30 mayo 2004.-
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La jornada de hoy nos ha deparado la sorpresa de que buena
parte de su recorrido se ha visto incrementado por los continuos desvíos a que
nos ha obligado la construcción de una carretera. Además, el desvío ha
transcurrido por un camino habilitado como alternativa al verdadero Camino. Y
lo de “habilitado” es un decir, pues las irregularidades del desvío son
notables y las continuas subidas y bajadas, numerosísimas.
A mitad de la jornada se ha puesto a llover de improviso y con
bastante intensidad durante diez minutos. He estrenado la funda de la mochila y
la capa de agua.
He llegado a Mañeru ya amanecido, lo que me ha permitido
fotografiarla poco antes de llegar.
Lo más interesante de la etapa ha sido atravesar Cirauqui,
tanto por la propia población como por la calzada romana existente a la salida
del pueblo que termina en un puente romano.
El pueblo tiene monumentos singulares que justifican
sobradamente una visita un tanto más reposada que la que puede hacer un
peregrino.
Sobrepasado el pueblo, los restos de la calzada romana me han
encantado, muy especialmente la bajada que hay hasta llegar al puente.
Unos minutos después ha sido cuando ha llovido, poniéndome los
bajos de los pantalones perdidos de barro.
Al llegar a Lorca he coincidido con tres catalanes que iban a
toda marcha, pues solo tenían 23 días para ir de Roncesvalles a Santiago. Se
han quedado a beber en la fuente de la Plaza de Lorca. Yo he continuado y ya no
los he visto más.
La última población atravesada ha sido Villatuerta, que hace
pareja con la vecina Arandigoyen, al lado.
Villatuerta me ha sorprendido por la gran proliferación de
flechas amarillas indicadoras del Camino. En un punto concreto he podido
contar, sin moverme del sitio, ¡¡hasta siete flechas!! indicando la dirección a
seguir.
Cuenta con un magnífico puente medieval y una iglesia, la de la
Asunción, con unos contrafuertes impresionantes, delante de la cual se erige la
estatua de San Veremundo, uno de los protectores del Camino. Este santo fue el
abad del Monasterio de Irache (donde está la Fuente del Vino) entre 1056 y
1093. Bajo su mandato, el Hospital de Peregrinos que regentaba dicho Monasterio
era imprescindible para los que se dirigían a Santiago. Su fiesta, como dice el
refrán, se celebra el 8 de marzo pues “mientras el mundo sea mundo, el 8 de marzo,
San Veremundo”.
A poco de salir de Villatuerta vemos, en un promontorio a
nuestra izquierda, la ermita de San Miguel Arcángel y, prácticamente allí mismo
y también a la izquierda, otro pequeño monumento, como otros ya vistos, en
memoria de una peregrina canadiense fallecida en aquel lugar hace casi
exactamente dos años (el 2 de junio de 2002).
Inmediatamente encontramos un precioso y sencillo puente de
madera que me ayuda a cruzar el Río Ega.
Estella ha permanecido escondida hasta casi estar encima. Cuando
la tengo casi al alcance de mi mano, y mientras camino dejando el río a mi
derecha, en un mismo punto me encuentro con el Crucero de los Peregrinos y
justo enfrente del mismo, una preciosa fuente llena de simbología del Camino.
He llegado al albergue a las 11 y he podido asistir a la misa
de 12 en la Iglesia de San Pedro de la Rúa, donde cantaba un coro de gente de
la parroquia que lo bordaba.
El albergue, bien, a secas. Es el primer sitio donde el/los encargados del albergue parecen no
tener nada que ver con el Camino. Es un albergue municipal y los encargados dan
la impresión de ser funcionarios molestos por tener que trabajar en domingo.
Quizá esté equivocado, pero es la impresión que me han producido. Y, desde
luego, no se ve en ellos el “carisma” jacobeo que hemos apreciado en los
hospitaleros de los otros lugares visitados hasta ahora.
Tras comerme el bocadillo que preparé ayer, paseo por el pueblo
para fotografiar algunos de sus interesantes monumentos, deteniéndome
especialmente en la iglesia de San Pedro de la Rúa, con su empinada escalera de
acceso, y el impresionante puente medieval, con su característica forma, ante
el que me embeleso.
Tras mi temprana visita turística, he compartido un rato de
charla con René y John, con los que me reencuentro.
Por la tarde ha venido a buscarme John para visitar algunos
monumentos, En la Plaza Mayor había una carpa con productos típicos asturianos.
Me ha recordado estas mismas cosas en Cáceres.
A la vuelta, tras cenar, me salgo un rato a la puerta y tengo
la oportunidad de conocer a “Pablito, el de las varas”, que reside en Azqueta,
por donde he de pasar mañana. Me hago una foto con él y cuenta anécdotas del
Camino, sobre gente que ha conocido. Comenta cómo los peregrinos llevados
demasiadas cosas en la mochila, e indica que todo lo que sean más de 5 kilos,
sobra. Creo que tiene razón, pero yo no sé cómo se puede conseguir una mochila
con tan solo 5 kilos.
Quedo con Pablito que mañana me paso por su casa a saludarlo.
Hoy han sido 21,6 kilómetros en 4 horas y 20 minutos. 35.800
pasos.
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