16 junio 2004.-
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Hemos salido a las 5,45. Todo apuntaba a que íbamos a tener una
mala jornada, pues Francesco tenía muy dolorido el tobillo dañado.
Toda la primera parte de la etapa es cuesta abajo, desde El
Acebo hasta Molinaseca, salvando un desnivel de unos 700 metros en esos algo
más de 7 kilómetros, la primera parte de los cuales hemos hecho de noche.
Debido al estado del tobillo de Francesco hemos tenido que
caminar con mucha prudencia hasta Ponferrada.
Tengo que decir que Molinaseca me ha parecido preciosa, digna
de verse más despacito y en otras condiciones de en las que la hemos
atravesado. El origen y la importancia de Molinaseca, pueblo de gran tradición
en el Camino de Santiago, está vinculado al Puente de los Peregrinos, una
construcción de planta románica que se eleva sobre el río Meruelo.
La llegada a Ponferrada, fatal, pues obligan al peregrino a dar
una vuelta enorme y sin sentido, en vez de conducirlos directamente desde el
puente y por la Avenida de Galicia hasta la salida de la ciudad.
Nos seguimos encontrando diversas señales indicadoras del
Camino, de lo más diversas, pero todas eficaces. Intentaré recopilarlas todas
en un post específico al final de este relato.
A poco de entrar en Ponferrada, pasamos junto al Castillo de
los Templarios.
Pasamos por la Plaza de la Virgen de la Encina, la más
emblemática de Ponferrada, pues en ella se encuentra la Basílica que alberga la
imagen de la patrona del Bierzo. La plaza está rodeada de edificios bajos con
soportales, y en uno de los extremos de la misma se halla la escultura a la
Virgen de la Encina.
Desde la plaza de la Encina pasamos por la Calle del Reloj cuya
torre, por debajo de la que se puede pasar, da acceso a la Plaza del
Ayuntamiento, porticada y con una bonita estatua dedicada a los barquilleros.
Nos hemos tomado un café con churros (Francesco era la primera
vez que los comía). En el mismo bar del desayuno se ha tomado un
antiinflamatorio que le ha hecho efecto rápidamente, de modo que hemos podido
retomar el ritmo de siempre que nos ha permitido alcanzar Cacabelos sobre las
12.
Nada más pasar el Río Cúa, justo donde termina la población de
Cacabelos, vemos s nuestra derecha el albergue de peregrinos municipal
Santuario de la Quinta Angustia de Cacabelos, ubicado en un costado de un
edificio que parece una iglesia. Tiene una pinta estupenda pero, a la vista del
buen estado del tobillo de Francesco, hemos decidido continuar hasta
Villafranca del Bierzo, por lo que nos hemos comido sendos bocadillos con coca-cola
y hemos continuado la marcha.
Lo hemos conseguido. Hemos entrado en el albergue de
Villafranca a las 14,20, yo con los pies absolutamente doloridos, de modo que
me he permitido el lujazo de tomar un masaje de pies y piernas. El dolor,
especialmente en los talones, es tal que, estando en la cama, si uno de mis
talones toca con el otro, veo las estrellas.
Los masajes que daba una chica que viene todos los días al
albergue, más bien normalitos. Relajantes, pero no tonificantes. Pero me han
calmado el dolor.
Hemos dado una vuelta por el pueblo, muy irregular en su
orografía (todo son cuestas) y hemos regresado a cenar. Después, otra vuelta
por el pueblo antes de dormir.
El ambiente, en general, nada tiene que ver con una
peregrinación. No sé porqué tanta gente “peregrina”, cuando es tan evidente que
carecen de cualquier otro interés que no sea el meramente turístico. No entro a
valorar, estaría bueno, pero sí expreso mi admiración porque personas que no
trascienden de lo meramente cultural o paisajístico “peregrinen” a Santiago.
Seguramente será porque para mí (y esto es, desde luego, algo totalmente
subjetivo) y para otros que también caminan, “peregrinar” tiene un significado
que, evidentemente, no tiene para otros.
Hoy han sido 38,5 kms. en 8 horas y media, 54.000 pasos.
Sigo enganchada a tu peregrinar. Gracias
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