miércoles, 20 de febrero de 2013

Camino de Santiago. Etapa 8: Nájera – Santo Domingo de la Calzada

3 junio 2004.-
En Wikiloc: pulsar aquí.



Parece que los madrugones empiezan a formar parte de la rutina diaria. Hoy a las 4,30 ha habido gente que se ha echado a andar. A las 5 todo el albergue estaba en movimiento. Yo, completamente despierto desde las 4,30, me he levantado también. Como no tenía intención de echarme a andar hasta clarear, me he montado todo despacio: lavarme, recoger las cosas y hasta beberme la leche y comerme tres magdalenas ¡¡sentado!!, cosa que habitualmente no hago ni a pie quieto.
He salido a caminar a las 5,50, aún de noche pero comenzando ya la alborada. Antes de salir he tomado una foto de un mueblecillo donde nos invitaron ayer a dejar las botas, ligeramente apartado de los dormitorios. Lástima que ya se habían retirado muchas botas, pues hubiera sido interesante haber hecho la foto con el mogollón de botas que había anoche.



La salida ha sido bonita, rodeando el Monasterio de Santa María la Real y con una subida fuerte, pero no agotadora. Después, una etapa más bien llana, con grandes extensiones de cultivo que, por mi ignorancia en materia agrícola, no se decir si se trataba de trigo, cebada o qué.
Los primeros kilómetros, como todas las mañanas, acompañado por la oración, que discurre casi sin darme cuenta, pero intensa en este contacto tan fuerte con la naturaleza Vuelvo con frecuencia la vista sobre mi hombro derecho tratando de seguir la aparición del sol que como siempre, me seduce en su maravillosa grandiosidad.


Cuando paso por Azofra, varios peregrinos que han pernoctado allá están expectantes ante la puerta del bar que comienza a abrir sus puertas.


Paso de largo y poco más allá me encuentro con el Royo, ahora convertido en crucero, y que marca los límites de los municipios de Azofra y Cirueña.



Un poco más adelante me encuentro en la disyuntiva de si seguir el Camino, más corto, al borde de la carretera, o si tomar la alternativa de la izquierda, un poco más largo, pero que me llevará alejado del ruido de los coches por entre Ciriñuela y Cirueña, poblaciones ambas separadas por tres o cuatrocientos metros. ¡Qué cosas! Finalmente me decido por la alternativa más larga y peregrina: por la izquierda.



Hoy he aprovechado para hacer algunas fotos a peregrinos caminando y a otros en bici. Creo que son de esas que identifican bien lo que es el Camino. Son fotos muy bonitas. Al menos a mí así me lo parecen.



También he aprovechado la tranquilidad del camino para hacerme, como todos los días, autorretratos que luego quiero montar en el ordenador para que vean todas las fotos seguidas y, así, el crecimiento de la barba día a día. Mi hija Patricia me insistió que lo hiciera y nada me cuesta darle este gusto. Aprovecho también para hacerme algunas haciendo muecas (bizco, con enorme sonrisa, tirando un beso…, vamos, en plan gamberro) que luego quedan muy divertidas.


Por el camino paré un rato con Antonio Machado, el granaíno, que sigue con su rodilla fastidiada. No acaba de deshacerse de todo lo inútil que lleva a cuestas aunque hoy me aseguraba que en Santo Domingo lo deja todo en el albergue.
Dando las 10 en punto llego a Santo Domingo de la Calzada.



Habíamos proyectado René, John, el electricista de Valencia que he conocido estos días y yo en ir en taxi hasta San Millán de la Cogolla a visitar el Monasterio pero, por un lado, René se ha rajado y al final no hemos sido capaces de encontrar en todo el pueblo un solo taxi, por lo que nos hemos visto obligados a desistir de la idea.
He dormido una siesta de dos horas en el estupendo y magníficamente atendido albergue de Santo Domingo de la Calzada. He sabido que este albergue está atendido, exclusivamente, por gente del pueblo, que tienen formada como una Cofradía a tal efecto. Las familias que integran esta Asociación se dividen en grupos y cada grupo se encarga de todo lo referente al albergue durante una semana. Y lo toman como una devoción. La verdad es que se nota tanto en el trato con los peregrinos como en el estado del albergue. Insisto: una maravilla.



Por la tarde, visita a la Catedral y bajada a la Cripta del Santo, donde hago una breve oración por la gente más cercana y, en especial, por aquellos cuyos nombres escribí con rotulador indeleble en mi bastón antes de comenzar el Camino.


Creo inevitable aludir al hecho de que dentro de la Catedral existe un gallinero donde, durante todo el año, se mantienen un gallo y una gallina, de color blanco y vivos, a los que se puede oír cacaretear durante las ceremonias. Su presencia viene explicada por la siguiente tradición:
En el siglo XIV peregrinó a Santiago un matrimonio alemán acompañado de su hijo, que se llamaba Hugonell. Se hospedaron en un mesón del lugar y la muchacha que lo atendía se prendó del chico y lo requirió de amores. Ante la negativa de éste ella decidió vengarse, metiendo en su zurrón una copa de plata, acusándole luego de haberla robado. El Fuero de Alfonso X el Sabio, vigente entonces, condenaba a la muerte los delitos de hurto por lo que el chico, una vez prendido, fue juzgado, condenado a la horca y ejecutado.
Antes de continuar camino a Santiago, los padres rezaron por su hijo a Santo Domingo y fueron a ver el cadáver y, para su sorpresa, oyeron la voz del ahorcado que les decía que gracias al Santo aún estaba vivo. Los padres corrieron presurosos al Corregidor y le contaron lo que había pasado. Éste, incrédulo, les contestó que su hijo estaba tan vivo como el gallo y la gallina asados que iba a empezar a comer. Y, para sorpresa de todos, en ese momento las aves saltaron del plato y se pusieron a cantar y a cacaretear. Por eso, desde entonces se dicen los versos tan conocidos: “Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada”.
Ceno pronto y voy a misa de 8 al Monasterio de monjas cistercienses. Mientras un cura dice misa, otro confiesa. Aprovecho.
Hoy he abusado del teléfono charlando con mi hija durante más de 15 minutos.
Han sido 21 kilómetros en 4 horas y 8 minutos. 32.000 pasos según el podómetro.

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