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Realizada durante la mañana del domingo 12 de enero de 2014.
Organizada por el Ayuntamiento del Casar de Cáceres dentro de su
programa de "Rutas Locales y Pueblos Cacereños".
Día nublado y algo fresco. Participamos unas 60 personas.
La ruta transcurre por los caminos del Terruco, la Torre y
la Cantera de granito de la Zafrilla, dejando de lado toda la zona de la Mata.
Atraviesa la Dehesa Boyal situada junto al Pantano Viejo de la localidad e inicia
el regreso a Casar por la Vía Verde o Carril Bici.
En total, casi 18 kilómetros por un recorrido llano que
discurre por caminos en buen estado y algunos tramos de recorrido asfaltado.
Nos habían citado a las 10 de la mañana en la Plaza del
Ayuntamiento, la misma Plaza donde se ubica el albergue de peregrinos del Camino
de Santiago. Fuimos de los primeros en llegar, pero poco a poco
apareció el resto de los senderistas, de modo que a la hora prevista pudimos
iniciar la marcha.
Salimos por la Calle Larga hacia el Paseo
de Extremadura, en el que me llevé la sorpresa de ver e nuevo albergue
municipal. Y digo nuevo porque en mis últimas andanza por aquí yo no lo había
visto. La apariencia exterior es muy buena y creo que cuenta con piscinas en el
jardín posterior.
Pasado el campo de fútbol giramos a la derecha y, pasando
junto a la solitaria puerta de paso que allí se encuentra, fuimos hacia las
naves industriales, para coger el Camino del Terruco, dejando siempre
a nuestra derecha todo la urbanización del Monte de Casar.
En el grupo íbamos varios aficionados, de ambos sexos, a la
fotografía. El día presentaba oportunidades estupendas para darle gusto al dedo
y todos intentamos captar algo de lo que la naturaleza nos ofrecía. Yo me
confieso de entre los peores fotógrafos del grupo y, además, poco exigente en
cuanto a lo artístico, pues busco más captar el momento que otra cosa; y con
eso y todo creo que alguna foto me quedó bonita (insisto en que soy poco
exigente al respecto).
Por un paso canadiense salimos de los límites de la
Urbanización del Monte del Casar a la zona de Casaquemada.
Y a través de otro paso, pocos metros más allá, salimos a la
carretera N-630 que hemos de cruzar al otro lado, lo que hacemos con sumo
cuidado y bajo la mirada atenta de los miembros de la organización.
En cuanto cruzamos la carretera nos dirigimos al puente que
cruza sobre la línea de ferrocarril, y que nos queda a tiro de piedra.
Algunos de los senderistas, matrimonio ellos, comentan entre
risas las tardes de arrullos que tuvieron, de novios, en los aledaños del
puente. ¡¡Juventud, divino tesoro!!
El que pisamos ahora es el Camino de las Marradas
que, pasando junto a la Casa de la Torre y a la Charca
del mismo nombre, se dirige hacia el Tallón.
Desde la carretera ya había visto muchas veces una
construcción peculiar sin saber exactamente qué era. Pregunto ahora a algunos
de los que me acompañan y me dicen que es una estación de radar de aviación
civil, una especie de baliza para la navegación aérea, de lo que dejo
constancia a los efectos oportunos
El camino discurre, amplio y bien definido por un campo
desprovisto, casi por completo de arboleda. Solo algunas formaciones rocosas
(para mi muy hermosas) jalonan nuestra ruta.
La Casa de la Torre a nuestra izquierda
y pocos metros más allá la Charca de la Torre, rompen la
monotonía de un paisaje sin otro atractivo que el verde propio de la época.
Poco más de un kilómetro después de la Charca hay que tomar
un camino a la derecha. No existe ninguna posibilidad de pérdida, pues la Cantera
del Tallón va a quedar a nuestra vista y hemos de pasar delante de
ella.
A poco de girar, el Arroyo del Tallón sale a nuestro
encuentro. Viene cargado de agua y está en los límites mismos de la cantera.
La Cantera Tallón nos llama la atención
a todos: esos enormes bloques de granito, arrancados de las entrañas de la
tierra y extraídos como si se tratara de mantequilla cortada con un cuchillo.
Me admiro de la limpieza de los cortes en la piedra y me duele ver la Madre
Tierra hendida en su intimidad.
No se da una gran presencia de piedra granítica en el
entorno de la ruta, pero sí tenemos la oportunidad de contemplar algunas
grandes rocas con formas singularmente atractivas.
El camino continúa hasta llegar a la Fuente Cagona, charca que
queda a nuestra izquierda en un cruce de caminos, donde giramos a la derecha en
dirección al Casar. Lo mismo haremos en otros cruces que nos encontremos,
procurando tomar siempre el que más derecho va en dirección al Casar.
En una finca a nuestra izquierda, con fondo de eucaliptus,
un pozo grande, con cubierta, queda en medio de una pared.
Enseguida llegaremos
a las obras (paralizadas) de la construcción del Tren de Alta Velocidad
Madrid-Lisboa. Tal y como están ahora, parecen una carretera y así lo comenté
con algún amigo, que me explicó que sobre lo que parece calzada tendrán que ir
colocadas las vías del tren.
Nada más pasar el puente, giramos a la izquierda para
caminar paralelos a la alambrada que nos separa de la Dehesa Boyal. Enseguida,
después de un mojón con un escudo, encontramos un acceso que nos permitirá pasar
a la Dehesa.
En la Dehesa Boyal hicimos un alto para
tomar algunas de las exquisiteces que nuestros amigos casareños habían llevado.
Entre todas ellas, y sin ninguna duda, he de destacar la exquisita “patatera
con miel” que nos ofrecieron. Cuando me dijeron lo que era me resultó
extraña semejante mezcla, pero cuando la probé quedé estupefacto de la
maravilla de sabor, lo bien que casan una y otra. Una verdadera delicia.
Durante los veinte minutos largos que tuvimos la oportunidad
de departir afloró, inmediatamente, la simpatía y el espíritu de acogida de
estos casareños magníficos. Simpatía y generosidad podrían definir el talante
de esta estupenda gente con la que tuvimos la oportunidad de hacer esta ruta.
Cuando ya nos dirigíamos a la salida de la Dehesa, nos
encontramos con varias vacas que pastaban tranquilas. ¿Tranquilas? Sí, todas
menos una, que se encaró con nosotros. Era evidente que tenía ganas de jugar:
amagaba con embestir y volvía, trotando y caracoleando sobre sus pasos, para
volverse una y otra vez hacia los caminantes. Fueron unos minutos francamente
divertidos.
Pasamos por delante de la Charca de Cojuge para ir
a cruzar la carretera que va a Cáceres y emprender el regreso al Casar por la Vía
Verde o Carril Bici.
Los últimos metros de recorrido, por las calles del Casar,
nos permiten disfrutar de algunas de las maravillas de este pueblo.
hay que reconocer que para pasartelo bien, no hace falta ir muy lejos. Lo tenemos a nuestro alrededor. todo muy bien.
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