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Realizada el 14 de enero de
2020. Día nuboso y frío, aunque no en exceso. Un grupo muy pequeño de
caminantes, lo que nos permitió caminar a nuestro aire y, sobre todo, comentar
con agrado y sorpresa las maravillosas formas de los olivos que pudimos
contemplar desde el primer momento y que suponemos que se han producido a
consecuencia de la técnica con que fueron cultivados y dirigidos los mismos.
Es una ruta sencilla, sin
apenas desnivel y corta, con una longitud total de 8,34 kms. y un entorno muy
bonito y cambiante, pues aunque lo que predomina es el olivo, se recorren
también tramos de castaños y pinares.
La ruta comienza y termina
en la localidad de Piedras Albas. Nada más entrar en la población y pasado el
primer conjunto de casas, dejamos el coche aparcado en la misma carretera. Hay
espacio suficiente para ello sin molestar a nadie. En concreto, al lado de la calle
Palacios, por donde vamos a iniciar la ruta.
El término municipal de Piedras
Albas es pequeñísimo pues solo tiene 4,51 km2. Está, por decirlo así,
“embutido” en el mucho más grande de Alcántara, que ¡tiene hasta 557,9 km2,
el mayor de toda la Comarca Tajo-Salor-Almonte.
Únicamente tenía en 2019
147 habitantes, habiendo descendido desde los 194 que tenía en 2010 (datos del
INE).
La ruta desarrolla por el
este de la población y realmente lo hace dentro del término municipal de Alcántara,
donde existe abundante terreno arenoso muy apto para el cultivo del olivo.
Como he dicho, salimos por
la calle Palacio, toda ella hormigonada, y nos dirigimos al Barrio
del Cordel, que es un conjunto de casas ubicadas en la propia Cañada
Real de Gata. Cuando lleguemos allí, hemos de seguir de frente.
En cuanto pasamos el Barrio
del Cordel nos encontramos ya en medio de los olivares e inmediatamente
comprendemos porqué esta ruta se llama así: todo lo que se extiende ante
nuestra vista es un inmenso olivar. Pero diría que no es eso lo que nos
impresiona, sino la forma preciosa que tienen los olivos ya que la mayor parte
de los troncos, a poca altura del suelo, se abren en dos o tres. Y, con
frecuencia, del suelo surgen ya dos o tres troncos que adivinamos que
pertenecen a un tronco común.
Se ve que es una técnica muy
concreta que no habíamos visto nunca en otros lugares.
Cuando llevamos recorridos
1,3 kms. entramos en un paraje llamado Taboada. No pasa desapercibido, pues
un letrero sobre una torreta así lo anuncia.
Y pocos metros más allá el
camino se bifurca. Nosotros hemos de tomar el de la derecha.
Y como podremos observar a
lo largo de la ruta, hay con frecuencia en las fincas casas que presentan todo
el aspecto de estar habitadas habitualmente. Así nos pasa con la Casa
Taboada, que vemos a la derecha del camino.
Conforme vamos viendo más
olivos, más convencidos estamos de la técnica utilizada de dividir los troncos
cuando son jóvenes. Suponemos que lo que se busca es que las ramas se separen
lo más posible para conseguir una mayor cantidad de luz. Y la verdad es que el
resultado es estéticamente bellísimo.
A esta altura de la ruta
sufrimos una confusión provocada por el track que veníamos siguiendo. 500
metros después de pasar por delante de la Casa de Taboada y tras una curva a
la derecha que hace el camino, hay que tomar una intersección que sale por la
izquierda. Nosotros seguimos unos metros más adelante y tuvimos que regresar al
camino a través del campo de olivos. He incorporado un waypoint en el punto
exacto en que debe tomarse la desviación a la izquierda y pongo la foto del
lugar por donde giramos nosotros. Como digo, debe hacerse varios metros antes.
Discurre ahora el camino un
poco encajonado por los taludes de tierra que hay a izquierda y derecha. Lo
resalto porque lo habitual en toda esta ruta es que sea terreno llano,
aproximadamente al mismo nivel que el camino por el que vamos.
Pasado este trecho, podemos
ver a nuestra derecha la Casa de Córdoba, una construcción
que nos parece de nueva planta y que tiene delante, mucho más cerca del camino,
lo que parece ser un cenador de factura mucho más antigua que la casa.
Veremos a nuestra
izquierda, como a unos doscientos metros del camino, la Casa del Olivar Grande,
casa que tiene el tejado bastante deteriorado. Más adelante una intersección,
debiendo optar nosotros por el camino de la derecha. Y más adelante aún
llegaremos a una pista mucho más ancha que el camino que traemos y en el que
desemboca éste. En ese punto hemos de hacer un giro de 90 grados a la derecha
Durante kilómetro y medio
vamos a ir prácticamente en línea recta, encontrando en algunos momentos más
encinas que olivos en el margen del camino.
Al cabo de ese kilómetro y
medio, hay una intersección con tres caminos, debiendo optar nosotros por el de
la derecha, que representa un giro de 90 grados, que es la Pista de los Olivares.
Pese al nombre que lleva
esta Pista
de los Olivares, los primeros árboles que vemos en esta zona son pinos
que nos van a acompañar hasta que lleguemos a la Casa de Humosa, una
construcción actualmente abandonada y en ruinas que se encuentra a la derecha
del camino. Y justo a continuación vemos el cauce del Arroyo de los Quince, que
se adivina por la cantidad de zarzas que hay pero por el que nos da la
impresión que no corre ni una gota de agua.
Un poco más adelante
encontraremos una intersección, debiendo nosotros seguir de frente. Desde allí
ya estaremos viendo, aún a lo lejos, la Casa de Menores. Como el nombre de
la misma me resultó llamativo he buscado algo de información sobre la misma,
pero no he logrado resultado alguno.
Y pocos metros más
adelante, pero en el lado izquierdo y algo más alejada del camino, la Casa
de los Roeles junto a la que pasa un arroyo, que sí lleva caudal, pero
del que no he logrado averiguar el nombre.
Al otro lado del camino y
bastante más alejada del mismo, podemos distinguir la Casa Clavinero, de
construcción bastante más antigua que las dos que acabamos de ver.
Desde aquí, que es el punto
con el desnivel más bajo de toda la ruta, vamos ascendiendo hasta un punto en
que el camino se divide en dos. El de la izquierda es una bajada que lleva a la
carretera EX—207, paralela a la Cañada Real de Gata, mientras que el
de la derecha, que presenta una pequeña cuesta arriba es la que tenemos que
seguir nosotros.
En cuanto subimos la pequeña
cuesta queda ante nosotros la Casa Rivero de la que enseguida me
llaman la atención sus dos chimeneas con esgrafiados, mejor conservados en la
más grande que en la otra.
El acceso a la casa está
abierto, no habiendo puertas que impiden asomarse a su interior.
Cuando salimos de la casa y
la bordeamos para seguir camino por su parte de atrás, apenas avanzados unos
pasos podemos ver ya otra vez Piedras Albas, hacia donde nos
dirigimos prácticamente en línea recta de nuevo inmersos entre preciosos olivos
que vuelven a llamarnos la atención por la preciosa estética de sus formas.
Estamos en lo que se llama Camino de la Dehesilla.
Son unos dos kilómetros los
que nos separan del pueblo y en todo este trayecto solo encontraremos, como a
la mitad, las ruinas de Casa Clavinero y un pozo al otro lado
de la casa.
Al llegar al pueblo
encontraremos a nuestra izquierda un panel de madera que en mejores tiempos
informaba sobre las rutas senderistas que pasan por aquí. Hoy apenas si puede
leerse nada en el mismo.
Hemos de dejar el cartel a
nuestra izquierda y seguir de frente para, una vez pasada la primera manzana de
casas, girar a la izquierda y seguir todo recto hasta llegar otra vez al punto
de partida de la ruta.
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