domingo, 12 de enero de 2020

Ruta de la Lana 16: El Castillo de Peñafiel


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Realizada el 3 de enero de 2020. Día frío, aunque no en exceso. Despejado. Cuatro adultos y un niño que nos condicionó solo en un punto en que había que pasar entre vacas y le dio miedo, lo que nos llevó a evitar el camino normal durante trescientos metros y a tener que saltar luego una pared para ir hacia el mismo. Y la misma liturgia al regreso.

Se trata de una ruta sencilla, de ida y vuelta, con una longitud total de 8,34 kms. y un desnivel absolutamente inapreciable.

La ruta comienza y termina en la localidad de Zarza la Mayor. Dejamos el coche aparcado en las inmediaciones de la Iglesia de San Andrés Apóstol, que ocupa el centro de la Plaza Mayor. Era viernes y día de mercadillo, por lo la plaza estaba “tomada” por agricultores y vendedores, muchos de ellos (quizá la mayoría) portugueses.



Al otro lado de la Plaza está el Ayuntamiento, la “Casa Grande”, que en otro tiempo fue la Real Fábrica de la Seda, cuya frontal estaba totalmente ocupado también por vendedores ambulantes.

Detrás del Ayuntamiento se encuentra la Plaza del Rollo, donde se ubica, encaramado sobre cuatro niveles de granito, un magnífico Rollo de Justicia. Bajo el mismo se celebraban los juicios en sesiones públicas y se practicaba el escarnio y castigo de los inculpados. Rematado por dos escudos, símbolos del título de villazgo otorgado a la población en el siglo XV, uno luce las armas originales de la villa y el otro ostenta el blasón real. Es la representación de lo que era entonces Zarza la Mayor, con gran actividad económica y política, numerosa población y carácter jurídico autónomo simbolizado en el Rollo.
En el centro de la plaza, una fuente redonda.



En la misma plaza, y en la fachada del edificio que hace esquina con el Callejón de la Conceja (que hemos de tomar para seguir la ruta) hay en el suelo una fuente de hierro y, a su lado, un poste indicador con el letrero “Fuente Romana la Conceja” y un símbolo prácticamente idéntico a la fuente de hierro a la que aludo. La verdad es que nos sorprendió enormemente porque resulta evidente que aquello es una fuente, pero que de romana no tiene nada. Debatimos al respecto y continuamos camino un tanto despistados por aquello.

La verdad es que a poco de doblar aquella esquina y dar unos pocos pasos se despejaron todas nuestras dudas porque enseguida vimos, al fondo de la calleja lo que adivinamos al instante que sí era la Fuente de la Conceja y, si bien la construcción no es romana, sí puede calificarse de medieval.
Aunque para seguir ruta hay que girar a la derecha, preferimos visitar primero la fuente, que es una magnífica muestra de arquitectura funcional popular, construida en el siglo XIV y cuyo nombre alude a la congregación comunitaria vecinal que formaba La Zarza (concejo).
El pozo está realizado a base de sillares regulares graníticos y tiene una profundidad aproximada de siete metros. En él se dispone un amplio brocal de granito de planta rectangular, en cuyos frentes se suceden arcos apuntados en los lados menores y un par de medio punto, más bajos, en los costados mayores. Olvidada durante muchos años, en 1987 la Junta de Extremadura declaró la fuente como Bien de Interés Cultural, llevándose a cabo su restauración en 1996.




El entorno también ha sido muy bien cuidado.

Volvemos unos pocos (poquísimos) pasos atrás para abandonar la población por la Calleja Larga, atravesada por el Arroyo del Lugar. La propia calle incorpora un puentecillo de hormigón para salvar el arroyo en épocas en que va más caudaloso pues cuando pasamos nosotros puede salvarse a pie sin mojarse las suelas en absoluto.


Al principio hay algunos huertos a los lados del camino que pronto van a desaparecer, quedando puro campo. Volviendo la vista atrás tenemos una visión de conjunto de Zarza la Mayor desde esta zona.

El camino lleva hasta la carretera CC-174, que lleva de Zarza al otro lado de la frontera, al pueblo portugués vecino, Salvaterra do Extremo. Nosotros, sin embargo, no llegaremos a ella, pues cuando faltan unos 100 metros encontramos un camino a la izquierda que lleva al Castillo de Peñafiel, que es nuestro destino. Lo tomamos y enseguida podremos ver a nuestra derecha la Cruz de Salvatierra, un antiguo crucero algo alejado del camino lo que me hace pensar que originalmente el camino pasaba más por allí que por aquí, ya que los cruceros solían ubicarse a la vera del camino.


Los campos de los laterales tienen algunos olivos, encinas, almendros (varios ya con flor estando a primeros de enero) y algunas vides que aparecen a nuestra vista como si estuvieran secas aunque, realmente, solo duermen esperando un tiempo más cálido.
Pasamos por el cauce completamente seco del Arroyo de Valdecañas y desde allí mismo podemos ver a nuestra izquierda, a media subida del monte, la Fuente de la Escoba que en un tiempo atrás estuvo absolutamente abandonada y cubierta de zarzas. Ahora presenta un mejor aspecto, pues ha sido desbrozado todo el terreno de alrededor y señalizada con un poste indicador. Construida con sillares de granito y cubierta por una bóveda también de bloques de granito, al parecer la fuente es coetánea del castillo y del poblado que hay a su alrededor, y que luego veremos.
Decidimos no subir a verla in situ, pero no me privo de hacerle un par de fotos.


Hay una pequeña subida al final de la que encontramos una “puerta” hecha con palos y alambres. Antes de llegar a ella ya tenemos la oportunidad de ver Salvaterra do Extremo, al otro lado de la frontera, de la que destaca el gran depósito de agua.


Un poco más arriba el camino hace un ligero giro a la izquierda, donde hay una cancela que tendríamos que haber pasado, pero el niño que nos acompaña no quiere entrar porque al otro lado hay unas vacas que le imponen respeto. Decidimos respetar su posición y continuamos entre cincuenta y cien metros dejando la pared a nuestra izquierda hasta que en lugar que nos parece idóneo y suficientemente alejado de las vacas, saltamos la pared.


Vamos a ir dejando a nuestra izquierda un arroyuelo que sí lleva algo de caudal, pero que se puede saltar sin problema para pasar al otro lado.
El castillo ya queda a un paso, pudiendo observar todo su conjunto entre el que destaca su estupenda torre del homenaje que luego podremos ver con más detalle.

Cuando nos aproximamos al castillo vemos lo que son los restos de la aldea que existió en las inmediaciones del mismo y donde debió vivir una población que prestara su asistencia a los habitantes del castillo o, quizá, soldados francos de servicio. La aldea debió ser abandonada al mismo tiempo que el castillo o, quizá, poco después. Los restos son abundantes quedando restos de paredes aún en pie, pudiendo identificarse sin problema la planta de las casas o de las habitaciones.




En pocos pasos más nos acercamos a la muralla del Castillo de Peñafiel, nuestro verdadero objetivo en la ruta de hoy.
Al parecer los orígenes del castillo fueron levantados en el siglo IX por los árabes y algunos mantienen que, en un primer momento, solo hubo aquí una torre de vigilancia para prevenir posibles ataques de los reyes cristianos que estaban más al norte. En aquel primer momento recibía en nombre de Racha-Rachel que, traducido, sería La Roca de Raquel y empezó a cobrar más importancia a partir del siglo XI.
Después de 1166 esta fortaleza se integró en la red de castillos que ayudaban a controlar y vigilar la frontera entre los reinos árabes y cristianos.



En 1212 fue tomado por Alfonso IX pasando entonces a recibir el nombre que aún conserva. Poco después, ya en el siglo XIII, fue cedido a la Orden de Alcántara. Fue entonces cuando fue nombrado cabeza administrativa de la Encomienda de Peñafiel y se gestó la aldea cuyos restos podemos ver en las proximidades.
Ya en el siglo XIV, al parecer a partir de 1356, se empezaron a abandonar las casas de la aldea hasta quedar sin habitantes.
Durante 1410 el castillo sufrió varios asedios que deterioraron su estructura. Fue reconstruido entre los años 1547-1549, cuando Pedro de Ybarra diseñó y dirigió la construcción de la torre del homenaje, para acabar siendo abandonado en los últimos años del siglo XVI.
En 1640, con motivo de la Guerra de la Independencia de Portugal, el castillo quedó en el estado de ruina que podemos contemplar hoy.
La entrada principal se hace a través de un arco de medio punto con grandes dovelas de granito y flanqueada por dos torres cilíndricas del mismo material. Traspasada la barbacana, aún puede contemplarse una buena parte de lo que fue la estructura militar. Lo mejor de toda ella es, sin duda alguna, la magnífica torre del homenaje.







El castillo, edificado sobre un crestón cuarcítico, nos depara en su flanco oeste unas impresionantes vistas de los riberos del río Eljas (Erjas para los portugueses), lugar privilegiado para la nidificación de aves como la cigüeña negra y los buitres leonados.





En las proximidades del castillo se encuentra una torre de vigilancia que puede verse a frente a la entrada principal al castillo, pero cerca del río y alejada como quinientos metros o algo más.

Terminada la visita al Castillo de Peñafiel comentamos entre nosotros lo sorprendido que estábamos por la belleza del lugar y el estado de conservación del monumento, lamentando que esta ruta sea tan poco practicada a lo que, seguramente, contribuye la poca distancia a recorrer (8 kilómetros en ida y vuelta) y lo alejado de Zarza la Mayor.
Regresamos por el mismo camino hasta Zarza la Mayor, dando por terminada la ruta.

5 comentarios:

  1. Teófilo, gracias por la explicación tan detallada que das en tu visita al castillo, yo cada año que voy a Zarza la Mayor (mi pueblo) suelo visitarlo, y disfrutar de sus vistas, en especial ver el vuelo de aguilas y cigüeñas, también de los buitres. Comparto tu visita en Facebook y una vez más gracias.

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  2. Gracias una vez más por esta crónica estupenda, Teo. Mira que la tengo cerca cuando voy a Moraleja, pero la disfrutaré más con tus ojos!
    (Espero que las vacas se porten bien, porque iré con peques 😂🌈)
    Saludos y gracias!

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    Respuestas
    1. Celebro que te guste, Julia. Anímate y acércate a verlo. Disfrutarás.

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  3. Un bonito paseo y en tiempo de espárragos se puede coger para una buena tortilla Yo suelo ir todos los años

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