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El Consell de Mallorca, en
las sugerencias que tiene publicadas para aquellos que quieren hacer la Travessa
sugiere que se vaya en taxi desde el refugio de Muleta hasta Beniaraix,
tardándose 25 minutos para hacer los 8,5 kilómetros. Luego continuar a pie
hasta Son Amer.
En las recomendaciones se
aconseja contactar previamente (la víspera o antes) con el servicio de taxi de Sóller
para concertar el servicio y la hora de recogida. El teléfono es el 971
638 484. Nosotros lo hicimos así y todo fue a la perfección.
Se trata de una etapa dura:
30 kilómetros de longitud y más de 1300 metros de desnivel acumulado.
Habíamos citado al taxi a
las 8 de la mañana, por lo que nos levantamos temprano. El Faro de Sa Creu de Sóller
nos quedaba al alcance de la mano. No se olvide que el refugio fue antiguamente
una base militar.
Durante todo el trayecto en
taxi pudimos disfrutar de las vistas sobre las montañas que nos tocaba caminar
en este día así como de las vistas al puerto de Sóller.
El taxi nos dejó en Beniaraix,
en la Plaza de la Concepción, al inicio de la calle Sant
Josep, donde queríamos empezar la ruta.
Subimos por la calle Sant
Josep y al final giramos a la derecha, para tomar el Camino
del Barranco.
Frente a nosotros queda la
mole del Cornador, que dejaremos enseguida a nuestra derecha. Y a
nuestra derecha, pero cada vez más detrás de nosotros, vamos dejando Sóller
y la Serra
des Boixos que recorrimos ayer.
Un poco más adelante
encontramos el primero de varios puentes que se harán presentes en los dos
primeros kilómetros de ruta. Todos ellos para ayudar a salvar el Torrent
de Biniaraix cada vez que nos cruzamos con él. Y después del puente,
una prolongada cuesta arriba toda ella
muy bien pavimentada con piedras
que van conformando escalones.
Mediada la cuesta, una
fuente con grifo de pulsador se ofrece por si hubiera que calmar la sed o
reponer líquido a nuestras cantimploras.
La subida escalonada se
prolonga. Cada vez vamos cogiendo mayor altura y a la vera del camino vemos
cómo se ha aterrazado el terreno para poder cultivarlo con eficacia.
Y llegamos al segundo
puentecillo, tan sencillo que el primero pero mejor acabado, pues este tiene la
superficie de madera mientras que la del primero era de cemento.
Es a partir de este punto
cuando la subida se vuelve más exigente. Para ayudar a superarlo el camino
cuenta con una serie de vueltas muy bien realizadas en piedra que se denominan ses
Voltetes.
Tenemos también la
oportunidad de ver, en un lateral del camino, la canaleta de la Font
des Verger.
En muy corto espacio vamos
a encontrar tres puentes seguidos. Los dos últimos dotados también, al lado,
con piedras pasaderas.
Un poco más adelante unos
postes indicadores nos señalan dos direcciones que ya conocemos sin que aporten
información de distancia o de tiempo.
Al lado mismo, la Font
des Verger, una fuente con grifo de cuarto de vuelta nos facilita
calmar la sed o rellenar botellas.
Desde este punto y mirando
para atrás podemos ver al fondo Sóller a través de S’Estret,
por donde pasa el GR-221 que venimos siguiendo.
La subida sigue, con
continuas vueltas, pasando junto al Salt des Cans
o Salto
de los Perros, donde la tradición afirma que se tiraban al precipicio
los perros que estaban enfermos o que eran muy viejos.
Quinientos metros más
adelante habremos llegado a las casas de l’Ofre. Aquí veremos unas
casas y unas cercas de piedra bien cultivadas. Detrás de ellas el Puig
de Na María. En este punto el camino hace un brusco giro a la izquierda
para continuar la subida, de la que aún nos queda kilómetro y medio. Un poste
con triple indicación nos apunta hacia Cúber, que es donde vamos.
La subida es exigente,
entre piedras y continuos zigzag que facilitan el ascenso.
Cuando estamos ya casi
arriba divisamos a nuestra izquierda el Coll de l’Ofre y a nuestra derecha
la impresionante silueta cónica del Puig de l’Ofre.
Cuando, por fin, coronamos
la subida, nos relajamos. Hace bastante frío, acrecentado por el aire que corre.
Tenemos ante nosotros un paisaje precioso. Al fondo, el embalse de Cúber y más
atrás aún, a la izquierda, la impresionante mole del Puig Major, la mayor
altura de toda la isla (1.436 metros) parcialmente tapada por la nubes y a su
derecha el Puig de Ses Vinyes (1.108 metros) y delante de él y muy cerca
del embalse, la Torrella del Puig Major (971 metros).
Allí mismo hay una “Cruz
de la Paz” puesta en marzo de 2003 de la que dejamos constancia
gráfica.
Desde este punto al refugio
que hay al borde del embalse hay poco más de 2,5 kilómetros que hacemos en
media hora. El camino es de tierra, cómodo de caminar y muy llano.
Pepe y yo nos
entretenemos en tirar fotos al Puig Major tratando de sacarlo en un
momento en que se vea la gran esfera que hay en su cima. Pero nuestros intentos
resultan baldíos pues las nubes están muy pegadas al pico hasta que por fin, en
un momento, logramos ver la esfera y queda inmortalizada.
El refugio está cerrado a
cal y canto. Hay una mesa delante donde poder sentarse a tomar algo o a
descansar. En el mismo NO se puede pernoctar, pues no cuenta con camas, si bien
hay una mesa, chimenea y espacio para seis personas. En la parte de atrás hay
leñera y un wáter químico. Para hacer reservas del mismo hay que llamar al teléfono
971 177 652, de lunes a viernes y en horario de 10 a 14 horas.
Aún cuando el embalse puede
bordearse por ambas orillas, nosotros decidimos hacerlo por la izquierda, por
la parte más baja de la ladera de la Serra de Cúber. Ello nos permitió
contemplar a gusto al otro lado del embalse, el Morro de Cúber.
Cuando estuvimos en el otro
extremo del embalse pudimos ver la estación de aprovechamiento de las aguas que
está por donde nosotros bajamos hasta el embalse, pero al lado derecho, es
decir, en la misma línea que el refugio, pero en el otro extremo.
También pudimos contemplar
ya, a gusto, el Puig Major una vez que las nubes se habían retirado de su cima.
Comentamos que era una pena que estuviera prohibido el acceso, pues las vistas
desde allí tienen que ser espectaculares.
También desde aquí nos
queda ya a la vista el pantano de Gorg Blau, a los pies del
también impresionante Puig de Ses Vinyes (1.108 metros),
con su característica cima.
El pantano de Gorg
Blau fue construido el año 1972, junto con el de Cúber. Funciona como
reservorio de agua de lluvia para el abastecimiento de la ciudad de Palma.
Hasta 1971 se llamaba Gorg
Blau al lugar más estrecho del torrente (justo al otro lado de por
donde accedeos nosotros) que recibía el nombre, en el lugar por el que
atravesaba el camino de Sóller, con un puente.
Antes de la construcción
del embalse el lugar se hizo famoso por la conjunción de la elevación de las
paredes del torrente, el color del agua y el puente, que inspiró poemas, fue
pintado, fotografiado, se convirtió en objeto de visitas turísticas y de
reproducción en tarjetas postales.
Incorporo una foto
señalando el sitio exacto donde actualmente está la presa y antiguamente el
paso de personas y vehículos.
A poco de continuar tenemos
que pasar una cancela que da acceso a la carretera MA-10 en su kilómetro 34,
encontrando además algunos paneles informativos.
Tomamos un camino paralelo
a la carretera y yendo hacia la derecha, tras pasar por un aparcamiento y un
“botador” vamos a dar a la Font de Noguer, donde nos
encontramos con un amigo cargando montones de botellones de 5 litros de agua.
Nos habla de las bondades de la misma y que por eso hace tan gran carga.
En el mismo lugar hay un
parque público donde se puede hacer pic-nic.
Y aprovechamos para
fotografiar la Penya des Migdia (1.356 metros) el tercer pico por altitud de
toda la Isla, que queda al otro lado de los embalses y a la izquierda del Puig
Major. Solo son más altos el propio Puig Major (1.436) y el Puig
de Massanella (1.364), que es el segundo y tenemos intenciones de
subirlo en el día de hoy.
Seguimos nuestro camino y
encontramos un canal de conducción de agua que atravesamos con la ayuda de unas
pasarelas que hay sobre el mismo. Vamos a caminar paralelos al mismo durante
algo más de dos kilómetros.
Vuelve a quedar a la vista
el pantano
de Gorg Blau. Ahora, a menor distancia, es posible utilizar el
teleobjetivo para sacar una foto de la presa propiamente dicha, hecha en el
lugar donde más se estrecha el paso. No lo sé, pero es posible que se haya
respetado el primitivo puente que quedaba en aquella angostura.
Seguimos caminando,
pudiendo comprobar que el canal de conducción de agua junto al que hemos venido
se ha ido haciendo cada vez un poco más grande. En un punto concreto, un
puentecillo salva el canal, que dejamos atrás ya de modo definitivo cuando
estamos haciendo los últimos metros en llano.
El entorno vuelve a ser más
boscoso y encontramos de nuevo que parte del sendero está hecho con piedra que,
de cuando en cuando, tiene esas líneas en diagonal (también de piedra) para que
el agua de lluvia salga del camino y no lo socave. Un trabajo que debió hacerse
hace mucho tiempo y que me temo que hace años que debería haberse empezado a
conservar.
El camino hace una curva
para salvar el extremo de la Serra de sa Mola, lo que nos lleva
al Prat
de Cúber donde encontramos la Font des Prat en cuyo pequeño arco
de acceso se la denomina Font de Massanella. Está ubicada en
un trozo de terreno que se nota ha servido con frecuencia para paradas de
senderistas. Hay pequeñas paredes de piedra donde es posible sentarse, lo que
hicimos nosotros.
La fuente está en el
interior de una pequeña construcción cuya puerta está protegida por una reja
que es posible abrir. En el interior muy poco agua.
A partir de este punto
comienza el Comellar des Prats o, lo que es lo mismo, el ascenso que
acabará llevándonos a la cima del Puig de Massanella. Es una zona
inicialmente umbría, boscosa, pedregosa en los laterales, pero razonablemente
despejada en lo que es el sendero. Un poco más tardes el Comellar aparecerá
desprovisto de árboles.
En 1,4 kms. superamos casi
200 metros de desnivel, lo que representa un 13%. Todo lo que nos queda hasta
la cima tiene un 14% de desnivel. Serán cuatro kilómetros así.
De momento, en ese 1,4 kms.
de la Font des Prat encontramos otra fuente esta sin nombre. Es de
factura más humilde que la anterior.
Pasada esta fuente
desaparecen los árboles y todo aparece despejado, de modo que queda ante
nosotros, a nuestra derecha, la mole granítica del Puig de Massanella (1.365
metros). Confieso que yo lo vi “demasiado” para mi, pero Pepe
y José
no dejaban de decir que “está chupao”, con lo que me dieron
ánimos. Y Curro, que también lo veía un tanto elevado, se animó igualmente.
Como se puede ver por el
track, para subir hay que desviarse en un punto concreto para volver al lado
derecho de la mole y atacar la subida propiamente dicha desde ahí.
La subida es trabajosa.
Vamos con cuidado, evitando un resbalón que no aportaría nada bueno. En un
punto determinado decidimos dejarlas mochilas y continuar sin ellas. Total, no
creemos que vaya a venir nadie a llevárselas.
Las vistas ya, desde la
altura, son sensacionales, pudiendo verse sin problemas el embalse de Cúber.
Cuando alcanzamos la cumbre
hay una niebla que va a más, con lo que nos vemos privados de unas vistas
nítidas que llegaran lejos y que hubieran podido ser fantásticas. De todos
modos, lo que queda ante nuestra vista lo es y disfrutamos a tope de ello.
El Puig de Massanella tiene,
digamos, tres cimas. La más elevada quedaba un poco más allá de donde llegamos
nosotros y Pepe decidió darse una rápida escapada para tocar techo. Me
limité a seguirle con el teleobjetivo de mi cámara.
La subida al Massanella
y el rato que estuvimos en la cima nos llevó demasiado tiempo. Si queríamos
poder cenar en el refugio de Muleta teníamos que estar allí a las 8 de la tarde y
eran ya las 6,30 y nos quedaban aún 10 kilómetros para llegar, incluida la
bajada del Puig y todo el camino hasta el refugio. Sabíamos que se nos haría de
noche, así que nos aprestamos para bajar rápidamente, pero con prudencia.
En el Coll des Prat un
poste nos indica diversas direcciones. Nosotros hemos de seguir derechos,
siguiendo el mismo sentido de la marcha que traíamos antes de subir al
Massanella.
La bajada es pronunciada y
la luz empezaba a escasear, por lo que decidimos sacar frontales y poner a mano
linternas. Evitamos hacer muchas fotos, que nos demoraba el paso.
Todo es bajada hasta el Torrente
de Coma Freda, a partir del cual hay que subir el extremo del Puig
d’en Galileu que es el espolón norte del para comenzar otra vez una
bajada bastante pronunciada que nos hace llegar a Ses Voltes d'en Galileu
que son una serie de giros que ayudan a superar unos 250 metros de desnivel.
Más adelante y teniendo ya
serias dificultades para ver atravesamos el Bosque de Son Massip.
Aceleramos aún más el paso.
A mitad del bosque eran la las 19,30 y nos faltaban aún casi 5 kilómetros para
llegar al refugio de Son Amer, con lo que nos veíamos francamente
apurados.
Curro iba bastante cansado.
Al llegar a la carretera MA-10, que había que volver a cruzar, acordamos con
él que los demás íbamos a acelerar el paso al límite para conseguir entrar en
el refugio, si no a la hora exacta, al menos con escasos minutos de retraso.
Así lo aceptó Curro, por lo que Pepe, Jose y yo adoptamos paso
casi de marcha atlética.
Al llegar al Monasterio
de Lluc, que veríamos al día siguiente, nos equivocamos y en lugar de
seguir de frente para girar luego a la derecha e ir al refugio, nos metimos
dentro de lo que es la urbanización del mismo, con lo que perdimos unos minutos
dando un rodeo inútil. Cuando volvimos a salir seguimos con la marcha.
Hay una carreterita de unos
500 metros hasta llegar al refugio que, para nuestra sorpresa e incredulidad,
está situado en un alto, con lo que tienes que redoblar el esfuerzo para salvar
el desnivel de esos últimos metros.
Entramos en el refugio
fuera de hora, pero la persona que lo atendía nos recibió amablemente. Le
habíamos avisado que llegaríamos un poco tarde. Nos había reservado cena.
Pudimos dejar las cosas en
la habitación y esperamos a que llegara Curro, lo que hizo unos diez o
quince minutos después que nosotros.
Cenamos a la mesa con tres
matrimonios alemanes, obreros que acababan de jubilarse y estaban haciendo
senderismo. No hablaban más que alemán, pero con gestos y buena voluntad
pudimos entendernos e, incluso, rematar la cena con sendos aguardientes.
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