23 junio 2004.-
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Me
he despertado a las 6,30 de la mañana, algo que hasta ayer mismo me hubiera
resultado increíble. Cuando he echado pie a tierra Francesco acaba de abrir
también los ojos.
Sergio
ya se había marchado. Supongo que su reloj interior le habrá despertado a eso
de las 5, según la costumbre del último mes.
Juan Carlos Lema Balsas, "Zapatones". Falleció a mediados de mayo de 2015 |
Hemos
bajado andando, deprisa, hasta Santiago, llegando a la Plaza del Obradoiro por
dar por cerrado “oficialmente” el Camino y sin detenernos nos hemos ido
directamente a la estación de autobuses, donde Francesco ha comprado el billete
Santiago-Barcelona para hoy a las 15,00 y ha podido dejar su mochila en una de
las taquillas de consigna. Llegará a Barcelona mañana a las 9 de la mañana. Por
el camino me ha dicho, desde el corazón, que he sido un estupendo compañero de
viaje.
De
allí, en taxi, a la estación de Ferrocarril, donde a las 9 en punto ha comprado
el billete Barcelona-Milán, que sale mañana a las 20,30, más o menos, y le deja
en Milán el día 25 a eso de las 9 o las 10 de la mañana. Allí cogerá uno de los
trenes que salen cada 60 minutos para Bolonia, con lo que estará en su casa
para comer.
De
la estación nos hemos ido andando al Seminario Menor de Santiago, habilitado
como albergue ya en estas fechas. Por si a alguien le interesa, en el track de
la ruta he dejado un waypoint del lugar donde está y en la foto del mapa de la
misma que inserto en el blog, lo marco con un círculo.
En
la puerta de acceso al recinto del Seminario he querido hacerme una foto
simulando cara de cansancio. La verdad es que me ha salido cara de cualquier
cosa menos de cansancio.
No
se puede entrar hasta las 11, por lo que nos hemos ido a la misa del Peregrino
en la Catedral, que era a las 10. Francesco ha confesado y, por primera vez en
todo el camino, ha comulgado.
Vueltos
al Seminario, hago la inscripción para pasar la noche. Me informan que se puede
estar más de una noche, pero que, obligatoriamente hay que dejar el Seminario a
las 9 de la mañana llevándose todos los bártulos y, si se quiere, volver
posteriormente para alojarse de nuevo.
Tengo
que decir que la amabilidad y el trato de la gente del Seminario ha sido
exquisita. Se nota en la gente que atiende a los peregrinos el espíritu de los
hospitaleros que, desde que entramos en Galicia, no habíamos vuelto a ver.
Dejo
la mochila en el Seminario y nos vamos de compra para los regalos que Francesco
quiere hacer.
En
el trayecto hacia el centro pasamos por delante del Santuario Virgen del
Portal, en la Plaza Belvís, un precioso edificio con la fachada muy marcada por
el clima húmedo de Santiago.
Santiago,
y más en las fechas en que estábamos, estaba repleta de atractivos para el
turista, peregrino o no, que ya camina sin prisas por sus calles.
Tras
comernos un bocata de queso cada uno, hemos vuelto a la Catedral a las 12,30.
Tras esperar una media hora, hemos presenciado el espectáculo (pues no se trata
más que de un mero espectáculo) del vuelo del botafumeiro.
Después
del espectáculo nos hemos ido, despacito, a la estación de autobuses,
conscientes de que en unos minutos terminará esta cercanía, este nexo tan
especial que el caminar juntos ha creado.
Hemos
pasado por la Plaza de la Paz (Praza da Paz) y hemos comentado que la estatua
del peregrino con los brazos abiertos nos daba un abrazo de bienvenida y
despedida a la vez.
En
la estación la despedida ha sido breve, pero intensa, sentida. Cuando faltaban
cinco minutos para la partida Francesco se ha subido al autobús; he esperado
unos instantes y, antes de que arrancara, no he podido evitar hacer una foto al
autobús. Soy consciente de que pierdo de vista a un amigo y que, posiblemente,
no volvamos a vernos nunca más.
He
regresado, consciente de mi soledad, despacio, tranquilo, consciente de que ya
no camino en una dirección (“a Santiago”) porque esta aventura maravillosa ha
terminado. Es el momento de poner en orden los recuerdos, las intensas
emociones y vivencias experimentadas durante este último mes. Ha llegado la
hora de guardarlas en el corazón y volver a la vida ordinaria, en expresión
afortunada de un viejo conocido “a esa maravillosa rutina de cada día”.
En
el Seminario media hora de siesta. Luego me he subido en autobús al Monte del
Gozo y, ahora sin mochila, he vuelto a recorrer, caminando despacito, los 4,5
kilómetros. Echaba en falta la costumbre diaria de “caminar hacia Santiago”.
Tras
cenar cualquier cosa en cualquier sitio regresé al albergue del Seminario
donde, a las 22,10 horas del 23 de junio de 2004, momentos antes de acostarme
di por finalizadas las notas que había ido tomando cada día en los albergues.
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A
primera hora de la tarde del día siguiente llegaron a Santiago mi hija y mi
yerno, que fueron a recogerme para regresar a Cáceres. Pasé con ellos esa tarde
y todo el día siguiente. Al otro, 27 de junio, a primera hora de la mañana
regresamos a Cáceres.
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NOTA.-
Después
de acabado el Camino, FRANCESCO y yo hemos mantenido viva nuestra amistad,
aunque no nos hemos vuelto a ver nunca. Han pasado ya casi trece años y
seguimos hablando de vez en cuando (pocas veces), y nos felicitamos todas las
Navidades.
Ahora,
gracias al traductor de Google y a las nuevas tecnologías, como Facebook,
Messenger o Whatsapp, nuestro contacto es mucho más frecuente y fluido, lo que
me alegra muchísimo.
Cuando
hemos hablado, yo chapurreo en italiano y Francesco pone, con su buena voluntad,
todo lo que le falta a mi italiano. Y seguimos entendiéndonos a la perfección,
como durante todo el Camino.
Con
Nella no he vuelto a hablar, pero también seguimos felicitándonos por Navidad.
Con
Mario he perdido el contacto. Francesco me dice que hace tiempo que no sabe de
él aunque las últimas noticias, de hace ya tiempo, es que estaba bien.
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ALGUNAS CIFRAS.-
Kilómetros recorridos:
Enero/abril 2004, entrenándome: 714,69
kms.
Durante el Camino: 751,26 kms.
Total "a causa del Camino": 1.465,95 kms.
Pasos dados según el
podómetro: 1.139.500,00 pasos
Dinero total gastado en los
28 días: 478,86 euros
Promedio de gasto diario: 17,10 euros
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MI CREDENCIAL.-
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FRANCESCO, NELLA Y MARIO.-
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EL MOMENTO MÁS INTENSO.-
Fueron
muchos, pero he escogido éste como, probablemente, el más significativo.
Ocurrió en la etapa 10, durante el amanecer del 5 de junio, yendo de Belorado a
San Juan de Ortega, y lo he relatado aquí, en este blog, con estas palabras:
“Hoy los primeros rayos de sol
me han interpelado con fuerza, mostrándome la absoluta evidencia de lo relativo
que es todo en esta vida y la facilidad con que las simples apariencias pueden
engañarnos. A los pocos minutos de que el sol acabara de salir —debían ser poco
más de las 6,30— me he dado cuenta que incidía a mis espaldas desde una
posición tan baja en el horizonte que todas las sombras que los diversos
cuerpos proyectaban eran enormemente alargadas. Mi 1,62 de estatura (siendo
generoso) proyectaba delante de mi una sombra de seis o siete metros. Las
piedrecitas del camino, de uno o dos centímetros de alto proyectaban una sombra
de una cuarta. Y he pensado: “¡Cuántas
veces en la vida juzgamos o decidimos en función de lo que nos parece que son
las cosas, y no de lo que realmente son!”. No he querido que se me olvidara
este pensamiento, y he fotografiado esa larga sombra.”
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UNA FOTO CADA DÍA.-
Una
de las cosas que NO llevé en la mochila fueron útiles de afeitar: menos peso y
menos necesidades. Decidí hacerme una foto cada día para ver cómo crecía la
barba. Este fue el resultado.
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Grazie a te Teo, ho rivisto uno dei mesi più importanti della mia vita, è una cosa che rimane talmente nella mente come un tatuaggio sul cuore.
ResponderEliminarFrancesco