martes, 24 de diciembre de 2019

Sierra de la Tramuntana: 1 San Telmo a Estellencs


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Mi hermano Pepe y yo, junto con dos amigos (José y Curro), nos planteamos a finales de 2013 hacer el recorrido, “la travessa” de la Sierra de la Tramontana (Serra de Tramuntana en catalán). Está situada al noroeste de la isla de Mallorca y se extiende de norte a sur.

Se trata de una recorrido de entre 100 y 180 kilómetros, pues tiene varias variantes. Nosotros escogimos uno de algo más de 132 kilómetros que suele presentarse en ocho etapas pero que nosotros decidimos hacerla en cinco, más un paseo final, de esta forma:

San Telmo (Sant Elm) a Estellencs . . . . . 26,33 kms.
Estellencs a Valldemossa . . . . . . . . . . . 26,95 kms.
Valdemossa a Muleta . . . . . . . . . . . . . .21,95 kms.
Soller a Son Amer . . . . . . . . . . . . . . . . 30,00 kms
Son Amer a Pollensa . . . . . . . . . . . . . . 20,41 kms
Cabo San Vicente a Port de Pollensa . . . . 6,52 kms

A los efectos oportunos volamos la tarde del 9 de marzo de 2014 de Madrid a Palma de Mallorca donde una hija de José, residente en Palma, tuvo la amabilidad de llevarnos al Puerto de Andratx, donde pasamos la noche en el Hostal Catalina Vera (Isaac Peral 63, teléfono 971 67 19 18). Es un hostal de corte familiar, amplio, con una decoración encantadora y una estupenda atención personal.

Al día siguiente, tras desayunar en el hostal, fuimos al puerto (al lado del hostal) y allí cogimos un autobús urbano que nos llevó hasta la Playa de San Telmo (Es Geperut, o El Jorobado), desde donde iniciamos nuestro recorrido en cuyo perfil destaca la Moleta de s’Esclop como punto más alto.

Subimos por la Avda. de Jaime I y, al llegar a una pequeña rotonda, con un olivo en el centro, giramos ala izquierda para seguir por la calle Cala en Basset, la más próxima al mar. Donde termina esa calle, giramos a la derecha para coger ya la Avenida de la Trapa que nos saca del núcleo de población.
En este trayecto habremos podido observar a nuestra izquierda, a 180 metros frente a la playa de Sant Elm, la Isla Pantaleu, de 600 metros de diámetro. Igualmente la Isla Dragonera, de algo más de 3 kilómetros de largo, cuyo punto más alto es Na Popis (350 mts.) y que es visitable con limitaciones, al ser Parque Natural.

Al dejar la población entramos en un bosque de pinos. El camino es ancho y claro, no tiene lugar a despiste y nos llevará hasta unas ruinas justo antes de iniciar el recorrido de GR-221.

A partir de aquí empezamos la subida por las estribaciones del Collet de la Trapa, que discurre entre pinares y conviene andar atento a los pasos que damos por la abundancia de piedras. Cuanta más altura ganamos mejor iremos viendo la Isla de Dragonera en toda su extensión pudiendo observar con claridad el Faro de Tramuntana, en el extremo norte de la isla.

Hay algún pequeño tramo que requiere un esfuerzo extra y mucha atención.

Y nos encontraremos con el primero de muchos otros pasos para salvar una alambrada, una pared u otro tipo de obstáculos en el camino. A diferencia de  la solución que se le da en otros lugares y a los que estamos habituados, aquí encontramos unas escaleras, de cinco o seis peldaños, que permiten salvar dichos obstáculos al senderista, pero no a vehículos. Es buena solución también para evitar la fuga de ganado. Según he leído, a este tipo de paso en Mallorca llaman “botador”.

Al alcance de nuestra vista queda ya el antiguo monasterio trapense ubicado en el Valle de San José.
En 1789 cuarenta monjes trapenses fueron expulsados de Normandía por la Revolución Francesa. En 1796 el rey Carlos IV de España les cedió en Maella, en el Bajo Aragón, un edificio que convirtieron en el Monasterio de Santa Susana, donde permanecieron hasta que, a causa de las desamortizaciones, tuvieron que abandonarlo en marzo de 1837 y vinieron a instalarse aquí. Para conocer con más profundidad la historia de la venida de los monjes, puede descargarse de internet un estudio titulado La Trapa en Mallorca en la Costa de La Palomera.
En este valle no se había cultivado nunca nada, y en tan solo diez años construyeron los bancales, que todavía se pueden ver (foto aérea adjunta tomada de Google), y el monasterio. En 1980 el GOB (Grupo Ecologista de las Islas Baleares) adquirió, mediante suscripción popular, lo que quedaba del monasterio con intención de restaurarlo y dedicarlo a refugio de senderismo. Al día de hoy las obras siguen sin terminarse.
Muy cerca del monasterio, casi al lado, quedan los restos de un “Molí de Sang” (molino de sangre) y que recibían este nombre por ser accionados por la fuerza de un animal, por lo general un burro o un asno que, girando alrededor del molino, movía el mecanismo de la moliendo. Se usaban donde no había posibilidad de utilizar el agua o el viento como fuerza motriz y tenían la ventaja de poder moler en cualquier momento. En una de las fotos que acompaño lo enmarco dentro de un círculo.

Dejamos atrás el antiguo monasterio para recorrer en toda su longitud el Valle de San José. Nos sorprendemos y divertimos a la vez al comprobar que alguien está instalando los palos para montar un cercado y los está clavando en el suelo ¡¡del revés!!, dejando la parte del palo afilada hacia arriba e hincando en la tierra la parte roma. Y no se trata de que lo haya hecho con uno, sino que están así todos.

El camino va en continuo ascenso, dejando a nuestra derecha los Puntales de Forn y de la Trapa. Un poco más allá,  bordeando ya la ladera de Ses Bases, nos cruzamos con un grupo de senderistas que vienen haciendo la ruta en dirección contraria a nosotros.
Y a nuestras espaldas va quedando, cada vez más alejada, la Isla de Dragonera.

Dos kilómetros más allá del monasterio trapense llegamos al Mirador de Josep Sastre, que se alza sobre el acantilado que termina en Cap Fabioler. La caída es vertical y da cierto vértigo asomarse. Las vistas, espectaculares.

Regresamos al sendero para continuar el camino. Estamos en la ladera norte de Ses Basses y a nuestra izquierda nos van quedando unas vistas excepcionales de toda la costa mallorquina desde aquí hasta Sa Punta de na Foradada. Aprovechamos para fotografiar a gusto, porque dentro de poco nos adentraremos algo más en tierra alejándonos algo de la costa.

A algo más de un kilómetro del mirador pasamos por  dos casas aisladas. La primera Can Pep de Son Viguet y la segunda la caseta de Ses Basses. Ambas cerradas y teniendo la segunda toda la pinta de que lleva mucho tiempo cerrada.

Un poco más allá, en una intersección de caminos, un poste indicador y un panel informativo.

El sendero ahora es amplio y llano, desprovisto de piedras. Va salvando, a base de bordearlas todas, las pequeñas alturas de esta parte del recorrido: Sa Roca Blanca y Es Jaç de Sa Trutja, ambos a nuestra izquierda, primero y luego Ses Pedrisses, que dejaremos a nuestra derecha.

Cuando llegamos a Sa Guixería, al pie del Puig de Tancants (484 mts) encontramos un merendero, con mesas, bancos y sombra donde poder detenerse a descansar quien así lo desee.

También desde allí podemos ver, a nuestra izquierda y en el fondo de un valle, Es Ratjolí que por más que he buscado no he logrado saber de qué se trata.

Unos pocos metros más adelante llegamos a la carretera MA-10 que, girando a la izquierda, habremos de seguir durante casi dos kilómetros. Nos incorporamos en el km. 106, según un mojón indicador, y hemos de abandonarla, saliendo por la derecha, a la altura del km. 104,4.

El camino, ancho, discurre junto a una pared de piedra que nos va a llevar hasta una fuente cuyo acceso está cerrado por una débil puerta hecha con tablas. La curioseamos, pero no necesitamos tomar agua.

Estamos en un estrecho pero alargado valle que recorremos en dos terceras partes (un kilómetro) de su longitud. Hay un bosquecillo de pinos. Recorrida esa distancia, giramos a la izquierda para comenzar a ascender por el Paso Grande en lo que va a ser el mayor desnivel de la jornada. Al comenzar la subida vemos, a nuestra izquierda, una gran roca desgajada de la pared.

Estamos en la subida a la Moleta de s’Esclop. En total, hemos de superar un desnivel de 524 metros en 3,5 kilómetros. En buena parte del recorrido no hay sendero. Seguimos el track y el sentido común así como alguna (poca) señal pintada que encontramos.

En un alto a medias de la subida, previo a una pequeña zona llana, encontramos una alambrada. Hay otra escalera (o botador), como la que vimos poco antes de La Trapa, para poder salvarla.

Bajamos desde donde está la escalera hasta la parte más baja de la ladera del Pou d’en Rotget, que dejamos a nuestra derecha. El sendero va haciendo una curva hacia la izquierda que nos lleva al punto donde comienza el Torrente del Cocó Verde, cuyo recorrido es en sí una ruta, no para senderistas, sino para montañeros bien provistos de cuerdas y útiles propios de su actividad. El cauce del arroyo va a desembocar a la Cala de ses Ortigues, pero la ruta montañera termina cuando el cauce llega a la carretera MA-10 por la que caminamos hace un buen rato. Según me he podido informar, antes de llegar a dicho punto el Cocó Verde tiene varios saltos espectaculares, siendo el último de unos 55 metros de altura.

Nosotros nos conformamos con pasar por el inicio del torrente y seguir adelante, pasando por delante de una construcción alargada con cuatro o cinco chimeneas en su tejado y otras tantas ventanas. Posteriormente, al redactar esta crónica y ver su ubicación con Google Earth, he podido comprobar que detrás del pabellón y al pie de la Moleta de s’Esclop que tiene detrás hay lo que parece una zona llana despejada de piedras, una balsa de agua cinco o seis veces más grandes que el pabellón y lo que parecen tres bancales.

Seguimos el sendero, bordeando la zona llana a la que me he referido antes, pero que no alcanzamos a ver en ningún momento, para llegar al tercer paso de escalera en lo que va de jornada. Este se encuentra al pie del Pla de s’Ordi, que queda a nuestra izquierda y que enseguida dejamos a nuestra espalda.

Pocos metros más allá vemos un pozo construido en piedra. Tiene forma de caseta y una puerta de acceso.

Continuamos con la ascensión a la Moleta de s’Esclop, llevándonos la sorpresa de que último tramo de subida está muy bien acondicionado, pues el propio sendero ha sido acondicionado como si se tratase de unas escaleras, lo que facilita la labor del asalto final.

Las vistas desde arriba son espectaculares. Encontramos un refugio que consta tan solo de cuatro paredes hechas de piedra, pero que nos sirven de protección contra el viento que sopla mientras, sentados, tomamos algo para reponer fuerzas. Mientras comemos, unos buitres nos observan desde su alto puesto de observación.

Satisfecha la vista y recuperadas fuerzas iniciamos el descenso. El sendero va rodeando la Moleta por su parte norte, trazando una amplia curva. A poco más de un kilómetro vamos dejando a nuestra izquierda Es Castellet, que también rodeamos.
A pocos metros vemos a nuestra derecha las ruinas de la Caseta de Sa Balau, de la que solo quedan las cuatro paredes.

A nuestra izquierda va a quedar la mole de la parte norte de la Serra de Pinotells, Entre dicha parte, y la sur hay un collado por el que vamos a pasar. Justo en medio del paso vemos un poste indicador que nos informa que todavía estamos a casi tres horas de Estellencs. Teniendo en cuenta que cuando pasamos por aquí nos faltan algo más de siete kilómetros, decidimos que hemos de acelerar en la medida de lo posible si no queremos que la noche nos coja bajando.
Apenas unos pocos metros más adelante queda ante nuestros ojos el impresionante Puig de Galatzó, con sus 1.027 metros de altitud.

A escasos 500 metros encontramos un nuevo poste indicador a partir del cual vamos a recorrer, durante casi dos kilómetros, la ladera este de la citada Sierra de Pinatells. Durante este recorrido nos queda a la vista, a nuestra derecha, la impresionante pared, casi cortada a cuchillo de Es Morro, a cuyo lado tendremos que pasar en un serpenteante zigzag.

Cuando estamos prácticamente de bajo de Es Morro llegamos a un área de descanso que se encuentra en medio de un frondoso pinar. Y unos doscientos metros más allá pasamos junto al refugio de Boal de Ses Serveres donde optamos por no detenernos ni un momento ya que el día va declinando y los últimos rayos del sol iluminan el camino. Como he dicho, no queremos que oscurezca con nosotros en camino.

Apenas otros doscientos metros y llegamos a un mirador que nos permite contemplar el mar, Estellecns y parte de su Cala casi a nuestros pies.

Aunque desde el mirador  parece que Estellencs está ahí al lado, en realidad quedan algo más de cuatro kilómetros (lo que supone aún una hora de marcha), todo en bajada y en una zona boscosa, de abundante pino. El sendero es pedregoso y volvemos a temer que anochezca en ruta.
Para colmo, en una zona concreta del camino nos encontramos unos pinos caídos sobre el camino que nos dificultan ligeramente el paso.
Así llegamos a una cancela que podemos pasar sin mayor problema.

El camino serpentea cada vez más. José va en cabeza, después mi hermano Pepe y Curro y yo cerrando la marcha.
Al perder altura pasamos por una zona donde hay unos majestuosos olivos de troncos bajos, anchos y vigorosos, con las ramas cuajadas de hojas.
Cuando ya estamos en las últimas curvas y a tiro de un kilómetro de nuestro destino, el sol se oculta en el horizonte, dejándonos en el cielo un bonito espectáculo.

Por si a alguien le interesa, el hospedaje lo hicimos en “Hotel Rural Nord”. http://www.hotelruralnord.com/
Carrer de Triquet 4,  Estellencs, Tfn.: 971 14 90 06 (971-149.015)

2 comentarios:

  1. Buenas noches, don Teófilo Amores.
    He escrito un libro sobre los ermitaños de Mallorca. Ahora estoy colocando las fotografías dentro del texto. Me gustaría -si usted me lo permite- que una de sus fotografías figure en el libro.
    Se trata del refugio de Son Ame, en el término de Escorca, muy cerca del santuario de Lluc.
    Espero noticias suyas. Muchas gracias.

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