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Organizada por el Área de Dinamización Deportiva de la Mancomunidad Zona
Centro y con la colaboración del Club
Senderista “Peña del Diablo” de Miajadas (Cáceres) y dentro del Circuito Extremeño de Rutas Senderistas
2013, de la FEXME (4ª ruta), se llevó a cabo durante la mañana del domingo 17
de marzo de 2013.
Nos reunimos entre 50 y 60 senderistas. Nos
habían citado a las 8,30 en la Plaza de España de Miajadas. Todas las
previsiones meteorológicas anunciaban que llovería desde la hora de salida
hasta la de llegada. Y todas las previsiones fallaron, gracias a Dios, pues el
agua que tuvimos que aguantar durante la ruta siempre estuvo bajo nuestras
botas, pero en ningún momento sobre nuestras cabezas.
Tras el reparto de camisetas y sellado de
credenciales, iniciamos la marcha a las 9 en punto, saliendo por la calle
Felipe II, pasando junto a la Iglesia de Santiago en cuyo tejado tuvimos la
oportunidad de ver la primera de las muchas cigüeñas de la jornada.
De allí seguimos hacia la Calle de Colón y
por ésta, hacia el paraje denominado “Fuente de la Zarza” hasta encontrarnos
con el Pozo del Toril, de buenas dimensiones pues tiene entre ocho y diez
metros de diámetro. Todo él está rodeado de lavaderos individuales de roca pura
en la que se ha labrado el hueco para acoger el agua y la ropa. Todos ellos
tienen el correspondiente agujero de desagüe. Y hay que reconocer que nuestros
antepasados se curraban a base de bien estos artilugios. Ahora compramos una
lavadora “triple A” y estamos “aviaos”.
Nos contaban que, hace muchos años, las
mujeres del pueblo venían a lavar aquí, Y se respetaba rigurosamente el turno
de llegada para hacer la colada.
Visto el pozo, dejamos a nuestra derecha una
charca que está junto a aquel y por una de los numerosas callejas que
recorremos en esta mañana nos dirigimos a la autovía A-5 que seguimos, hacia la
derecha, durante unos 600 metros hasta alcanzar el puente que nos permite
cruzar sobre la autovía al otro lado.
Durante algo más de dos kilómetros
recorremos otra calleja, realmente preciosa, pero por la que resulta evidente
que el tránsito ya no es frecuente, aunque sí debió serlo en otros tiempos,
dada la anchura de la misma. Hoy los laterales, junto a las paredes que la
limitan, están llenas de hierba, zarzas, ramas, etc… por lo que transitamos por
la vereda que se hace presente en medio de la calleja. Así, pasamos junto a las
fincas de Cancho Gordo, Dehesa del Campo, el Sapillo y las Herruzas.
Después de 2,2 kilómetros desde que dejamos la
carretera y cuando estamos a quinientos metros escasos de la Fuente Ballestera,
el paso resulta imposible dado que el camino está completamente anegado de
agua.
Con la lógica desazón por no haber podido
ver uno de los objetivos de la jornada, giramos a la derecha y seguimos el
camino durante 100 metros, para volver a girar a la derecha por otra calleja
que nos lleva otra vez en dirección a la autovía.
La presencia de agua y barro en el camino es
constante y abundante, lo que no resulta óbice para que podamos extasiarnos con
la belleza del entorno: esparragueras, jaras, cantuesos y olivos, muchos olivos
de muchos años de edad a juzgar por los troncos que tienen.
Las grandes rocas que conforman el camino
tienen un musgo que, en ocasiones, tiene dos dedos de grosor, lo que hace que
no deje de admirarme de la vida a la que da lugar el agua.
A nuestra izquierda, a lo lejos, toda la
Sierra de los Alijares, de casi 800 metros de altitud cubierta, en parte, de
nubes.
Mientras caminamos no podemos dejar de
admirarlos de la belleza de las dehesas que están al otro lado de la pared: el
Sapillo y la Dehesa del Cancho rebosan de agua y explotan en verdor salpicado
de flores blancas y amarillas.
Al llegar de nuevo a la autovía volvemos a
girar a la derecha para meternos por el camino que atraviesa Cancho Gordo
haciendo ahí un alto para reagruparnos y tomar algo.
Dado el estado de los caminos, los
responsables de la ruta deciden que iniciemos la marcha hacia Escurial, por lo
que volvemos a ir hacia la autovía, que atravesamos por el mismo puente de
antes para seguir la calleja que, pasando por medio de la Dehesa Cancho, nos
lleva a cruzar la antigua carretera para dirigirnos a Escurial.
Comento con Vicente Pozas, con el que he
hecho bastantes rutas en lo que va de año, la abundante presencia de ganado
equino en las fincas que atravesamos, prácticamente inexistente en otras fincas
extremeñas. Y ambos coincidimos en que, seguramente, tiene que ver con la
cultura popular y que al igual que en unos pueblos todos usan gorra, en otro
todos boinas y en otros todos sombreros, también la tenencia de caballos,
burros o mulas no es algo que esté generalizado en todos nuestros pueblos, teniendo
cada uno sus peculiaridades.
El agua en el camino es una constante y, a
estas alturas, las botas de todos están completamente manchadas de barro. Uno
de nuestros acompañantes, habitante de esta zona, lamenta el que vayamos
directamente a Escurial por la carretera EX-102 y comenta que hubiera sido más
atractivo girar a nuestra izquierda para haber llegado al pueblo sin pisar
asfalto. Coincidimos con él y comprobamos en los minutos siguientes que si nos
hemos quedado sin visitar la Fuente Ballestera, primer objetivo de la ruta,
también nos vamos a quedar sin ver los pozos de Escurial, que constituía el
segundo.
Al entrar en el pueblo por la carretera, un
crucero nos sale al encuentro y cincuenta metros más abajo, un pozo antiguo,
con brocal escrecho y muy antiguo, labrado con piezas de granito. En el pequeño
apartado en el que está el pozo, también dos losas de granito nos sugieren el
lugar de descanso de quienes venían a llenar sus cántaros en otra época.
En la pequeña plaza que hay delante de la
Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción esperamos a que lleguen los senderistas que
vienen más despacio. Mientras me entretengo en fotografiar la Iglesia y una
cigüeña que pasea su mirada sobre el pueblo desde la atalaya que le ofrece la
torre de la Iglesia.
El Ayuntamiento de Escurial ha tenido la
gentileza de ofrecer un aperitivo a los senderistas, que agradecemos (es la 1
de la tarde).
Durante toda la mañana un senderista
habitual de estas rutas, el buen amigo Juanjo (“Mallo” para los más conocidos),
no ha dejado esparraguera a su paso sin expurgar; el resultado de su esfuerzo
ha sido un fenomenal manojo del que le digo que no podemos dejar de
inmortalizar a lo que, con su habitual simpatía, se presta de buen grado.
Salimos de Escurial por la Laguna del Pato
para, por carretera, hacer el kilómetro y medio que separa ambas localidades.
A la entrada de Miajadas fotografío uno de
los cruceros que tiene la localidad, así como una señal indicadora de los
Caminos de Guadalupe.
Volvemos a la Plaza de España, punto de
salida, donde damos por finalizada la jornada senderista.
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