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Realizada el 3 de enero de
2020. Día frío, aunque no en exceso. Despejado. Cuatro adultos y un niño que
nos condicionó solo en un punto en que había que pasar entre vacas y le dio miedo,
lo que nos llevó a evitar el camino normal durante trescientos metros y a tener
que saltar luego una pared para ir hacia el mismo. Y la misma liturgia al
regreso.
Se trata de una ruta
sencilla, de ida y vuelta, con una longitud total de 8,34 kms. y un desnivel
absolutamente inapreciable.
La ruta comienza y termina
en la localidad de Zarza la Mayor. Dejamos el coche aparcado en las inmediaciones
de la Iglesia de San Andrés Apóstol, que ocupa el centro de la Plaza
Mayor. Era viernes y día de mercadillo, por lo la plaza estaba “tomada”
por agricultores y vendedores, muchos de ellos (quizá la mayoría) portugueses.
Al otro lado de la Plaza
está el Ayuntamiento, la “Casa Grande”, que en otro tiempo fue
la Real
Fábrica de la Seda, cuya frontal estaba totalmente ocupado también por
vendedores ambulantes.
Detrás del Ayuntamiento se
encuentra la Plaza del Rollo, donde se ubica, encaramado sobre cuatro
niveles de granito, un magnífico Rollo de Justicia. Bajo el mismo se
celebraban los juicios en sesiones públicas y se practicaba el escarnio y
castigo de los inculpados. Rematado por dos escudos, símbolos del título de
villazgo otorgado a la población en el siglo XV, uno luce las armas
originales de la villa y el otro ostenta el blasón real. Es la representación
de lo que era entonces Zarza la Mayor, con gran actividad
económica y política, numerosa población y carácter jurídico autónomo
simbolizado en el Rollo.
En el centro de la plaza,
una fuente redonda.
En la misma plaza, y en la
fachada del edificio que hace esquina con el Callejón de la Conceja
(que hemos de tomar para seguir la ruta) hay en el suelo una fuente de hierro
y, a su lado, un poste indicador con el letrero “Fuente Romana la Conceja”
y un símbolo prácticamente idéntico a la fuente de hierro a la que aludo. La
verdad es que nos sorprendió enormemente porque resulta evidente que aquello es
una fuente, pero que de romana no tiene nada. Debatimos al respecto y
continuamos camino un tanto despistados por aquello.
La verdad es que a poco de
doblar aquella esquina y dar unos pocos pasos se despejaron todas nuestras
dudas porque enseguida vimos, al fondo de la calleja lo que adivinamos al
instante que sí era la Fuente de la Conceja y, si bien la
construcción no es romana, sí puede calificarse de medieval.
Aunque para seguir ruta hay
que girar a la derecha, preferimos visitar primero la fuente, que es una
magnífica muestra de arquitectura funcional popular, construida en el siglo
XIV y cuyo nombre alude a la congregación comunitaria vecinal que
formaba La Zarza (concejo).
El pozo está realizado a
base de sillares regulares graníticos y tiene una profundidad aproximada de siete metros. En él se dispone un
amplio brocal de granito de planta rectangular, en cuyos frentes se suceden
arcos apuntados en los lados menores y un par de medio punto, más bajos, en los
costados mayores. Olvidada durante muchos años, en 1987 la Junta
de Extremadura declaró la fuente como Bien de Interés Cultural,
llevándose a cabo su restauración en 1996.
El entorno también ha sido
muy bien cuidado.
Volvemos unos pocos
(poquísimos) pasos atrás para abandonar la población por la Calleja
Larga, atravesada por el Arroyo del Lugar. La propia calle
incorpora un puentecillo de hormigón para salvar el arroyo en épocas en que va
más caudaloso pues cuando pasamos nosotros puede salvarse a pie sin mojarse las
suelas en absoluto.
Al principio hay algunos
huertos a los lados del camino que pronto van a desaparecer, quedando puro
campo. Volviendo la vista atrás tenemos una visión de conjunto de Zarza
la Mayor desde esta zona.
El camino lleva hasta la
carretera CC-174, que lleva de Zarza al otro lado de la frontera,
al pueblo portugués vecino, Salvaterra do Extremo. Nosotros, sin
embargo, no llegaremos a ella, pues cuando faltan unos 100 metros encontramos
un camino a la izquierda que lleva al Castillo de Peñafiel, que es nuestro
destino. Lo tomamos y enseguida podremos ver a nuestra derecha la Cruz
de Salvatierra, un antiguo crucero algo alejado del camino lo que me
hace pensar que originalmente el camino pasaba más por allí que por aquí, ya
que los cruceros solían ubicarse a la vera del camino.
Los campos de los laterales
tienen algunos olivos, encinas, almendros (varios ya con flor estando a
primeros de enero) y algunas vides que aparecen a nuestra vista como si
estuvieran secas aunque, realmente, solo duermen esperando un tiempo más
cálido.
Pasamos por el cauce completamente
seco del Arroyo de Valdecañas y desde allí mismo podemos ver a nuestra
izquierda, a media subida del monte, la Fuente de la Escoba que en un tiempo
atrás estuvo absolutamente abandonada y cubierta de zarzas. Ahora presenta un
mejor aspecto, pues ha sido desbrozado todo el terreno de alrededor y señalizada
con un poste indicador. Construida con sillares de granito y cubierta por una
bóveda también de bloques de granito, al parecer la fuente es coetánea del
castillo y del poblado que hay a su alrededor, y que luego veremos.
Decidimos no subir a verla in
situ, pero no me privo de hacerle un par de fotos.
Hay una pequeña subida al
final de la que encontramos una “puerta” hecha con palos y alambres. Antes de
llegar a ella ya tenemos la oportunidad de ver Salvaterra do Extremo, al
otro lado de la frontera, de la que destaca el gran depósito de agua.
Un poco más arriba el
camino hace un ligero giro a la izquierda, donde hay una cancela que tendríamos
que haber pasado, pero el niño que nos acompaña no quiere entrar porque al otro
lado hay unas vacas que le imponen respeto. Decidimos respetar su posición y
continuamos entre cincuenta y cien metros dejando la pared a nuestra izquierda
hasta que en lugar que nos parece idóneo y suficientemente alejado de las
vacas, saltamos la pared.
Vamos a ir dejando a
nuestra izquierda un arroyuelo que sí lleva algo de caudal, pero que se puede
saltar sin problema para pasar al otro lado.
El castillo ya queda a un
paso, pudiendo observar todo su conjunto entre el que destaca su estupenda torre
del homenaje que luego podremos ver con más detalle.
Cuando nos aproximamos al
castillo vemos lo que son los restos de la aldea que existió en las
inmediaciones del mismo y donde debió vivir una población que prestara su
asistencia a los habitantes del castillo o, quizá, soldados francos de
servicio. La aldea debió ser abandonada al mismo tiempo que el castillo o,
quizá, poco después. Los restos son abundantes quedando restos de paredes aún
en pie, pudiendo identificarse sin problema la planta de las casas o de las
habitaciones.
En pocos pasos más nos
acercamos a la muralla del Castillo de Peñafiel, nuestro
verdadero objetivo en la ruta de hoy.
Al parecer los orígenes del
castillo fueron levantados en el siglo IX por los árabes
y algunos mantienen que, en un primer momento, solo hubo aquí una torre de
vigilancia para prevenir posibles ataques de los reyes cristianos que estaban
más al norte. En aquel primer momento recibía en nombre de Racha-Rachel que,
traducido, sería La Roca de Raquel y empezó a cobrar más importancia a partir
del siglo
XI.
Después de 1166
esta fortaleza se integró en la red de castillos que ayudaban a controlar y
vigilar la frontera entre los reinos árabes y cristianos.
En 1212 fue tomado por Alfonso
IX pasando entonces a recibir el nombre que aún conserva. Poco después,
ya en el siglo XIII, fue cedido a la Orden de Alcántara. Fue
entonces cuando fue nombrado cabeza administrativa de la Encomienda de Peñafiel y
se gestó la aldea cuyos restos podemos ver en las proximidades.
Ya en el siglo
XIV, al parecer a partir de 1356, se empezaron a abandonar las
casas de la aldea hasta quedar sin habitantes.
Durante 1410
el castillo sufrió varios asedios que deterioraron su estructura. Fue
reconstruido entre los años 1547-1549, cuando Pedro de Ybarra
diseñó y dirigió la construcción de la torre del homenaje, para acabar siendo
abandonado en los últimos años del siglo XVI.
En 1640, con motivo de la Guerra
de la Independencia de Portugal, el castillo quedó en el estado de ruina
que podemos contemplar hoy.
La entrada principal se
hace a través de un arco de medio punto con grandes dovelas de granito y
flanqueada por dos torres cilíndricas del mismo material. Traspasada la
barbacana, aún puede contemplarse una buena parte de lo que fue la estructura
militar. Lo mejor de toda ella es, sin duda alguna, la magnífica torre del
homenaje.
El castillo, edificado
sobre un crestón cuarcítico, nos depara en su flanco oeste unas impresionantes
vistas de los riberos del río Eljas (Erjas para los
portugueses), lugar privilegiado para la nidificación de aves como la cigüeña
negra y los buitres leonados.
En las proximidades del castillo
se encuentra una torre de vigilancia que puede verse a frente a la entrada
principal al castillo, pero cerca del río y alejada como quinientos metros o
algo más.
Terminada la visita al Castillo
de Peñafiel comentamos entre nosotros lo sorprendido que estábamos por
la belleza del lugar y el estado de conservación del monumento, lamentando que
esta ruta sea tan poco practicada a lo que, seguramente, contribuye la poca
distancia a recorrer (8 kilómetros en ida y vuelta) y lo alejado de Zarza
la Mayor.
Regresamos por el mismo
camino hasta Zarza la Mayor, dando por terminada la ruta.
Teófilo, gracias por la explicación tan detallada que das en tu visita al castillo, yo cada año que voy a Zarza la Mayor (mi pueblo) suelo visitarlo, y disfrutar de sus vistas, en especial ver el vuelo de aguilas y cigüeñas, también de los buitres. Comparto tu visita en Facebook y una vez más gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Pedro. Celebro que te haya gustado.
EliminarGracias una vez más por esta crónica estupenda, Teo. Mira que la tengo cerca cuando voy a Moraleja, pero la disfrutaré más con tus ojos!
ResponderEliminar(Espero que las vacas se porten bien, porque iré con peques 😂🌈)
Saludos y gracias!
Celebro que te guste, Julia. Anímate y acércate a verlo. Disfrutarás.
EliminarUn bonito paseo y en tiempo de espárragos se puede coger para una buena tortilla Yo suelo ir todos los años
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