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Realizada en la mañana del 13 de febrero de 2013. Día
soleado, con calor en aumento según ha avanzado la mañana. Hemos concluido la
ruta en pantalón corto y camiseta.
“La Recovera” es el nombre de una zona, de unan colada
(camino público para el tránsito de ganado) y de una finca del término
municipal de la villa de Alcántara. La ruta discurre por el oeste de la
localidad. A lo largo de la misma hemos podido ver los campos sin otra
vegetación que la pobre hierba producto de las últimas lluvias, muchísima
pizarra y kilómetros de muros de separación de fincas primorosamente
construidos a lo largo de muchos años y por muchas manos a base de pizarra
perfectamente alineada y colocada. Estos muros de piedra siempre me dejan un
regusto amargo en la boca al pensar la cantidad de gente que ha puesto su
esfuerzo en construirlos, los disgustos que se han llevado, lo que les han
explotado y el esfuerzo agotador que debe haber representado su construcción.
Muchos, muchísimos chozos de pastores a lo largo de la
ruta. Por esta zona los llaman “bujíos”. Casi todos se conservan en un estado
razonablemente bueno. De otros solo quedan las paredes que, a veces, son
escasas.
Hemos dejado el coche en la Plaza de la Pera —por su forma— (o Plaza de
Portugal) y hemos dirigido nuestros pasos por la carretera de Cáceres. Dejando
la Cruz de los Caídos a nuestra izquierda, hemos seguido hasta la oficina de
información turística que el Ayuntamiento tiene a la entrada del pueblo, donde
dos señoritas se han deshecho en atenciones, facilitándonos amplia información
sobre las rutas de la zona y todos los detalles que les hemos pedido.
En cuanto se pasa esta oficina, conviene pasar al otro
lado de la carretera (lado derecho, en dirección a Cáceres), pues justo al
terminarse el Polígono Industrial de Alcántara ha de tomarse la Cañada Real de
Gata, para enfilar el Cordel de las Merinas y, luego, la Colada de la Recovera.
Un cartel así nos lo indica.
Por si alguien tiene dudas, allí existe un antiguo
abrevadero: hay que seguir el camino en la dirección que señala el mismo.
Cuando empezamos a caminar ya observamos la pobreza del
terreno. En esta época en que hago la ruta todo está verde por las recientes
lluvias, pero se ve que es una hierba rala, sin apenas raíz, absolutamente
clara que deja entrever el pobre suelo en la que nace. La pizarra abunda por
todos lados.
Pocos metros más allá nos encontramos, a nuestra derecha,
el primero de los muchos chozos que nos van a salir al encuentro.
Pasados quinientos metros, las Instalaciones Ganaderas
del Ayuntamiento de Alcántara que, según la información oficial, hace de
albergue ganadero para los pastores y ganados trashumantes puedan descansar.
Justo a continuación otras instalaciones con varias
placas solares.
Prácticamente en el mismo sitio, otro chozo, pero éste en
muy mal estado de conservación.
Tras caminar otros 500 metros encontramos un poste con
señales referentes a la ruta. Aquí acaba la Cañada Real de Gata y aún habremos
de caminar algo más de medio kilómetro para llegar al Cordel de las Merinas de
Alcántara. Tomamos, pues, donde está la señal, el desvío a la izquierda.
Ya nos hemos dado cuenta que prácticamente no existen
árboles y que con el calor que hace hoy (y todavía no estamos ni a mediados de
febrero), el calor un poco más adelante debe ser sofocante. Encontramos lógica
la abundancia de chozos para que los pastores pudieran protegerse de las
inclemencias del tiempo.
Casi un kilómetro más adelante una cancela cierra el
acceso al camino de la derecha, que es ya el Cordel de las Merinas y que es el
que debemos tomar. Pasamos por ella y la volvemos a dejar cerrada, norma
fundamental que todo senderista debe respetar siempre.
Hemos encontrado esta zona tan desprovista de árboles
como el camino ya recorrido. Pero había abundante agua en el suelo y algunas
charcas cubiertas de flores blancas hacían que el terreno estuviera precioso,
por lo que nos hemos animado a tomar algunas fotos.
Desde donde estamos se ve ya, a lo lejos, la Ermita de
Nuestra Señora de los Hitos, Patrona de Alcántara. Volvemos a coger el camino
para dirigirnos allá. Enseguida encontramos otro chozo en perfecto estado de
conservación y lo que parece la base de lo que debió ser otro chozo, de
considerable diámetro.
Llegamos a la carretera EX-207, que comunica Alcántara
con Brozas, que cruzamos con cuidado para volver a coger el camino en dirección
a la Ermita. Y ya estamos en la Colada de la Recovera.
A algo más de un kilómetro de la carretera nos
encontramos con otra cancela que franqueamos sin ningún problema.
E, inmediatamente de haber cruzado, vemos a nuestra
derecha un muro de piedra que llama la atención. En medio del mismo existe como
una puerta de acceso. Solo después de caminar unos pasos más hacia la Ermita
nos damos cuenta de que se trata de una gran charca de agua.
Hemos llegado a la Ermita. A la derecha de la pequeña
subida que hay, una veintena de gallinas campan a sus anchas. Como voy caminando con un amigo, vamos
charlando. La presencia de las gallinas nos hace comentar una anécdota que
conocemos en la que interviene la expresión “pitas pitas”. En cuanto mi amigo
pronuncia esas dos palabras, las gallinas empiezan a cacarear de modo
angustioso y se abalanzan hacia nosotros.
Nos damos cuentas que están hambrientas y que deben llevar un tiempo sin
que se les eche de comer. Vienen detrás de nosotros sin que podamos
quitárnoslas de encima. Supongo que el ermitaño que cuida el huerto llevará
algún tiempo sin atenderlas, por el motivo que sea. Me da pena de los animales.
Es evidente que tienen hambre. Como llevamos unas galletas encima, las
troceamos y se las echamos. Se abalanzan como locas. El único gallo que hay es
el único que se queda sin bocado.
Entramos en el recinto exterior de la Ermita, que está
cerrada, por lo que tras fotografías lo que nos parece interesante, tomamos el
camino encementado que sale por detrás del crucero de piedra que hay enfrente
de la Ermita para continuar el camino.
Pasado como un kilómetro, volvemos a tomar la Colada de
la Recovera. Ahora va encajonada entre muchos. El camino tiene tres o cuatro
metros de ancho.
Detrás del muro que queda a nuestra derecha, y en un
tramo de bajada, una preciosa charca que nos anima a fotografiarla.
Trescientos más adelante, un puente de hormigón nos ayuda
a cruzar el Arroyo Corredor.
Enseguida nos encontramos con la carretera CCV-113, de
Garrovillas, que hemos de recorrer, siempre por el arcén izquierdo, durante un
breve trecho para tomar el primer camino a la izquierda que veamos. Un paso
canadiense nos hará entrar en la finca “La Recovera”.
A partir de este momento el camino se vuelve más seco,
con mucha pizarra a la vista. Un chozo a nuestra izquierda nos sirve de
advertencia de que, en un breve trecho y tras cruzar una cancela, tendremos que
girar a la izquierda para dirigirnos a las aguas embalsadas del pantano. En
frente de nosotros, tras la cancela, una empinada cuesta y, en lo alto, la casa
de la Recovera, que no visitamos.
El camino ahora se encuentra en peor estado, con más
piedra pizarrosa que anteriormente, lo que no nos dificulta, en absoluto, el
caminar.
Enseguida se nos van a aparecer a la vista las aguas del
pantano y, a partir de ese momento, el camino inicia un descenso no
excesivamente pronunciado.
Al llegar a una de las colas del embalse, cruzamos un
puente de construcción moderna que salva un profundo desnivel
Enseguida llegamos a la carretera que bordea la central
hidroeléctrica y, tras ella, la hospedería Convento de San Francisco.
Si pasar por un puente, que dejamos a nuestra izquierda,
tomamos el camino que, en ascenso, nos conducirá de nuevo a la Plaza de
Portugal o de la Pera, con lo que damos por concluida la ruta de hoy.
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