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Organizada por la sección
de senderismo de la empresa Hutchinson (Catelsa-Cáceres) y
realizada el 1 de febrero de 2020.
Día nublado, lluvioso a
primera hora y con bastante niebla durante las primeras tres horas y pico de
ruta, lo que nos fastidió el disfrutar de las preciosas vistas que se tienen en
el discurrir por la Garganta de Santa Lucía y en especial en la primera parte del
recorrido por los aledaños de la Sierra del Alcornocal.
Se trata de una recorrido
de poco más de 18 kilómetros, sin desniveles relevantes más que en la parte
final de la ruta. La bajada hasta el Almonte, que no comporta mayor
esfuerzo y la posterior subida hasta Cabañas del Castillo y, si se desea,
al Castillo
de Cabañas
propiamente dicho. Es una subida de 350 metros en dos kilómetros y medio de
recorrido.
Como he indicado la mañana
comenzó muy lluviosa. Cuando llegamos a Cabañas, el autobús nos dejó en la
carretera CC-22.3, aproximadamente a 1 kilómetro del pueblo, toda vez que
en el pueblo no puede girar por falta de espacio y ha de subir en marcha atrás,
lo que hace sin que vaya nadie en el autobús.
Comenzamos la ruta en el
arranque de la calle Peña Buitrera, donde termina la
carretera de subida al pueblo. Allí hay una pequeña explanada que nos sirvió
como referencia para comenzar a caminar. También terminaríamos aquí la ruta.
Salimos por la calle Peña
Buitrera, la que sale a la derecha en dirección ascendente. A 100
metros encontramos una casa de dos plantas de frente, de piedra y tomamos por
su lado izquierdo, con o que salimos ya a campo abierto. Hay una indicación
para ir al Castillo, pero nosotros simplemente seguiremos por el lado
izquierdo de la casa adelante.
Pasamos junto al cementerio
de la localidad, que dejamos a nuestra izquierda y continuamos. Como el día
está lluvioso y, lo que es peor, con bastante niebla, no nos es posible divisar
la Peña Buitrera, que queda justo a nuestra izquierda.
Llegamos enseguida a un
buen ejemplar de encina que se ha derrumbado sobre el camino. Una de sus ramas
se apoya en el suelo, con lo que el tronco queda lo suficientemente separado
del suelo como para que podamos pasar por debajo del mismo.
Cuando llegamos al Collado
de los Zahurdones el sendero se convierte en una amplia pista de tierra
rojiza. En este punto atravesamos la Sierra del Alcornocal, pasando de un
lateral del mismo al otro. El Collado se sitúa entre la Peña
Bruitrera (detrás de nosotros en este punto) y la Peña María (que nos queda
justo delante).
Con este paso de un lado a
otro dejamos también la vertiente que da al Río Berzocana para pasar
a la Garganta
de Santa Lucía, en cuyo fondo discurre el río del mismo nombre.
Enseguida atravesamos al
otro lado del cauce, lo que hacemos utilizando el Puente de la Pasada,
puente con un solo ojo por el que discurren las rápidas aguas.
Un poco más adelante el
camino hace un giro cerrado a la izquierda. Nos encontramos justo en el punto
opuesto a las Apreturas del Almonte, hacia donde ahora nos dirigiremos.
A los pocos metros el
camino se bifurca. El que va por la izquierda tiene un letrero donde dice “Prohibido el paso. Finca particular”.
Nos habían indicado que podíamos pasar. Se trata de un recorrido de 900 metros
que, de no tomarlo, nos veríamos obligados a hacer un amplio rodeo de entre 3 y
4 kilómetros.
Optamos por pasar, rápidos
y tratando de no ser molestos. A mitad del trayecto hay unas casas que, por su
aspecto, parecen estar abandonadas y en incipiente estado de ruina.
Y por fin, abandonamos ese
camino particular y volvemos a salir a la pista de tierra, empapada por el agua
de la lluvia que cae intermitentemente pero que, cuando lo hace, lo hace con
fuerza.
A poco más de un kilómetro
desde que nos volvimos a incorporar a la pista de tierra vemos a nuestra
izquierda una superficie circular con un solado de piedras bien construido.
Aunque no sé exactamente qué puede ser, deduzco que pudiera tratarse de un
lugar destinado a era para la trilla de las mieses. Pero es solo una
suposición.
Ya en la falda de la Sierra
de la Ortijuela avanzamos por el camino del mismo nombre. Es una
lástima que la niebla alta no nos permita contemplar los altos muros de esta Sierra,
que eran uno de los principales atractivos de esta ruta. Una verdadera mala
suerte.
Unos metros más adelante
una casita de una sola planta queda a nuestra derecha. Todo apunta a que está
habitada, pero no vemos ni personas, ni coches, ni ningún signo de presencia
humana al momento de pasar nosotros.
Nos toca ahora subir una
prolongada cuesta, aunque carente de un desnivel que suponga mucho esfuerzo.
A nuestra derecha tenemos
unas paredes graníticas espectaculares. Creo que al conjunto lo llaman La
Bandera. La acción del tiempo y de los agentes climatológicos han
provocado que del mismo se hayan ido desprendiendo trozos de roca que forman, a
la derecha del camino, una gran pedrera que no tenemos que pisar.
Cuando ya casi rematamos la
cuesta vemos a nuestra izquierda una casa de una sola planta, con prolongación.
Todo el conjunto de poca altura. Aquí si hay signos de vida: un coche en el
camino, un pequeño tractor con remolque…
Cuando llegamos a lo más
alto de la cuesta el camino hace un giro de 90 grados a la derecha. Estamos a
mitad del recorrido, por lo que decidimos hacer una corta parada y tomar algo
de fruta. Cae una fina llovizna que no molesta en exceso.
Al poco rato de parar
empieza a llover con más fuerza otra vez, por lo que decidimos continuar
camino.
A partir de aquí todo es
bajada y en algún momento hay que ir con cuidado porque al estar el terreno
mojado puede presentarse muy resbaladizo.
El camino hace un fuerte
giro a la izquierda, punto en el que nos queda a la vista Rotura de Cabañas, al
otro lado del río Almonte
El camino aparece ahora
hormigonado y en fuerte pendiente cuesta abajo. Este camino-carretera hace una
curva muy cerrada a la derecha quedando Rotura a la vista en dicha curva. Bien,
NO HEMOS DE SEGUIR esa carretera, sino que en la misma curva hemos de salir por
la izquierda, metiéndonos en un sendero que parte desde ese punto.
El sendero es precioso.
Todo está cuajado de encinas de escasa altura. El suelo tiene muchísima piedra.
Vemos una charca que dejamos a nuestra derecha para continuar, siempre
descendiendo.
El bosquecillo de encinas
que atravesamos nos llama la atención a todos por su extrema belleza. Hay
encinas con una gruesa capa de musgo verde.
También pasamos junto a una
formación rocosa que presenta, en su parte inferior, un buen abrigo para la
lluvia u otras inclemencias del tiempo.
Seguimos caminando y en una
curva del camino el compañero que nos va guiando nos hace salirnos del mismo a
la izquierda, a una zona despejada de árboles y que presenta una superficie
cubierta de hierba. En el lugar hay una cabaña de piedra.
Lo que el compañero ha
querido mostrarnos desde aquí en el Castillo de Cabañas, que tenemos
enfrente. Nos indica que nos fijemos que el castillo en realidad tiene DOS
torres, y no solo una como se aprecia desde Cabañas. El pueblo está
justo al otro lado de la montaña.
La verdad es que el
promontorio en que se yergue el Castillo está cubierto de nubes.
Aguantamos unos minutos por ver si se mueven y que podamos apreciar bien el
detalle, pero no hay manera. Solo cuando la nube clarea algo hago una foto para
constatar la veracidad de lo que nos indica el compañero.
Volvemos al sendero y
hacemos ahora el tramo con mayor desnivel de bajada de toda la ruta, por lo que
conviene andar con cuidado para evitar resbalones. Máxime si el día está
lluvioso como hoy y las piedras muy mojadas.
Al terminar la bajada nos
encontramos el puente sobre el río Garganta de Santa Lucía. Estamos
justo en sus últimos metros de vida ya que un poco más allá vierte sus aguas en
el río Almonte como veremos.
Es un precioso puente de
dos ojos desiguales, popular, hecho con pizarras que es la piedra que abunda en
el lugar. De los ojos no se puede decir que sean dos arcos perfectos. Dos arcos
sí que son, pero su forma delata que su arquitecto tenía más voluntad (y buen
hacer, porque ha pervivido al paso de los años) que técnica.
El acceso a ambos lados del
puente es sencillo, por lo que varios de nosotros nos lanzamos a fotografiarlo
por ambas partes.
Las últimas lluvias han
contribuido a incrementar el caudal del río, que presenta un buen aspecto.
Una vez al otro lado del
río giramos a la derecha y pasamos junto a un pequeño y bonito olivar. Se ve
que los olivos han estado cuidados con esmero.
En el mismo lugar, pero a
la derecha del camino, podemos ver algo que no es muy frecuente: la unión del
dos ríos. En esta ocasión lo que tenemos delante es cómo desemboca el Garganta
de Santa Lucía en el río Almonte, sumando sus aguas a las
de éste.
Continuamos adelante
bastante cerca de la orilla, lo que nos permitió ver sus rápidas aguas y
disfrutar de momentos divertidos que proporcionan la proximidad a la orilla.
El sendero nos conducirá
hasta un viejo molino, actualmente abandonado, que se encuentra en una pequeña
explanada junto al río. Primero veremos lo que debió ser la casa del molinero o
un almacén. Es la construcción más grande, de color blanco.
Pasando por su derecha
encontraremos un hornos de cocer pan y el edificio de la molienda. Conserva el
hueco de acceso por el que entraba el agua y los mecanismos que hacían que, por
la acción del agua, girase la piedra de moler. Realmente bonito.
Cuando continuamos pasamos
por el único punto que nos dio algún problema. Se trata de un punto que está
muy poco más allá del molino. Tiene unos dos o tres metros de cuesta arriba
sobre piso de tierra y si la misma está mojada se vuelve muy resbaladiza. De
hecho, un componente del grupo, después de que hubiéramos pasado 20 o 30 y el
suelo estuviera muy pisado, tuvo un resbalón que lo hizo caer casi hasta el
agua.
Si quien siga mi track hace
la ruta con el suelo muy mojado, recomiendo que vuelva a donde está la casa del
molinero (la de color blanco) y haga los siguientes 100 metros por la parte de
arriba. No hay sendero definido, pero no cabe posibilidad alguna de pérdida.
Adjunto una foto del lugar
exacto donde el suelo presenta peligro de resbalar.
Ya podemos ver “Las
Apreturas del Almonte”, también denominada “Portilla del Almonte”. En
realidad es un desfiladero, una fractura en el anticlinal Almonte-Navezuelas,
compuesto por cuarcitas armoricanas, de extremada dureza, por donde el río Almonte
discurre para ir a verter sus aguas en el Tajo.
El lado izquierdo de la
formación rocosa (vista desde donde hemos llegado nosotros), es la Peña
del Rayo (689 mts), mientras que la de la derecha (602 mts) carece de
nombre, al menos que yo sepa.
La vista es impresionante y
aquí el anticlinal se nos presenta prácticamente vertical.
Cuando decidimos regresar
lo hicimos un poco más alejados de la orilla del río para evitar volver a pasar
por la zona tan resbaladiza y ahorrarnos algún susto. Para ello subimos unos
cinco o diez metros más a la derecha de por donde vinimos, pasando por la parte
de atrás del molino y fuimos a parar al pequeño olivar que había en el punto
donde se unían el Garganta de Santa Lucía y el Almonte y, por tanto,
junto al puente que había un poco antes.
En ese punto giramos a la
derecha, frente a la terminación del puente, y subimos por un sendero haciendo
“zetas”
para salvar el fuerte desnivel.
Cuando ya estamos casi
arriba el sendero discurre por un precioso callejón entre paredes de piedra
totalmente cubiertas de musgo.
Ya en las inmediaciones de Cabañas
del Castillo pasamos junto a dos fuentes que no he logrado saber si
tienen nombre.
Cuando entramos en el pueblo,
solo unos pocos nos animamos a seguir subiendo para ir al Castillo. Pasamos junto a
la iglesia
de la Virgen de la Peña, que veremos con más detenimiento al bajar.
La subida al Castillo
no tiene mayor problema, si bien es cierto que la mayoría no suben porque han
quedado un poco hartos después del subidón desde el río hasta el pueblo.
La subida merece la pena,
pues las vistas son espectaculares.
Parece ser que la primera
fortificación que hubo aquí fue árabe, construyéndose más tarde el castillo por
los cristianos, habiendo estado encargada su defensa primero a los Caballeros
de Trujillo y, más tarde, a la Orden de Calatrava. Quedan del mismo
las dos torres, completamente vacías en su interior y nada más.
Se ha instalado una
plataforma a modo de observatorio que permite contemplar todo el entorno con
facilidad.
Desde esta altura tenemos
la oportunidad de ver, ya sin nubes, la Peña María, el punto más alto (932
mts) de la Sierra del Alcornocal que, por la perspectiva, da la sensación
de ser totalmente cónica. Y a la izquierda la formaciones rocosas de la Sierra
de la Ortijuela.
Mirando al norte, más allá
de Cabañas,
distinguimos el cortijo y la Ermita de San Gregorio y un poco más
allá el río Berzocana que va a verter sus aguas al Almonte. Y más lejos aún,
Retamosa.
Al bajar rodeo la iglesia
de la Virgen de la Peña, una pequeña construcción de mampostería que
data de entre los siglos XV y XVI. Su elemento más significativo
es la portada, obra mudéjar de influencia guadalupana. Realizada con ladrillo
de perfil curvo se configura con un arco aplanado o “carnapel”, decorado con molduras semicilíndricas que, a su vez, se
corona con otro arco cornopial caracterizado por la prolongación apuntada hacia
arriba en su zona central.
Y con esto damos por
terminada la ruta.
Gracias, parece muy bonita
ResponderEliminarGracias, parece muy bonita
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartirla Teófilo, tengo pensado hacerla con unos amigos el fin de semana que viene, tiene una pinta estupenda. Lo del camino particular me genera ciertas dudas, supongo que sobre la marcha lo solucionaremos, no me gusta molestar, je je. Gracias de nuevo y un saludo.
ResponderEliminarHola Dalits. Tengo dos dudas:
ResponderEliminar1. En el km. 9,6 se puede acortar la ruta en tres km hasta el km. 12,6 ?.
2. Se puede llegar por las Apreturas hasta la carretera y así no subir hasta el pueblo?
Y si la distancia son 18 km y la duracion de 6 horas es con paradas.
Voy a hacerla con un grupo y me gustaría que todo el mundo la disfrute ya que hay gente menos preparada
Muchas gracias