martes, 4 de febrero de 2020

Cadalso, La Almenara, Gata y Torre de Don Miguel


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Realizada el día 5 de octubre de 2019, sábado, con el Club de Senderismo Hutchinson. Una veintena de senderistas.
Día agradable, con un sol radiante y un calor soportable.
El punto más emblemático de la ruta, la torre de la Almenara, en el término municipal de Gata, que alcanzamos sin problema tras superar los más de 560 metros de desnivel en poco más de 4 kilómetros.

La ruta es corta, pues no llega a los 12,5 kilómetros, con el único esfuerzo, aunque intenso, de la subida a la torre.

Los chicos de Hutchinson opinan que es mejor madrugar y empezar a caminar pronto, para hacer todo lo que se pueda antes de que el calor atice. Ni que decir tiene que comparto por completo ese criterio. Por ello, salimos de Cáceres a las 7,15 de la mañana lo que nos permitió estar en Cadalso a las 9 para ir a desayunar. Tuvimos que atravesar el pueblo para ir al sitio previsto, lo que nos permitió conocer sus calles.



En una de las esquinas de la Plaza Mayor está la Casa del Rey, un edificio actualmente pintado de color azul. Su portada es de cantería en arco de medio punto que timbra su clave con corona y está flanqueada por sendos leones coronados. La fachada luce un escudo berroqueño de la Orden de Alcántara acompañado por dos castillos.
En esta casa residió el rey Alfonso XI durante sus cacerías por la comarca. En su libro de la Montería describe el cercano monte de la Aliseda, “apenas a una legua, bueno de jabalíes en invierno y en verano, y donde a veces hay oso”.
La tradición sobre el rey recuerda que aquí se encontraba con la que fue su amante durante más de 20 años, Doña Leonor de Guzmán.
Pascual Madoz, en su famoso Diccionario, confirma que el Rey se encontraba en Cadalso en 1340, donde otorgó capitulaciones concediendo tierras a los clérigos y pobladores de Guadalupe.


Salimos de la Plaza de España a través de una calle que está junto a la Casa del Rey, calle que forma un túnel y que nos lleva directamente al Camino del Valle.


En cuanto salimos a campo abierto queda ante nuestros ojos el extremo de la Sierra de las Janonas donde se ubica la Torre de la Almenara.


Donde el camino se encuentra, en paralelo, con el Arroyo de la Gargantilla, cuyo cauce va seco a nuestra derecha, empezamos a caminar por una zona hormigonada. Es una fuerte pendiente de subida, con abundantes pinos a ambos márgenes del camino, que llega hasta un depósito de agua. En dicho lugar hay que girar a la izquierda para, inmediatamente, tomar una vereda que sale a la derecha.


Todo es una cuesta arriba, no demasiado exigente. A mitad de la misma encontraremos un aviso de la existencia de colmenas de abejas, que veremos enseguida. Como siempre en estos casos, conviene pasar con normalidad evitando molestar a los insectos .


Aún quedará subida fuerte durante otros 800 metros hasta alcanzar una pista amplia donde nosotros hicimos un alto para reagruparnos, ya que la cuesta anterior había estirado demasiado el grupo.

Seguiremos la pista, bastante llana en este tramo, durante unos 400 metros, justo hasta que tengamos a la vista una casas a la derecha del camino. Antes de llegar a ellas sale otra desviación a la derecha que es la que tendremos que tomar de modo que vamos a pasar por detrás de las casas.
En cuanto las hayamos rebasado podremos ver a nuestra derecha un soberbio ejemplar de castaño de más de 300 años de antigüedad.


Pasados los castaños, el entorno se despeja de arboleda, sobre todo por la derecha, donde ya podremos ver más próxima la Almenara coronando el extremo de la Sierra de la Janona.
Hay bastante retama por los alrededores. Estaremos caminando por lo el Camino Viejo de Gata y podremos ver Cadalso a nuestra izquierda. Y un poco más a la izquierda aún primero la Sierra del Moro y detrás de ésta, y bastante más elevada, la Sierra de los Ángeles.


Cuando tenemos a la vista, a nuestra derecha, un pequeño bosquecillo de robles, la persona que nos va guiando nos invita a hacer una breve parada. Nos explica que hasta llegar arriba no hay sendero visible, pero que hemos de ir haciendo un semicírculo hasta haber sobrepasado el mencionado bosquecillo, donde volveremos a parar para reagruparnos. Señala que pueden verse hitos de piedra que debemos dejar siempre a nuestra derecha.


Durante un corto trecho la subida se vuelve mucho más exigente, con lo que el grupo se estira. Los que vamos en cabeza decidimos parar para reagruparnos una vez pasado un solitario pino, en una zona con grandes rocas. Desde allí haremos el “ataque” final.
Desde esta posición observamos a lo lejos el Embalse de Borbollón y, más cerca, la Sierra Martín, con tres elevaciones en mitad de las cuales se ubica Santibáñez el Alto.


Tras un breve descanso acometemos el último, y más empinado, asalto a la Almenara. A estas alturas de la mañana el sol que aprieta y el esfuerzo de la subida se notan. La torre queda a un paso, pero el paso es casi en vertical.

Tras un último esfuerzo llegamos a lo alto del cerro donde se ubica la torre, de forma pentagonal hecha de piedra y cal y con sillares en sus cinco esquinas. El nombre “Almenara” es de origen árabe y significaba “fortaleza”.
Los restos que vemos actualmente parece que son del siglo XIV y construidos sobre lo que hubiera anteriormente.
Según Publio Hurtado (historiador cacereño) la primera construcción que hubo aquí fue árabe y se hizo en el siglo IX pudiendo ser su principal misión la defensa de esta zona, por la que pasa la Vía Dalmacia que comunicaba Coria con Ciudad Rodrigo así como de vigilancia sobre las localidades que desde aquí se divisan.
A consecuencia de las batallas entre moros y cristianos a torre cambió de manos varias veces aunque fue conquistada definitivamente en 1212 por el rey Alfonso IX y, tras diversos avatares, entregada para su custodia y defensa a la Orden de Alcántara.
Originalmente estuvo rodeada de una barrera de piedra seca que permitía acoger en su interior, pero fuera de la torre, las caballerizas.
En su fachada principal aún existe un baluarte redondo delante de la puerta, que queda como a dos metros de altura respecto a la base de la torre. Desde el baluarte podía accederse a la torre con una escalera de mano que podía retirarse a conveniencia, asegurando con ello su aislamiento y defensa.
En su interior los indicios apuntan a que pudieran haber hasta tres pisos. A los dos primeros se accedería a través de escaleras de madera mientras que al tercero se haría por una escalera de piedra encastrada en el muro según los restos que pueden verse aún.
La torre está bastante deteriorada y aparecen grietas severas entre algunos de los sillares.



Detrás de la Almenara hay un espléndido mirador que permite contemplar desde el norte hasta el sureste.




Nos vamos del lugar utilizando el camino que otros siguen para subir. En la parte de atrás de la Almenara, junto al mirador, hay un claro  y bien marcado camino que baja de una manera mucho más suave de lo que fue la subida en dirección al sitio que llaman La Pataina. En algunos momentos el camino va enlosado.
A mitad de la bajada un poste indicaba la existencia de una fuente que, por más que miramos, no vimos por ningún sitio.


El sendero nos lleva hasta una pista que habremos de seguir, a la izquierda, durante unos pocos metros para salirnos de ella, casi enseguida, por la izquierda. El sendero está claramente marcado.
Un poco más allá encontraremos un poste indicador del camino de subida a la Almenara y pocos metros más allá nos toparemos con el Arroyo del Concejo, que nace solo un poco más arriba de este punto.


Aquí mismo tomamos el Camino del Concejo, que nos va a llevar hasta Gata, a poco más de dos kilómetros. Es un camino precioso, que discurre entre castaños y va embutido en un bonito callejón con paredes de piedras.


Tras pasar una cancela, seguimos el camino a cuyos laterales se mantienen los castaños pero empiezan a verse también algunos pinos.


El arroyo Rivera de Gata, en su recorrido para verter sus aguas en el Arroyo del Concejo, se cruza en nuestro camino. Hay un pequeño puente de madera que ayuda a salvar su cauce. Y un poco más adelante encontramos una fuente de la que no sale ni una sola gota de agua. Al menos cuando pasamos nosotros.



Entramos en Gata por la calle del Negrón y como venimos bastante separados decidimos sentarnos en un sitio idóneo para esperar a reagruparnos antes de continuar camino.
Aprovechas el momento para hacernos bastante fotos, algunas de ellas de todo el grupo.

Continuamos camino bajando y giramos a la izquierda para bajar a la Plaza de la Constitución, donde está a iglesia de San Pedro y la Fuente del Chorro, monumento verdaderamente notable de esta localidad y no tanto por la fuente en sí misma como por el escudo que campea sobre ella.
Al parecer, el Emperador Carlos I, en agradecimiento por las aportaciones de la Villa de Gata durante la Guerra de los Comuneros, decidió sustituir el escudo del pueblo (una gata sentada bajo la cruz de Alcántara), por el propio escudo del Emperador concediéndole, a la vez, el título de “Muy Noble y Muy Leal”.
El escudo está hecho en una sola piedra enteriza y tiene corona abierta, propia de los Reyes Católicos y el águila, a diferencia de lo que era uso habitual en los escudos de Carlos I, no es bicéfala. Pero lo que llama la atención de manera especial es que el águila del escudo está mirando hacia la izquierda, algo que solo se hacía así (conforme a las normas de la heráldica), cuando la persona en cuyo honor se hacía el escudo era hijo bastardo, cosa que no sucedía en esta ocasión. ¿Cómo es, entonces, que el águila mira a la izquierda? No existe documentación alguna que pueda explicar el hecho y lo que han opinado los expertos es que el cantero que hizo el escudo podría ser un judío converso que siguiera profesando, en lo más íntimo de su corazón, su religión y que quisiera vengarse de esta forma al hacer el blasón.


Frente a la fuente está la iglesia de San Pedro, de los siglos XVI y XVII pues las obras empezaron en 1508 y concluyeron en 1609.


Cuando enfilamos ya para salir de la población, pasamos junto a la Ermita del Humilladero que tiene dos partes perfectamente diferenciadas. La primera corresponde a la primitiva edificación, del siglo XVI y la segunda es de la ampliación que se llevó a cabo en el siglo XVIII. En su interior hay un retablo barroco del siglo XVIII y hace poco que se descubrió, detrás del muro donde está el retablo, unas pinturas murales, que representan la Última Cena y que datan de finales del siglo XVI, desconociéndose al autor de las mismas.


Antes de dejar atrás las últimas casas del pueblo dejamos a nuestra izquierda otra fuente que bien merecería que se mantuviera algo más limpia. Y un poco más allá vemos lo que debió ser un antiguo abrevadero hecho en granito.


Tan solo a 2,5 kilómetros está Torre de Don Miguel a donde tardamos media hora escasa en llegar, si bien íbamos ya con ganas de comer.
Entramos por la calle Camino de Gata que nos llevó directos hasta la Plaza Mayor, donde pudimos ver la Iglesia de la Asunción.

Y tengo que confesar que me sentí muy sorprendido por algunas de las casas que pude ver que conservan sus portadas de granito y algunas de ellas unos dinteles magníficamente labrados, con unos escudos de filigrana que denotan que fueron detentadas por personas de alcurnia.




Justo antes de terminar la ruta, pasamos por la Ermita del Cristo, del siglo XVI.

Y con esto dimos por terminada la ruta.

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