27 mayo 2004.-
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He vuelto a despertarme a la hora habitual. La verdad es que no
ha habido demasiados ronquidos o, quizá, como tuve la precaución de dormir con
tapones de silicona, no los he oído.
A las 5,20 me he lavado como los gatos y recogido los bártulos.
A las 5,55, junto a los bilbaínos Raquel y Fernando, he salido a caminar. Un simpático
perro, sediento de cariño, ha caminado a nuestro lado cerca de un kilómetro.
Siendo la senda estrecha y el perro muy cariñoso, se metía entre las piernas
por que una vez ha estado a punto de dar con mis huesos por tierra y otra vez a
Raquel. Lamentándolo, hemos tenido que tirar una piedra cerca de él (con
cuidado para no tocarle) para que dejara de seguirnos. Me ha dado mucha pena,
pues se dejaba querer.
La jornada ha sido preciosa. Hemos caminado hasta Viscarret
donde, sobre las 8 de la mañana, en el bar San Juan una señora, seria como ella
sola, nos ha atendido. Había dos ciclistas tomando un vaso de leche. Yo iba con
la idea de mi café habitual pero, a la vista de la leche, no he podido
resistirme y me he pedido otro vaso que me ha sabido a gloria.
Tras la bajada a Zubiri hemos vuelto a encontrar otras subidas
que han acabado de quebrarnos. ¡Tantas subidas y bajadas con tantísimas piedras
sueltas y raíces a flor de tierra han estado de dar conmigo por los suelos por
tres veces!
En esta etapa, la primera, hemos encontrado dos monumentos
recordatorios a peregrinos fallecidos en el intento. Uno de ellos dedicado a un
japonés; el otro, innominado. He pensado para mis adentros, que vaya ánimos
supone encontrarse esto en la primera.
Llegué al albergue, en Larrasoaña, a las 11,55 tras haber
caminado, exactamente, 6 horas.
Santiago Zubiri, el hospitalero, estaba a la puerta. Simpático
y agradable, nos ha hecho esperar hasta la 1, pues el albergue estaba recién
fregado y tenía que secarse.
La ducha me ha dejado nuevo. He comido en el bar del pueblo el
menú del peregrino por 10 euros.
El albergue se ha llenado. Estamos unos 30 y me pregunto ¿dónde
están los otros 30 de ayer en Roncesvalles?. Casi todos son extranjeros: muchos
franceses, tres canadienses, alemanes y algunos españoles.
Cuando llegamos, Raquel y Fernando se despidieron, pues quieren
continuar hasta Arre. Creo que llevan una marcha excesiva, sobre todo por
Raquel, que no se queja, pero que va muy forzada. Ojalá no tengan que suspender
el Camino como ya les ha pasado, al parecer, en otras dos ocasiones.
Por el camino nos ha pasado un asturiano que iba como una bala.
Pretendía llegar hasta Cizur (¡48 kilómetros!) y hacer un promedio de 40 a 45
diarios, pues quiere llegar a Santiago en 18 días. Ellos sabrán.
He caminado 6 horas para 27 kilómetros. Según el podómetro, he
dado 44.000 pasos.
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