pedregosa se extiende a lo largo de poco más de dos kilómetros.

Antes de que termine pasamos por el Arroyo de la Fuente del Moro donde algunos senderistas aprovechan para refrescarse y lavarse las manos después de la comida.




Y aún continúa siendo el sendero un pedregal por el que debemos caminar con cuidado. Las piedras tienen suficiente tamaño como para poder provocar una torcedura o un golpe con consecuencias.


A algo más de un kilómetro del arroyo que hemos pasado anteriormente, encontramos el Manantial de Sillarejo, con bastante agua y que no ofrece problema alguno para cruzarse.


A partir de este momento nos quedan 3,5 kilómetros de bajada por este lado de la Garganta de la Buitrera hasta llegar a nuestro destino. Todo el recorrido tendrá la misma vegetación de jara y monte bajo, con poca masa arbórea, muy diseminada.


Cuando entramos en Gargantilla lo hacemos por la Calle Puente Abajo, que nos va a llevar directamente a una plazoleta donde se encuentra el Hogar del Jubilado, punto donde nos estaba esperando el autobús para el retorno a Cáceres, cosa que pudimos hacer después de habernos refrescado sobre todo “por dentro”.







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