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Realizada en la mañana del 12 de febrero de
2013. Día soleado, pero frío. A primera hora con un viento no muy fuerte, pero
que hacía que la sensación térmica fuera mucho menor que la temperatura real.
Esta ruta la realicé varias veces entre
enero y abril de 2004, cuando estaba preparando mis pies para los 800
kilómetros del Camino de Santiago. Tenía curiosidad por volver a ver el entorno
tantas veces pisado y las novedades que pudieran haber en el mismo.
He optado por bajar hasta Aguas Vivas por el
camino existente entre el Parque del Príncipe y la Ronda Norte, subiendo a la
carretera desde la Fuente de Aguas Vivas para ir a la “rotonda del Casar”. He
cruzado al otro lado por la parte izquierda, por la que iba a caminar. Allí me he
encontrado uno de los cubos que la Junta de Extremadura (hoy “Gobierno de
Extremadura”) ha colocado a lo largo de la Vía de la Plata. En una de las caras
lleva pintado un cuadrado amarillo (evocador del Camino de Santiago) y en la
cara superior un esquema del Arco de Cáparra (que pretende serlo
de la Vía de la Plata). La verdad es que creo que lo del cuadrado son ganas de
dárselas de originales. Todos los caminantes a Santiago identifican el camino
con la flecha amarilla. Bien podían haberse sumado al símbolo universal. Han
preferido ser cabezas de ratón que cola de león. Yo, personalmente, prefiero la
flecha.
Ya en carretera (siempre por el margen
izquierdo y procurando hacerse bien visible) me pareció ver, lejos y por la
misma zona donde hay una charca, un perro en el camino particular de una finca.
La cámara de foto me permitió identificar el animal: una cigüeña. Ya está
pasado San Blas, con lo que el refrán (“Por San Blas las cigüeñas verás”) se ha
hecho realidad.
Tras caminar poco más de 2,5 kilómetros por
carretera he llegado al desvío al camino
que, a nuestra izquierda, corre medianamente paralelo a la carretera, unas
veces más cerca y otras más alejado de la misma, pero casi siempre con ella a
la vista. Otro cubo con el cuadrado amarillo y el Arco nos invita a caminar por
él.
A partir de este punto he visto que algunas
cosas han permanecido idénticas en estos ocho años transcurridos, pero otras
han cambiado a mejor. Así, el punto donde comienza el camino sigue siendo un vertedero
de escombros donde algún empresario de la construcción desaprensivo no dude en
tirar los deshechos de las obras que realiza.
Sin embargo, me he llevado la grata sorpresa
de ver que algunos de los pequeños arroyos que atraviesan el camino, y que
antes era un problema pasarlos cuando habían habido lluvias recientes, ahora
son fácilmente franqueables gracias a unos cubos de piedra granítica que la
Junta (o “Gobierno”) de Extremadura ha puesto a dicho efecto. En realidad son
tres los regatos o arroyos que nos encontramos en este camino, y solo dos los
que cuentan con esta ayuda. Un pequeño esfuerzo y hubieran dado solución también
al tercero. No obstante, mi aplauso para esta iniciativa, pues son muchos los
peregrinos que hacen esta ruta.
Al llegar al cruce con la autovía A-66
encuentro todo mucho más “civilizado”
que hace ocho años. Entonces las obras se estaban iniciando y el lugar era
mucho más bucólico. Ahora pasamos por debajo de cuatro carriles (dos de
circulación y los otros dos para incorporarse o salir de la autovía hacia una
rotonda próxima). El lugar está más limpio o, mejor más… asfaltado.
La grata sorpresa ha sido que, tras cruzar
los puentes he encontrado que la planta de áridos que había allí ha
desaparecido. Desgraciadamente la empresa responsable no ha rematado bien el
trabajo de dejar todo como lo encontró, pues ha dejado en el lugar los grandes
bloques de hormigón que sustentaban sólidamente las grandes graveras y
maquinaria allí existente entonces.
En el mismo lugar hay un cartel informativo
sobre la Cañada Real que discurre por allí. Por una cara informa del tramo de
Cáceres, y por la otra del Casar. Adjunto foto.
Acercándome al Casar, y a la altura de una
gasolinera existente al otro lado de la carretera, varios grandes pájaros
(¿avutardas?) posados en el campo. He tenido la suerte de fotografiar algunos y
de hacerlo con otro en el mismo momento en que iniciaba el vuelo.
Al aproximarnos al Casar, una nueva señal
nos indica que para seguir la Vía de la Plata (y el Camino) hay que tomar una
desviación a la derecha. Quienes tomen esa ruta, atravesarán el pueblo por una
de sus calles principales. A mitad de la misma, al lado del Ayuntamiento,
encontrarán el estupendo albergue existente en el Casar para los peregrinos.
En el mismo lugar encontramos, a nuestra
izquierda, la primera “puerta de paso” por las que antiguamente se accedía a
las fincas. En esta ruta veremos algunas más.
Yo tomo el de la izquierda para dirigirme a
la charca, a la que llego por una zona de recreo para niños y adultos. No está
tan llena como la he visto en otras ocasiones, lo que no importa a una buena
bandada de patos que disfrutan en la orilla.
Dejando atrás la charca, hemos de tomar la
carretera CCV-100 que, saliendo del pueblo nos lleva hasta la N-630, por la que
pienso regresar a Cáceres. Aquí, la primera sorpresa que me llevo es ver que la
carretera ha duplicado su ancho y que toda la calzada del lado izquierdo,
pintada de color verde, es de uso exclusivo para peatones y ciclistas. La
carretera lleva desde el mismo pueblo hasta el cruce con la N-630, lo que es
una ventaja dado que hace unos años era una carretera comarcal estrecha y sin
arcenes.
Nada más empezar a caminar por la senda
verde me topo con dos antiguos pozos (creo que ahora están en desuso) a mi
izquierda y una preciosa puerta de paso a la derecha que conserva lo que fueron
sus antiguas puertas e, incluso, un remate en su parte superior que es la
primera vez que veo en una construcción de estas características.
Pocos metros más allá, y también a mi
izquierda, lo que fue la puerta de acceso a una finca construida con tres
enormes bloques de granito. El superior tiene una hendidura redonda a cada
lado.
Todavía otros pocos metros más y una especie
de habitáculo cerrado por una cancela y también construido en torno a tres
grandes bloques de granito.
Cien metros más adelante vuelvo a encontrar,
al otro lado de la carretera, otra puerta de paso que también conserva lo que,
quizá, debió ser su puerta de madera original. Mi sorpresa es que en el lado
derecho de la puerta se conservan los restos de la pintura de una Cruz de Malta
a la que solo le falta la parte de abajo. ¿Se tratará de una finca que, en
tiempos, perteneciera a algún caballero de dicha Orden de Caballería?
Todo el trayecto por esta carretera verde,
hasta llegar al cruce con la N-630 son 2,3 kms. Una vez en el cruce, son 11
kilómetros para volver a Cáceres.
En el mismo cruce, a nuestra izquierda,
existe una explotación de acuicultura con una buena charca.
La vuelta a Cáceres es bastante monótona.
Casi todo el camino hay que hacerlo por asfalto, con el consiguiente castigo a
los pies.
Tres kilómetros después de comenzar a
caminar por la 630 vemos a nuestra izquierda una instalación de AENA para el
control del tráfico aéreo. Creo que se trata de un “faro” que emite una señal
de radio para que los aviones puedan ubicarse con exactitud.
Al otro lado de la carretera, un puente que
ayuda a los vehículos que viene de las fincas de aquel lado a superar la vía
del tren.
Exactamente un kilómetro después me ha sorprendido
ver una finca donde se están colocando multitud de palmeras. Está justo al lado
del “Centro
de Conservación de Carreteras del Estado” y ambos junto a la rotonda
que permite el acceso a la autovía A-66.
Ahora es preciso caminar por el arcén de la
carretera, pues la zona de pasto a mi izquierda cuenta con un pésimo firme que
me incomoda el paso. Así continúo hasta llegar frente a la instalaciones de la
gasolinera Monte-Bola, ahora identificada como Petronor. Pasada la
misma, y en medio de una rotonda, un monumento conmemorativo (de hace
justamente diez años, pues está fechado el 8 de febrero de 2003) del inicio de
las obras de desdoblamiento de la carretera de acceso a Cáceres desde la
autovía. El monolito es, básicamente, el mojón kilométrico, de los de antes,
correspondiente al kilómetro 549 de la N-630.
A mi izquierda quedan las instalaciones del
Club el Encinar y de lo que antiguamente fue el “Complejo Álvarez”, hoy
perteneciente al grupo Aralia y, justo antes de llegar al estadio “Príncipe
Felipe” del F.C. Cacereño, las instalaciones del Camping Cáceres.
Pasada la siguiente rotonda podemos caminar
junto a una urbanización de chalets hasta llegar a la altura de Club de Tenis Cabezarrubia,
en que tendremos que hacerlo en el escaso espacio que hay entre la alambrada y
las protecciones de la carretera. Hay que tener mucho cuidado, pues al llegar a
la esquina de las instalaciones de dicho club con la carretera que, en empinado
ascenso, lleva en dirección a la Sierrilla, hemos de saltar las protecciones de
la carretera para caminar por el escasísimo arcén. Son escasamente cincuenta
metros, pero no exentos de peligro. Enseguida podremos cruzar al otro lado de
la calzada para cruzar por el puente sobre la Ronda Norte a Residencial El
Arco, o R-66-A, desde donde nos dirigimos a casa dando la ruta por terminada.
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