domingo, 16 de febrero de 2020

Sierra de la Tramuntana: 5 de Son Amer a Pollensa


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Tras la precipitada finalización de la etapa del día anterior que, como ya relaté, tuvimos que hacer siendo ya de noche, habíamos decidido que esta mañana nos levantaríamos un poco antes para, desandando parte de lo recorrido ayer, volveríamos sobre nuestros pasos para visitar el Monasterio de Lluc. Esto suponía añadir casi 3 kilómetros extras a la etapa, pero dado que tampoco era excesivamente larga, merecía la pena.

La etapa, contando con el añadido que hicimos para visitar el Monasterio de Lluc, tuvo una longitud de poco más de 20 kilómetros y un desnivel inapreciable de subida ya que la única existente en esta etapa es la del ascenso al Coll de sa Font, que son poco más de 200 metros. A partir de ese punto, todo es bajada hasta llegar a Pollensa.

Antes de marcharnos del refugio de Son Amer tuvimos la oportunidad de verlo con detenimiento por fuera, ya que el día anterior, al llegar entrada la noche, no pudimos hacerlo.




Salimos del refugio, bajando por el mismo sitio por el que subimos la noche anterior y digiriéndonos hacia el Monasterio, que está a poco más de un kilómetro.
El recorrido es muy bonito y comentamos entre nosotros todo lo que pudimos perdernos el día anterior.



Llegamos a un botador, próximo a una carretera, por el que salimos de esta zona para entrar ya en las inmediaciones del Monasterio.

Según nos vamos acercando nos va quedando a la vista parte del Monasterio que solo podremos ver en su conjunto cuando nos hayamos alejado del lugar y ganado algo de altura.
En las inmediaciones, un bonito crucero subido a un pedestal, nos da la bienvenida.


En este lugar se encuentra la Patrona de Mallorca, la Virgen de Lluc. Los orígenes religiosos del lugar parece que se remontan a 1268 fecha de la se dice que ya existía una capilla en el lugar.
Actualmente el Monasterio cuenta con una hospedería de libre acceso, con habitaciones individuales y dobles así como con varios apartamentos. También tiene habitaciones para ejercicios espirituales.
No sé cuánto de religioso tendrá el lugar, pero en el exterior sí tiene una clara orientación turística. El lugar es bonito, bastante sobrio y decorado con muy buen gusto a mi juicio.



El lugar cuenta, además, con un jardín botánico.


Nos vamos del Monasterio en dirección al campo de fútbol para salir a la carretera MA-2140. Para ello salvaremos el Torrente del Lluc por un puente de hormigón construido sobre tubos del mismo material. Y nada más salir a dicha carretera encontramos señales de tráfico que advierten de la presencia de senderistas y que nunca antes habíamos visto (al menos yo) en otras zonas. No estaría de más que proliferasen.



A poco de salir a la carretera veremos el campo de fútbol a nuestra izquierda, y mucho más allá, pero en la misma dirección, tendremos la oportunidad de ver el Puig de ses Monges, unas maravillosas formaciones rocosas erosionadas por el viento y el agua que reciben ese nombre por asemejarse a monjes o monjas revestidas de túnicas.

Pocos metros más adelante, donde veremos un poste de marcación kilométrica de hormigón que marca el kilómetro O de la MA-2140, hemos de girar a la derecha para caminar durante 800 metros por la MA-10.

Continuamos por la carretera y veremos, a la derecha, el aparcamiento del Refugio de Son Amer y la salida normal por donde deberíamos haber salido a esta carretera si no hubiéramos visitado el Monasterio de Lluc.

Debemos seguir adelante por la carretera pero atentos, porque veremos una puerta en una alambrada en el lado izquierdo de la carretera por la que habremos de salir, abandonando ya definitivamente la carretera. Será a partir de ese punto cuando tendremos la única y pequeña subida de toda la jornada, que terminará enseguida.
Iremos dejando a nuestra derecha el Puig de ses Covasses. El recorrido se hace por una zona preciosa, pedregosa desde luego, cubierta de árboles y otra vegetación.
Pasaremos junto a una estructura circular. Se trata de un hueco cavado en tierra, de entre metro y medio y dos metros de profundidad y paredes de piedra que, de haberlo visto en otras latitudes hubiera pensado que pudo haber sido un pozo de nieve, pero que aquí dudo que lo fuera.
Vemos también los restos de una cabaña de pastor aunque nos parece de factura moderna.



Superamos la subida y cuando llegamos al Coll de sa Font nos acercamos al Mirador, desde el que hay unas vistas extraordinarias de todo el valle y de la cadena montañosa que sirve de telón de fondo al Monasterio de Lluc y del refugio de Son Amer.


También desde este mirador privilegiado tenemos la oportunidad de ver, a la derecha del Monasterio, el Puig de ses Monges, al que antes me referí.

Partimos del mirador en un camino que va a ser muy llano, aunque en realidad tiene un perfil descendente pero muy suave.
Dejamos atrás el Coll de sa Font y pasamos por el Coll Pelat, dejando a nuestra derecha la Serra d’en Masot. El terreno tiene inicialmente vegetación pero enseguida no va a haber otra que los propios árboles, apareciendo el suelo bastante limpio.


El Puig Tomir aparece ante nosotros con toda su grandiosidad. Va a ser una presencia constante en casi toda la etapa, pues no lo dejaremos atrás hasta que hayamos recorrido 11 kilómetros de los 20 de la etapa.

Continuamos con la suave bajada atravesando el Bosc Gran que nos parece limpio y bien cuidado. El camino está convenientemente señalizado, con postes que indican las diversas alternativas que nos ofrece la Travessa.



Pasamos por la Font des Pedregaret, con cartel que indica que su agua no es apta para consumo, por lo que ni nos molestamos en comprobar si su grifo, con pulsador, suministra agua o no.


Y en pocos pasos más llegamos a las Casas de Binifaldó, que aparecen catalogadas como “refugio” dentro de diversa información que he encontrado (teléfono de contacto: 971177652). Allí mismo, sin embargo, en un panel informativo, se indica que es un “Centro de Educación Ambiental”. Cabe la posibilidad que sea ambas cosas a la vez.



Cuando dejamos atrás las Casas de Binifaldó hay que girar a la derecha en un ángulo de casi 90 grados. Desde esa posición y detrás de nosotros podemos ver, de izquierda a derecha, el Massanella y a su lado y ligeramente delante, el Galileu; más a la derecha el Puig Major y aún más Nus de Sa Corbata.


 
También detrás de nosotros, pero más a la derecha, distinguimos el Puig Roig, Montibudell, Caragoler y Ciuró.

Pocos metros más allá tenemos la oportunidad de contemplar la Alzina d’en Pere o Encina de Pedro, un árbol que fue catalogado como “singular” en 1993. Tiene 500 años de edad, una altura de 29 metros y una copa de 19 metros de diámetro.


El sitio en que nos encontramos es el más próximo a Montibudell, que a parece ante nuestros ojos con una forma cónica muy llamativa.

Continuamos el camino, bordeando la ladera del Puig Tomir (que queda a nuestra derecha) en medio de un bosquecillo precioso, en el que abundan las rocas cubiertas de musgo.
También podemos contemplar, a lo lejos, toda la cadena que va de Marges de Can Pontico hasta el Puig Rodó.



El camino por el que vamos camino es un trazado de herradura antiguo que nos conducirá hasta la Font de Muntanya. El entorno es muy bonito e invita al descanso: junto al acceso a la fuente hay una mesa de piedra y unos bancos del mismo material.




A partir de la fuente, el camino va a tener su parte descendente con un desnivel más pronunciado. Nosotros evitamos pasar por Les Voltes, que dejamos a nuestra izquierda, bajando por un sendero que nos lleva directamente al Camí Vell de Lluc, y cuando estamos casi terminando la bajada empezamos a ver chalet y fincas con cultivos de frutales.



A partir de aquí caminamos por una carretera que da servicio a las fincas de los alrededores. Está asfaltada, pero pobremente.
Así llegamos a la carretera MA-10, pero enseguida tomamos una camino que, por el lado derecho de la carretera, va paralelo a la misma a la vez que paralelo al cauce (seco, cuando estuvimos nosotros) del Torrent de Muntanya.

A las 3 de la tarde, en un sitio que nos parece idóneo, después de haber pasado un puentecillo frente a una finca con unos árboles muy altos que adornan su entrada, decidimos hacer un alto para comer y llegar al refugio del Pont Romá de Pollensa, con ello hecho.



El camino ahora es amplio y cómodo. A ambos lados, paredes hechas con la técnica de pedra en sec nos admiran por la magnífica factura de las mismas y comentamos el dominio que tienen las personas que las hacen.
El Puig d’es Ca, a nuestras espaldas, vigila y despide nuestros últimos pasos haciendo la Travessa.

Cuando nos faltan 1,2 kms. para llegar a nuestro destino, pasamos por el Pas d’Embarqueta, un bonito puente de madera que salva el cauce del Torrent de Muntanya quedando ya nuestro camino expedito para entrar en Pollensa.



Pasado el puente giramos a la izquierda y seguimos. Es una calle, más que un camino, que discurre entre dos paredes construidas con la técnica de piedra en seco. Están hechas con precisión milimétrica. Tanto que me embeleso mirándolas y no puedo evitar hacer algunas fotos para guardarlas en el recuerdo.



Pepe, José y Curro se me han adelantado. Van comentando las incidencias de la jornada y las previsiones para la tarde de hoy pues queremos, tras alojarnos en el refugio, coger un autobús y bajar a la Cala de San Vicente para ir desde allí, andando, al Puerto de Pollensa. Será un recorrido de algo más de 6 kilómetros a modo de despedida.
Desde un huerto, ya en las inmediaciones de la entrada a la población, un simpático espantapájaros nos da la bienvenida a la vez que nos despide de nuestro recorrido por la Sierra de la Tramuntana.


La llegada al Refugio de Pont Romá no tiene ninguna dificultad pues no hay más que seguir el mismo camino que traemos y aparecerá, una vez entrados en la población en una curva de la calle, a nuestra izquierda.



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