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Tras la precipitada
finalización de la etapa del día anterior que, como ya relaté, tuvimos que
hacer siendo ya de noche, habíamos decidido que esta mañana nos levantaríamos
un poco antes para, desandando parte de lo recorrido ayer, volveríamos sobre
nuestros pasos para visitar el Monasterio de Lluc. Esto suponía
añadir casi 3 kilómetros extras a la etapa, pero dado que tampoco era
excesivamente larga, merecía la pena.
La etapa, contando con el
añadido que hicimos para visitar el Monasterio de Lluc, tuvo una
longitud de poco más de 20 kilómetros y un desnivel inapreciable de subida ya
que la única existente en esta etapa es la del ascenso al Coll de sa Font, que son
poco más de 200 metros. A partir de ese punto, todo es bajada hasta llegar a Pollensa.
Antes de marcharnos del
refugio de Son Amer tuvimos la oportunidad de verlo con detenimiento por
fuera, ya que el día anterior, al llegar entrada la noche, no pudimos hacerlo.
Salimos del refugio,
bajando por el mismo sitio por el que subimos la noche anterior y digiriéndonos
hacia el Monasterio, que está a poco más de un kilómetro.
El recorrido es muy bonito
y comentamos entre nosotros todo lo que pudimos perdernos el día anterior.
Llegamos a un botador, próximo
a una carretera, por el que salimos de esta zona para entrar ya en las
inmediaciones del Monasterio.
Según nos vamos acercando
nos va quedando a la vista parte del Monasterio que solo podremos ver en
su conjunto cuando nos hayamos alejado del lugar y ganado algo de altura.
En las inmediaciones, un
bonito crucero subido a un pedestal, nos da la bienvenida.
En este lugar se encuentra
la Patrona
de Mallorca, la Virgen de Lluc. Los orígenes
religiosos del lugar parece que se remontan a 1268 fecha de la se dice
que ya existía una capilla en el lugar.
Actualmente el Monasterio
cuenta con una hospedería de libre acceso, con habitaciones individuales y
dobles así como con varios apartamentos. También tiene habitaciones para
ejercicios espirituales.
No sé cuánto de religioso
tendrá el lugar, pero en el exterior sí tiene una clara orientación turística.
El lugar es bonito, bastante sobrio y decorado con muy buen gusto a mi juicio.
El lugar cuenta, además,
con un jardín botánico.
Nos vamos del Monasterio
en dirección al campo de fútbol para salir a la carretera MA-2140. Para ello
salvaremos el Torrente del Lluc por un puente de hormigón construido sobre
tubos del mismo material. Y nada más salir a dicha carretera encontramos
señales de tráfico que advierten de la presencia de senderistas y que nunca
antes habíamos visto (al menos yo) en otras zonas. No estaría de más que
proliferasen.
A poco de salir a la
carretera veremos el campo de fútbol a nuestra izquierda, y mucho más allá,
pero en la misma dirección, tendremos la oportunidad de ver el Puig
de ses Monges, unas maravillosas formaciones rocosas erosionadas por el
viento y el agua que reciben ese nombre por asemejarse a monjes o monjas
revestidas de túnicas.
Pocos metros más adelante,
donde veremos un poste de marcación kilométrica de hormigón que marca el
kilómetro O de la MA-2140, hemos de girar a la derecha para caminar durante 800
metros por la MA-10.
Continuamos por la
carretera y veremos, a la derecha, el aparcamiento del Refugio de Son Amer y la
salida normal por donde deberíamos haber salido a esta carretera si no hubiéramos
visitado el Monasterio de Lluc.
Debemos seguir adelante por
la carretera pero atentos, porque veremos una puerta en una alambrada en el
lado izquierdo de la carretera por la que habremos de salir, abandonando ya
definitivamente la carretera. Será a partir de ese punto cuando tendremos la
única y pequeña subida de toda la jornada, que terminará enseguida.
Iremos dejando a nuestra
derecha el Puig de ses Covasses. El recorrido se hace por una zona preciosa,
pedregosa desde luego, cubierta de árboles y otra vegetación.
Pasaremos junto a una
estructura circular. Se trata de un hueco cavado en tierra, de entre metro y
medio y dos metros de profundidad y paredes de piedra que, de haberlo visto en
otras latitudes hubiera pensado que pudo haber sido un pozo de nieve, pero que
aquí dudo que lo fuera.
Vemos también los restos de
una cabaña de pastor aunque nos parece de factura moderna.
Superamos la subida y
cuando llegamos al Coll de sa Font nos acercamos al Mirador, desde el que hay
unas vistas extraordinarias de todo el valle y de la cadena montañosa que sirve
de telón de fondo al Monasterio de Lluc y del refugio
de Son Amer.
También desde este mirador
privilegiado tenemos la oportunidad de ver, a la derecha del Monasterio, el Puig
de ses Monges, al que antes me referí.
Partimos del mirador en un
camino que va a ser muy llano, aunque en realidad tiene un perfil descendente
pero muy suave.
Dejamos atrás el Coll
de sa Font y pasamos por el Coll Pelat, dejando a nuestra
derecha la Serra d’en Masot. El terreno tiene inicialmente vegetación pero
enseguida no va a haber otra que los propios árboles, apareciendo el suelo bastante
limpio.
El Puig Tomir aparece ante
nosotros con toda su grandiosidad. Va a ser una presencia constante en casi toda
la etapa, pues no lo dejaremos atrás hasta que hayamos recorrido 11 kilómetros
de los 20 de la etapa.
Continuamos con la suave
bajada atravesando el Bosc Gran que nos parece limpio y
bien cuidado. El camino está convenientemente señalizado, con postes que
indican las diversas alternativas que nos ofrece la Travessa.
Pasamos por la Font
des Pedregaret, con cartel que indica que su agua no es apta para
consumo, por lo que ni nos molestamos en comprobar si su grifo, con pulsador,
suministra agua o no.
Y en pocos pasos más
llegamos a las Casas de Binifaldó, que aparecen catalogadas como “refugio”
dentro de diversa información que he encontrado (teléfono de contacto: 971177652). Allí mismo, sin embargo, en un
panel informativo, se indica que es un “Centro de Educación Ambiental”. Cabe
la posibilidad que sea ambas cosas a la vez.
Cuando dejamos atrás las Casas
de Binifaldó hay que girar a la derecha en un ángulo de casi 90 grados.
Desde esa posición y detrás de nosotros podemos ver, de izquierda a derecha, el
Massanella
y a su lado y ligeramente delante, el Galileu; más a la derecha el Puig
Major y aún más Nus de Sa Corbata.
También detrás de nosotros,
pero más a la derecha, distinguimos el Puig Roig, Montibudell, Caragoler
y Ciuró.
Pocos metros más allá tenemos
la oportunidad de contemplar la Alzina d’en Pere o Encina
de Pedro, un árbol que fue catalogado como “singular” en 1993. Tiene
500 años de edad, una altura de 29 metros y una copa de 19 metros de diámetro.
El sitio en que nos
encontramos es el más próximo a Montibudell, que a parece ante
nuestros ojos con una forma cónica muy llamativa.
Continuamos el camino,
bordeando la ladera del Puig Tomir (que queda a nuestra
derecha) en medio de un bosquecillo precioso, en el que abundan las rocas
cubiertas de musgo.
También podemos contemplar,
a lo lejos, toda la cadena que va de Marges de Can Pontico hasta el Puig
Rodó.
El camino por el que vamos
camino es un trazado de herradura antiguo que nos conducirá hasta la Font
de Muntanya. El entorno es muy bonito e invita al descanso: junto al
acceso a la fuente hay una mesa de piedra y unos bancos del mismo material.
A partir de la fuente, el
camino va a tener su parte descendente con un desnivel más pronunciado.
Nosotros evitamos pasar por Les Voltes, que dejamos a nuestra
izquierda, bajando por un sendero que nos lleva directamente al Camí
Vell de Lluc, y cuando estamos casi terminando la bajada empezamos a
ver chalet y fincas con cultivos de frutales.
A partir de aquí caminamos
por una carretera que da servicio a las fincas de los alrededores. Está
asfaltada, pero pobremente.
Así llegamos a la carretera
MA-10, pero enseguida tomamos una camino que, por el lado derecho de la
carretera, va paralelo a la misma a la vez que paralelo al cauce (seco, cuando
estuvimos nosotros) del Torrent de Muntanya.
A las 3 de la tarde, en un
sitio que nos parece idóneo, después de haber pasado un puentecillo frente a
una finca con unos árboles muy altos que adornan su entrada, decidimos hacer un
alto para comer y llegar al refugio del Pont Romá de Pollensa,
con ello hecho.
El camino ahora es amplio y
cómodo. A ambos lados, paredes hechas con la técnica de pedra en sec nos admiran
por la magnífica factura de las mismas y comentamos el dominio que tienen las
personas que las hacen.
El Puig d’es Ca, a nuestras
espaldas, vigila y despide nuestros últimos pasos haciendo la Travessa.
Cuando nos faltan 1,2 kms.
para llegar a nuestro destino, pasamos por el Pas d’Embarqueta, un
bonito puente de madera que salva el cauce del Torrent de Muntanya
quedando ya nuestro camino expedito para entrar en Pollensa.
Pasado el puente giramos a
la izquierda y seguimos. Es una calle, más que un camino, que discurre entre
dos paredes construidas con la técnica de piedra en seco. Están hechas con
precisión milimétrica. Tanto que me embeleso mirándolas y no puedo evitar hacer
algunas fotos para guardarlas en el recuerdo.
Pepe, José
y Curro
se me han adelantado. Van comentando las incidencias de la jornada y las
previsiones para la tarde de hoy pues queremos, tras alojarnos en el refugio,
coger un autobús y bajar a la Cala de San Vicente para ir desde
allí, andando, al Puerto de Pollensa. Será un recorrido de algo más de 6
kilómetros a modo de despedida.
Desde un huerto, ya en las
inmediaciones de la entrada a la población, un simpático espantapájaros nos da
la bienvenida a la vez que nos despide de nuestro recorrido por la Sierra
de la Tramuntana.
La llegada al Refugio
de Pont Romá no tiene ninguna dificultad pues no hay más que seguir el
mismo camino que traemos y aparecerá, una vez entrados en la población en una
curva de la calle, a nuestra izquierda.
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