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La jornada de hoy también
se presenta larga. Son casi 27 kilómetros con dos subidas en el último tercio
de la ruta, siendo la más relevante la segunda, en Sa Comuna, a tan solo dos
kilómetros del final.
Nos levantamos a buena hora
y, tras desayunar pudimos ver el aspecto exterior del hotel. La víspera, dada
la hora de la llegada, no nos permitió ver nada.
El hotel está situado en
una la plaza de Triquet. Prácticamente enfrente de él se levanta la Torre
de Tem Alemany, construcción defensiva del siglo XVI.
Salimos por la calle
Alemany, enfrente del hotel para girar a la izquierda por la calle
Rector Palmer, en dirección a la Iglesia de San Juan Bautista (del siglo
XVII), cuya fachada vemos de frente. La rodeamos por el lado derecho
para bajar hacia el río. En ese lateral de la iglesia hay una pequeña explanada
con árboles y la estatua de hierro de un persona que sostiene un cubo metálico
sobre su hombro derecho.
Abajo del todo de la
misma calle, llegando al río, a la izquierda vemos una curiosa estatua metálica
de un caballo. Resulta muy curiosa pues quedan a la vista todos los mecanismos
que hay en su interior.
Unos pocos metros más
abajo, pero al otro lado de la calle, quedan los antiguos lavaderos que, al
parecer, tienen raíces árabes.
Un vez que salimos de
la curva donde está el río caminamos por la carretera justo hasta llegar a la
siguiente curva cerrada, apenas 300 metros, debiendo salir por la izquierda a
un sendero que está bien señalizado.
En esos pocos metros
hemos podido tener una buena vista de Estellencs con Es Morro detrás e
igualmente de su iglesia, inacabada, que desde esta perspectiva se aprecia con
claridad.
Al final de la fuerte
pendiente que hay desde el desvío, cruzamos un arroyo y continuamos por camino
delimitado por paredes construidas con la técnica de la “piedra en seco”. Así
llegamos a una casa (ses Amitges), que dejamos a nuestra
derecha para continuar camino.
Pasamos por una zona
con olivos de un tamaño considerable y unas formas preciosas. Sus troncos son
bajos y muy retorcidos. Nos parecen preciosos.
El camino nos vuelve
a llevar a la carretera, por donde hemos de caminar 900 metros hasta encontrar
un camino que, en pendiente arriba, sale por la derecha.
Enseguida el camino hace un
brusco giro a la derecha para pasar por delante de la Casa de Son Serralta, una
construcción con aspecto de los siglos XVII o XVIII que luego he
podido saber que funciona como casa rural y que se alquila para hospedajes (se
puede buscar como Sa Volta de Son Serralta).
Dejamos atrás la preciosa
construcción y continuamos el camino. A nuestra derecha queda el Puig
de na Foradada (329 mts.), que no alcanzamos a ver porque nos
introducimos en una zona boscosa, pero por la izquierda sí podemos ver, en
algunos momentos, el mar al fondo del valle de Tenassa de Sa Tanca a
cuyo fondo, a la izquierda, está Playa Roja.
Y entramos en la Finca
Pública de Planicia, con una extensión de 442 hectáreas y que fue
adquirida por la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno Balear en
febrero de 2009. Pertenece al municipio de Banyalbufar. Muchas de las casas que se encuentran en su
espacio aparecen citadas en escritos del siglo XIV.
Su bosque es uno de los
encinares donde se encuentra una mayor concentración de círculos para el carboneo
y barracas de carbonero: se habla de más de 150 círculos, con sus barracas y
diversos hornos de pan. También encontramos hasta 7 hornos de cal.
Ocupa buena parte de la
vertiente noroeste de la Mola de Planícia, ya que se extiende
desde la cima de esta importante elevación de 933 metros hasta la ribera de mar.
Adjunto, sobre un mapa del
recorrido de la ruta e inserción de waypoints, una indicación de lo que son los
límites de la Finca.
El recorrido es una
continua subida sin que suponga un esfuerzo especial. El entorno, precioso,
alcanzándose a ver el mar por nuestra izquierda de vez en cuando.
En un momento dado nos
queda a la vista Casa Planicia, por donde habremos de pasar una media hora más
tarde.
Vemos gran cantidad de
olivos. Muchos de ellos, como dije antes, son espectaculares por sus troncos,
absolutamente retorcidos y con unas formas preciosas. Se ve que tienen muchos,
muchos años.
Unos metros más adelante
encontramos la desviación, por nuestra izquierda, para una de las rutas de este
entorno: a la Fuente de S’Obi, que está cerca, pero apartada de nuestra ruta,
por lo que decidimos no ir allá.
El camino sigue teniendo
una presencia continua de olivos de troncos imposibles.
Algo más de un kilómetro
después de la desviación a la Fuente de S’Obi sale, por nuestra
derecha, otra desviación para otra de las rutas interiores de este parque: la
que va al Aljibe de los Cristianos (l'Aljub dels
Cristians), a la que tampoco vamos por quedar en nuestro itinerario.
Seiscientos metros
más adelante llegamos a Casa Planicia, una magnífica
construcción que tiene delante unas paredes de contención hechas con la técnica
de la piedra en seco. Nos llama la atención especialmente que las piedras
parecen talladas a mano, porque encajan a la perfección unas con otras.
También delante
quedan los restos de lo que debió ser, en mejores tiempos, una fuente de la que
solo quedan los depósitos donde caía el agua.
La casa de a hacienda
constituye uno de los mejores ejemplos de casas de hacienda que quedan en la Sierra
de Tramuntana, con la fachada principal orientada hacia el noroeste.
Aquí tengo que advertir que
se preste ATENCIÓN AL TRACK, ya que a unos trescientos metros de Casa Planicia
hay que abandonar el sendero por la derecha. Nosotros nos equivocamos y
seguimos adelante unos ciento cincuenta metros, por lo que tuvimos que volver
atrás.
Desde un alto tenemos, a
nuestras espaldas, una vista estupenda del mar, quedando a la vista la Punta
de son Serralta y el Puig de ses Donardes que se levanta
casi 200 metros sobre el nivel del mar.
Decidimos para hacernos
también nosotros una foto.
El sendero nos va a llevar
a atravesar el Bosquet de Rafals, dejando durante todo el recorrido a nuestra
derecha las estribaciones de la Mola de Planicia cuya punta más
extrema en esta zona, el Penyal de Vela (504 mts), rodearemos
dejándolo siempre a nuestra derecha.
En este recorrido
encontraremos dos paredes que tendremos que saltar.
El bosque se extiende
durante varios kilómetros, con un sendero claramente marcado que no ofrece
mayor dificultad que la presencia de piedras.
Algo más de dos kilómetros
después de entrar en el bosque nos encontramos un pozo de nieve que conserva
bastante bien su estructura pero que, en mi opinión, está bastante abandonado,
habiendo crecido un árbol dentro del mismo.
Encontramos unas
superficies redondas, empedradas, comentando entre nosotros la posible utilidad
que otrora pudieron tener. Sopesamos si pudiera ser donde se trillaba el grano,
pero desechamos la idea y nos inclinamos más porque allí fuera donde hubiera
una carbonera y esto fuera la superficie donde se depositaba la madera para
hacer el carbón.
Un poco más adelante
llegamos a la base de la Mola de Planicia. Es todo un pedregal de rocas desprendidas de la
Mola, alguna de considerables dimensiones.
Aquí estaremos pisando el
antiguo camí des Correu (Camino del correo) que es el camino
real de raíces medievales datado de 1401 que conecta Esporles con Banyalbufar.
Todo él tiene una longitud de 8,23 kilómetros y puede hacerse en poco más de dos
horas y cuarto, estando bien señalizado con categoría de GR (gran recorrido).
Hasta el siglo
XIX, este camino público, constituía la única vía de comunicación de
los banyalbufarins
con Esporles
y, desde allá, con Palma; víveres y otras mercancías llegaban en carro a través de
este camino. Pero después de que se inaugurara la actual carretera entre Esporles
y Banyalbufar
el camino fue abandonado. El Consejo de Mallorca lo restauró en
1999 y lo incluyó en la red de caminos de la Ruta de Piedra en Seco.
La altitud máxima de la
ruta se encuentra en los 454 metros y la altitud mínima a los 117 metros. El
recorrido transcurre entre bosques de encina y maravillosas vistas a la costa
de la Serra de Tramuntana.
Es en este tramo donde
decidimos hacer una brevísima parada para tomar alguna pieza de fruta.
El camino, en unos momentos
es ancho y de buen firme para convertirse, en otros, en más estrecho y
pedregoso. En un tramo concreto vemos que tiene la anchura suficiente para que
pasaran carros, estando todo el suelo bien empedrado.
Desde el sitio donde
estamos mirando al norte podemos ver el mar desde Es Port des Canonge hasta
el pico Talaia Vella, que destaca en la lejanía con su considerable
altura (868 mts)
Un poco más adelante
encontramos un segundo pozo de nieve. Tiene un brocal bastante más alto que el
anterior y, desgraciadamente, en su parte interior parte de las piedras que
conformaban las paredes se han caído hacia el fondo. Creo que este patrimonio
de todos debería estar más cuidado, debiéndose asegurar las piedras antes de
que suceda lo que aquí.
El camino, bien marcado por
piedras en los laterales y un firme perfectamente claro, sigue discurriendo en
un entorno boscoso. Encontramos una señal que nos dice que estamos a poco más
de media hora de Esporles.
A partir de aquí todo el
camino, hasta llegar a Esporles, es una cuesta abajo, sin
que sea demasiado pronunciada.
Llegamos a la carretera
MA-1100 que une Banyalbufar con Esporles. Hemos de
cruzarla al otro lado para seguir caminando por el sendero que va paralelo a la
misma durante un kilómetro para volver a cruzarla otra vez a este lado antes de
entrar en Esporles.
Entramos en Esporles
junto a la iglesia de San Pedro por la Plaza de España buscando el
horno
Can Olivaret que Pepe conoce y que recomienda, pues
ha estado en esta localidad en varias ocasiones. La encontramos justo al lado,
en la calle Joan Riutor 5 . Como venden productos para comer, salados, nos
abastecemos de modo prudente y nos acercamos a comer en la Placeta del Jardinet,
cómodamente sentados en los bancos que rodean los árboles.
Desde la Placeta
nos vamos al río Torrent d’Esporles, que atraviesa la localidad de parte a
parte. Dejándolo a nuestra derecha caminamos en dirección al puente que lo
atraviesa. Cruzamos el puente y seguimos todo recto, pasando por una plaza con
una fuente.
Desde la salida del pueblo,
todo va a ser una continua cuesta arriba. A un kilómetro de la salida de Esporles
llegamos a una carretera, en la que encontraremos un poste indicador. Hemos de
tomarla en dirección a la izquierda durante un kilómetro antes de volvernos a
desviar. Veremos a nuestra izquierda la entrada a una finca que se llama Son
Dameto, pues unos doscientos metros más adelante hemos de coger un
camino que sale por la derecha haciendo un ángulo de 90 grados.
Desde ese desvío tendremos
que caminar 1,5 kilómetros, todo en continua ascensión. Iremos dejando a
nuestra derecha la Moleta de son Cabastre (593 mts).
Pasaremos delante de un
poste indicador (medio tumbado cuando pasamos nosotros) que nos señala que estamos
en el Camí de Sa Tanque de sas Mules. Tras pasar por delante de él
hay una fuerte curva a la izquierda y, nada más pasarla, a unos 200 metros del
poste indicador citado, sale a nuestra derecha otro camino que es el que
habremos de tomar. Está cerrado con una verja accesible y otro poste nos dice
que ese es el Camí de Sa Coma Llobera.
El paso de la verja nos ha
situado en el Pas de son Cabastre, una especie de puerto o paso que permite
pasar entre la Moleta de son Cabastre, a nuestra derecha, y la ladera del Penyal
Vermell, a la izquierda.
Hay que andar atentos,
porque a poco más de 200 metros de la verja hemos de hacer un brusco giro a la
izquierda para ascender por la ladera citada. Cuando estamos a mitad de la
subida nos encontramos una pared, en parte derrumbada, que hemos de saltar.
Seguimos en zona boscosa,
con abundante piedra en el terreno. Encontramos algún círculo de piedra que
pensamos que pudieran tener la utilidad antes dicha: ser la base del trabajo de
carboneros.
Encontramos un camino,
mucho más que sendero, con marcas claras de que por aquí circulan vehículos.
Luego he podido comprobar que sube hasta donde empieza la ladera del Penyal
de Migdia que es, más o menos, donde encontramos varias construcciones
con techo semicircular que resultan ser lo que a nosotros nos parecen aljibes.
Algunos contienen agua y otros están vacíos.
Algunas de las
construcciones (no todas) cuentan con una especie de chimenea que se nos escapa
cuál pudiera ser su utilidad.
Es de reseñar que estamos
en el segundo punto más alto de cuantos hay en la ruta. Es el extremo norte de
la Mola
de Pacs que tiene dos vertientes: una al sur coronada por el Penyal
Vermell, por la que hemos pasado en lo recorrido hasta ahora, y otra
hacia el norte, coronado por el Penyat des Migdia y que tiene un
punto singular en el Mirador de Son Matge, al que estamos
a punto de llegar y desde el que podremos divisar todo el valle que queda a
nuestros pies y que se extiende desde el mar hasta Valldemossa.
Desde aquí iremos por toda
la cuerda de la sierra hasta que lleguemos a Valldemossa. Tendremos
que saltar una pared que estaba coronada por una alambrada que el paso de los
senderistas ha rendido totalmente.
Tendremos que descender
hacia el Coll de Sant Jordi para volver a ascender luego, en nuestra
última subida de hoy, al Comellar de Sa Font.
La subida es fuerte y
requiere emplearse a fondo. Cuando estamos ya bastante arriba vemos unas
formaciones rocosas que parecen cuevas. Probablemente sean producto de la
erosión producida por el viento y, quizá, el agua.
Por fin llegamos a Sa
Comuna (704 mts.), desde donde tenemos unas vistas estupendas tanto de Valldemossa
como del valle que queda a nuestros pies.
Cuando continuamos la
bajada nos encontramos con los restos de un gran aljibe que servía para
abastecer de agua la Cartuja de Valldemossa. El aljibe es de planta
rectangular, con lados cortos, de 8 metros de ancho y su construcción data de
la segunda mitad del siglo XVIII. Su estado de
conservación actual es bastante lamentable.
La tarde ha caído. Cuando
estamos por el aljibe son ya las 7 de la tarde, lo que se nota en la escasez de
luz que me obliga a utilizar velocidades lentas para hacer las fotografías, que
no salen con la nitidez que quisiera.
La bajada es muy
pronunciada, por lo que bajamos atentos al sitio donde ponemos los pies, que no
es cuestión de tener una caída a estas alturas.
El pueblo va quedando a la
vista, destacando el gran edificio de la Cartuja, cuyo origen se remonta al tiempo
del rey
Jaime II de Mallorca, quien escogió este lugar, a más de 400 metros de
altura, para edificar un palacio para su hijo Sancho, conocido como el Palacio
del rey Sancho. En el año 1399 Martín el Humano cedió todas las
posesiones reales de Valldemossa a los monjes
cartujos, que fundaron la Cartuja y la habitaron hasta 1835,
cuando pasó a manos privadas a causa de la desamortización de Mendizábal.
Un poco más abajo
encontramos la Font de na Llambies que sirvió para el abastecimiento de agua a
la Cartuja,
habiendo noticias documentales de ello datadas en 1650.
En pocos minutos más
entramos en la población, cerca de las 8 de la tarde, pudiendo deleitarnos en
la contemplación de la Cartuja y su estupenda torre.
Como en Valldemossa
no había posibilidad de hospedaje, habíamos reservado para ello en el refugio
de Can Boi, en Deiá, y hablado previamente con un
taxista de Valldemossa para que nos llevara hasta allí y para que al día
siguiente, a primera hora, fuera a recogernos para volvernos a traer aquí para
continuar donde lo dejamos hoy.
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