sábado, 28 de diciembre de 2019

Sierra de la Tramuntana: 2 Estellecs a Valldemosa


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La jornada de hoy también se presenta larga. Son casi 27 kilómetros con dos subidas en el último tercio de la ruta, siendo la más relevante la segunda, en Sa Comuna, a tan solo dos kilómetros del final.

 
Nos levantamos a buena hora y, tras desayunar pudimos ver el aspecto exterior del hotel. La víspera, dada la hora de la llegada, no nos permitió ver nada.
El hotel está situado en una la plaza de Triquet. Prácticamente enfrente de él se levanta la Torre de Tem Alemany, construcción defensiva del siglo XVI.

Salimos por la calle Alemany, enfrente del hotel para girar a la izquierda por la calle Rector Palmer, en dirección a la Iglesia de San Juan Bautista (del siglo XVII), cuya fachada vemos de frente. La rodeamos por el lado derecho para bajar hacia el río. En ese lateral de la iglesia hay una pequeña explanada con árboles y la estatua de hierro de un persona que sostiene un cubo metálico sobre su hombro derecho.

Abajo del todo de la misma calle, llegando al río, a la izquierda vemos una curiosa estatua metálica de un caballo. Resulta muy curiosa pues quedan a la vista todos los mecanismos que hay en su interior.
Unos pocos metros más abajo, pero al otro lado de la calle, quedan los antiguos lavaderos que, al parecer, tienen raíces árabes.

Un vez que salimos de la curva donde está el río caminamos por la carretera justo hasta llegar a la siguiente curva cerrada, apenas 300 metros, debiendo salir por la izquierda a un sendero que está bien señalizado.
En esos pocos metros hemos podido tener una buena vista de Estellencs con Es Morro detrás e igualmente de su iglesia, inacabada, que desde esta perspectiva se aprecia con claridad.

Al final de la fuerte pendiente que hay desde el desvío, cruzamos un arroyo y continuamos por camino delimitado por paredes construidas con la técnica de la “piedra en seco”. Así llegamos a una casa (ses Amitges), que dejamos a nuestra derecha para continuar camino.

Pasamos por una zona con olivos de un tamaño considerable y unas formas preciosas. Sus troncos son bajos y muy retorcidos. Nos parecen preciosos.
El camino nos vuelve a llevar a la carretera, por donde hemos de caminar 900 metros hasta encontrar un camino que, en pendiente arriba, sale por la derecha.

Enseguida el camino hace un brusco giro a la derecha para pasar por delante de la Casa de Son Serralta, una construcción con aspecto de los siglos XVII o XVIII que luego he podido saber que funciona como casa rural y que se alquila para hospedajes (se puede buscar como Sa Volta de Son Serralta).

Dejamos atrás la preciosa construcción y continuamos el camino. A nuestra derecha queda el Puig de na Foradada (329 mts.), que no alcanzamos a ver porque nos introducimos en una zona boscosa, pero por la izquierda sí podemos ver, en algunos momentos, el mar al fondo del valle de Tenassa de Sa Tanca a cuyo fondo, a la izquierda, está Playa Roja.

Y entramos en la Finca Pública de Planicia, con una extensión de 442 hectáreas y que fue adquirida por la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno Balear en febrero de 2009. Pertenece al municipio de Banyalbufar. Muchas de las casas que se encuentran en su espacio aparecen citadas en escritos del siglo XIV.
Su bosque es uno de los encinares donde se encuentra una mayor concentración de círculos para el carboneo y barracas de carbonero: se habla de más de 150 círculos, con sus barracas y diversos hornos de pan. También encontramos hasta 7 hornos de cal.
Ocupa buena parte de la vertiente noroeste de la Mola de Planícia, ya que se extiende desde la cima de esta importante elevación de 933 metros hasta la ribera de mar.
Adjunto, sobre un mapa del recorrido de la ruta e inserción de waypoints, una indicación de lo que son los límites de la Finca.

El recorrido es una continua subida sin que suponga un esfuerzo especial. El entorno, precioso, alcanzándose a ver el mar por nuestra izquierda de vez en cuando.
En un momento dado nos queda a la vista Casa Planicia, por donde habremos de pasar una media hora más tarde.

Vemos gran cantidad de olivos. Muchos de ellos, como dije antes, son espectaculares por sus troncos, absolutamente retorcidos y con unas formas preciosas. Se ve que tienen muchos, muchos años.

Unos metros más adelante encontramos la desviación, por nuestra izquierda, para una de las rutas de este entorno: a la Fuente de S’Obi, que está cerca, pero apartada de nuestra ruta, por lo que decidimos no ir allá.

El camino sigue teniendo una presencia continua de olivos de troncos imposibles.
Algo más de un kilómetro después de la desviación a la Fuente de S’Obi sale, por nuestra derecha, otra desviación para otra de las rutas interiores de este parque: la que va al Aljibe de los Cristianos (l'Aljub dels Cristians), a la que tampoco vamos por quedar en nuestro itinerario.

Seiscientos metros más adelante llegamos a Casa Planicia, una magnífica construcción que tiene delante unas paredes de contención hechas con la técnica de la piedra en seco. Nos llama la atención especialmente que las piedras parecen talladas a mano, porque encajan a la perfección unas con otras.
También delante quedan los restos de lo que debió ser, en mejores tiempos, una fuente de la que solo quedan los depósitos donde caía el agua.
La casa de a hacienda constituye uno de los mejores ejemplos de casas de hacienda que quedan en la Sierra de Tramuntana, con la fachada principal orientada hacia el noroeste.

Aquí tengo que advertir que se preste ATENCIÓN AL TRACK, ya que a unos trescientos metros de Casa Planicia hay que abandonar el sendero por la derecha. Nosotros nos equivocamos y seguimos adelante unos ciento cincuenta metros, por lo que tuvimos que volver atrás.
Desde un alto tenemos, a nuestras espaldas, una vista estupenda del mar, quedando a la vista la Punta de son Serralta y el Puig de ses Donardes que se levanta casi 200 metros sobre el nivel del mar.
Decidimos para hacernos también nosotros una foto.

El sendero nos va a llevar a atravesar el Bosquet de Rafals, dejando durante todo el recorrido a nuestra derecha las estribaciones de la Mola de Planicia cuya punta más extrema en esta zona, el Penyal de Vela (504 mts), rodearemos dejándolo siempre a nuestra derecha.
En este recorrido encontraremos dos paredes que tendremos que saltar.
El bosque se extiende durante varios kilómetros, con un sendero claramente marcado que no ofrece mayor dificultad que la presencia de piedras.
Algo más de dos kilómetros después de entrar en el bosque nos encontramos un pozo de nieve que conserva bastante bien su estructura pero que, en mi opinión, está bastante abandonado, habiendo crecido un árbol dentro del mismo.

Encontramos unas superficies redondas, empedradas, comentando entre nosotros la posible utilidad que otrora pudieron tener. Sopesamos si pudiera ser donde se trillaba el grano, pero desechamos la idea y nos inclinamos más porque allí fuera donde hubiera una carbonera y esto fuera la superficie donde se depositaba la madera para hacer el carbón.

Un poco más adelante llegamos a la base de la Mola de Planicia.  Es todo un pedregal de rocas desprendidas de la Mola, alguna de considerables dimensiones.

Aquí estaremos pisando el antiguo camí des Correu (Camino del correo) que es el camino real de raíces medievales datado de 1401 que conecta Esporles con Banyalbufar. Todo él tiene una longitud de 8,23 kilómetros y puede hacerse en poco más de dos horas y cuarto, estando bien señalizado con categoría de GR (gran recorrido).
Hasta el siglo XIX, este camino público, constituía la única vía de comunicación de los banyalbufarins con Esporles y, desde allá, con Palma; víveres y otras mercancías llegaban en carro a través de este camino. Pero después de que se inaugurara la actual carretera entre Esporles y Banyalbufar el camino fue abandonado. El Consejo de Mallorca lo restauró en 1999 y lo incluyó en la red de caminos de la Ruta de Piedra en Seco.
La altitud máxima de la ruta se encuentra en los 454 metros y la altitud mínima a los 117 metros. El recorrido transcurre entre bosques de encina y maravillosas vistas a la costa de la Serra de Tramuntana.
Es en este tramo donde decidimos hacer una brevísima parada para tomar alguna pieza de fruta.

El camino, en unos momentos es ancho y de buen firme para convertirse, en otros, en más estrecho y pedregoso. En un tramo concreto vemos que tiene la anchura suficiente para que pasaran carros, estando todo el suelo bien empedrado.

Desde el sitio donde estamos mirando al norte podemos ver el mar desde Es Port des Canonge hasta el pico Talaia Vella, que destaca en la lejanía con su considerable altura (868 mts)

Un poco más adelante encontramos un segundo pozo de nieve. Tiene un brocal bastante más alto que el anterior y, desgraciadamente, en su parte interior parte de las piedras que conformaban las paredes se han caído hacia el fondo. Creo que este patrimonio de todos debería estar más cuidado, debiéndose asegurar las piedras antes de que suceda lo que aquí.

El camino, bien marcado por piedras en los laterales y un firme perfectamente claro, sigue discurriendo en un entorno boscoso. Encontramos una señal que nos dice que estamos a poco más de media hora de Esporles.

A partir de aquí todo el camino, hasta llegar a Esporles, es una cuesta abajo, sin que sea demasiado pronunciada.

Llegamos a la carretera MA-1100 que une Banyalbufar con Esporles. Hemos de cruzarla al otro lado para seguir caminando por el sendero que va paralelo a la misma durante un kilómetro para volver a cruzarla otra vez a este lado antes de entrar en Esporles.

Entramos en Esporles junto a la iglesia de San Pedro por la Plaza de España buscando el horno Can Olivaret que Pepe conoce y que recomienda, pues ha estado en esta localidad en varias ocasiones. La encontramos justo al lado, en la calle Joan Riutor 5 . Como venden productos para comer, salados, nos abastecemos de modo prudente y nos acercamos a comer en la Placeta del Jardinet, cómodamente sentados en los bancos que rodean los árboles.

Desde la Placeta nos vamos al río Torrent d’Esporles, que atraviesa la localidad de parte a parte. Dejándolo a nuestra derecha caminamos en dirección al puente que lo atraviesa. Cruzamos el puente y seguimos todo recto, pasando por una plaza con una fuente.

Desde la salida del pueblo, todo va a ser una continua cuesta arriba. A un kilómetro de la salida de Esporles llegamos a una carretera, en la que encontraremos un poste indicador. Hemos de tomarla en dirección a la izquierda durante un kilómetro antes de volvernos a desviar. Veremos a nuestra izquierda la entrada a una finca que se llama Son Dameto, pues unos doscientos metros más adelante hemos de coger un camino que sale por la derecha haciendo un ángulo de 90 grados.

Desde ese desvío tendremos que caminar 1,5 kilómetros, todo en continua ascensión. Iremos dejando a nuestra derecha la Moleta de son Cabastre (593 mts).
Pasaremos delante de un poste indicador (medio tumbado cuando pasamos nosotros) que nos señala que estamos en el Camí de Sa Tanque de sas Mules. Tras pasar por delante de él hay una fuerte curva a la izquierda y, nada más pasarla, a unos 200 metros del poste indicador citado, sale a nuestra derecha otro camino que es el que habremos de tomar. Está cerrado con una verja accesible y otro poste nos dice que ese es el Camí de Sa Coma Llobera.

El paso de la verja nos ha situado en el Pas de son Cabastre, una especie de puerto o paso que permite pasar entre la Moleta de son Cabastre, a nuestra derecha, y la ladera del Penyal Vermell, a la izquierda.
Hay que andar atentos, porque a poco más de 200 metros de la verja hemos de hacer un brusco giro a la izquierda para ascender por la ladera citada. Cuando estamos a mitad de la subida nos encontramos una pared, en parte derrumbada, que hemos de saltar.

Seguimos en zona boscosa, con abundante piedra en el terreno. Encontramos algún círculo de piedra que pensamos que pudieran tener la utilidad antes dicha: ser la base del trabajo de carboneros.

Encontramos un camino, mucho más que sendero, con marcas claras de que por aquí circulan vehículos. Luego he podido comprobar que sube hasta donde empieza la ladera del Penyal de Migdia que es, más o menos, donde encontramos varias construcciones con techo semicircular que resultan ser lo que a nosotros nos parecen aljibes. Algunos contienen agua y otros están vacíos.
Algunas de las construcciones (no todas) cuentan con una especie de chimenea que se nos escapa cuál pudiera ser su utilidad.

Es de reseñar que estamos en el segundo punto más alto de cuantos hay en la ruta. Es el extremo norte de la Mola de Pacs que tiene dos vertientes: una al sur coronada por el Penyal Vermell, por la que hemos pasado en lo recorrido hasta ahora, y otra hacia el norte, coronado por el Penyat des Migdia y que tiene un punto singular en el Mirador de Son Matge, al que estamos a punto de llegar y desde el que podremos divisar todo el valle que queda a nuestros pies y que se extiende desde el mar hasta Valldemossa.

Desde aquí iremos por toda la cuerda de la sierra hasta que lleguemos a Valldemossa. Tendremos que saltar una pared que estaba coronada por una alambrada que el paso de los senderistas ha rendido totalmente.
Tendremos que descender hacia el Coll de Sant Jordi para volver a ascender luego, en nuestra última subida de hoy, al Comellar de Sa Font.

La subida es fuerte y requiere emplearse a fondo. Cuando estamos ya bastante arriba vemos unas formaciones rocosas que parecen cuevas. Probablemente sean producto de la erosión producida por el viento y, quizá, el agua.

Por fin llegamos a Sa Comuna (704 mts.), desde donde tenemos unas vistas estupendas tanto de Valldemossa como del valle que queda a nuestros pies.

Cuando continuamos la bajada nos encontramos con los restos de un gran aljibe que servía para abastecer de agua la Cartuja de Valldemossa. El aljibe es de planta rectangular, con lados cortos, de 8 metros de ancho y su construcción data de la segunda mitad del siglo XVIII. Su estado de conservación actual es bastante lamentable.

La tarde ha caído. Cuando estamos por el aljibe son ya las 7 de la tarde, lo que se nota en la escasez de luz que me obliga a utilizar velocidades lentas para hacer las fotografías, que no salen con la nitidez que quisiera.
La bajada es muy pronunciada, por lo que bajamos atentos al sitio donde ponemos los pies, que no es cuestión de tener una caída a estas alturas.
El pueblo va quedando a la vista, destacando el gran edificio de la Cartuja, cuyo origen se remonta al tiempo del rey Jaime II de Mallorca, quien escogió este lugar, a más de 400 metros de altura, para edificar un palacio para su hijo Sancho, conocido como el Palacio del rey Sancho. En el año 1399 Martín el Humano cedió todas las posesiones reales de Valldemossa a los monjes cartujos, que fundaron la Cartuja y la habitaron hasta 1835, cuando pasó a manos privadas a causa de la desamortización de Mendizábal.

Un poco más abajo encontramos la Font de na Llambies que sirvió para el abastecimiento de agua a la Cartuja, habiendo noticias documentales de ello datadas en 1650.

En pocos minutos más entramos en la población, cerca de las 8 de la tarde, pudiendo deleitarnos en la contemplación de la Cartuja y su estupenda torre.

Como en Valldemossa no había posibilidad de hospedaje, habíamos reservado para ello en el refugio de Can Boi, en Deiá, y hablado previamente con un taxista de Valldemossa para que nos llevara hasta allí y para que al día siguiente, a primera hora, fuera a recogernos para volvernos a traer aquí para continuar donde lo dejamos hoy.


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