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Realizada el 29 de
noviembre de 2014, sábado, en compañía de dos buenos amigos. Día nublado y
frío, pero ausente de lluvias, con un castañar pletórico de color que nos
permitió disfrutar a gusto de todo el recorrido.
Es una ruta de poco más de
16 kilómetros con un desnivel acumulado de 500 metros y máximo de 358,
concentrándose el mayor esfuerzo en los 2,5 kilómetros siguientes al paso por Gargantilla
y sin que dicho esfuerzo requiera preparación especial. Quien carezca de dicha
preparación que, al menos, tenga paciencia hasta llegar arriba.
Estuvimos pronto en Hervás,
de modo que pudimos comenzar a caminar poco después de las 8,30 de la mañana.
Partimos de la ronda que
hay junto al Parque Municipal de Hervás y la calle Braulio Navas,
saliendo en paralelo a citado Parque y luego por la Avda.
Francisco Sanz, en dirección a la Plaza de Toros.
A nuestras espaldas, y por
encima de Hervás, el magnífico Pinajarro, al que tantas ganas le
tengo y cuya subida quedó pendiente cuando en verano de 2015 me rompí la
rodilla. Pero espero que caiga. De donde está, no se mueve.
Al llegar al puente sobre
el que pasa la antigua vía del tren, hemos de atravesarlo para salir al otro
lado, donde un letrero nos indica la dirección a Gargantilla (a la
derecha), que hemos de seguir.
En este tramo vamos a
caminar durante unos metros junto a la vía del tren, ahora totalmente en
desuso, que podemos ver si nos salimos por el lado derecho de la carretera.
Pocos metros más adelante y
a la izquierda de la carretera vemos una fuente y un amplio estanque que debió
servir en tiempos pretéritos tanto para suministro humano como para abrevar
animales.
Un kilómetro después de
haber pasado el puente del ferrocarril debemos abandonar la carretera por el
margen izquierdo, lo que se hace justo en una curva.
Es a partir de este punto
cuando entramos en la parte más bonita de la ruta, especialmente atractiva en
esta época de otoño.
Todo el camino es un bosque
de castaño. Al estar el otoño en su momento ideal, las hojas aparecen de varias
gamas de colores: del verde al ocre, naranja y amarillo, todos en sus diversas
gamas.
Podemos ver a nuestra
derecha el Embalse de Hervás que se nutre del río Balozano. Y si
miramos de frente vemos Aldeanueva del Camino y detrás Abadía,
y mucho más lejos, el Embalse de Gabriel y Galán.
Un poco más adelante
cruzamos un arroyo que baja por una de las gargantas y del que no he podido
localizar el nombre.
Entre los árboles, ya casi
desprovistos de hojas, podemos ver a nuestra izquierda los altos de Cabeza
Arquera y La Cárcava, por los que pasaremos a la vuelta.
Llegamos al Arroyo
Romanillo, que baja bravo. En el lugar hay un merendero, amplio, con bancos
para el disfrute del caminante. Y un puente que ayuda a salvar el arroyo.
Una pasarela, paralela al
puente, permite acercarse a la orilla, lo que hacemos tratando de conseguir
alguna foto singular.
El Arroyo Romanillo se
abandona en una cuesta arriba a mediados de la que, en el lado izquierdo, hay
una casa de piedra con evidentes signos de abandono.
El castañar está pletórico
de color y la hoja roja, caída al suelo, hace que todo esté precioso.
Según avanzamos alcanzamos
a ver algunas fincas que quedan al pie del castañar. Todo está tan verde que
bien pudiera presentarse como si fueran tierras de Suiza.
Cuando volvemos la mirada
atrás tenemos la oportunidad de contemplar el Pinajarro y todos los
montes de alrededor cubiertos de nieve, lo que realza la belleza que, en sí
mismo, ya tienen.
A 6,5 kilómetros del punto
de inicio, sin llegar a Gargantilla y cuando tenemos Aldeanueva
del Camino a nuestra derecha, nos detenemos en un mirador natural para
deleitarnos con las vistas.
Satisfechos con las vistas,
iniciamos el regreso por el sitio que llaman de Los Concejiles. Todo es
una subida continua hasta llegar a la carretera de Cabezuela, la CC-102
que será el punto más alto de toda la ruta, comenzando ahí la bajada hacia
Hervás.
Conforme vamos cogiendo
altura tenemos una visión más amplia hacia el noroeste, quedándonos a la vista Gargantilla,
Aldeanueva
del Camino, Abadía y varios de los sistemas montañosos de los alrededores.
La subida hasta la
carretera no es especialmente dificultosa, aunque son 2,5 kilómetros de subida
continua. El sendero es bueno y el paisaje muy similar al del resto del
castañar que hemos venido viendo anteriormente.
Al llegar a la carretera
debe tenerse en cuenta que, por su escaso tráfico, suele ser utilizada por
ciclistas para la práctica de su deporte y acostumbran a bajar a bastante
velocidad.
Hay que seguir la carretera
durante casi 3,5 kilómetros, lo que llega a cansar de tanto pisar asfalto. La
contrapartida es lo bonito del lugar que no debe despistarnos en ningún momento
en cuanto a la atención que debemos prestar.
Volvemos a pasar por la Garganta
de Andrés, donde el Arroyo Romanillo vuelve a saludarnos.
Poco más de un kilómetro
después de dejar atrás el Arroyo Romanillo abandonaremos la
carretera por un camino hormigonado que, en una curva y cuesta arriba, sale por
el lado derecho de la carretera. Por ese camino nos vamos a meter otra vez en
pleno corazón del castañar, recuperando el precioso entorno que ya pisamos en
la ida.
En algo más de kilómetro y
medio alcanzaremos la famosa Pista Heidi, que hemos de cruzar
continuando por el otro lado de la misma.
La pendiente de bajada se
hace algo más pronunciada mientras nos vamos acercando a Hervás.
El camino nos lleva
directamente a la Plaza de Toros ubicada en un entorno agradable donde podremos
encontrar mesas y bancos donde es posible sentarse a descansar o a tomar un
refrigerio.
Un poco más allá, de camino
hacia Hervás, nos encontramos a la izquierda de la calzada con la Fuente
de San Andrés. Pascual Madoz en su Diccionario geográfico estadístico-histórico
de España y las posesiones de Ultramar, hablando sobre Hervás dice que existía: “No
muy distante a estos lugares –N. E. refiriéndose a las afueras de Hervás,
dirección sur y cerca de la ermita de San Andrés–, hay una fuente de piedra, con
caño de hierro, que tiene buen agua y fresca”
Desde aquí solo nos queda
caminar unos pasos más para llegar otra vez al puente del ferrocarril que vimos
al principio, volver a pasar por debajo para estar de nuevo en el parque
municipal de Hervás, donde comenzamos la ruta.
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