29 mayo 2004.-
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Como si hubieran tocado diana a las 5,30, casi todo el mundo ha
comenzado a movilizarse. En nuestro dormitorio, los franceses han hecho gala de
su característica mala educación. Practican con soltura la “liberté”,
pero desconocen por completo lo que es la “egalité” y, muchísimo más
desconocido aún para ellos la “fraternité”. Aún cuando seguía gente
acostada y durmiendo, han hablado como si fueran las 12 del mediodía. Han
manipulado bolsas de plástico que no podían ser más ruidosas, han encendido la
luz… ¡¡no llevan ni una linterna!! o, al menos, deben haber hecho promesa de no
gastar pilas.
Me he arrancado a las 6 en punto, abriendo y mismo la puerta de
este magnífico y acogedor albergue de Maribel Roncal, todo un encanto de mujer
y la evidencia del servicio hecho persona. A partir de esta etapa comienzo a
utilizar los planos de la guía de Everest, que me resultan cómodos al llevar el
de cada día doblado en tríptico.
Hay algunas nubes que provocan que se prolongue la oscuridad
durante diez o quince minutos. No obstante, consigo orientarme bien en el camino.
En la subida hacia Zariquiegui saco varias fotos de las
primeras luces del alba. El silencio, la soledad… me encantan. Dios patentiza
su presencia en cada detalle de la naturaleza.
Pasado Zariquiegui comienza la ascensión, dura, pero no
excesivamente larga. En el trayecto veo la “Fuente de la Teja” o “de la
Reniega”, seca, donde según la leyenda el demonio tentaba a los peregrinos
ofreciéndoles agua a cambio de que renegaran de su fe. A mi no se me ha
aparecido. Debía tener claro que con esos ofrecimientos pinchaba en hueso.
En el alto, curioso el zumbido de los molinos generadores de
energía eólica.
He fotografiado el silueteado monumento al peregrino y me he
deleitado unos instantes con la preciosa vista que allí se ofrece a los ojos
He comenzado la bajada desde el alto del Perdón hacia Uterga.
La bajada, peligrosa, no ya por lo pronunciada, que lo es, sino por las
innumerables piedras sueltas. He aminorado el paso para evitar daños en las
rodillas y he llegado abajo sin problemas.
Antes de entrar en Uterga, la imagen de la Inmaculada bajo una
encina da la bienvenida.
Rezo una salve y continúo con la esperanza de tomar un café.
Todo cerrado, tanto en Uterga como en Muruzábal y en Óbanos. En esta última,
delante de la Iglesia, hay una plaza magnífica con un cristo y un arco bajo el
que se debe pasar para continuar el Camino.
Poco más adelante diviso la torre de la iglesia de Santiago.
¡Estoy en Puente la Reina! Y un poco más allá, un monumento al peregrino.
Dirijo mis pasos a un albergue nuevo que recomendaban en Cizur,
el de “Santiago Apóstol”. Incluso te traían la mochila y te reservaban cama si
te comprometías a hospedarte allí. Yo he querido traer mi mochila a la espalda.
Hacer que te la traigan me parecía que es hacerse trampas a uno mismo.
Tras pasar el Puente de los Peregrinos, el albergue está a 350
metros, de los que 300 son una subida criminal. Cuando llego al albergue veo
que no hay ni un árbol. Es como una gran nave dividida en tres zonas: una
grande, que es bar, comedor y sala de estar. La segunda más pequeña, donde hay
oficinas y la tercera, tan grande como la primera, dividida por tableros en
pequeños cubículos donde hay dos literas de dos camas en cada uno. Pago el
café, digo que no me gusta y me voy al albergue de los Padres Reparadores
donde, nada más llegar (y son solo las 10,30 de la mañana) aceptan que deje la
mochila en la cama que me adjudican, aunque no pueda “tomar posesión” de ella
hasta las 12. Las señoras que me atienden son absolutamente encantadoras.
La tarde tranquila. Visité la Iglesia del Crucifijo, donde pude
disfrutar de más de media hora de tranquilidad y silencio.
De regreso al albergue, me encuentro a Ángel que triste, pero
no desanimado, me dice que tiene tendinitis y que ha llamado a su casa para que
vengan a recogerle. Me ha dado su dirección de correo electrónico para que le
mande las fotos que le he hecho a la puerta del albergue.
Ceno bocata de jamón con tomate, medio litro de leche y me dejo
preparado otro bocadillo, idéntico, para mañana.
A las 21,30 estoy en la cama. Medio minuto después duermo
profundamente.
La etapa de hoy han sido 20,93 kilómetros hechos en 4,30 horas,
con un total de 33.000 pasos.
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