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Estreno el año 2013 con esta ruta en
una tarde fría, pero con sol.
Inicio el recorrido dejando a mi
derecha la Fuente del Hinche y los
lavaderos anejos a él, estos últimos en absoluto estado de abandono por parte
de las autoridades locales, que al igual que patrocinan la fiesta de “las
Lavanderas” en los días de Carnaval, bien podían adecentar, en el recuerdo de
aquéllas que tantas horas, frío y esfuerzo, echaron en estas pilas ahora
tapadas por las zarzas.
La Fuente fue restaurada en el año 2000
por la Universidad Popular de Cáceres pero, inexplicablemente, no se hizo nada
con los lavaderos. Existen documentos del siglo XVIII que dan cuenta de las
propiedades medicinales de las aguas de esta fuente así como del uso que los
cacereños hacían de ellas.
Me dirijo hacia el paso que hay bajo el
puente sobre el que discurre la Ronda Norte, encontrando a nuestro paso la
primera de las NUEVE “puertas de paso” que vamos a encontrar en este recorrido.
Son los vestigios de lo que un día fueron las puertas de entrada a las fincas,
de las que existen un buen número en los alrededores de Cáceres y que merecían
ser documentadas y catalogadas.
Continuamos por el camino que discurre
próximo al arroyo de Aguas Vivas, entre huertas y casas de campo, habiendo
dejado a nuestra derecha la segunda puerta de paso.
Llegamos a la entrada del “Olivar Chico
de los Frailes”; la cancela de la entrada más amplia suele estar cerrada, por
lo que podemos acceder, por la izquierda de dicha cancela, a través de una
estrecha portilla.
Antes de pasar la portilla indicada,
entre higueras, está la Fuente Bárbara
(llamada “Fuente Barba” por Pascual Madoz). Fue restaurada en 1996, pero su
entorno ha vuelto a llenarse de hierbas y zarzas.
Atravesamos el Olivar Chico de los
Frailes por el paseo principal, entre el área de recreo y la zona de la charca
(totalmente seca el día que hice la ruta) para llegar a la Casa de Labranza
“Valeriano Hornero”, nombre que recibe en homenaje a mi buen amigo y excelente
persona que fuera concejal del Ayuntamiento y que tanto se preocupó por
recuperar todo el entorno. Normalmente permanece cerrada, por lo que no puede
accederse a su interior. En este punto del recorrido, salimos del Olivar para
subir por un camino paralelo que discurre por el exterior de la tapia, al que
accedemos por otra puerta de paso.
Seguimos ahora, subiendo, por un camino
de tierra, parcialmente deteriorado por las torrenteras, hasta llegar a la parte
norte del Olivar, zona llana donde se asientan numerosos chalets. Al coronar la
cuesta vemos un camino a nuestra derecha que, de seguirlo, nos llevaría a la
parte más alta de la Sierrilla, donde se asienta el depósito de agua.
Cruzamos de frente la pequeña explanada
e, iniciando la bajada, tomamos la Cañada Real de Casar o Soriana Occidental desde
donde tenemos unas magníficas vistas de los Llanos de Cáceres.
Descendemos unos doscientos cincuenta
metros en dirección norte. Encontramos un camino que cruza nuestro paso. Justo
en ese punto, a nuestra izquierda, encontraremos otra puerta de paso.
En el cruce de caminos, tomamos el que
gira a la derecha, que desciende suavemente. En el tramo que existe desde el
cruce, donde hemos visto la anterior puerta de paso, hasta llegar a la Ronda
Norte encontraremos, todas a nuestra izquierda, otras tres puertas de paso (son
cuatro, en total, en menos de un kilómetro), así como un pozo de ladrillo
perteneciente a una finca.
Pasada la explotación ganadera (a la
izquierda) a la que pertenecen el pozo y la última puerta, vemos en frente de
nosotros el Cerro del Teso, en el que se ubica el Paseo Alto que luego
visitaremos e, inmediatamente, la Ronda Norte a la que llegamos enseguida y que
superamos por el paso elevado.
Ahora podemos optar por ir a la rotonda
del Casar (saliendo del camino a la Ronda Norte y girando a la derecha, para
bajar) o, lo que es más recomendable, seguir el camino que, partiendo del final
del puente, baja hasta Aguas Vivas, que es lo que yo hice y recomiendo, porque
ello nos va a permitir contemplar, primero la Fuente
de Aguas Vivas de dicho nombre, que encontramos a nuestra
derecha.
La fuente tiene cuatro arcos de granito
y, en medio de ellos, el escudo de Cáceres. Coronando este escudo, una lápida
conmemorativa con una inscripción relativa a su restauración en 1789 durante el
reinado de Felipe V. Documentos de los siglos XVIII y XIX informan de sus
funciones: lavaderos públicos, abrevaderos para el ganado y abastecimiento de
agua para los vecinos (detalles tomados de una publicación del Ayuntamiento de
Cáceres).
Subimos a la carretera, enfrente de la
fuente, y tomamos a la izquierda para llegar a la penúltima puerta de paso de
esta ruta, que encontraremos, en la lado derecho de la carretera, a cien metros
de haber accedido a ella.
Otros centenar de metros más nos dejará
a los pies de una fuerte subida hacia el Paseo Alto.
Una vez realizada la subida, nos encontraremos
junto al antiguo Polvorín, construido en los
años de la Guerra Civil y abandonado pocos años después. Parece que han habido
algunos proyectos de rehabilitación que no han terminado en nada, pues el
edificio está dejado a la mano del primero que llega. Quizá mereciera la pena
que se rehabilitara y que el Ayuntamiento dejara su uso, gratuito a cambio del
mantenimiento, a algún colectivo que quisiera ubicar allí sus instalaciones. El
lugar, desde luego, es privilegiado. Hoy crecen dentro los hierbajos y abundan
los restos de visitas poco recomendables.
Merece la pena disfrutar de las vistas
de los llanos al norte de Cáceres desde ese lateral del Paseo, que conserva la
hermosa circunvalación de piedra de granito y (milagrosamente) toda la
estructura metálica que la corona. Allí mismo, los antiguos bancos (que
necesitan ser adecentados) permiten, a la sombra de los magníficos eucaliptus,
solazarse en el silencio con aquéllas buenas vistas.
Tras circunvalar el Paseo por la parte
exterior, contemplamos el único pabellón que queda en pie de lo que fue el “Cuartel Infanta Isabel”
A continuación, por la derecha, subimos
por el Paseo Ibarrola (construido sobre 1920) hasta el propiamente dicho Paseo Alto o del Rollo,
lugar recomendado antiguamente por los médicos para los enfermos de
tuberculosis.
En un extremo del Paseo se encuentra la
Ermita de los Mártires (construida en 1860).
Todo el Paseo está circunvalado por un
banco corrido de piedra con respaldo de estructura metálica antigua, también
milagrosamente presente en toda la extensión.
Para ir dando fin a la ruta bajamos
rodeando la Plaza de Toros para adentrarnos en el Parque del Príncipe por su parte
más baja (por el barrio de Aguas Vivas).
Tras recorrer trescientos metros
encontramos la cuarta Fuente presente en esta ruta: la Fuente
de la Madrila, de la que existen constatación documental desde
el siglo XVIII. Al parecer antiguamente existieron lavaderos en su entorno,
como en la Fuente del Hinche, pero actualmente no queda vestigio alguno. Al
menos, que yo conozca.
Para terminar, tomamos el callejón que
sube desde el mismo sitio donde se ubica la Fuente de la Madrila en
dirección al R-66. A la izquierda veremos
una alambrada, pero por el margen derecho de este camino, justo donde empieza
una pared de fábrica se aprecia una antigua puerta de paso, actualmente
tapiada, la que sería la novena de las puertas de este paseo.
Y con esto damos por concluida esta
ruta.
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