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Realizada el día 5 de octubre
de 2019, sábado, con el Club de Senderismo Hutchinson. Una
veintena de senderistas.
Día agradable, con un sol
radiante y un calor soportable.
El punto más emblemático de
la ruta, la torre de la Almenara, en el término municipal de Gata,
que alcanzamos sin problema tras superar los más de 560 metros de desnivel en
poco más de 4 kilómetros.
La ruta es corta, pues no
llega a los 12,5 kilómetros, con el único esfuerzo, aunque intenso, de la
subida a la torre.
Los chicos de Hutchinson
opinan que es mejor madrugar y empezar a caminar pronto, para hacer todo lo que
se pueda antes de que el calor atice. Ni que decir tiene que comparto por
completo ese criterio. Por ello, salimos de Cáceres a las 7,15 de la
mañana lo que nos permitió estar en Cadalso a las 9 para ir a desayunar.
Tuvimos que atravesar el pueblo para ir al sitio previsto, lo que nos permitió
conocer sus calles.
En una de las esquinas de
la Plaza
Mayor está la Casa del Rey, un edificio
actualmente pintado de color azul. Su portada es de cantería en arco de medio
punto que timbra su clave con corona y está flanqueada por sendos leones
coronados. La fachada luce un escudo berroqueño de la Orden de Alcántara
acompañado por dos castillos.
En esta casa residió el rey
Alfonso XI durante sus cacerías por la comarca. En su libro
de la Montería describe el cercano monte de la Aliseda, “apenas a una legua, bueno de jabalíes en
invierno y en verano, y donde a veces hay oso”.
La tradición sobre el rey
recuerda que aquí se encontraba con la que fue su amante durante más de 20 años,
Doña
Leonor de Guzmán.
Pascual Madoz, en su famoso
Diccionario,
confirma que el Rey se encontraba en Cadalso en 1340, donde otorgó
capitulaciones concediendo tierras a los clérigos y pobladores de Guadalupe.
Salimos de la Plaza
de España a través de una calle que está junto a la Casa
del Rey, calle que forma un túnel y que nos lleva directamente al Camino
del Valle.
En cuanto salimos a campo
abierto queda ante nuestros ojos el extremo de la Sierra de las Janonas
donde se ubica la Torre de la Almenara.
Donde el camino se
encuentra, en paralelo, con el Arroyo de la Gargantilla, cuyo cauce
va seco a nuestra derecha, empezamos a caminar por una zona hormigonada. Es una
fuerte pendiente de subida, con abundantes pinos a ambos márgenes del camino,
que llega hasta un depósito de agua. En dicho lugar hay que girar a la izquierda
para, inmediatamente, tomar una vereda que sale a la derecha.
Todo es una cuesta arriba,
no demasiado exigente. A mitad de la misma encontraremos un aviso de la
existencia de colmenas de abejas, que veremos enseguida. Como siempre en estos
casos, conviene pasar con normalidad evitando molestar a los insectos .
Aún quedará subida fuerte
durante otros 800 metros hasta alcanzar una pista amplia donde nosotros hicimos
un alto para reagruparnos, ya que la cuesta anterior había estirado demasiado
el grupo.
Seguiremos la pista,
bastante llana en este tramo, durante unos 400 metros, justo hasta que tengamos
a la vista una casas a la derecha del camino. Antes de llegar a ellas sale otra
desviación a la derecha que es la que tendremos que tomar de modo que vamos a
pasar por detrás de las casas.
En cuanto las hayamos
rebasado podremos ver a nuestra derecha un soberbio ejemplar de castaño de más
de 300 años de antigüedad.
Pasados los castaños, el
entorno se despeja de arboleda, sobre todo por la derecha, donde ya podremos
ver más próxima la Almenara coronando el extremo de la Sierra de la Janona.
Hay bastante retama por los
alrededores. Estaremos caminando por lo el Camino Viejo de Gata y podremos ver Cadalso
a nuestra izquierda. Y un poco más a la izquierda aún primero la Sierra
del Moro y detrás de ésta, y bastante más elevada, la Sierra
de los Ángeles.
Cuando tenemos a la vista,
a nuestra derecha, un pequeño bosquecillo de robles, la persona que nos va
guiando nos invita a hacer una breve parada. Nos explica que hasta llegar
arriba no hay sendero visible, pero que hemos de ir haciendo un semicírculo
hasta haber sobrepasado el mencionado bosquecillo, donde volveremos a parar
para reagruparnos. Señala que pueden verse hitos de piedra que debemos dejar
siempre a nuestra derecha.
Durante un corto trecho la
subida se vuelve mucho más exigente, con lo que el grupo se estira. Los que
vamos en cabeza decidimos parar para reagruparnos una vez pasado un solitario
pino, en una zona con grandes rocas. Desde allí haremos el “ataque”
final.
Desde esta posición
observamos a lo lejos el Embalse de Borbollón y, más cerca,
la Sierra
Martín, con tres elevaciones en mitad de las cuales se ubica Santibáñez
el Alto.
Tras un breve descanso
acometemos el último, y más empinado, asalto a la Almenara. A estas alturas
de la mañana el sol que aprieta y el esfuerzo de la subida se notan. La torre
queda a un paso, pero el paso es casi en vertical.
Tras un último esfuerzo
llegamos a lo alto del cerro donde se ubica la torre, de forma pentagonal hecha
de piedra y cal y con sillares en sus cinco esquinas. El nombre “Almenara”
es de origen árabe y significaba “fortaleza”.
Los restos que vemos
actualmente parece que son del siglo XIV y construidos sobre lo que
hubiera anteriormente.
Según Publio Hurtado
(historiador cacereño) la primera construcción que hubo aquí fue árabe y se
hizo en el siglo IX pudiendo ser su principal misión la defensa de esta
zona, por la que pasa la Vía Dalmacia que comunicaba Coria
con Ciudad
Rodrigo así como de vigilancia sobre las localidades que desde aquí se
divisan.
A consecuencia de las
batallas entre moros y cristianos a torre cambió de manos varias veces aunque
fue conquistada definitivamente en 1212 por el rey Alfonso IX y, tras
diversos avatares, entregada para su custodia y defensa a la Orden
de Alcántara.
Originalmente estuvo
rodeada de una barrera de piedra seca que permitía acoger en su interior, pero
fuera de la torre, las caballerizas.
En su fachada principal aún
existe un baluarte redondo delante de la puerta, que queda como a dos metros de
altura respecto a la base de la torre. Desde el baluarte podía accederse a la
torre con una escalera de mano que podía retirarse a conveniencia, asegurando
con ello su aislamiento y defensa.
En su interior los indicios
apuntan a que pudieran haber hasta tres pisos. A los dos primeros se accedería
a través de escaleras de madera mientras que al tercero se haría por una
escalera de piedra encastrada en el muro según los restos que pueden verse aún.
La torre está bastante
deteriorada y aparecen grietas severas entre algunos de los sillares.
Detrás de la Almenara
hay un espléndido mirador que permite contemplar desde el norte hasta el
sureste.
Nos vamos del lugar
utilizando el camino que otros siguen para subir. En la parte de atrás de la Almenara,
junto al mirador, hay un claro y bien
marcado camino que baja de una manera mucho más suave de lo que fue la subida
en dirección al sitio que llaman La Pataina. En algunos momentos el
camino va enlosado.
A mitad de la bajada
un poste indicaba la existencia de una fuente que, por más que miramos, no
vimos por ningún sitio.
El sendero nos lleva
hasta una pista que habremos de seguir, a la izquierda, durante unos pocos
metros para salirnos de ella, casi enseguida, por la izquierda. El sendero está
claramente marcado.
Un poco más allá
encontraremos un poste indicador del camino de subida a la Almenara y pocos metros
más allá nos toparemos con el Arroyo del Concejo, que nace solo un
poco más arriba de este punto.
Aquí mismo tomamos el
Camino
del Concejo, que nos va a llevar hasta Gata, a poco más de dos
kilómetros. Es un camino precioso, que discurre entre castaños y va embutido en
un bonito callejón con paredes de piedras.
Tras pasar una
cancela, seguimos el camino a cuyos laterales se mantienen los castaños pero
empiezan a verse también algunos pinos.
El arroyo
Rivera de Gata, en su recorrido para verter sus aguas en el Arroyo
del Concejo, se cruza en nuestro camino. Hay un pequeño puente de
madera que ayuda a salvar su cauce. Y un poco más adelante encontramos una
fuente de la que no sale ni una sola gota de agua. Al menos cuando pasamos
nosotros.
Entramos en Gata
por la calle del Negrón y como venimos bastante separados decidimos
sentarnos en un sitio idóneo para esperar a reagruparnos antes de continuar
camino.
Aprovechas el momento
para hacernos bastante fotos, algunas de ellas de todo el grupo.
Continuamos camino
bajando y giramos a la izquierda para bajar a la Plaza de la Constitución,
donde está a iglesia de San Pedro y la Fuente del Chorro, monumento
verdaderamente notable de esta localidad y no tanto por la fuente en sí misma
como por el escudo que campea sobre ella.
Al parecer, el Emperador
Carlos I, en agradecimiento por las aportaciones de la Villa
de Gata durante la Guerra de los Comuneros, decidió
sustituir el escudo del pueblo (una gata sentada bajo la cruz de Alcántara), por
el propio escudo del Emperador concediéndole, a la vez, el título de “Muy Noble y Muy Leal”.
El escudo está hecho
en una sola piedra enteriza y tiene corona abierta, propia de los Reyes
Católicos y el águila, a diferencia de lo que era uso habitual en los
escudos de Carlos I, no es bicéfala. Pero lo que llama la atención de
manera especial es que el águila del escudo está mirando hacia la izquierda,
algo que solo se hacía así (conforme a las normas de la heráldica), cuando la
persona en cuyo honor se hacía el escudo era hijo bastardo, cosa que no sucedía
en esta ocasión. ¿Cómo es, entonces, que el águila mira a la izquierda? No
existe documentación alguna que pueda explicar el hecho y lo que han opinado
los expertos es que el cantero que hizo el escudo podría ser un judío converso
que siguiera profesando, en lo más íntimo de su corazón, su religión y que
quisiera vengarse de esta forma al hacer el blasón.
Frente a la fuente
está la iglesia de San Pedro, de los siglos XVI y XVII pues
las obras empezaron en 1508 y concluyeron en 1609.
Cuando enfilamos ya
para salir de la población, pasamos junto a la Ermita del Humilladero
que tiene dos partes perfectamente diferenciadas. La primera corresponde a la
primitiva edificación, del siglo XVI y la segunda es de la
ampliación que se llevó a cabo en el siglo XVIII. En su interior hay un retablo
barroco del siglo XVIII y hace poco que se descubrió, detrás del muro donde
está el retablo, unas pinturas murales, que representan la
Última
Cena y que datan de finales del siglo XVI, desconociéndose al autor
de las mismas.
Antes de dejar atrás
las últimas casas del pueblo dejamos a nuestra izquierda otra fuente que bien
merecería que se mantuviera algo más limpia. Y un poco más allá vemos lo que
debió ser un antiguo abrevadero hecho en granito.
Tan solo a 2,5
kilómetros está Torre de Don Miguel a donde tardamos media hora escasa en
llegar, si bien íbamos ya con ganas de comer.
Entramos por la calle
Camino
de Gata que nos llevó directos hasta la Plaza Mayor, donde
pudimos ver la Iglesia de la Asunción.
Y tengo que confesar
que me sentí muy sorprendido por algunas de las casas que pude ver que
conservan sus portadas de granito y algunas de ellas unos dinteles
magníficamente labrados, con unos escudos de filigrana que denotan que fueron
detentadas por personas de alcurnia.
Justo antes de
terminar la ruta, pasamos por la Ermita del Cristo, del siglo
XVI.
Y con esto dimos por
terminada la ruta.
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