17 junio 2004.-
En Wikiloc: pulsar aquí.
A
la vista de la jornada que nos esperaba, hemos comenzado a caminar a las 5,45. Además
de tener por delante casi 30 kilómetros de recorrido, los últimos seis
kilómetros, los que preceden a O Cebreiro, son una subida continua con un
desnivel de un 10% aproximadamente.
Atravesamos
Villafranca de madrugada y al pasar junto a la calle Puente Nuevo vemos la
fachada del antiguo Hostal del Comercio, fundado en el siglo XV y que sigue
abierto. El caserón es viejo, pero merece la pena dejar constancia de su
existencia.
Al
salir de casco urbano hemos de cruzar el río Burbia. Justo antes de hacerlo,
sobre el viaducto Fuente Quintano y a pesar de la oscuridad, vemos la estatua
erigida en honor del peregrino que nos despide.
El
camino nos lleva bordeando el río Valcarce que describe varios meandros hasta
llegar a Pereje. Nuestra ruta discurre paralela a la carretera A-6 y, a veces,
la cruza.
Los
primeros kilómetros han transcurrido por el andadero que, próximo a la
carretera, hizo la Junta de Castilla
León. Al llegar a Ambasmestas hemos tenido que cruzar otra vez sobre el río
Valcarce. Una casa, a la izquierda del camino, nos ha llamado la atención.
Poco
antes de llegar a Vega de Valcarce el camino pasa por debajo del impresionante
viaducto construido como soporte de la carretera A-6.
Hemos
encontrado todo cerrado hasta poco antes de entrar en Vega de Valcarce donde,
al fin, hemos podido tomarnos un vaso de leche.
Al
salir del café hemos visto a nuestra izquierda, en lo alto, las ruinas del
Castillo de Ruitelán
El
camino ha sido precioso. Primero nos han acompañado los impresionantes
viaductos por los que discurre la “autovía del Norte”. Algunos, que he
fotografiado, tienen una altura sencillamente increíble.
Por
aquí mismo, canales de agua y granja con una vaca.
Después,
a partir de Las Herrerías, ha comenzado la subida a O Cebreiro: 8,5 kilómetros
bellísimos, pero de una dureza impresionante.
Francesco
y yo no nos hemos resistido a hacernos unas fotos en plan humorístico, con la
lengua fuera, para dejar en el recuerdo esa dureza de la que hablo.
Todo
el camino de subida es precioso, con vistas que no se resisten a ser
fotografiadas. Caminamos a un menor ritmo del que es habitual en nosotros pues
los kilómetros que llevamos van haciendo mella, y la cuesta también.
Llegamos
a O Cebreiro poco antes de las 11 de la mañana. Cansados por la subida, pero
bastante enteros después de algo más de 5 horas caminando.
El
albergue está atendido por funcionarios de la Junta de Galicia… y se nota. El
distanciamiento en el trato con el peregrino es notable si se compara con cualquiera
de la experiencia habida en los albergues que hemos visitados anteriormente.
Estamos
varios peregrinos en las puertas desde las 11 de la mañana, pero no se nos
permitirá el acceso hasta la 1 de la tarde.
Ante
la obligada espera, dejamos las mochilas al cuidado de otro peregrino, amigo,
conocido desde varias etapas anteriores y Francesco y yo nos vamos a dar un
paseo.
O
Cebreiro es un conjunto de edificios reconstruidos a partir de nada. Es todo
absolutamente artificial y el único objetivo de la reconstrucción es turístico
y, e mi opinión, explotador del peregrino. Hemos encontrado precios claramente
superiores a los vistos en otros sitios. Como ya he dicho se otras ocasiones a
lo largo del Camino hay gente que ve al peregrino como una teta que exprimir…
hasta dejarla seca. Una lástima.
Durante
la subida hemos comenzado a sentir Galicia propiamente: ya en Cacabelos vimos
que la gente era más gallega que castellana o leonesa: hablan en gallego, ven
televisión en gallego y tienen un acento absolutamente gallego, ello por no
hablar e las pintadas que se ven por todos sitios reclamando la inclusión de
este territorio en Galicia. Este pueblecito, totalmente reconstruido de cara al
peregrino, como he indicado, tiene cosas interesantes, como las propias
construcciones que proporcionan una idea de lo que fueron en su día, o
elementos de los que formaban parte de la vida diaria de los lugareños.
Imprescindible
disfrutar del estupendo crucero que hay a la entrada del pueblo y del monumento
al Camino con el mapa de Europa en bronce donde queda constancia de todos los
Caminos que conducen a Santiago.
Nuestro
paseo por el pueblo también nos da la oportunidad de deleitarnos con las
privilegiadas vistas que hay desde la altura donde está O Cebreiro. Todo un
espectáculo.
Visita
obligada en O Cebreiro y que, por supuesto, nosotros cumplimos es al Santuario
de Santa María La Real, construido en el siglo IX y restaurado en 1962, que
cuenta con un atrio en el que hay abedules, arces y serbales. Fundado por el
conde de Aurillac, es el monumento más antiguo de la ruta jacobea íntegramente conservado,
aunque hay que indicar que la actual fachada no es la original.
En
los alrededores hubo un monasterio del que hoy sólo queda la iglesia, que
disponía de un mesón-hospital para atender a los peregrinos, en funcionamiento
hasta 1858. Cuenta la leyenda que en los días de niebla los monjes hacían sonar
la campana para orientar a los caminantes perdidos.
Esta
iglesia está ligada la "leyenda del Santo Grial o del Santo Milagro
", datada alrededor del año 1300 y que relato más abajo.
Como
reliquias de este milagro medieval se pueden contemplar unas pequeñas ampollas
de vidrio, además del cáliz de plata y una patena, que datan de la segunda
mitad del siglo XII, citados anteriormente.
Por
la noche, en el dormitorio, bronca a causa de unas “graciosas” sevillanas,
empeñadas en ejercer de “graciosillas oficiales” que cotorreaban sin parar
metidas en la cama, no dejando dormir a nadie cuando casi todo el dormitorio
reclamaba silencio. Al final la bronca ha sido de tal calibre que han acabado
callando aún antes de que tuviera que intervenir el hospitalero, cuya presencia
muchos reclamaban.
Hoy
han sido 28 kms. en 6 horas y 13 minutos. 50.000 pasos.
EL MILAGRO DEL SANTO GRIAL
En
la Iglesia de Santa María la Real, de O Cebreiro tuvo lugar, según cuentan
crónicas antiguas (ya hay referencias fechadas e 1487) el milagro eucarístico.
A principios del siglo XIV, existía en la aldea de Barxamaior, a pocos
kilómetros de O Cebreiro, un devoto campesino llamado Juan Santín, que siempre
asistía a misa en la iglesia que los monjes benedictinos tenían junto al
hospital de peregrinos.
En aquella ocasión, pese a que era un día de gran tempestad, Juan
Santín, como tenía por costumbre, subió desde su aldea hasta O Cebreiro,
llegando a la iglesia en el momento en que el monje estaba consagrando el pan y
el vino.
El monje, al verlo llegar, menospreciando el sacrificio del
campesino, exclamó:
— Cual viene
éste otro, con una tan grande tempestad y tan fatigado, a ver un poco de pan y
vino…
En ese momento, el pan que sostenía se transformó en la carne de
Cristo y el vino en su sangre, produciéndose lo que se cita como “el milagro
del Santo Grial”.
El
Milagro fue conocido por los Reyes Católicos, que en 1486 peregrinaron y
conocieron el milagro y donaron el relicario donde se guardan aún hoy las
reliquias que, junto con el cáliz, se pueden contemplar en la Capilla del Santo
Milagro, junto a la patena y el cáliz (todo en una urna de cristal blindado),
pieza románica del siglo XII, que además es un símbolo de Galicia y forma parte
de su escudo.
Los
peregrinos alemanes divulgaron el milagro, y Wagner lo incluyo en su obra
Parsifal.
Los
mausoleos donde están enterrados los protagonistas del milagro y una talla
románica de la Virgen del Siglo XII completan la vista a esta capilla,
declarada monumento histórico y artístico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario