domingo, 19 de enero de 2020

Ruta de la Lana 12: Los Olivares

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Realizada el 14 de enero de 2020. Día nuboso y frío, aunque no en exceso. Un grupo muy pequeño de caminantes, lo que nos permitió caminar a nuestro aire y, sobre todo, comentar con agrado y sorpresa las maravillosas formas de los olivos que pudimos contemplar desde el primer momento y que suponemos que se han producido a consecuencia de la técnica con que fueron cultivados y dirigidos los mismos.

Es una ruta sencilla, sin apenas desnivel y corta, con una longitud total de 8,34 kms. y un entorno muy bonito y cambiante, pues aunque lo que predomina es el olivo, se recorren también tramos de castaños y pinares.

La ruta comienza y termina en la localidad de Piedras Albas. Nada más entrar en la población y pasado el primer conjunto de casas, dejamos el coche aparcado en la misma carretera. Hay espacio suficiente para ello sin molestar a nadie. En concreto, al lado de la calle Palacios, por donde vamos a iniciar la ruta.


El término municipal de Piedras Albas es pequeñísimo pues solo tiene 4,51 km2. Está, por decirlo así, “embutido” en el mucho más grande de Alcántara, que ¡tiene hasta 557,9 km2, el mayor de toda la Comarca Tajo-Salor-Almonte.
Únicamente tenía en 2019 147 habitantes, habiendo descendido desde los 194 que tenía en 2010 (datos del INE).
La ruta desarrolla por el este de la población y realmente lo hace dentro del término municipal de Alcántara, donde existe abundante terreno arenoso muy apto para el cultivo del olivo.
Como he dicho, salimos por la calle Palacio, toda ella hormigonada, y nos dirigimos al Barrio del Cordel, que es un conjunto de casas ubicadas en la propia Cañada Real de Gata. Cuando lleguemos allí, hemos de seguir de frente.


En cuanto pasamos el Barrio del Cordel nos encontramos ya en medio de los olivares e inmediatamente comprendemos porqué esta ruta se llama así: todo lo que se extiende ante nuestra vista es un inmenso olivar. Pero diría que no es eso lo que nos impresiona, sino la forma preciosa que tienen los olivos ya que la mayor parte de los troncos, a poca altura del suelo, se abren en dos o tres. Y, con frecuencia, del suelo surgen ya dos o tres troncos que adivinamos que pertenecen a un tronco común.
Se ve que es una técnica muy concreta que no habíamos visto nunca en otros lugares.




Cuando llevamos recorridos 1,3 kms. entramos en un paraje llamado Taboada. No pasa desapercibido, pues un letrero sobre una torreta así lo anuncia.

Y pocos metros más allá el camino se bifurca. Nosotros hemos de tomar el de la derecha.


Y como podremos observar a lo largo de la ruta, hay con frecuencia en las fincas casas que presentan todo el aspecto de estar habitadas habitualmente. Así nos pasa con la Casa Taboada, que vemos a la derecha del camino.

Conforme vamos viendo más olivos, más convencidos estamos de la técnica utilizada de dividir los troncos cuando son jóvenes. Suponemos que lo que se busca es que las ramas se separen lo más posible para conseguir una mayor cantidad de luz. Y la verdad es que el resultado es estéticamente bellísimo.



A esta altura de la ruta sufrimos una confusión provocada por el track que veníamos siguiendo. 500 metros después de pasar por delante de la Casa de Taboada y tras una curva a la derecha que hace el camino, hay que tomar una intersección que sale por la izquierda. Nosotros seguimos unos metros más adelante y tuvimos que regresar al camino a través del campo de olivos. He incorporado un waypoint en el punto exacto en que debe tomarse la desviación a la izquierda y pongo la foto del lugar por donde giramos nosotros. Como digo, debe hacerse varios metros antes.

Discurre ahora el camino un poco encajonado por los taludes de tierra que hay a izquierda y derecha. Lo resalto porque lo habitual en toda esta ruta es que sea terreno llano, aproximadamente al mismo nivel que el camino por el que vamos.
Pasado este trecho, podemos ver a nuestra derecha la Casa de Córdoba, una construcción que nos parece de nueva planta y que tiene delante, mucho más cerca del camino, lo que parece ser un cenador de factura mucho más antigua que la casa.




Veremos a nuestra izquierda, como a unos doscientos metros del camino, la Casa del Olivar Grande, casa que tiene el tejado bastante deteriorado. Más adelante una intersección, debiendo optar nosotros por el camino de la derecha. Y más adelante aún llegaremos a una pista mucho más ancha que el camino que traemos y en el que desemboca éste. En ese punto hemos de hacer un giro de 90 grados a la derecha



Durante kilómetro y medio vamos a ir prácticamente en línea recta, encontrando en algunos momentos más encinas que olivos en el margen del camino.


Al cabo de ese kilómetro y medio, hay una intersección con tres caminos, debiendo optar nosotros por el de la derecha, que representa un giro de 90 grados, que es la Pista de los Olivares.

Pese al nombre que lleva esta Pista de los Olivares, los primeros árboles que vemos en esta zona son pinos que nos van a acompañar hasta que lleguemos a la Casa de Humosa, una construcción actualmente abandonada y en ruinas que se encuentra a la derecha del camino. Y justo a continuación vemos el cauce del Arroyo de los Quince, que se adivina por la cantidad de zarzas que hay pero por el que nos da la impresión que no corre ni una gota de agua.





Un poco más adelante encontraremos una intersección, debiendo nosotros seguir de frente. Desde allí ya estaremos viendo, aún a lo lejos, la Casa de Menores. Como el nombre de la misma me resultó llamativo he buscado algo de información sobre la misma, pero no he logrado resultado alguno.




Y pocos metros más adelante, pero en el lado izquierdo y algo más alejada del camino, la Casa de los Roeles junto a la que pasa un arroyo, que sí lleva caudal, pero del que no he logrado averiguar el nombre.

Al otro lado del camino y bastante más alejada del mismo, podemos distinguir la Casa Clavinero, de construcción bastante más antigua que las dos que acabamos de ver.

Desde aquí, que es el punto con el desnivel más bajo de toda la ruta, vamos ascendiendo hasta un punto en que el camino se divide en dos. El de la izquierda es una bajada que lleva a la carretera EX—207, paralela a la Cañada Real de Gata, mientras que el de la derecha, que presenta una pequeña cuesta arriba es la que tenemos que seguir nosotros.


En cuanto subimos la pequeña cuesta queda ante nosotros la Casa Rivero de la que enseguida me llaman la atención sus dos chimeneas con esgrafiados, mejor conservados en la más grande que en la otra.
El acceso a la casa está abierto, no habiendo puertas que impiden asomarse a su interior.




Cuando salimos de la casa y la bordeamos para seguir camino por su parte de atrás, apenas avanzados unos pasos podemos ver ya otra vez Piedras Albas, hacia donde nos dirigimos prácticamente en línea recta de nuevo inmersos entre preciosos olivos que vuelven a llamarnos la atención por la preciosa estética de sus formas. Estamos en lo que se llama Camino de la Dehesilla.





Son unos dos kilómetros los que nos separan del pueblo y en todo este trayecto solo encontraremos, como a la mitad, las ruinas de Casa Clavinero y un pozo al otro lado de la casa.


Al llegar al pueblo encontraremos a nuestra izquierda un panel de madera que en mejores tiempos informaba sobre las rutas senderistas que pasan por aquí. Hoy apenas si puede leerse nada en el mismo.
Hemos de dejar el cartel a nuestra izquierda y seguir de frente para, una vez pasada la primera manzana de casas, girar a la izquierda y seguir todo recto hasta llegar otra vez al punto de partida de la ruta.





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