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Realizada el 20 de enero de
2020 en compañía de otros dos senderistas del Club La Vereína (sección
de jubilados). Mañana muy fría que nos obligó a abrigarnos bien durante
prácticamente todo el trayecto.
Se trata de una recorrido
de poco más de 22 kilómetros con un desnivel acumulado que no llega a los 130
metros, por lo que podemos calificar la ruta como fácil.
Encontramos alguna imprecisión
del track en algunos puntos, que trataré de aclarar en la exposición de la
ruta. No tanto por inexactitud, sino por no indicar en determinados puntos por
dónde debe marcharse, como en el caso de giros en alambradas, si se debe ir por
el lado de allá o de acá de la misma, lo cual nos provocó alguna incomodidad
que hubiera sido muy fácilmente solucionable.
La ruta comienza en Villa
del Rey, localidad ubicada a poco más de 60 kilómetros de Cáceres,
con un trayecto en coche que se hace en algo menos de una hora.
Villa del Rey cuenta con un
gran número de vías pecuarias, hasta trece. Ello es curioso, pues tiene más que
otros municipios mucho más extensos. Durante el recorrido de esa ruta podremos
conocer nueve de las trece vías. También se pasa por cuatro charcas en las que
se puede ver un molino y un abrevadero de ganado y estaremos muy próximos a
otras tantas.
Dejamos el coche aparcado
en la Avda. del Párroco Peguero, la principal vía de entrada en Villa
del Rey y en cuyo final está la Plaza del General Mola y la Iglesia
de Santiago.
No hace falta que lleguemos
hasta la iglesia (que rodearemos al final de la ruta), sino que al llegar a
inicio de la Plaza giramos a la derecha para ir hasta un puente de tres
grandes arcos por encima del que discurre la carretera y salva el Arroyo
de Belvis, ahora seco. Delante del mismo hay piedras pasaderas para,
cuando sea necesario, utilizarlas.
En el puente seguimos
girando a la izquierda hasta salir a la carretera, por cuyo margen izquierdo
habremos de caminar hasta la primera curva, donde saldremos de la misma por el
arcén de la derecha.
Enseguida pasamos junto a
la Charca
del Ejido que queda a nuestra izquierda y que podremos ver con mejor
luz a nuestro regreso. Y un poco más allá de la charca, un pozo con el brocal
de granito, cuadrado.
En este pozo hay una
confluencia de caminos. De hecho, a nuestro regreso llegaremos a este pozo
desde otra dirección.
Ahora, una vez pasado,
hemos de tomar el ramal de la derecha para continuar nuestro camino que
seguiremos de frente en las distintas bifurcaciones que nos encontremos.
Un kilómetro más adelante
desde el pozo, llegaremos a una cancela que está justo en el punto por el que
pasa un arroyuelo que, más a la izquierda de donde estamos, desemboca en el Río
Jartín. Cuando pasamos solo vemos parte del suelo con charcos, pero a
los lados del camino sí puede apreciarse el caudal de mencionado arroyuelo.
Seiscientos metros más
delante de la cancela, hemos de girar a la izquierda. A los pocos metros
pasaremos un nuevo arroyuelo que también vierte sus aguas en el río
Jartín. Este, a diferencia del anterior, va bien encauzado.
En la siguiente encrucijada
hemos de optar por el camino de la izquierda, que nos hará pasar por el río
Jartín, que lleva muy poco agua), para continuar. La explicación a la
ausencia de caudal es que estamos delante del Embalse García, o Embalse
del Molino, que se alimenta de dicho río que deja todas sus aguas en
él. Pero como no vierte nada, pues al pasar por aquí vemos que el cauce va
prácticamente seco.
Sobrepasado el río,
llegamos a un altillo desde donde tenemos una más amplia perspectiva del
embalse, pudiendo observar la parte superior de la presa de contención y de la
lámina de agua, a cuyos bordes pace un rebaño de ovejas.
Unos metros más allá
llegamos a uno de los puntos problemáticos. Encontraremos dos cancelas
seguidas. Hemos de pasar la primera (de color verde) y, tras dejarla cerrada,
pasar también la siguiente (de color naranja), que queda a su izquierda.
Pasada la segunda hemos de
caminar de frente siguiendo la misma dirección que traíamos, lo que nos llevará
a otra cancela que se encuentra debajo de un árbol. En ese punto, NO
HAY QUE PASARLA, sino girar a la izquierda y seguir caminando con la
alambrada a nuestra derecha.
Lo aclaro porque esta
cancela está cerrada y nosotros pensamos que había que cruzarla, con el
consiguiente desconcierto que puede verse en el propio track.
Caminamos ya dentro de la
dehesa, que luce espléndidamente un precioso césped verde. Comentamos que ojalá
el campo presentara este aspecto habitualmente, pues eso sería prueba de que
contaríamos con un terreno más rico que el que tenemos… y con el que hay que
conformarse.
El camino que ahora
recorremos es el llamado Camino a Navas del Madroño y por él
llegaremos al Arroyo de la Lapilla que aunque lleva agua no tenemos mayor
problema par vadearlo, haciéndolo en una zona donde hay buenos berrocales junto
a una encina.
Seguimos el camino unos 700
metros hasta llegar a una intersección en cuyo centro hay un buen ejemplar de
encina. En realidad da lo mismo el camino que tomemos, pues ambos llevan al
mismo sitio, pero recomiendo seguir el de la IZQUIERDA porque nos va a
hacer pasar junto a una explotación de cerdos donde podremos ver un bujío
al que se le ha puesto un tejadillo y ahora sirve de cochiquera para los
cerdos.
Y llegamos a un lugar donde
encontramos dos cancelas: una encajada en medio de una pared y otra, a la
izquierda, sobre soportes metálicos. Es ésta, la de la izquierda, la que
debemos pasar y seguir caminando con la pared de piedra a nuestra derecha.
Pasaremos junto a otra
bonita charca que quedará a nuestra izquierda.
Cuando llegamos a la Casa
del Jartín NO debemos entrar, sino girar a la izquierda y continuar
adelante por el lado de acá de la alambrada, es decir, caminar dejando la
alambrada a nuestra derecha.
El camino discurre en medio
del sitio llamado Cabezajartín que, cuando pasamos nosotros, está bellísimo. No
solo por la alfombra de hierba intensamente verde, sino por las encinas que
vemos, bien cuidadas y de bellas formas.
Dejamos a nuestra derecha
otra charca más, embalsada el agua de tal forma que me tengo que subir a un
talud para poderla fotografiar.
Y llegamos a una cancela en
la que, por la izquierda llega a ella también el Camino de Mata de Alcántara.
Pasamos la cancela para
salir a una pista de tierra bien asentada, ancha y en buen estado. En los
siguientes trescientos metros estaremos en el punto más alto de toda la ruta y
ahora tendremos que descender hasta llegar al Embalse de Cueto. Ya nos
damos cuenta que tanto la subida como la bajada son prácticamente
inapreciables, bien pudiendo parecernos todo llano.
A un kilómetro desde que
llegamos a la pista de tierra alcanzamos un paso canadiense. Debemos estar
atentos, pues nada más pasarlo hay una bifurcación debiendo tomar nosotros el
camino de la izquierda.
Kilómetro y medio más
adelante llegamos a un pequeño embalse que, prácticamente, toca la cola del Embalse
de Cueto. Tiene un muro de contención de hormigón, pequeño, con un
vertedero en el centro.
Se cruza por delante del
muro de contención del pequeño embalse y veremos una cancela a nuestra derecha
que no traspasamos, pues seguimos el camino dejando el muro a nuestra derecha.
El Embalse de Cueto mide,
aproximadamente, un kilómetro de longitud desde su cola hasta el muro donde
está la presa. El sendero bordea todo su margen izquierdo teniendo,
aproximadamente a mitad del recorrido paralelo al Embalse, un bonito paso
elevado cuyos laterales están hechos con grandes piedras de granito enclavadas.
En la cabecera del embalse,
grandes lanchas de granito algunas
construcciones abandonadas y por bajo de la presa, que presenta una estructura
con varias curvas, está el antiguo Lavadero de Lanas de Cueto, que no
nos acercamos a ver. También por bajo de dicho lavadero un precioso soto con
buena arboleda.
Nos alejamos de allí
pasando una cancela y, en apenas 150 metros, llegamos a la carretera de la Mata a
Garrovillas, por cuyo margen izquierdo hemos de caminar unos 200
metros.
Enseguida veremos, a la
izquierda de la carretera, una nueva cancela por donde habremos de pasar,
dejando atrás la carretera.
A escasos 200 metros
después de haber pasado la cancela hemos de hacer un giro de 90 grados a la
derecha y continuar caminando pegados a una alambrada que quedará a nuestra
izquierda. Es una zona donde no se ve sendero, por lo que deberemos guiarnos
por el track o, si se prefiere, caminar simplemente en línea recta.
Es una pequeña cuesta
arriba que nos llevará hasta un muro en el que, debajo de un árbol, veremos una
parte del mismo caída por donde podremos pasar al otro lado. Una vez pasado,
giramos a la izquierda subiendo una piedra grande.
Un kilómetro más adelante
llegaremos a dos encrucijadas seguidas. En ambas debemos seguir adelante hasta
encontrarnos, otros 500 metros más adelante, una cancela que pasaremos cuidando
de dejarla luego bien cerrada. Estamos andando por el Camino del Papudo.
Un poco más adelante se nos
cruzará trasversalmente el Camino de las Canteras, que
superaremos siguiendo caminando hacia delante hasta que alcancemos a ver una
torre al lado derecho del camino. Cuando llegamos a ella vemos que se trata de
un Observatorio
de Aves, con una terraza superior como mirador. El recinto no está
cerrado más que con una cancela. Descorremos el cerrojo y a través de una
escalera de caracol que hay en uno de los laterales subimos a contemplar la
belleza de este paisaje desde arriba.
A unos trescientos metros
del Observatorio
de Aves hay que hacer un giro de 90 grados a la izquierda, SIN PASAR
por un paso canadiense que, entre dos postes de cementos, se ve más allá (ver
foto de este punto).
En pocos metros llegaremos
a una cancela que nos va a dar paso a las inmediaciones de la Charca
de la Dehesa o Charca Grande o el Albercón, que de los
tres modos puede denominarse.
El entorno de la
Charca está cercado por un muro de piedra. Se puede acceder al interior
a través de una puerta sin cancela (que es lo que hicimos nosotros) o seguir
hasta el final del muro y allí girar a la derecha.
Como digo, nosotros pasamos
la cancela para acercarnos un poco a la Charca.
Caminamos por el borde
hasta llegar cerca del muro de contención de las aguas. A la izquierda hay una
cancela por la que salimos al camino otra vez y que, a los pocos metros, nos
llevará a pasar por otra cancela más, que nos encontramos abierta de par en
par.
Unos 250 metros más
adelante, antes de llegar a una nave grande con tejado rojo, hemos de girar a
la izquierda para caminar, en diagonal, en dirección al pueblo.
En este punto no hay
sendero, pero no tiene pérdida, pues se trata solo de caminar en dirección al
pueblo que vemos ya relativamente cerca. Encontraremos un camino que se cruza y
otro que va en la misma dirección que traíamos, hacia Villar del Rey. Lo seguimos
y nos llevará a un paso canadiense que pasaremos.
Una suave bajada nos va a
llevar a pasar el Arroyo Jartín en un lugar en que el camino está hormigonado y
en el que hay, en los márgenes del camino, piedras pasaderas (excesivamente
distantes unas de otras) para salvar las aguas del Arroyo si éste viniera
crecido.
Ya con el pueblo a la vista
llegamos a lo que será la última cancela de las muchas por las que hemos pasado
hoy y pocos metros más adelante tendremos a la vista la Charca del Ejido, que
solo vislumbramos esta mañana cuando todavía no había luz suficiente y
alcanzaremos el punto en que encontramos el camino por el que comenzamos esta
mañana. Allí está el pozo cuadrado de granito que ahora podemos ver con más
claridad, así como una preciosa perspectiva de Villa del Rey.
Cuando llegamos a la
carretera volvemos a caminar por ella unos pocos metros para meternos ya en la
calles del pueblo y yendo hacia el puente con tres ojos y piedras pasaderas
delante que a primera hora de la mañana apenas si pudimos fotografiar dada la
oscuridad que había.
En lugar de dirigirnos
directamente al lugar donde dejamos el coche aparcado, optamos por pasar por la
Plaza para conocerla y ver también la iglesia parroquial de Santiago el Mayor.
Y con esto dimos por
terminada una ruta bonita en una jornada muy fría.
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