sábado, 2 de marzo de 2013

Cáceres 9: Ruta del Puerto Mejías (o Campillo-Boquerón de Juan Ramos)

En Wikiloc: pulsaraquí.


Realizada el 27 de febrero de 2013. Mañana fresca, pero no fría, con amenaza de lluvia que no se hizo presente sino hasta después de terminada la ruta y nosotros a resguardo dentro del coche.
He actualizado el nombre de la Ruta al que aparece en la abundante cartelería presente a lo largo de la misma. El Ayuntamiento de Cáceres la denomina, en su sección de Turismo, como “Campillo-Boquerón de Juan Ramos”, pero la cartelería indicada la señala como “Ruta del Puerto Mejías”.
La Ruta se inicia EXACTAMENTE en el punto kilométrico 21 de la carretera EX-100, de Cáceres a Badajoz, junto al Puerto del Clavín,  se desarrolla bordeando algunos de los cerros de la Sierra de San Pedro para regresar por el otro lado de ellos.



Si se ha ido en coche, puede dejarse el mismo unos doscientos metros antes de llegar al punto indicado y al lado izquierdo de la carretera (yendo a Badajoz) en una pequeña explanada que parece realizada al efecto. También puede optarse por dejarlo al principio del camino donde se inicia la ruta, donde veremos unos grandes eucaliptus en las inmediaciones del abandonado Cortijo del Campillo. Nosotros optamos por esta última opción, dejándolo aparcado bajo los eucaliptus.


Iniciamos la marcha visitando el Cortijo del Campillo, abandonado, al que puede accederse libremente por la parte de atrás, donde no existe muro ni alambrada que lo impida. Solo quedan los maltrechos restos de lo que debió ser una magnífica construcción, en varias de cuyas dependencias existieron chimeneas, algunas de las cuales han sido quitadas por completo. También ha desaparecido el suelo de mosaico de todas las habitaciones que lo tenían, así como otros mosaicos que, en su día, estuvieron colocados en alguna pared exterior. No supimos si el estado en que se encuentra se debe a una actuación de los dueños o al asalto de los vándalos que tan impunemente actúan en este tipo de edificaciones abandonadas.




En uno de los muros exteriores pudimos ver un magnífico dibujo, de buen tamaño, de una hormiga.


El Cortijo tuvo en su día una ermita propia, ahora en tan lamentable estado como el resto del Cortijo.



Dejando atrás las ruinas de lo que un día debió ser un hervidero de vida, entramos rápidamente en la dehesa, dejando muy a nuestra derecha el Cerro de Fuentesierra. La dehesa nos sorprendió por lo cuidada que estaba.



Desde el principio encontramos carteles informativos de la ruta, en cada uno de los cuales se indica la distancia que queda al final.


Encontramos también, en abundancia, postes de piedra con la inscripción “MC”, que no supimos identificar, así como un antiguo pozo ahora parece que en desuso.



Poco más adelante (4,3 kms. del inicio) entramos por una canadiense en la Dehesa de Juan Ramos. Nada más entrar pudimos ver un cervatillo al que, procurando no hacer ruido, fotografiamos. Al acercarnos para sacarlo más de cerca, el animal nos sorprendió por su docilidad y familiaridad, pues él mismo se acercó a nosotros y pudimos acariciarlo in ningún problema y sin que diera muestras de extrañar al ser humano.





Si la parte de dehesa que habíamos visto hasta ahora estaba bien cuidada, de la que empezamos a atravesar he de decir que está mimada: el campo limpio, los alcornoques bien talados, abundante ganado que pace o sestea sin otra incomodidad que la presencia de extraños que pasan. Vimos una colonia de unos 40 buitres volando alto, así como algunas otras rapaces.
Seguimos hacia la finca El Romero, dejando a nuestra derecha el Morrón de Juan Ramos, cerro de casi 500 metros de altura. Con las abundantes lluvias de los últimos días, los regatos corren llenos de agua.




La entrada a la finca El Romero se hace a través de una canadiense. Prácticamente desde ese punto vamos a caminar, durante unos dos kilómetros, dejando a nuestra izquierda el Arroyo del Boquerón, con abundante caudal en estos días.


Cuando pasamos a la altura de la casa del Romero y por el camino que bajaba de la misma, salía el guarda de la finca, con el que tuvimos un rato de charla. Amable, muy agradable y buen conocedor de toda la zona, de la que nos dio algunas explicaciones. Del cervatillo que habíamos fotografiado nos dijo que se había criado, desde que nació, entre humanos y que por eso no extrañaba.
Un poco más adelante, un puente construido sobre una quincena de tubos de hormigón nos ayuda a cruzar el Arroyo del Boquerón al otro lado. Unos trescientos metros más adelante el camino comienza a alejarse del Arroyo, pues va haciendo un suave giro hacia la derecha.



Tras pasar una canadiense y unos 800 metros de la misma, veremos un camino que sale a la derecha. Podemos seguir por el mismo o seguir adelante otros trescientos metros (es lo que prevé la ruta que venimos siguiendo). En un lugar perfectamente indicado por los carteles de la Ruta, el camino se bifurca, pudiendo continuar de frente en dirección a Aliseda o torciendo a la derecha en un giro de 90º en dirección a la Finca de Valdelacasa de Abajo, que es lo que hacemos.



A estas alturas ya observamos, a nuestra derecha, la Peña Madroñera (497 metros de altitud), que vamos a rodear para iniciar el regreso. Antes de eso cruzaremos un puentecillo que nos ayuda a sortear una corriente de agua que creo que en cuanto deje de llover estará seca. Enseguida quedará a nuestra vista, a unos 400 o 500 metros, las Casas de Valdelascasas, que dejaremos a la izquierda para seguir el camino que comienza a girar a la derecha, rodeando la Peña Madroñera.




Tras pasar una canadiense, un cartel nos informa que estamos a 10,4 kms. del final de la ruta y veremos una charca a nuestra izquierda.



A partir de aquí el paisaje cambia de manera importante. Es más agreste y se hacen presente las jaras. Se inicia la subida (suave) hacia el Puerto que vemos en frente.
En la señal indicadora de 10,1 kms para el final, giramos bruscamente a la derecha para encontrarnos con una gran charca. El agua no se ve desde el camino, pues se ha vaciado la tierra acumulándola de modo que la misma retenga el agua que baja desde Peña Madroñera. Yo subí al lomo de la represa para hacer alguna foto.



En este punto el camino nos hace girar a la izquierda y repite el giro poco más adelante y ello nos habrá situado a pocos metros del paso canadiense del Puerto Mejías o Puerto Boquerón de Ramos, que con ambas denominaciones lo he encontrado.




El descenso es rápido y en poco más de 800 metros habremos descendido los escasos 70 metros de desnivel. A partir de este momento vamos a tener ante nuestros ojos el Puerto del Clavín, nuestro destino y final de la ruta.


Como ya he dicho antes, el panorama nada tiene que ver con el de la primera parte. Abundan las jaras y los pastos altos y abundante hierba que ha crecido libremente, sin que el cuidado de la mano del hombre sea especialmente apreciable.
Vemos los vestigios de un par de casas de piedra, de las que no quedan más que las paredes. Mojones indicadores cubierto de musgo antiguo, algún alcornoque de buen tronco y, algo más adelante, la cancela de acceso a la finca “Aceitunilla Mejías”.






Tras dejar atrás el poste indicador de 7,4 kms. y otro mojón de piedra, atravesamos una canadiense elevada, de muy reciente construcción para, 700 metros más adelante, realizar un último giro a la derecha antes de comenzar a enfilar la última parte del recorrido.



Un paso canadiense nos ayuda a cruzar el Regato de la Longuerilla y nos deja a la entrada de Cortijo del mismo nombre del regato, en cuya cancela de entrada se lee, pintado a mano sobre la cal “Mejías”.
Justo en este punto vimos que bajaba del monte corriendo y a buena velocidad un rebaño de unas 50 ovejas. Nos vimos sorprendidos, porque al llegar a la pared de más de un metro de altura, todo el rebaño saltó la misma y siguió corriendo por el camino, sin la presencia de pastor alguno. Debía ser su hora de comer.



Junto al lugar por el que saltaron las ovejas está la señal indicadora de 6,2 kms al final y, con ella, el inicio de un camino recto, aburrido y con una pared continua por el lado derecho y alambrada por el izquierdo. Es, sin duda, la parte más fea, monótona y poco atractiva de la ruta. Son 5 kilómetros hasta llegar a la carretera EX-100, de Cáceres a Badajoz.



Una vez en la carretera, cruzamos con cuidado al otro lado (hay buena visibilidad), e iniciamos la subida por la falda del Puerto del Clavín, que dejaremos en todo momento a nuestra izquierda. Cuando estamos llegando a la parte más alta, un merendero con bancos y mesas invita a sentarse un rato aunque la proximidad del punto final de la ruta haga poco atractiva esta alternativa.  A la altura del merendero, un panel informativo nos presenta fotografías y textos de los lugares próximos, la mayoría de los cuales hemos visto en nuestro recorrido.




A partir de ahí se inicia la cortísima bajada hacia la carretera (unos 150 metros), dejando a nuestra derecha el aparcamiento al que me refería al principio.


Cruzamos la carretera con sumo cuidado, dado que por la derecha hay un cambio de rasante, y estamos de nuevo en el lugar donde iniciamos la ruta, dando por finalizado el recorrido.

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